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Tuesday, December 20, 2011

OVNIS: PASADO, PRESENTE Y LEYENDA


OVNIS: PASADO, PRESENTE Y LEYENDA

Culturas milenarias de todo el mundo se refieren a la presencia
de “seres extrahumanos que
llegaron del cielo”

 

 

La cifra “1947” es casi sinónima para algunos lectores con el comienzo de la época moderna de los avistamientos ovni, amén de otras cosas que hayan podido haber sucedido ese año a mediados del siglo pasado. Existen otros años que conmemoran otros hitos del quehacer ovnilógico, pero hay momentos que se escapan de las cronografías oficiales y extraoficiales, ya que sus testigos y adeptos tienen una noción del tiempo muy distinta a la del hombre occidental.

El fenómeno ovni ocupa un espacio bastante significativo entre las culturas primitivas o aboriginales del planeta, y tampoco se le considera “fenómeno” sino más bien una interacción normal entre los habitantes de este mundo – incluyendo animales – con los habitantes de aquel mundo que tan solo percibimos por los resultados visibles que deja en el nuestro. Estas culturas no entienden el concepto de los ovnis u ovninautas como máquinas de otro mundo o científicos / astronautas de otro planeta que exploran nuestro rincón de la galaxia: siempre han estado aquí, y seguirán estándolo después de que la necedad de los humanos acabe con nuestra civilización. Sin embargo, estas tradiciones nativas y autóctonas tampoco contestan a la interrogante que más nos interesa contestar -- ¿qué pretenden estos extraños con la especie humana?


Platívolos y cavernícolas

Aquellos lectores cuyos años de infancia incluyeron largas horas sentados frente al televisor posiblemente recuerden la serie animada Los Picapiedra y el diminuto marciano “Gazú” cuyos sabios consejos y adelanto tecnológico nunca conseguían cambiar la conducta de los protagonistas de la serie. No se sabe si los estudios Hanna-Barbera estaban interesados en compartir algún mensaje secreto con nosotros, pero lo cierto es que no sería sino hasta años después que se hablaría de “Las carrozas de los dioses” y lo que conocemos ahora como el paleocontacto.

El estudioso francés Aimé Michel argumentaba en sus obras que las paredes de las cavernas paleolíticas de Peche Merle contenían no sólo figuras innegables de platillos voladores (que han sido reproducidas en las portadas de numerosos libros sobre el tema) sino también de ovninautas: seres calvos e imberbes de cráneos superlativos y ojos alargados. Los antropólogos se mofan de tales argumentos y nos dicen que solamente se tratan de “visones” propias de las experiencias chamánicas, plasmadas en piedra por manos desconocidas hace treinta mil años cuando la humanidad apenas se diferenciaba de los animales.

No obstante, las creencias de muchas culturas “primitivas” que aún sobreviven en nuestros tiempos nos permiten entender el concepto que tal vez tenían nuestros antepasados sobre estos seres.

Las tribus Onondaga y Mohawk de la gran nación de los Iroquois en el estado de Nueva York (USA) mantuvieron la siguiente creencia: “Seres como hombres habitan en el lado extremo del cielo visible” y la desaparecida tribu de los Natchez creía que el “rey del cielo” había visitado su pueblo en la noche de los tiempos para darles una especie de transmisor que mantenía el contacto entre los sacerdotes de la tribu y el mundo de los extrahumanos. A fines de la década de los ’60, los indios Hopi del oeste americano declararon públicamente que la historia de su pueblo había sido afectada por el contacto con seres extrahumanos, y que en conjunto, los nativoamericanos siempre habían aceptado la realidad de los ovnis y el sitio que ocupaban en la jerarquía de los seres vivos.


   
(Izquierda)El "hombre con garras" de Chinle, Arizona recuerda a los supuestos robots del secuestro de Pascagoula, Mississippi, en 1973  - incidente Hickson/Parker. (Centro)La "Grand Gallery" del estado de Utah presentad la imagen de un cazador diminuto que intenta atacar unas presencias sumamente grandes que no parecen ser animales. (Derecha)En  Colorado River apreciamos una de las tenebrosas figuras cornudas que tanto se repiten en las tradiciones del suroeste americano.

 

No salgas de noche


Australia, con sus siete millones de kilómetros cuadrados, es uno de los sitios más fascinantes del mundo por su extraña fauna y flora y sus habitantes autóctonos – los aborígenes – que aún sobreviven en nuestros días y que hasta la llegada de los europeos vivían bajo condiciones que no habían cambiado desde el paleolítico. El escritor australiano Eirik Saethre llegó a realizar encuestas en entre las comunidades aborígenes del centro de Australia hace unos diez años, concentrándose en los miembros de la etnia arlpiri – que se autodenominan “yapa” y que reservan el termino “kardiya” para designar a los australianos de ascendencia europea. Aunque los warlpiri opinan que el hombre blanco es totalmente inmune a la hechicería de los magos nativos, si son víctima de otras fuerzas: las enigmáticas presencias que se desplazan en los ovnis. De hecho, Saethre cita el testimonio de Steven, un warlpiri de treinta y ocho años de edad: “Ellos (los extrahumanos) son más listos que nosotros y más listos que ningún ser humano. Los kardiya se creen listos porque fueron a la luna, pero estos seres viajan por todo el universo.”

Las comunidades aborígenes coincidían en que los visitantes extrahumanos venían por agua, y que eran responsables de la desaparición de grandes cantidades de líquido de los “billabongs” cuyo contenido es indispensable para mantener la vida en las condiciones desérticas imperantes en esta región de Australia. Por este motivo era común ver luces raras en la cercanía de estas fuentes de agua, aunque nadie afirmaba haber visto a los extrahumanos realizar estas maniobras.

El detalle más curioso, sin duda, consistía en la creencia de que estas fuerzas poco conocidas operaban de noche y que eran responsables de la desaparición de humanos incautos, pero con la consiguiente salvedad. Los extrahumanos no se llevarían a los warlpiri por formar parte de la realidad circundante, pero los kardiya sí corrían el peligro de ser llevados para siempre por no “pertenecer” a esa región. Se comentaba el caso de un proveedor de atención médica del gobierno – Bill – que había desaparecido, supuestamente debido a su impaciencia al no querer esperar la luz del día. Los extrahumanos, según los aborígenes, se lo habían llevado, a pesar de las repetidas advertencias de que no debía aventurarse fuera de la comunidad por la noche. “Le dijimos que no saliese de noche,” dijo Ronald, uno de los aborígenes, en la entrevista con Eirik Saethre, “pero los kardiya nunca hacen caso. Esos alienígenas se lo llevaron”.

