Trastornos del tiempo y el espacio. Otros mundos
LOS INVESTIGADORES DEL TRIÁNGULO DE LAS Bermudas han advertido hace tiempo la existencia de otra zona misteriosa en los océanos del mundo. Está situada al sudeste de Japón, entre este país y las islas Bonin, y más específicamente entré Iwo Jima y la isla Marcus, y su historia y su reputación la señalan como un lugar de grave peligro para barcos y aviones.
El Mar del Diablo ha despertado temor desde antiguo entre los pescadores, que creen que está habitado por seres satánicos, demonios y monstruos que se apoderan de los barcos desprevenidos. Naves de mar y aire desaparecieron regularmente allí durante muchos años, pero en una época en que Japón gozaba de paz, entre 1950 y 1954, se perdieron nueve modernas embarcaciones, cuya tripulación total alcanzaba a varios centenares de personas y en circunstancias características (intensas búsquedas por mar y aire, falta de restos o manchas de aceite) de los acontecimientos del Triángulo de las Bermudas.
Las dos zonas presentan coincidencias impresionantes: el Triángulo incluye, casi en su extremo occidental, en una longitud 80° Oeste, una línea donde el Norte magnético y el Norte verdadero resultan alineados, sin necesidad de calcular una variación del compás. Esta misma longitud cambia su denominación cuando pasa por los Polos, convirtiéndose en 150° Este. Continúa desde el Polo Norte hacia el Sur, pasa al este del Japón y cruza por el medio del Mar del Diablo.
La existencia de una o más zonas de desapariciones similares a éstas en los océanos del mundo ha movido a hacer algunas especulaciones bastante desusadas. Se han elaborado teorías relativas a trastornos antigravitacionales, suponiendo que hay zonas en que las leyes de gravedad y de atracción magnética normal no funcionan de la manera que nos es familiar.
En su artículo titulado "The Twelve Devil's Graveyards Around the World" (Los doce cementerios diabólicos alrededor del mundo), escrito para la revista Saga, Ivan Sanderson hace un estudio más detallado del Triángulo de las Bermudas y otras regiones sospechosas.
Al desarrollar aún más su teoría, Sanderson configuró una serie de doce "anomalías" en torno del globo, que se producen a intervalos de setenta y dos grados y tienen su centro exactamente en las latitudes 36° Norte y Sur. Son cinco en el Hemisferio Norte, cinco en el Sur y los dos polos. La razón por la cual el Triángulo de las Bermudas es el más célebre es que allí tiene lugar el mayor número de viajes. Las otras zonas en cambio, aunque menos recorridas, presentaban también evidencias notorias de perturbaciones magnéticas temporales y espaciales.
La mayor parte de estas regiones se halla al este de las masas terrestres continentales donde las corrientes oceánicas cálidas que se dirigen hacia el Norte chocan con las frías que van hacia el Sur. Además, allí se encuentran también los puntos nodales en que las corrientes de superficie toman una dirección y las submarinas otra.
Sanderson pone de relieve un aspecto muy interesante de la extraña situación que se advierte en estas zonas cuando describe cómo algunos vuelos cuidadosamente programados suelen llegar con un asombroso adelanto. Hay aviones que han arribado con tanta anticipación con respecto a su itinerario, que la única explicación es que hayan encontrado un viento de cola de una velocidad de 800 kilómetros por hora, por ejemplo.
Ivan Sanderson hace notar que nuestro planeta opera sobre la base del electromagnetismo y se pregunta si el Triángulo de las Bermudas y algunas otras zonas no funcionan como,
Por una parte, muchas de las indicaciones de esta circular dejan en claro, que la Fuerza Aérea no descarta el seguir investigando estos fenómenos y, por otra, que los OVNI, tan a menudo desacreditados en las declaraciones oficiales, son muy persistentes.
La Fuerza Aérea, que es tal vez el servicio más estrechamente relacionado con los OVNI, firmó un contrato con la Universidad de Colorado para elaborar un estudio final sobre los mismos, que fue puntualmente entregado en 1968. Este proyecto, bajo la dirección del doctor Edward A. Condón, director científico del informe, titulado "Estudio científico de los Objetos Voladores No Identificados", llegó a la conclusión, después de un estudio detallado acerca de una amplia gama de casos, de que la mayor parte de los informes presentados eran explicables de una manera u otra y que sólo un pequeño porcentaje no tenía explicación.
