Diez pinturas inolvidables XVIII (Galería Borghese de Roma)
18 enero 2011
Ofrecemos hoy la decimoctava entrega de esta serie que tiene por
finalidad la de seleccionar diez pinturas de las mejores pinacotecas y
museos del mundo. En esta ocasión nos ocupamos de la famosa Galería
Borghese de Roma, un palacio que se hizo construir el cardenal Scipione
Borghese en el siglo XVII y para cuya realización contó con los
servicios del arquitecto holandés Jan van Santen. El palacio cuenta con
una extraordinaria colección de obras escultóricas y pictóricas, estas
últimas preferentemente de pintores del Renacimiento y del Barroco.
Caravaggio destaca sobremanera en este museo que fue adquirido por el
Estado Italiano en 1902. Con esta entrada, atesoramos ya 180 cuadros
de dieciocho museos del mundo: Así, hasta ahora, hemos visitado
El Prado,
El Louvre,
La Galería de los Uffizi,
La National Gallery londinense,
El Rijksmuseum de Amsterdam,
El Orsay parisino, el
Metropolitan de Nueva York, la
Alte Pinakothek de Munich , el
Museo Thyssen-Bornemisza, el
Kunsthistorisches de Viena , el
Hermitage de San Petersburgo , el
Reina Sofía, la
Pinacoteca di Brera en Milán,
el MOMA neoyorquino, el
Art Institute de Chicago, el
Museo de Bellas Artes de Boston, la
Tate Gallery… Y los que nos quedan. Cumplimos así los deseos de la madrina de este blog,
Amalia,
de quien hemos recibido la bendición para seguir con esta serie que
comenzó con la idea de salvaguardar las mejores obras de la pintura
universal ante el advenimiento de una presumible catástrofe cósmica que
luego resultó ser inexistente. Espero que mi selección sea de vuestro
agrado.
1-
CRUCIFIXIÓN CON SAN JERÓNIMO y SAN CRISTÓBAL de Pinturicchio:
Ayudante de Perugino en la decoración de la Capilla Sixtina,
Pinturicchio — Bernardino di Betto — fue un pintor sordo pero dotado de
una extraordinaria habilidad para el dibujo y el colorido. Este cuadro,
de muy reducidas dimensiones, muestra su experiencia como miniaturista y
deja patente su dominio del dibujo. Destaca sobremanera el ensoñador
paisaje del fondo dinamizado por los meandros del río. Colaborador de
Rafael en su última etapa, su pintura a veces se confundió con la de
éste. Este diminuto cuadro pierde muchos enteros en las ilustraciones.
2-
DAMA CON UNICORNIO de Rafael: A nadie se le puede
escapar a estas alturas que soy un fanático de la pintura de Rafael.
Este sensacional retrato data de la época en que trabajó en el taller de
Perugino y en donde también tuvo contactos con Pinturicchio. Aquí se
recoge la elegancia de la factura y el gusto de las tonalidades claras
de su maestro. Obra también de reducidas dimensiones, existen dudas
sobre la identidad de la retratada y mientras algunos especialistas
sugieren que es la hermana del pintor otros se decantan por una joven de
la familia Borghese. La expresividad en el rostro de la joven así como
la impecable factura del dibujo anticipan la desbordante genialidad y
sensibilidad que posteriormente desarrollará Rafael en sus obras.
Magistral retrato de precioso colorido.
3-
VIRGEN CON SAN FLAVIANO Y SAN ONOFRE de Lorenzo Lotto:
Pintor ecléctico por naturaleza y por su afición a los viajes para
asimilar otras escuelas pictóricas de Italia, Lorenzo Lotto fue
discípulo de Tiziano y Giorgione en Venecia. El cuadro presenta una
agitación, especialmente en el niño, propia del nervioso carácter del
artista. Se advierte también una ligera distorsión en la pose de la
Virgen que anticipa de algún modo el manierismo. Los colores son muy
potentes y el juego de miradas de los personajes presenta una rica
variedad de estados de ánimo. Lotto debió abandonar los pinceles en sus
últimos años como consecuencia de una fatal ceguera. Fue un artista muy
apreciado en el norte de Italia aunque le costaba mucho colocar sus
obras en el mercado.