 

Leyendas indígenas


Parecería ser que las creencias aborígenes están reflejadas en América Septentrional, donde las tribus salish y chippewa de Canadá, sin contar los esquimales o inuit, mantienen largas tradiciones sobre el contacto con la gente de las estrellas no solo en el pasado lejano, sino en épocas recientes también. Sin pasar por alto la posibilidad de que todo pueda tratarse de fantasías o formas de decirle al hombre blanco “nosotros estuvimos en contacto con otras especies inteligentes antes de que ustedes”, examinemos algunas de estas tradiciones.

En una gruta cerca del lago Christina en la Columbia Británica se puede ver un petroglifo sumamente interesante que representa un disco de color blanco con protuberancias de color negro. Este singular aparato se cierne sobre un grupo de cuatro figuras humanoides que parece postrarse de hinojos ante la extraña presencia. El petroglifo tiene rayas superiores que sugieren haces de luz y rayas inferiores que bien pueden ser fuego. Los artistas primitivos, cuyo dominio de la perspectiva era casi nulo, se limitaban a representar lo que veían. El objeto sigue siendo un misterio que recibe la tradicional y cansina explicación de una adoración del sol por parte de los antiguos habitantes de la región... ¿un sol con protuberancias negras?

Parece ser que nos aguarda otro petroglifo igual de fascinante, localizado esta vez en un refugio pétreo entre el lago Kootenay y Cayuse Creek. Esta expresión artística del hombre primitivo nos presenta lo que a todas luces parece ser un cohete con forma de cono que lanza humo y llamas, y por si fuese poco, un pequeño humanoide se aferra a la “pared interior” del supuesto vehículo. Otro petroglifo parecido – esta vez representando un vehículo estanco con un tripulante – se encuentra a varios kilómetros del lago Kootenay.

La región de Prince Rupert, también en la boscosa Columbia Británica  – mejor conocido por sus tradiciones de los enormes y peludos sasquatch—nos regala otro petroglifo que corresponde a las tribus Tsimshian de la zona. Esta vez no se trata de un disco ni ovalo con rayos, sino de un humanoide grabado en la piedra y conocido como “el hombre que cayó del cielo.”  El investigador John Magor abunda sobre este extraño personaje en su revista Canadian UFO Report: “Una posibilidad consiste en que los Tsimshian que vivían en la actual Prince Rupert hallaron el cadáver de un hombre sumamente extraño en su campamento, y según su lógica, algo tan inusual sólo pudo haber caído del cielo. Es posible que este petroglifo haya funcionado como una especie de “fosa abierta” para que el difunto pudiese regresar a su hogar en las estrellas, y si se trata de una fosa, ciertamente no representaba la forma de entierro utilizada por esos nativos”. 


 
“El hombre que cayó del cielo”, petroglifo de las tribus Tsimshian


Lamentablemente las tribus actuales no disponen de información al respecto, ya que los artesanos nativos dejaron de crear petroglifos a mediados del siglo XIX, y la interpretación de estos grabados se ha perdido. Sólo nos quedan las suposiciones de siempre.

En el este de Canadá, en la región de los Grandes Lagos, las tribus chippewa contaban la leyenda de una estrella “que se peleó con las demás” y que se dedicaba a vagar de una tribu a otra, atraída por el fuego de los campamentos justo antes de la hora de dormir. Los chippewa temían  las apariciones de esta “estrella fugitiva”, pero una doncella de la tribu – siempre según la leyenda – se enamoró del extraño objeto, y un día, mientras que la joven recogía zarzamoras, la estrella generó una especie de tolvanera repentina que la levantó hacia su seno, despareciendo para siempre. Los chippewa supieron entonces que el amor que profesaba la joven hacia la estrella errante era correspondido.

Pero no todo es amor. La tribu denna de la península de Alaska vive temerosa del “pueblo del cielo” y a diferencia de los aborígenes australianos, los denna no sienten que ser los habitantes autóctonos de la región les ofrece protección alguna contra lo desconocido. De hecho, la tribu tiene un emblema especial que representa a estas extrañas fuerzas – un símbolo que todos reconoceríamos fácilmente: una raya horizontal rematada por una cúpula. A fines de los años sesenta se circuló una nota de prensa sobre el hallazgo de una avioneta que se había desplomado del cielo luego de haber transmitido un último mensaje, captado por el radiotransmisor de un cazador en esas regiones del norte. El desesperado mensaje de la avioneta indicaba que el aparato estaba siendo rodeado de una extraña luz verde sobre la cordillera Talkeetna y que los motores se habían cortado. Años después, rastreadores nativos se encontraron con los restos de la avioneta y sus congelados ocupantes. Parecía ser que uno de los tripulantes no había muerto durante el choque, y en un gesto sumamente dramático y digno de una narración de horror, había tenido las fuerzas para realizar un trazo en el destrozado fuselaje de la avioneta – la raya horizontal rematada por la cúpula. Los azorados nativos entendieron enseguida que los desventurados pilotos habían sido víctimas del “pueblo del cielo”.


Escatología amerindia


Vale la pena dedicar un espacio a un tema que fácilmente merece todo un libro: la presencia de seres extrahumanos en la escatología de las tribus amerindias y las profecías apocalípticas o milenaristas contenidas en dichas tradiciones. Las tribus norteamericanas han producido varios profetas de renombre como Black Elk, cuya vida y obra está recogida en el libro Black Elk Speaks; profecías en torno al nacimiento del ternero blanco vaticinado por la “mujer de los lakota”, y otros. Pero siempre se ha hecho hincapié en las tradiciones de los indios hopis (diminuta etnia cuya reserva nativa ocupa el corazón de la gran reserva de los navajo) por su controvertida conexión con la vida fuera de nuestro mundo.

A fines de la década de los ’40, casi coincidiendo con el primer avistamiento ovni de la era moderna, Tomas Banyacya se convirtió en el primer profeta hopi de nuestros tiempos. Su misión consistía en advertir al mundo sobre información conocida por todos los de su tribu: los hopis debían estar pendientes de la edificación de una “casa fabricada de mica” (vidrio) en el extremo oriental de la isla Tortuga – la designación de la gran masa continental norteamericana. La construcción de la sede de las Naciones Unidas en Nueva York correspondía con dicha indicación profética, y en 1949, la tribu solicitó ser aceptada por la Asamblea General de la ONU con el propósito de dar tres advertencias. La primera consistía en buscar al “verdadero hermano blanco”, la segunda procuraba obtener justicia para las tribus nativas y la gente de buena voluntad en todas partes del mundo, y la tercera era un poco mas alarmante, ya que el mundo entraba en plena Guerra Fría: advertir a los líderes mundiales de la Gran Purificación. Pahana, el “verdadero hermano blanco”, es un personaje parecido al Quetzacoátl mesoamericano. Vivió por algún tiempo entre los hopis, instruyéndoles que regresaría durante el koyaanisqatsi, la Gran Tribulación, para reivindicar las tribus nativas y reestablecer el equilibrio.

 El jefe de la tribu hopi, Dan Katchongva, ya fallecido, dijo en su momento que las creencias de su pueblo señalaban que el universo contenía otros pueblos habitados por seres humanoides que reciben las plegarias de los hopis. La presencia de los ovnis, sobre todo en la década de los ’60, estaba estrechamente relacionada con el cumplimiento de los vaticinios y el regreso de Pahana. Los hopis no sienten temor alguno a los supuestos habitantes de estos mundos, ni a los ovnis. Los tripulantes de las luces son de aspecto humano y de muy buenas costumbres, como los ángeles de la tradición cristiana. Menos mal.

OVNIS: PASADO, PRESENTE Y LEYENDA


OVNIS: PASADO, PRESENTE Y LEYENDA

Culturas milenarias de todo el mundo se refieren a la presencia
de “seres extrahumanos que
llegaron del cielo”

 

 

La cifra “1947” es casi sinónima para algunos lectores con el comienzo de la época moderna de los avistamientos ovni, amén de otras cosas que hayan podido haber sucedido ese año a mediados del siglo pasado. Existen otros años que conmemoran otros hitos del quehacer ovnilógico, pero hay momentos que se escapan de las cronografías oficiales y extraoficiales, ya que sus testigos y adeptos tienen una noción del tiempo muy distinta a la del hombre occidental.

El fenómeno ovni ocupa un espacio bastante significativo entre las culturas primitivas o aboriginales del planeta, y tampoco se le considera “fenómeno” sino más bien una interacción normal entre los habitantes de este mundo – incluyendo animales – con los habitantes de aquel mundo que tan solo percibimos por los resultados visibles que deja en el nuestro. Estas culturas no entienden el concepto de los ovnis u ovninautas como máquinas de otro mundo o científicos / astronautas de otro planeta que exploran nuestro rincón de la galaxia: siempre han estado aquí, y seguirán estándolo después de que la necedad de los humanos acabe con nuestra civilización. Sin embargo, estas tradiciones nativas y autóctonas tampoco contestan a la interrogante que más nos interesa contestar -- ¿qué pretenden estos extraños con la especie humana?


Platívolos y cavernícolas

Aquellos lectores cuyos años de infancia incluyeron largas horas sentados frente al televisor posiblemente recuerden la serie animada Los Picapiedra y el diminuto marciano “Gazú” cuyos sabios consejos y adelanto tecnológico nunca conseguían cambiar la conducta de los protagonistas de la serie. No se sabe si los estudios Hanna-Barbera estaban interesados en compartir algún mensaje secreto con nosotros, pero lo cierto es que no sería sino hasta años después que se hablaría de “Las carrozas de los dioses” y lo que conocemos ahora como el paleocontacto.

El estudioso francés Aimé Michel argumentaba en sus obras que las paredes de las cavernas paleolíticas de Peche Merle contenían no sólo figuras innegables de platillos voladores (que han sido reproducidas en las portadas de numerosos libros sobre el tema) sino también de ovninautas: seres calvos e imberbes de cráneos superlativos y ojos alargados. Los antropólogos se mofan de tales argumentos y nos dicen que solamente se tratan de “visones” propias de las experiencias chamánicas, plasmadas en piedra por manos desconocidas hace treinta mil años cuando la humanidad apenas se diferenciaba de los animales.

No obstante, las creencias de muchas culturas “primitivas” que aún sobreviven en nuestros tiempos nos permiten entender el concepto que tal vez tenían nuestros antepasados sobre estos seres.

Las tribus Onondaga y Mohawk de la gran nación de los Iroquois en el estado de Nueva York (USA) mantuvieron la siguiente creencia: “Seres como hombres habitan en el lado extremo del cielo visible” y la desaparecida tribu de los Natchez creía que el “rey del cielo” había visitado su pueblo en la noche de los tiempos para darles una especie de transmisor que mantenía el contacto entre los sacerdotes de la tribu y el mundo de los extrahumanos. A fines de la década de los ’60, los indios Hopi del oeste americano declararon públicamente que la historia de su pueblo había sido afectada por el contacto con seres extrahumanos, y que en conjunto, los nativoamericanos siempre habían aceptado la realidad de los ovnis y el sitio que ocupaban en la jerarquía de los seres vivos.


   
(Izquierda)El "hombre con garras" de Chinle, Arizona recuerda a los supuestos robots del secuestro de Pascagoula, Mississippi, en 1973  - incidente Hickson/Parker. (Centro)La "Grand Gallery" del estado de Utah presentad la imagen de un cazador diminuto que intenta atacar unas presencias sumamente grandes que no parecen ser animales. (Derecha)En  Colorado River apreciamos una de las tenebrosas figuras cornudas que tanto se repiten en las tradiciones del suroeste americano.

 

No salgas de noche


Australia, con sus siete millones de kilómetros cuadrados, es uno de los sitios más fascinantes del mundo por su extraña fauna y flora y sus habitantes autóctonos – los aborígenes – que aún sobreviven en nuestros días y que hasta la llegada de los europeos vivían bajo condiciones que no habían cambiado desde el paleolítico. El escritor australiano Eirik Saethre llegó a realizar encuestas en entre las comunidades aborígenes del centro de Australia hace unos diez años, concentrándose en los miembros de la etnia arlpiri – que se autodenominan “yapa” y que reservan el termino “kardiya” para designar a los australianos de ascendencia europea. Aunque los warlpiri opinan que el hombre blanco es totalmente inmune a la hechicería de los magos nativos, si son víctima de otras fuerzas: las enigmáticas presencias que se desplazan en los ovnis. De hecho, Saethre cita el testimonio de Steven, un warlpiri de treinta y ocho años de edad: “Ellos (los extrahumanos) son más listos que nosotros y más listos que ningún ser humano. Los kardiya se creen listos porque fueron a la luna, pero estos seres viajan por todo el universo.”

Las comunidades aborígenes coincidían en que los visitantes extrahumanos venían por agua, y que eran responsables de la desaparición de grandes cantidades de líquido de los “billabongs” cuyo contenido es indispensable para mantener la vida en las condiciones desérticas imperantes en esta región de Australia. Por este motivo era común ver luces raras en la cercanía de estas fuentes de agua, aunque nadie afirmaba haber visto a los extrahumanos realizar estas maniobras.

El detalle más curioso, sin duda, consistía en la creencia de que estas fuerzas poco conocidas operaban de noche y que eran responsables de la desaparición de humanos incautos, pero con la consiguiente salvedad. Los extrahumanos no se llevarían a los warlpiri por formar parte de la realidad circundante, pero los kardiya sí corrían el peligro de ser llevados para siempre por no “pertenecer” a esa región. Se comentaba el caso de un proveedor de atención médica del gobierno – Bill – que había desaparecido, supuestamente debido a su impaciencia al no querer esperar la luz del día. Los extrahumanos, según los aborígenes, se lo habían llevado, a pesar de las repetidas advertencias de que no debía aventurarse fuera de la comunidad por la noche. “Le dijimos que no saliese de noche,” dijo Ronald, uno de los aborígenes, en la entrevista con Eirik Saethre, “pero los kardiya nunca hacen caso. Esos alienígenas se lo llevaron”.