4-
AMOR SACRO Y AMOR PROFANO de Tiziano: Obra con
claras influencias de sus entonces maestros Giovanni Bellini y
Giorgione, este cuadro es una verdadera joya por la extraordinaria
puesta en escena y la exquisita iluminación. El lienzo fue producto de
un encargo de uno de los Diez Consejeros de la República de Venecia y
representa a una doncella sentada junto a Cupido y siendo asistida por
la diosa Venus. La sensual y típica belleza renacentista de las dos
mujeres ha sugerido en ocasiones que se trata de la misma persona. El
cuadro ofrece todo tipo de contrastes dentro de una gran estabilidad
armónica y permite adivinar un cierto concepto del neoplatonismo
renacentista por medio del poético paisaje del fondo. Obra maestra
absoluta que me llevo directamente a mi casa.
5-
DANAE de Correggio: Antonio Allegri, conocido
como Il Correggio, es otro de esos pintores que nunca me dejan
indiferente. Esta obra se corresponde con el encargo de los Gonzaga para
decorar la Sala de Ovidio del Palacio del Té en Mantua. El cuadro es un
derroche de buen gusto y sensibilidad por parte de Correggio, con unos
sutiles toques de claroscuro que intensifican las tonalidades hasta
alcanzar un punto sensualmente mágico. La escena de interior está
dulcemente perfumada por una atmósfera lumínica un tanto irreal y que
contrasta con el paisaje que se observa a través de la ventana. Los
pliegues de las sábanas y las distintas gamas de color blanco están
resueltos de una forma realmente portentosa. Grandísima obra.
6-
LA ÚLTIMA CENA de Jacopo Bassano: Hijo de un
artesano de retablos y altares, Bassano sentía una especial predilección
por pintar escenas bíblicas utilizando a los mismos personajes que veía
por el campo durante sus paseos. Fue un pintor naturalista por
excelencia y en muchas de sus obras destaca el elemento inerte sobre el
animado. En este ingenioso lienzo destaca sobremanera el dinamismo
adosado a las múltiples actitudes de los asistentes, desde uno que
parece dormirse, hasta otros que incluso parecen dudar de lo allí vivido
y pasando por quienes conversan de una manera un tanto informal. El
Maestro, sin embargo, parece un tanto ajeno a tal variedad de
comportamientos y de no haber aparecido en el cuadro, éste podría haber
hecho referencia a cualquier comida de cansados labradores tras una dura
jornada en el campo. Obra ciertamente interesante este bellísimo
cuadro.
7-
LA PIEDAD DE LOS ÁNGELES de Federico Zuccari:
Imbuido en la corriente manierista, Zuccari fue un pintor que gozó de un
gran éxito en su tiempo aunque su paso por España fue más bien
discreto. Apreciado retratista durante los años que estuvo en
Inglaterra, Zuccari destacó también como teórico del arte. Este cuadro
presenta una indudable influencia de Miguel Ángel en los duros perfiles
del dibujo y en la utilización de unos colores muy claros. El inclinado
cuerpo de Cristo — parece como si aún estuviera con vida — es sostenido
por uno de los cinco ángeles cuyo rostro recuerda un tanto a los
dibujados por El Greco. La iluminación es del todo artificial, a pesar
de las antorchas, y la luz emana directamente del cuerpo de Cristo. A
destacar el abultadísimo vientre del ángel situado más a la derecha.
8-
ENEAS de Federico Barocci: Otro gran protagonista
del manierismo, Federico Fiore da Urbino se caracterizó por una
vivacidad en su pintura que en cierto modo ya conecta con el Barroco. De
constitución enfermiza y con un carácter del todo hipocondríaco, se
dice que Barocci sólo pintaba durante un par de horas al día. La leyenda
que le atribuye haber sido envenenado parece ser más otra prueba de la
inefable hipocondría del artista. El cuadro narra el famoso pasaje de la
inmortal obra de Virgilio en el que Eneas, junto con su familia, se ve
obligado a salir de Troya. La obra presenta una muy cuidadosa factura y
los amplios escenarios dominados por edificios renacentistas romanos
suponen un claro componente manierista. La composición es magnífica y el
detallismo, muy trabajado, es del todo minucioso. Bellísimo lienzo.
9-
DAVID CON LA CABEZA DE GOLIAT de Caravaggio: Esta
pintura causó una gran repercusión en Madrid durante una exposición
colectiva de Caravaggio por un motivo no tan artístico: El rostro de
Goliat era calcado al por entonces Ministro de Justicia y actual alcalde
de Zaragoza, Juan Alberto Belloch… Aunque la realidad apunta a que esa
cabeza es el vivo retrato del propio Caravaggio, pintor escabroso donde
los haya. Es una de las mejores pinturas de Michelangelo Merisi, como
realmente se llamaba, y algunos especialistas apuntan que fue la última
obra en salir de sus pinceles. Caravaggio prescinde de cualquier
elemento ajeno a los figurantes y el tenebrismo de la iluminación llega a
extremos insospechados. La figura de David parece sacada de los barrios
más marginales de Roma — ¡Qué diferencia con Bernini! — y la crudeza
del mismo no deja de reflejar la atormentada situación personal del
artista a la hora de realizarlo. Insisto en que, desde mi humilde
opinión, es de lo mejor de Caravaggio.