 

Leyendas indígenas


Parecería ser que las creencias aborígenes están reflejadas en América Septentrional, donde las tribus salish y chippewa de Canadá, sin contar los esquimales o inuit, mantienen largas tradiciones sobre el contacto con la gente de las estrellas no solo en el pasado lejano, sino en épocas recientes también. Sin pasar por alto la posibilidad de que todo pueda tratarse de fantasías o formas de decirle al hombre blanco “nosotros estuvimos en contacto con otras especies inteligentes antes de que ustedes”, examinemos algunas de estas tradiciones.

En una gruta cerca del lago Christina en la Columbia Británica se puede ver un petroglifo sumamente interesante que representa un disco de color blanco con protuberancias de color negro. Este singular aparato se cierne sobre un grupo de cuatro figuras humanoides que parece postrarse de hinojos ante la extraña presencia. El petroglifo tiene rayas superiores que sugieren haces de luz y rayas inferiores que bien pueden ser fuego. Los artistas primitivos, cuyo dominio de la perspectiva era casi nulo, se limitaban a representar lo que veían. El objeto sigue siendo un misterio que recibe la tradicional y cansina explicación de una adoración del sol por parte de los antiguos habitantes de la región... ¿un sol con protuberancias negras?

Parece ser que nos aguarda otro petroglifo igual de fascinante, localizado esta vez en un refugio pétreo entre el lago Kootenay y Cayuse Creek. Esta expresión artística del hombre primitivo nos presenta lo que a todas luces parece ser un cohete con forma de cono que lanza humo y llamas, y por si fuese poco, un pequeño humanoide se aferra a la “pared interior” del supuesto vehículo. Otro petroglifo parecido – esta vez representando un vehículo estanco con un tripulante – se encuentra a varios kilómetros del lago Kootenay.

La región de Prince Rupert, también en la boscosa Columbia Británica  – mejor conocido por sus tradiciones de los enormes y peludos sasquatch—nos regala otro petroglifo que corresponde a las tribus Tsimshian de la zona. Esta vez no se trata de un disco ni ovalo con rayos, sino de un humanoide grabado en la piedra y conocido como “el hombre que cayó del cielo.”  El investigador John Magor abunda sobre este extraño personaje en su revista Canadian UFO Report: “Una posibilidad consiste en que los Tsimshian que vivían en la actual Prince Rupert hallaron el cadáver de un hombre sumamente extraño en su campamento, y según su lógica, algo tan inusual sólo pudo haber caído del cielo. Es posible que este petroglifo haya funcionado como una especie de “fosa abierta” para que el difunto pudiese regresar a su hogar en las estrellas, y si se trata de una fosa, ciertamente no representaba la forma de entierro utilizada por esos nativos”. 


 
“El hombre que cayó del cielo”, petroglifo de las tribus Tsimshian


Lamentablemente las tribus actuales no disponen de información al respecto, ya que los artesanos nativos dejaron de crear petroglifos a mediados del siglo XIX, y la interpretación de estos grabados se ha perdido. Sólo nos quedan las suposiciones de siempre.

En el este de Canadá, en la región de los Grandes Lagos, las tribus chippewa contaban la leyenda de una estrella “que se peleó con las demás” y que se dedicaba a vagar de una tribu a otra, atraída por el fuego de los campamentos justo antes de la hora de dormir. Los chippewa temían  las apariciones de esta “estrella fugitiva”, pero una doncella de la tribu – siempre según la leyenda – se enamoró del extraño objeto, y un día, mientras que la joven recogía zarzamoras, la estrella generó una especie de tolvanera repentina que la levantó hacia su seno, despareciendo para siempre. Los chippewa supieron entonces que el amor que profesaba la joven hacia la estrella errante era correspondido.

Pero no todo es amor. La tribu denna de la península de Alaska vive temerosa del “pueblo del cielo” y a diferencia de los aborígenes australianos, los denna no sienten que ser los habitantes autóctonos de la región les ofrece protección alguna contra lo desconocido. De hecho, la tribu tiene un emblema especial que representa a estas extrañas fuerzas – un símbolo que todos reconoceríamos fácilmente: una raya horizontal rematada por una cúpula. A fines de los años sesenta se circuló una nota de prensa sobre el hallazgo de una avioneta que se había desplomado del cielo luego de haber transmitido un último mensaje, captado por el radiotransmisor de un cazador en esas regiones del norte. El desesperado mensaje de la avioneta indicaba que el aparato estaba siendo rodeado de una extraña luz verde sobre la cordillera Talkeetna y que los motores se habían cortado. Años después, rastreadores nativos se encontraron con los restos de la avioneta y sus congelados ocupantes. Parecía ser que uno de los tripulantes no había muerto durante el choque, y en un gesto sumamente dramático y digno de una narración de horror, había tenido las fuerzas para realizar un trazo en el destrozado fuselaje de la avioneta – la raya horizontal rematada por la cúpula. Los azorados nativos entendieron enseguida que los desventurados pilotos habían sido víctimas del “pueblo del cielo”.


Escatología amerindia


Vale la pena dedicar un espacio a un tema que fácilmente merece todo un libro: la presencia de seres extrahumanos en la escatología de las tribus amerindias y las profecías apocalípticas o milenaristas contenidas en dichas tradiciones. Las tribus norteamericanas han producido varios profetas de renombre como Black Elk, cuya vida y obra está recogida en el libro Black Elk Speaks; profecías en torno al nacimiento del ternero blanco vaticinado por la “mujer de los lakota”, y otros. Pero siempre se ha hecho hincapié en las tradiciones de los indios hopis (diminuta etnia cuya reserva nativa ocupa el corazón de la gran reserva de los navajo) por su controvertida conexión con la vida fuera de nuestro mundo.

A fines de la década de los ’40, casi coincidiendo con el primer avistamiento ovni de la era moderna, Tomas Banyacya se convirtió en el primer profeta hopi de nuestros tiempos. Su misión consistía en advertir al mundo sobre información conocida por todos los de su tribu: los hopis debían estar pendientes de la edificación de una “casa fabricada de mica” (vidrio) en el extremo oriental de la isla Tortuga – la designación de la gran masa continental norteamericana. La construcción de la sede de las Naciones Unidas en Nueva York correspondía con dicha indicación profética, y en 1949, la tribu solicitó ser aceptada por la Asamblea General de la ONU con el propósito de dar tres advertencias. La primera consistía en buscar al “verdadero hermano blanco”, la segunda procuraba obtener justicia para las tribus nativas y la gente de buena voluntad en todas partes del mundo, y la tercera era un poco mas alarmante, ya que el mundo entraba en plena Guerra Fría: advertir a los líderes mundiales de la Gran Purificación. Pahana, el “verdadero hermano blanco”, es un personaje parecido al Quetzacoátl mesoamericano. Vivió por algún tiempo entre los hopis, instruyéndoles que regresaría durante el koyaanisqatsi, la Gran Tribulación, para reivindicar las tribus nativas y reestablecer el equilibrio.

 El jefe de la tribu hopi, Dan Katchongva, ya fallecido, dijo en su momento que las creencias de su pueblo señalaban que el universo contenía otros pueblos habitados por seres humanoides que reciben las plegarias de los hopis. La presencia de los ovnis, sobre todo en la década de los ’60, estaba estrechamente relacionada con el cumplimiento de los vaticinios y el regreso de Pahana. Los hopis no sienten temor alguno a los supuestos habitantes de estos mundos, ni a los ovnis. Los tripulantes de las luces son de aspecto humano y de muy buenas costumbres, como los ángeles de la tradición cristiana. Menos mal.

¿POR QUÉ NO SE DAN A CONOCER?


¿ANONIMOS?

Paleoastronáutica e hipótesis extraterrestre

Razonables respuestas para
una recurrente pregunta que
pone en tela de juicio a la
hipótesis extraterrestre.

 

 

Cada día está más extendida entre la comunidad científica la existencia de vida fuera de nuestro planeta. Incluso los más atrevidos e innovadores científicos estudian la posibilidad de que el inicio de la vida en la Tierra, tuviese un origen exterior, proveniente del bombardeo de meteoritos, cometas u otros elementos procedentes del espacio, portadores de la semilla necesaria que causase una reacción en cadena hasta llegar a la aparición del hombre millones de años después. Esta posibilidad ya aparecía en la prestigiosa revista Nature en 1.961, de la mano del científico español Joan Oró.

En 1.962 se entregaba el Premio Nobel a Francis Crick, conjuntamente con James Watson, por el descubrimiento de la estructura del ácido desoxirribonucleico o ADN. Tras años de trabajo e investigación, Crick comenzó a defender la idea no sólo de que la vida en la Tierra se originó en el espacio, sino que ésta fue traída deliberadamente hasta aquí, por alguna civilización extraterrestre. En su libro "Life Itself", el premio Nobel nos asegura rotundamente sobre estos remotos visitantes extraterrestres:

"...esos seres descubrieron nuestro mundo en formación. Entonces se embarcaron en una experiencia que hoy nos parece imposible pero que, dentro de unas decenas de años, estaremos en condiciones de emprender..."

Estas ideas hace tan solo unas décadas, eran calificadas dentro del género de la ciencia-ficción. Sólo un mayor conocimiento del Universo y del mundo que nos rodea en general, ha sido capaz muy lentamente de ir ganando terreno entre los sectores más conservadores de la ciencia, que aún hoy siguen teniendo "la sartén por el mango", y que continúan siendo muy críticos con esta hipótesis. Para estos científicos más conservadores, nuestro planeta es un caso único y excepcional en el Universo, en donde una serie de casualidades han dado lugar a la vida y a la inteligencia. En pocas palabras, este insignificante planeta perdido a las afueras de una de los muchos millones de galaxias existentes en el cosmos es…, "irrepetible", y nosotros como especie, somos la élite máxima que puede encontrarse. Ante tan rotunda afirmación, no nos queda más remedio que gritar bien alto: ¡Viva la madre que nos parió!

La prueba definitiva de la existencia de vida extraterrestre aunque sea en formas muy elementales, cada día parece estar más cerca, y en esa dirección trabajan en la actualidad todos los grupos de trabajo que investigan el Universo, y muy probablemente sea una de las primeras grandes noticias a nivel mundial que veamos en el inicio del presente siglo XXI.

En este difícil equilibrio que hay dentro de los distintos sectores que engloban la comunidad científica, parece haber un consenso, un intento tranquilizador para unos y una válvula de escape para las conciencias de otros a la hora de determinar el tipo de vida que van a encontrar. Pequeños microorganismos, bacterias u otras formas de vida muy simples, que no compliquen mucho más, el ya de por sí complejo problema al que se enfrentan.

Como primer paso no está nada mal pero, esta misma delimitación choca frontalmente con uno de los principios básicos de la vida, que es la de abrirse paso y evolucionar hacia formas más complejas, como sucedió en la Tierra, por lo que admitir la existencia de pequeños microorganismos conlleva inmediatamente a barajar la posibilidad casi segura, de que existan otros elementos mucho más evolucionados. ¿Hasta dónde podría haber llegado esa evolución? A partir de aquí, que cada uno llegue hasta el límite que su conciencia y prejuicios le marquen.

Este mismo miedo, este terror a salir del cascarón de la ignorancia ya lo hemos podido ver en otras ocasiones. Hablar de la existencia de vida extraterrestre produce el mismo vértigo que causaba hasta hace muy poco, la posible existencia de agua en otros rincones del Universo y la más que ingenua duda de la existencia de planetas extrasolares (en 1.994 no se conocía ninguno). Hoy ya se cuentan por decenas, a pesar de la enorme dificultad de su localización, pues la luz que reflejan procedente de sus soles, es demasiado débil para ser captada por nuestros telescopios. Incluso uno de ellos ha podido ser visualizado directamente desde el observatorio William Herschel en las Islas Canarias, a pesar también de estar a una distancia de 55 años luz,...por cierto, que nadie se asuste pero....., es azul.

Hace miles de millones de años


La antigüedad de la Tierra por un lado, y la del Universo por otro, siguen siendo caballo de batalla de los investigadores, pero todos coinciden en que el proceso del origen de la vida que llevó a esos pequeños organismos primigenios sobre la Tierra a través de un largo periodo hasta la aparición del Homo Sapiens, constituyen un periodo irrisorio de tiempo si lo comparamos con la existencia del Universo. Un Universo por otro lado que, desde su nacimiento hasta el día de hoy ha visto nacer y morir a millones de estrellas, y con ellas a muchas posibles formas de vida ¿En cuántos de esos procesos habrán evolucionado hasta cotas similares o superiores a nosotros, esos mismos organismos que nuestros científicos esperan encontrar? ¿Cuántas civilizaciones habrán surgido para volver a desaparecer engullidas por el inexorable paso del tiempo, cuando sobre la Tierra ni siquiera existía la vida?

En todo el tiempo de existencia de la Tierra e incluso mucho antes, ¿cuántos otros casos iguales al nuestro, se han podido dar sólo en nuestra galaxia? ¿Cuántos planetas estarán pasando ahora por una Edad de Piedra y cuantos nos llevaran más de 1.000 años de evolución tecnológica? Todas estas preguntas y muchas más, pueden surgir con la sola idea de la existencia de esos pequeños microorganismos extraterrestres, que por ahora sólo contemplan nuestros científicos. Demos tiempo al tiempo.