10-
LA CACERÍA DE DIANA de Il Domenichino: Alumno y continuador de Carracci, Doménico Zampieri, más conocido como
Il Domenichino
por su escasa estatura, fue un pintor cuyas obras anticipan el estilo
rococó. El cuadro obedeció a un encargo del cardenal Aldobrandini y el
resultado fue un lienzo repleto de belleza y sensualidad. Los efectos de
luz en el excelente paisaje — que fueron tomados muy en cuenta por
Claudio de Lorena — y la bucólica atmósfera de claridad y dulzura
permiten que este sensacional cuadro parezca desprender una agradable
musicalidad (Domenichino también fue músico). La obra describe una
competición de caza instada y ganada por Diana junto a sus ninfas en los
bosques. La escena es delicadísima y transmite una poderosa sensación
de paz al quedar eliminado cualquier elemento violento consustancial a
la propia caza. Obra maestra de Domenichino.
Diez pinturas inolvidables XIII (Pinacoteca di Brera)
14 octubre 2009
Ubicada en Milán, la Pinacoteca di Brera alberga una de las mejores
colecciones de pintura italiana de Europa, lo cual equivale a decir que
del mundo. Su fondo artístico contiene obras que abarcan todos los
períodos importantes de la historia del arte, desde el estilo gótico a
las corrientes modernistas del siglo XX. Realizar una visita a la
capital lombarda y dejar de lado esta pinacoteca supone uno de los
mayores y más injustificados pecados culturales que se pueden cometer.
Y, como no podía ser de otra manera, en esta serie pictórica que venimos
realizando gracias a la bendición de la madrina de esta página,
Amalia,
la Pinacoteca di Brera era una parada obligada y que ya no podía
demorarse por más tiempo. Con esta serie, tenemos ya seleccionados 130
cuadros de los mejores museos del mundo… ¡Y los que nos quedan!
Recordemos que hasta ahora, hemos visitado
El Prado,
El Louvre,
La Galería de los Uffizi,
La National Gallery londinense,
El Rijksmuseum de Amsterdam,
El Orsay parisino, el
Metropolitan de Nueva York, la
Alte Pinakothek de Munich , el
Museo Thyssen-Bornemisza, el
Kunsthistorisches de Viena , el
Hermitage de San Petersburgo y el
Reina Sofía.
Os adelanto que tras esta complicada selección, que espero sea de
vuestro agrado, cruzaremos el charco y visitaremos, según promesa
realizada a Jesús, el MOMA neoyorquino. Y aprovechando nuestra estancia
en el continente americano, aprovecharemos también para tomar nota de
algún otro museo estadounidense en vistas a futuras selecciones. De
momento, vamos a ver diez obras de la Pinacoteca di Brera que considero
imprescindibles, manteniendo el criterio de no repetir autor.
1- VIRGEN CON EL NIÑO de Ambrogio Lorenzetti: Mucho
se ha discutido sobre las influencias que suscitaron en los hermanos
Lorenzetti tanto Duccio, de la escuela tradicional de Siena, como
Giotto, de la innovadora de Florencia. Hoy en día, parece consensuado
que Pietro estuvo más en sintonía con Duccio mientras que en Ambroglio
se identifican elementos de Giotto. Sin embargo, en esta preciosa tabla
todavía son manifiestos los convencionalismos pictóricos bizantinos
heredados por la escuela sienesa: Halos santíficos en oro y cierto
hieratismo en las expresiones, algo rígidas. Pero si nos fijamos, existe
un tratamiento volumétrico que nos recuerda lejanamente a Giotto.
También se advierten ecos de Simone Martini en la dulce mirada de la
Virgen. Obra de transición de un artista que también podemos catalogar
como de transición.
2- SACRA CONVERSACIÓN de Piero della Francesca:
Magistral composición del artista de Borgo de San Sepolcro en donde toma
cuerpo el marco arquitectónico siguiendo las teorías de Alberti. Los
cuerpos de los personajes son una clara prolongación de las pilastras
que sustentan el ábside de la iglesia donde tiene lugar la
representación escénica. La minuciosidad de los detalles es un claro
guiño a la pintura flamenca mientras que el excepcional colorido sirve
para contrastar genialmente el elemento vital con el meramente
arquitectónico. La perspectiva es extraordinariamente precisa y el
cuadro presenta numerosos simbolismos. Obra maestra sin posible
discusión.