La infalible ciencia del ayer (la historia se repite)

Para la tranquilidad de algunos individuos, el Universo es demasiado gigantesco para que, pese a la posibilidad que alguna civilización hubiese surgido incluso en nuestra propia galaxia, la distancia impidiera establecer a esta civilización de un contacto con nuestro mundo. La estrella más cercana dista aproximadamente 4,5 años luz de la Tierra, y sólo sería posible alcanzarla si dispusiésemos de una tecnología capaz de impulsar nuestras naves a una velocidad similar a la de la luz. Pero tampoco nos serviría de mucho, pues las distancias se disparan con relación a otros puntos de nuestra galaxia, comenzando a hablar ya de cientos e incluso miles de años luz, y de millones si nos mudamos de la Vía Láctea a otra galaxia.

Pero estos mismos individuos parecen olvidar que todos estos datos y todos estos inconvenientes, vienen delimitados en todo momento por nuestros conocimientos. Unos conocimientos que apenas arrancan hace unos 500 años y que algunos creen inamovibles. ¿No es esto un acto de soberbia y egocentrismo de gran magnitud? Quinientos años de acumulación de conocimientos parecen ser razón más que suficiente, para poder competir con miles de millones de años de evolución en el Universo.

Parece ser también que algunos ignoran premeditadamente que, hace menos de 100 "ridículos años", algún que otro "genio" de la época se mofaba y se divertía, ante la posibilidad de que el hombre pudiese volar, ¿a alguien le suena la palabra aeronáutica? Cincuenta años después, un digno heredero de tan singular genio, repetía la misma operación al negar esa misma posibilidad para que el hombre llegase a la Luna. E incluso antes que se pusiese el pie en la Luna, ¿cuántas risas se escucharon, cuando alguien habló de alcanzar la velocidad del sonido?

¿De verdad que es imposible alcanzar la velocidad de la luz? ¿No existen otras posibilidades de desplazamiento por el Universo? ¿Sería posible utilizar los agujeros negros para viajar? ¿Se pueden alterar el espacio y el tiempo? ¿Está ya todo dicho dentro de la física cuántica? ¿Conocemos todos los secretos de la materia? Por desgracia, no faltan nuevas generaciones de herederos de la verdad absoluta en la actualidad, dispuestos a reírse como antaño hicieron los otros "maestrillos de la ciencia", y negar toda posibilidad de nuevos avances tecnológicos capaces de acercar al hombre a las estrellas, unos avances que hoy ni siquiera son imaginados por los más soñadores.

¿Cómo será nuestra tecnología dentro de 100, 500 o 1.000 años? Tal vez sea igual a la de algún "grupo de microorganismos extraterrestres" que en su momento evolucionaron durante millones y millones de años lejos de aquí, hasta desarrollar una tecnología. Incluso esa misma tecnología les pueda haber servido para visitar otros mundos distantes y distintos, y… ¿por qué no el nuestro?

El nuevo complejo de Peter Pan

Llegados a este punto surge de nuevo otra pregunta: Si han llegado hasta aquí después de tanto esfuerzo y evolución tecnológica, ¿por qué no se dan a conocer? No parece muy inteligente a priori semejante actitud, y más aun con lo inteligentes, guapos y bien peinados que estamos los habitantes de la Tierra, ejemplo claro donde los haya de tolerancia entre nosotros mismos, entre nuestras razas, nuestros mil cleros y nuestras mil banderas, ¿verdad?, recordad que somos la élite del Universo.
De nuevo volvemos a ser en exceso orgullosos y egocéntricos por suponernos a la altura de una civilización tecnológicamente superior (el llegar hasta aquí, así lo demuestra). ¿Qué se habrán creído esos marcianillos trompeteros? Por otro lado, ¿quién dice que no nos hayan visitado en tiempos pasados?

No hay que buscar muy lejos para ver una situación en la cual una cultura superior y una inferior tecnológicamente hablando se encuentren, y la primera de ellas decida no comunicarse con la inferior. Cualquier antropólogo o sociólogo sabe muy bien que una cultura muy superior acaba canibalizando a la más débil, ejemplo de ello lo tenemos a lo largo de la historia.

En la actualidad de vez en cuando los teletipos informativos nos hablan de que alguna tribu perdida en el Amazonas ha sido descubierta, y la forma de proceder es siempre la misma, excepto por razones de fuerza mayor, se procede siempre a la no intervención. No existe pues el contacto.

Una de estas noticias sobre la aparición de estas tribus aisladas, saltaba a la prensa en Junio de 1.998. A continuación se reproduce una parte del artículo aparecido en el diario El País el día 9 de Junio, en la página 29:

"...El Gobierno brasileño intentará mantener aislados y lejos del contacto de cualquier hombre blanco a los miembros de una tribu indígena hasta ahora desconocida y que fue descubierta en medio de la Amazonia, según aseguraron ayer miembros de la gubernamental Fundación Nacional del Indio (FUNAI). -Es lo que hacemos generalmente en este tipo de casos-, indicó el Jefe del Departamento de Indios Aislados (DII) de la FUNAI, el antropólogo Sidney Posuelo, tras confirmar que un grupo de colegas suyos localizó hace pocos días a la tribu en el estado amazónico de Acre y cerca de la frontera con Perú, cuando sobrevolaban la zona. -Mientras no tengamos necesidad de comunicar con ellos para advertirles sobre alguna posible catástrofe, no haremos contacto. Ningún contacto es justificable-, aseguró el antropólogo. El Gobierno Federal ya aprobó un decreto que convierte esa región en área antropológica especial y que prohíbe el ingreso de cualquier persona a la misma...".
La "no intervención", la falta de injerencia directa en nuestros asuntos, lleva implícito un claro sentido de evolución natural, y eso es algo que como anteriormente decía, nuestros antropólogos saben perfectamente. ¿Por qué ellos iban a ser diferentes con nosotros?, ¿nos duele mucho nuestro orgullo el no estar a la altura requerida?, ¿es que nuestros flamantes y bonitos títulos universitarios no son suficiente aval? Pasamos de estar solos y ser los reyes de la creación, a ser una comunidad más, y con el agravante de no tener ni voz ni voto. Nos da miedo hacernos mayores y salir de nuestro protector mundo preconcebido.

Ante esta actitud parece ser que algunos prefieren una huida hacia adelante, y negar por sistema, negar con miedo, toda posibilidad a que algunos de los incidentes que protagonizan los conocidos popularmente como OVNI's, tengan un origen extraterrestre.

Aspectos básicos

Hasta ahora podríamos destacar varios puntos a forma de resumen, que tenemos que tener muy en cuenta:

1.- La vida extraterrestre es una posibilidad que la ciencia oficial contempla.

2.- Las formas de vida más simples tienden a evolucionar y abrirse camino ante cualquier tipo de dificultad que se le presente.