3- CRISTO MUERTO de Andrea Mantegna: Posiblemente,
la obra más conocida del autor de Isola di Cartura, un
pintor verdaderamente apasionado por la perspectiva como bien se puede
apreciar en este peculiar óleo sobre tabla. El violentísimo y hasta
entonces inédito escorzo de Cristo, irrespetuoso para algunos
contemporáneos, obedece a una proyección del mismo sobre un punto de
fuga central. El cuadro es una verdadera maravilla, ya que si cambiamos
nuestra posición al contemplarlo, da la impresión de que arrastramos
también la perspectiva. A medida que uno se aleja de la pintura, la
figura de Cristo va perdiendo todo el impactante horror inicial hasta
dar una sensación de esperanzadora y potencial dulzura. Mantegna no ha
reparado en detalles y nos ha dejado un Cristo que parece posar en la
sala de un instituto forense. Grandiosa obra, toda una declaración de
principios por parte del artista.
4- CRISTO EN LA COLUMNA de Bramante: Aunque Bramante
ha pasado a la posteridad artística por ser uno de los más notables
arquitectos del Renacimiento, inicialmente se formó como pintor. Este
óleo es verdaderamente una escultura llevada a una tabla de pintura, con
una anatomía corporal de Cristo verdaderamente imponente. Uno de los
grandes aciertos de Bramante a la hora de resolver lumínicamente este
cuadro consiste en disponer de un doble foco de luz, uno que entra por
la ventana y otro, más contundente, que baña todo el cuerpo de Cristo,
logrando un extraordinario contraste. Para algunos especialistas, existe
una cierta influencia de Leonardo en lo referente a este desarrollo
lumínico. La obra resulta del todo imponente y supone una magnífica
síntesis entre arquitectura y pintura.
5- LOS DESPOSORIOS DE LA VIRGEN de Rafael: Aunque
basada en una obra de Perugino, este cuadro evidencia un cambio de
paradigma artístico en Rafael, con una estructuración del grupo de
figuras y del poligonal edificio perfectamente desarrollada y que delata
ya un excepcional dominio de la perspectiva. Las baldosas de la
explanada nos guían hasta el punto de fuga, que no es otro que la puerta
principal del templo. Los paseantes que aparecen por la explanada le
sirven a Rafael para contrarrestar la monotonía que se desprende en la
composición de las figuras principales del primer plano. La disposición
de este grupo consigue prolongar la proyección circular de la obra,
centralizada en el templo. Las tonalidades cromáticas de los figurantes
armonizan de manera sublime con el paradisíaco color azul del cielo.
Prodigiosa obra de uno de mis pintores predilectos de todas las épocas.
6- VIRGEN DEL ROSAL de Bernardino Luini:
Sinceramente, uno ya no sabe si lo de Bernardino Luini es un caso de
suerte o de desgracia: De suerte, por haber sido discípulo de Leonardo
(Muchas de sus obras fueron atribuidas al propio Leonardo); desgracia,
por habérsele etiquetado como un imitador sin más del incomparable
artista de Anchiano. Una de las mejores características de este cuadro
es el pietístico gesto de la Virgen, muy sentimental aunque
excesivamente dulzón para algunos críticos. La expresión es algo
lánguida, quizás monótona, pero indefectiblemente bella. El gusto por la
naturaleza del pintor de Dumenza queda extraordinariamente bien
reflejado en el fondo del cuadro, un entramado a base de rosales de
gusto exquisito y que sirve para dar nombre a la obra. ¿A que no
adivináis una de las curiosas peculiaridades de Luini? Os daré una
pista. Fijaos en los ojos de la Virgen.
7- ADORACIÓN DE LOS MAGOS de Correggio: Antonio
Allegri — verdadero nombre de Correggio, su lugar de nacimiento – es uno
de los pioneros en el uso de la luz. Sus figuras presentan una frágil
delicadeza y una maravillosa sensibilidad, una amable suavidad que
consigue transmitir toda la sensibilidad artística del pintor. En este
cuadro, el autor logra un curioso efecto de perspectiva al hacer posar
en diagonal a los Reyes Magos simulando un movimiento circular. Las
características anteriormente mencionadas toman cuerpo en la ensoñadora
silueta de la Virgen, un modelo que contrasta femeninamente con la mayor
dureza empleada en las formas masculinas. El tono paisajístico del
fondo, maravillosa gama de grises y perlas, otorga a la atmósfera
general del cuadro un poético toque de melancolía. Indescriptible la
expresión del mago agachado junto al Niño.
8- EL DESCUBRIMIENTO DEL CUERPO DE SAN MARCOS de Jacopo Tintoretto:
Cuenta la leyenda que San Marcos padeció tormento en Egipto en forma de
arrastramiento por las calles, tirado por los caballos. Tras la
tortura, al pobre santo lo encerraron en una mazmorra y falleció. Jacopo
Robusti, conocido como el Tintoretto, haciendo caso omiso a la leyenda,
sustituye el lúgubre calabozo por un espectacular escenario
renacentista, que era lo que de verdad le interesaba desarrollar. El
cuadro parece una compleja representación escénica, aspecto fortalecido
por la teatralidad que adoptan las posturas de algunos personajes.
Siguiendo las teorías manieristas, Tintoretto logra una grandiosa
profundidad al hacer reflejar la luz, verdadera protagonista del cuadro,
en los diferentes arcos. Magnífico empleo del claroscuro, que junto con
los escorzos de algunos figurantes, consigue realzar la expresividad
del conjunto. Un cuadro magnífico, se mire como se mire.
9- EL BESO de Francesco Hayez: Pintor sentimental,
exponente de la transición entre el Clasicismo y el Romanticismo en
Italia, Hayez es un pintor que ejemplifica el optimismo latente tras la
unificación italiana. El lienzo es especialmente notable por la
claridad de su luz y por una composición especialmente ordenada, de
refinado estilo narrativo. El hombre y la mujer se besan en secreto,
como si estuviesen en un lugar prohibido. La poética sombra de la
derecha dirige nuestra atención hacia el largo de la sensual falda de la
mujer, de excelente factura. La tensa mano de la mujer acusa la pasión,
mientras que el hombre acaricia con suavidad su rostro. La atmósfera es
de vaga nostalgia y tierna melancolía. Un consejo: Practicad esta
escena con vuestras respectivas parejas de vez en cuando. Os sentiréis
más reconfortados, seguro.
10- EL BEBEDOR de Umberto Boccioni: Clasificar las
diversas etapas del corpus artístico de Umberto Boccioni es materia de
tesis doctoral, a mi entender. En este cuadro de 1914, Boccioni se
adentra en la composición de imágenes estáticas y sus correspondientes
aspectos volumétricos, en una clara influencia de Cezanne. Se percibe
algo de melancolía, incluso de resignación y pesimismo, acentuado por el
predominio de los tonos amarillos, color que expresa como ningún otro
las situaciones deprimentes. También se percibe algo de cubismo aunque a
diferencia de éste, Boccioni intenta evitar el trazo rectilíneo. De
cualquier forma, la obra es un tanto angustiosa, si bien adquiere un
poderoso magnetismo. Para una mejor comprensión, la obra requiere de un
especial tacto a la hora de su contemplación. A mí, particularmente, me
gusta tanto que me la llevo a mi casa.
Diez pinturas inolvidables X (Kunsthistorisches Museum de Viena)
27 mayo 2009
Una ciudad antaño imperial no podía dejar de contar con un magnífico
y extraordinario museo y así, la inolvidable Viena, se precia de acoger
a uno de las mejores pinacotecas de Europa, el Kunsthistoriches Museum,
sede no ya de una extraordinaria colección de pintura, sino además de
una extensa colección de escultura y numismática. Con esta selección,
que empezamos con el objetivo de salvaguardar los mejores cuadros ante
una pronosticada catástrofe cósmica — un puro camelo — tenemos ya en
nuestro poder 100 cuadros. Mi trabajo me ha costado, no os vayáis a
creer, pero el esfuerzo ha merecido la pena… Y aquí no acaba nuestra
labor; ya me están llamando de otros museos para que elija sus diez
mejores obras y parece que a
Amalia,
la madrina de este bar virtual de copas, este esfuerzo mío le parece de
obligado cumplimiento. En fin, seguiremos pues con esta difícil tarea
que nos ha llevado a seleccionar las mejores obras de
El Prado,
El Louvre,
La Galería de los Uffizi,
La National Gallery londinense,
El Rijksmuseum de Amsterdam,
El Orsay parisino, el
Metropolitan de Nueva York, la
Alte Pinakothek de Munich y el
Museo Thyssen-Bornemisza.