3.- El Universo tiene una antigüedad más que suficiente para que, la vida haya evolucionado desde las formas más elementales, hasta alcanzar cotas iguales e incluso superiores a las que conocemos en nuestro mundo, incluido el ser humano.

4.- Los conocimientos humanos están limitados por una corta experiencia en el tiempo. Hace poco más de 500 años, creíamos que la Tierra era plana. Suponer la imposibilidad de viajes entre distintas galaxias, no es más que un dogma propiciado por nuestra falta de preparación. Los parámetros técnicos que utilizamos, están a años luz por ejemplo de los que dispondremos dentro de otros 500 años.

5.- La no intervención en sociedades poco desarrolladas es habitual entre nuestros antropólogos. Con ello se busca la no destrucción de la cultura más débil, víctima propiciatoria habitual que sucumbe ante los encantos tecnológicos de la cultura superior. Ejemplo de ello lo hemos visto en algunas tribus de las selvas del Amazonas, donde se preserva el aislamiento de estos pueblos por parte del gobierno de Brasil.

La hipótesis extraterrestre como origen del fenómeno OVNI, ¿es básicamente una necesidad sociológica, una moda o el nacimiento de una nueva pseudo-religión?

La "hipótesis extraterrestre", nace de la necesidad de respuestas que hasta ahora han sido camufladas, manipuladas o sencillamente ignoradas (normalmente el testimonio de los protagonistas de incidentes OVNI, son ignorados o minimizados) por parte de distintos organismos oficiales, en los miles y miles de incidentes OVNI que se han protagonizado en todo el mundo. Si bien muchos de ellos han tenido una explicación lógica dentro de los conocimientos y parámetros que la ciencia utiliza, otros sin embargo permanecen sin una respuesta clara, o lo que es peor, cuando esta respuesta se da, resulta muy poco convincente. Lejos de ser una moda que viese la luz a finales de los años 40, con el mítico avistamiento de K. Arnold y el no menos famoso incidente Roswell, el fenómeno OVNI acompaña al hombre desde sus orígenes, formando parte de sus tradiciones, mitos y leyendas.

Por otro lado y como más arriba hemos visto, esta hipótesis viene avalada por los últimos descubrimientos que la ciencia ha aportado, entre los que figuran, la posibilidad de vida extraterrestre, el desarrollo de la tecnología aeroespacial, y un mayor conocimiento de la física, la biología, y el resto de ciencias que propician el desarrollo tecnológico en nuestro pequeño mundo.

Friday, November 25, 2011

El Caso del Policía de La Pampa


En los primeros días de marzo de 2006, la siguiente noticia aparecía en los periódicos argentinos:

Un policía dice que fue capturado por extraterrestres

Un cabo de la Policía de La Pampa aseguró haber contactado a humanoides “con ojos rojos” que le transmitían órdenes en forma telepática, tras permanecer desaparecido durante 18 horas y ser buscado por decenas de compañeros, en un campo cercano de la ciudad de General Pico.

El suboficial Sergio Pucheta, alcanzó a decir, antes de perder contacto radial con la base y desaparecer, que “había algo raro” y se aprestaba a investigar, en un paraje conocido como “cruce de las cañas”, a 20 kilómetros al sureste de General Pico.

Según una nota publicada por el diario La Arena, de esa provincia, el extraño episodio comenzó en la noche del jueves con esa comunicación a la base. Poco después de la transmisión en la que el suboficial pedía apoyo, al llegar a su posición, sus compañeros comprobaron que el policía ya no estaba y en el lugar habían quedado su motocicleta, su casco, el handie utilizado en la comunicación, su arma reglamentaria y parte de su uniforme.

Desde entonces se inició un intenso rastrillaje realizado por personal de todas las dependencias policiales que terminó recién unas 18 horas más tarde, cuando un productor rural encontró al policía, unos 20 kilómetros del lugar en el que había dejado su moto y los demás elementos.

El productor encontró al policía acurrucado en una cuneta y en apreciable estado de shock. Como estaba enterado que se buscaba a un uniformado, enseguida dio cuenta a las autoridades.

El policía fue derivado al hospital Centeno, donde se comprobó que más allá del fuerte shock emocional, no presentaba signo de violencia física.

De acuerdo a la información publicada por el matutino local, el policía dio una extraña versión de lo que había sucedido. Aseguró que fue contactado por dos seres de baja estatura, con ojos de color rojo, que le daban órdenes sin dirigirle la palabra. Indicó que trató de huir de los extraños, pero no pudo explicar como llegó al lugar en el que fue encontrado.

Efectivos policiales encargados de investigar el caso revelaron que pudo comprobarse que Pucheta caminó a lo largo de cuatro kilómetros por un camino vecinal y luego las huellas de sus bolseguíes se perdieron en la gramilla.

Según se supo, el suboficial había tenido hasta el momento una conducta intachable y no registraba problemas psíquicos o físicos. Sin embargo, también trascendió que hace pocos días había reportado la presencia de extrañas luces por la zona.

A continuación se detallan los hechos en un informe que nos llega del Centro de Estudios UFO y cuyo autor es el investigador Quique Mario:

Santa Rosa (La Pampa, Argentina). 3 de marzo de 2006.

La desaparición de un efectivo policial de la ciudad de General Pico (La Pampa) en extrañas circunstancias, luego de llamar vía teléfono celular a un compañero que estaba de franco, motorizó una espectacular búsqueda por parte de efectivos de comisarías dependientes de la Unidad Regional II a cargo del comisario inspector Roberto Ayala. Desde las primeras horas de la madrugada y a fin de participar de la búsqueda, se hicieron presentes en el lugar el propio jefe de la fuerza, comisario general (R) Ricardo Baudaux y el ministro de Seguridad, Gobierno y Justicia, Dr. Juan Carlos Tierno.

Detalles del caso

Día: 2 de marzo de 2006.
Hora: 21:30 aproximadamente.
Tiempo: Noche cálida con tormenta aproximándose desde el NO.

Descripción de la zona: Cruce de caminos vecinales. Características comunes a las de cualquier zona, a excepción de un gran cañaveral sobre el sector Oeste. Como característica principal presenta una extensión significativa de más de 300 metros de largo por un ancho variable entre los 2 y 3 m. Los caminos se hallaban en buen estado y transitables antes de la lluvia que comenzó alrededor de la 1 de la madrugada.

Ubicación de la zona: El lugar donde se desarrolla el episodio es parte de la zona rural de la localidad de Dorila con dirección a Maisonave, hacia el Este.

Características del protagonista: Se trata de un hombre de 31 años, en buen estado físico. Se desempeña en la sección Abigeato de la URII con asiento en General Pico. Se identifica como Sergio Pucheta. Casado, su esposa está con un avanzado embarazo. Según testimonios recogidos en el lugar y de sus compañeros, se trata de una persona normal. Aparentemente no tiene problemas familiares visibles, posee un comercio (cyber), no tendría apremios económicos notorios. Goza de un concepto aceptable de parte de sus superiores.