Ya no sé dónde poder guardar estos cien cuadros y lo terrible es que he
dejar hueco para al menos otros cien más… Pero bueno, asumiremos el
reto. La selección que he hecho de las mejores pinturas del
Kunsthistorisches vienés es la que os dejo a continuación. Espero que os
guste. ¿Próxima parada? La Gran Madre Rusia… L´Ermitage.
1- LA CAÍDA DEL HOMBRE de Hugo Van der Goes:
Increíble la minuciosidad del irrepetible pintor flamenco, una
demostración de técnica que tan sólo es posible de contemplar al
natural. Insinuante la posición de Eva, quien ya está con su mano
izquierda agarrando otra manzana del Árbol Prohibido por si la primera
tentación no fuese del todo suficiente. Destaca la absoluta perfección
con la que Van der Goes cubre el vello púbico de Eva, más un ejercicio
de técnica pictórica que un simple elemento ambiental y estrictamente
funcional. La figura del Diablo es excesivamente real, bastante
desagradable, con una más que probable referencia al mundo onírico.
Tabla de pequeñas dimensiones, es una de las joyas de todo el museo.
2- RETRATO DE MAXIMILIANO I de Alberto Durero: Para
muchos especialistas, nos encontramos ante el mejor retrato jamás
realizado por Durero. El cuadro está realizado merced a unos apuntes que
el artista alemán tomó del emperador durante la Dieta de Augsburgo, en
1518, ya que en el instante de la ejecución de la obra, en 1521, el
emperador ya había fallecido. La sobriedad y dignidad con la que el
artista retrata al emperador son del todo encomiables, aspecto que le
valió la confianza de María de Hungría, su hija y futura protectora. Los
ropajes son de una exuberante exquisitez, perfectamente plasmados
mediante sutiles gamas de color rojo. El emperador sostiene en su mano
izquierda una granada, símbolo del poder mundial por su forma, aunque
denotando la humildad en su aspecto exterior. El modelo de retrato
sirvió a futuras generaciones de pintores. Obra maestra sin posible
discusión.
3- JÚPITER E IO de Corregio: Con sinceridad, el
cromatismo de esta bellísima pintura es motivo suficiente como para ser
seleccionada en esta relación de obras pictóricas. Lo más genial de esta
escena mitológica es el genial contraste entre el paño blanco donde se
asienta Io y la gama de grises que encierra la nebulosa jupiterina,
adoptando una forma casi humana para besar a la princesa. Las
proporciones de la retratada son prodigiosas, con la inestimable
habilidad del potente foco de luz que envuelve a toda la figura. Desde
cualquier punto de vista compositivo — forma, disposición, luz, etc… —
el cuadro es arriesgadísimo y demuestra las buenas maneras de un pintor
legendario. Con vuestro permiso, este óleo me lo llevo directamente a mi
casa.
4- TORRE DE BABEL de Pieter Bruegel el Viejo: Es una
de las pinturas más famosas del museo, ya que ha sido objeto de
ilustración en numerosas y famosas narraciones bíblicas. Existe una
clarísima influencia de Patinir en lo relativo al paisaje del fondo, de
lograda y conseguida gradación cromática celeste. El colorido de la obra
es majestuoso y, en vivo, se puede apreciar el detallismo del pintor a
la hora de plasmar las distintas actividades que se dan en los sucesivos
pisos de la torre. Sin lugar a dudas, el cuadro es una inconfundible
alegoría de la vanidad —
vanitas vanitatum et omnia vanitas, Ecles 1, 1 –
pero el autor, lejos de utilizar la imagen como un mero símbolo de esa
aludida vanidad, eleva la condición artística humana hasta extremos casi
censurables. La ligerísima inclinación de la torre hacia el plano
derecho, según la mirada del espectador, parece pronosticar su
metafórico derrumbe. Gran óleo.
5- SUSANA EN EL BAÑO de Tintoretto: Obra de claras
connotaciones didácticas acerca de la acusación falsaria que caracteriza
a buena parte de la sociedad a lo largo de los tiempos. Cuadro
complicadísimo en su ejecución, al mostrar a la bañista Susana en un
extremo de la composición y metafóricamente bañada por una luz un tanto
artificiosa que resalta los distintos utensilios empleados por la joven
para el acto de lavarse. El dibujo es primoroso, muy ayudado por la
original toma de luz. La posición de los libidinosos ancianos,
escondidos en un trabajado escorzo en la zona inferior izquierda del
cuadro, nos hacen sentirnos un tanto cómplices a la hora de contemplar
la escena. El estudio del color y de la luz es un claro ejemplo de las
preocupaciones estilísticas de los pintores venecianos del siglo XVI. La
difuminación del paisaje del fondo, genialmente resuelta en esta
obra, es una de las principales aportaciones de los pintores de la
Escuela Veneciana al Barroco.