Detalles a tener en cuenta: El efectivo vio “algo” que lo obligó a desarrollar el acto de desarmar la pistola, el handy y dejar caer el teléfono. El suceso alienta una de las hipótesis barajadas desde un principio. Bajo presión de alcances desconocidos, el testigo realizó mecánicamente esos movimientos. De acuerdo a su relato intentó alejarse del lugar porque ellos lo seguían. “Me siguieron toda la noche…”, expresó en forma insistente.
Los objetos que poseía el policía al momento del Encuentro Cercano.
Apareció

El joven Pucheta fue hallado en un camino vecinal paralelo a la Ruta Provincial 1 por un productor que regresaba de la ciudad de General Pico, en una zona que la policía identificó como “El Triángulo”. Al momento de nuestra llegada al lugar, el productor permanecía en el medio de la calle, alejado de Pucheta que permanecía en posición fetal sobre el costado Oeste del camino, visto en dirección a Quemú Quemú.

El primer contacto lo tiene el Comisario Inspector Ayala, quien intenta la primera comunicación sin respuesta. Me acerco a Pucheta desde su derecha, me arrodillo para estar a su altura y observo que no cambia de posición y que mantiene sus extremidades en una posición llamativamente rígida, seguramente producto de un shock emocional considerable.

Le hablo intentando hacerlo reaccionar. Le menciono que se encuentra a su lado el jefe de la Regional II y que quien le hablaba estaba para ayudarlo. Posteriormente lo invito a relajarse mediante un sencillo ejercicio de respiración, conduciéndolo con inspiración por nariz y exhalación por la boca. Poco a poco Pucheta comenzó a distenderse y pude revisar sus manos sin hallar anormalidades. Lo mismo ocurrió con su cabeza, aunque no podía observar el rostro. Dijo que le ardía la vista. Mantenía insistentemente cubierto su rostro.

Cuando estiró sus extremidades inferiores comenzó a relatar entrecortadamente que “me siguieron toda la noche”. Ante la pregunta de “¿quiénes?” expresó que “eran dos… tenían los ojos rojos…”. Ante la pregunta sobre el aspecto de sus perseguidores dijo que “parecían transparentes… y tenían los ojos rojos… con los ojos me hacían doler la cabeza… me decían lo que tenía que hacer… me hicieron llamar por teléfono… me dijeron que esta noche me vendrían a buscar…”.

Interrogado sobre el arma, expresó: “no sé”, términos que repitió al requerírsele sobre el handy y el celular. Insistió… “me siguieron toda la noche”.

Cuando hubo relajado gran parte de su cuerpo, lo invité a levantarse y ayudándolo con el comisario inspector Ayala se puso de pie y rompió en llanto junto a su superior. Lo alenté a que lo hiciera para descargar la angustia que demostraba. En todo momento se cubrió el rostro. Pidió volver a sentarse y con nuestra ayuda lo hizo. Siempre cubrió el rostro con sus antebrazos. Lo invitamos a levantar la cabeza con Ayala y lo hizo a medias, pero sin abrir los ojos. Insistió con el relato de que “tenían los ojos rojos…” y que lo “vendrían a buscar a la noche”.
El policía víctima del Encuentro Cercano es encontrado en estado de shock.
Su estado era propio de toda persona que sufrió un shock emocional muy fuerte. Manifestó además que le ardían “los dedos” de las manos pero no presentaba anormalidades visibles. Dijo además que le ardían los pies y con ayuda se sacó borceguíes y medias. La planta de los pies presentaba el aspecto de quien ha caminado mucho y con signos de tener ampollas a causa de la transpiración.

La doctora que llegó en una ambulancia sólo se limitó a decirle que venían a ayudarlo pero, con la firme decisión de trasladarlo directamente al hospital Centeno de General Pico.

Lo ayudamos a subir a la camilla. Se puso de pie y siempre cubriendo su rostro con los antebrazos se colocó boca abajo en la camilla.

Su arribo al hospital motivó la preparación de la sala de emergencias donde fue ingresado. Tres enfermeras trabajaron acomodándolo en la camilla, mientras observaban la doctora que lo trasladó, el Dr. Covella y la Dra. Lluch. Le ayudaron a quitarse toda la ropa y le inició el Dr. Covella una revisión superficial que no arrojó anormalidades. Lo consulté si le aplicaría algún tipo de sedante, a lo que respondió negativamente, ya que Pucheta manifestaba tener sueño y deseos de dormir, dejando inconclusas algunas respuestas que le realizaba el médico diciendo que quería dormir.

El Dr. Covella confirmó que le harían hacer análisis completos (sangre, orina) y que permanecería internado al menos por 24 horas en observación.

Ojos rojos

Llama la atención la cantidad de relatos que desde los últimos años de la década del ’90 comienzan a registrarse en la provincia, conteniendo esa descripción: ojos rojos. Entiendo que estamos ante una tipología que si bien no es desconocida, tiene cierto grado de agresión por la secuela que le causa al testigo.

Sostengo esto, al trabajar comparativamente con otros casos como Platner (agosto de 1983) o Castellano (año 1999), aunque hay otros como Sayazo (abril de 1980) en los que hubo una actitud hostil hacia el testigo, cuando fue tomado de la cabeza por uno de los seres y relató haber sentido “un pinchazo” que le produjo la pérdida del conocimiento.

Los “ojos rojos” fueron descriptos por un viajante cuando se produjo el caso en que intervino el comisario David Gallego, comisaría de Telén, a fines de la década del ’90.

Durante el período de mutilaciones de animales, hubo varios casos en los que testigos aseguraron haber observado “algo” de lo que sólo pudieron describir “sus ojos rojos”. Algunos los compararon, al momento de su descripción, “como si fueran dos brasas encendidas”.

El caso producido en diciembre en la zona rural de Parera, tiene como eje central para el protagonista (un jovencito de 17 años) un extraño ser del que no pudo describir su forma pero sí “los ojos rojos” que lo enceguecieron y lo dejaron en el estado en que fue hallado. También en este caso el testigo, a pesar de la experiencia, pudo llamar por su teléfono celular a un familiar para que lo fuera a buscar.

Hay otro caso llamativo con cierto grado de agresión. Es el del productor rural de Jacinto Arauz que mientras recorría un cuadro, fue sorprendido por un Ovni, que visto desde abajo le dio la sensación de que era “como un silo” del que alcanzó a distinguir “tres patas” y que desde ese “aparato” salió un “rayo” que le afectó dos dedos de su mano izquierda en la que portaba un teléfono celular, que contrariamente a la natural ley de gravedad, en lugar de caer al piso, ascendió hacia el aparato. Intervinieron la justicia de General Acha y la policía de Jacinto Arauz. El teléfono nunca apareció.