6- EL BAUTISMO DE CRISTO de Guido Reni: Quizás, a
primera vista, este magistral lienzo no nos llame a la atención, pero
una contemplación más detallada del mismo hace que enseguida nos
enamoremos del arte del pintor boloñés Guido Reni, discípulo de
Domenichino. La composición, simple a primera vista, se estructura en
tres planos: Uno, con Cristo y el Bautista; otro, con los ángeles como
espectadores; y finalmente, el fondo paisajístico sobre cuyas nubes
desciende la paloma en forma de Espíritu Santo. Pero lo más sensacional
de la obra, a mi juicio, es la perfecta armonización cromática de los
colores primarios de la paleta. Pocos artistas son tan valientes como
para intercalar un manto rojizo entre las figuras de los dos principales
protagonistas del cuadro. Obra primorosa.
7- ANGÉLICA Y EL EREMITA de Peter Paul Rubens: Hay
que ser un verdadero maestro para pintar una alegoría de las tentaciones
lujuriosas y otorgar el mayor protagonismo, precisamente, al objeto de
dicha lujuria. La expresión del viejo al retirar la tela que cubre la
desnudez de Angélica es verdaderamente alucinante, de lo mejor de todo
el arte barroco del siglo XVII. La presumible “gordura” de la retratada
obedece a los cánones de belleza que ya Rubens adoptó en otros cuadros
de desnudos femeninos. La influencia de la Escuela Veneciana —
particularmente de Tiziano — es ineludible a la hora de aplicar una
pincelada rápida sobre una masa aparatosamente iluminada que contrasta
con las oscuras tonalidades del fondo. La composición, en diagonal, es
una buena muestra del hacer de los pintores del barroco más tardío. La
cara del Demonio, contemplando con rostro desencajado la escena, imprime
un conseguido valor psicológico a toda la escena. Grandioso Rubens.
8- EL REY BEBE de Jacob Jordaens: Obra que cuenta
con otras conocidas réplicas en diferentes museos. Si bien Jordaens es
un auténtico discípulo de Rubens a la hora de tratar el color, en este
hermoso lienzo vemos como el colorido es un tanto “pasteloso”,
característica muy peculiar del artista de Amberes. A Jordaens le
encantaba plasmar escenas concurridas, como la del cuadro en cuestión,
con esa notable influencia ya señalada de Rubens. Pero Jordaens imprime
su propio sello a la hora de abordar una decoración peligrosamente
recargada con unos contrastes marcadísimos y unas formas muy
voluptuosas en los personajes. La escena se enmarca en un realismo
auténticamente descarnado, ejemplificado en la inquietante figura de un
hombre que vomita alcohol a la izquierda del lienzo. Es un cuadro que
merece ser contemplado con mucho detenimiento para evitar caer en una
mareante recarga escénica.
9- LA INFANTA MARGARITA de Diego Velázquez: Bueno,
pongámonos de rodillas ante uno de los más geniales retratos del mejor
pintor de todos los tiempos. El cuadro es un verdadero precedente del
Impresionismo en la forma en como el maestro sevillano aborda la
pincelada, imprecisa, rápida y creando una serie de increíbles efectos
que ponen en un pedestal la teoría de la perspectiva aérea, fundamental
icono y aportación de Velázquez al desarrollo de la pintura. ¿Se pueden
mezclar mejor los tonos grises y platas? ¿Se puede plasmar mejor la mano
derecha de la Infanta — tiene todos los colores de la paleta? ¿Se puede
pintar más perfectamente un fondo y, sin embargo, frenar su
protagonismo ante la visión de la verdadera protagonista del retrato?
¿Se puede reflejar mejor la expresión de angustia de una infanta
condenada a casarse con un tipo al que aborrecía, Leopoldo de Austria?
¿Se puede pintar mejor? Otro cuadro que me llevo a casa. Este lo pondré
en el
Sancta-Sanctorum… ¡Qué prodigio!
10- ALEGORÍA DE LA PINTURA de Jan Vermeer van Delft:
Ya que estábamos de rodillas analizando el anterior cuadro… ¡Sigamos,
pues! Nos encontramos ante uno de los más grandiosos cuadros de uno de
mis pintores más queridos, Vermeer. La melancolía que se desprende de su
factura es inimitable, con un juego de luces y sombras verdaderamente
asombroso. La perfección técnica del artista — lámpara, cortinaje, tapiz
de fondo… — no empaña en absoluto la delicadeza y espíritu de la obra
en general. Es difícil, por no decir imposible, que se establezca un
diálogo tan sonoro entre la expresión de la retratada y el retratante,
de espaldas al espectador. El cuadro es una cámara fotográfica, una
sublime instantánea. El cuadro es puro panteísmo. Todas las cosas son
Dios… Al menos, así Vermeer trató de plasmarlo. Observad de qué color es
el libro que sostiene la retratada al fondo…¡Valiente y inimitable
Vermeer, el Brahms de la pintura!
Diez pinturas inolvidables I (Museo del Prado)
28 mayo 2008
Hace apenas unos días estuve leyendo un interesante reportaje que
versaba sobre el traslado de ciertos cuadros del Museo del Prado durante
los violentos años de la Guerra Civil para evitar una más presumible
destrucción a causa de los bombardeos. No pude eludir la cuestión que
tal reportaje hizo plantearme y así, tras mucho pensarlo, decidí qué
diez cuadros de la sin par pinacoteca salvaría en caso de inminente
catástrofe. Obviamente, si de mi dependiera, pondría bajo buen resguardo
absolutamente a toda la colección y sus innumerables fondos, pero, con
ánimo de ser selectivo, me puse en la disyuntiva de elegir sólo diez
obras. He aquí mi lista.
1-LAS MENINAS de Velázquez: Sobra cualquier comentario. Es la obra cumbre de la pintura universal.
2-CABEZA DE PERRO de Goya: Es una obra adelantada a
su tiempo y que nos anticipa la abstracción. La mirada del perro ante un
vacío difuminado en ocres claros puede representar bien la
insignificancia del ser vivo, bien la angustia ante un imprevisible
escenario. Una completa obra maestra que algunos críticos sugieren que
es una pieza inacabada. Pues, mejor así.
3-EL PASMO DE SICILIA de Rafael: Confieso que soy un
apasionado de toda la obra del maestro de Urbino. Este cuadro nos abre
el camino hacia el manierismo, contrastado por la composición en
diagonal de la obra y por la hibridez de los colores. En tiempos, este
cuadro fue considerado como la cumbre pictórica del arte occidental.
4-NOLI ME TANGERE de Correggio: Perfecto vínculo
psicológico de miradas ante una postura insólita de Cristo. Perfecta
armonización de la naturaleza que ocupa el margen superior del cuadro.
Inolvidable la actitud dramática en el gesto de la Madalena. El
cromatismo de la obra me parece increíblemente bello.
5-DANAE de Tiziano:
Magistral exposición colorística de un maestro que dominó como pocos el
uso del color en sus obras. Perfecto contraste cromático entre las dos
figuras y poética expresión de la figura femenina, uno de los mejores
desnudos de Tiziano.
6-AUTORRETRATO de Durero: No es que yo sea
precisamente un devoto de Durero pero este cuadro representa el
magisterio sin igual del pintor alemán en la faceta del retrato.
Fabuloso dibujo y detalle en la mejor tradición de la pintura
centroeuropea. Obra de una excepcional sensibilidad y elegancia.
7-BODEGÓN de Zurbarán: El mejor pintor de frailes
que haya existido nunca nos regala una pequeña obra en lo que al tamaño
se refiere pero enorme en cuanto a su técnica y belleza. La geometría de
las formas nos recuerda a un futuro Cezanne. Las texturas, sin llegar
al minimalismo de los pintores holandeses, son de una suavidad
aterciopelada.
8-EL VADO de Claudio de Lorena: Siento predilección
por la melancolía que se desprende en toda la obra de este, a menudo,
incomprendido autor. El carácter bucólico del cuadro nos sumerge en un
estado de pura nostalgia anímica. Magistral la conseguida atmósfera de
atardecer. Lo confieso: Amo a este pintor.
9-EL DESCENDIMIENTO de Roger Van der Weyden: De no
ser por Las Meninas, este cuadro sería la joya del Museo del Prado.
Excepcional dramatismo, impresionante uso cromático en unos vestuarios
de una elegancia desmedida, vida propia en cada uno de los personajes,
fabuloso contraste global… Una obra maestra sin discusión posible.
10-EL PARNASO de Poussin: Obra de notable influencia
rafaeliana. Magistral colorido, heredero de la mejor tradición
veneciana. Rigor clasicista en la composición y ecos del mejor Tiziano
en la disposición de los angelillos (amorcillos). Perfecto equilibrio
visual. Cierta melancolía paisajística.
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