Aparte de los desmentidos oficiales, otra circunstancia que obviamente atenta contra un estudio serio acerca de los OVNI es el sentimiento generalizado acerca de la falta de seriedad con que los medios de comunicación se refieren a las visiones de estos objetos.
La persistencia de los testimonios y el no reconocimiento oficial del fenómeno provoca en los creyentes sentimientos como los expresados por E. J. Ruppelt, quien dirigió una investigación de la Fuerza Aérea sobre esta materia, en su libro The Report on Unidentified flying Objects (El informe sobre Objetos Voladores No Identificados):
¿Qué puede constituir una prueba? ¿Tendría un OVNI que aterrizar en la entrada al Pentágono que da hacia el río, cerca de las oficinas de los jefes del Estado Mayor? ¿O es prueba suficiente el que una estación de radar lo detecte, envíe un avión a chorro a interceptarlo, que el piloto del avión lo vea y lo identifique en su radar, hasta que el OVNI huya a una velocidad fenomenal? ¿Constituye prueba el que un piloto de otro avión a chorro dispare contra uno de esos objetos y luego insista en su versión, incluso luego de verse amenazado con ser sometido a una Corte Marcial?...
Los informes acerca de OVNI registrados en la zona sur de Florida - las Bahamas han sido y siguen siendo numerosos, mucho más que en cualquier otra región. Se les ha visto bajo aguas transparentes, en el cielo y viajando del cielo al mar y del mar al cielo.
Uno de los partidarios más elocuentes de esta versión es John Spencer, autor del libro Limbo of the Lost (Limbo de los perdidos). El autor está familiarizado con los aviones, puesto que fue piloto de la Fuerza Aérea durante 10 años. Es además un estudioso del fenómeno de los OVNI y miembro de NICAP (Comité Nacional de Investigaciones sobre los Fenómenos Aéreos), un organismo investigador muy serio, que incluye entre sus miembros a altos funcionarios del Gobierno, la Marina y organismos especializados en cohetería de los Estados Unidos.
Spencer ha realizado estos estudios durante muchos años y piensa que la única explicación plausible en torno de la pérdida de aviones y barcos con sus tripulaciones y pasajeros, es que han sido y son arrebatados físicamente de los mares y cielos por los que viajaban.
La teoría de Spencer acerca de la razón por la que los raptos espaciales se producen en tan grande escala resulta inquietante y es compartida por diversos otros investigadores, que parecen haber llegado a la misma conclusión de manera independiente.
Podría ser incluso que estas inteligencias foráneas estuviesen dispuestas a dejarnos seguir nuestro camino, observándonos, pero capturando ejemplares de muestra que conservarían como un ejemplo de la vida terrestre, tal como era antes de la autodestrucción del planeta, lo que, en el caso de los demás planetas, no habrían tal vez logrado realizar a tiempo.
Cuando se examinan las numerosas descripciones de los que quizás fueron OVNI anteriores a la era del aeroplano, se tiene la impresión de que la Tierra ha estado sometida desde hace mucho tiempo a la observación de otros mundos y otras civilizaciones.
En Gilgamesh, narración épica de la antigua Babilonia, heredada probablemente de la anterior civilización sumeria, describe al héroe Etana cuando los dioses le transportaron más allá de la Tierra, hasta que estuvo tan lejos que el mar le parecía un estanque de agua y la Tierra un cereal. Esto es más o menos lo que habría visto, si hubiese contemplado el Mar Rojo, el Golfo Pérsico y las tierras vecinas desde una gran altura, o una trayectoria orbital.
La ardiente visión presenciada por Ezequiel —"el torbellino del Norte... un fuego que se envolvía a sí mismo... del centro surgieron cuatro criaturas vivientes..."— ha sido citada con frecuencia como un OVNI que aterrizó y posteriormente llevó a Ezequiel como pasajero. Esta visión celestial, que tal vez era una nave espacial, se produjo en el siglo VII A.C. y es el tema de gran parte del Libro bíblico de Ezequiel.
El doctor Blumrich comenzó su libro con la intención de desvirtuar la teoría, algunas veces avanzada, de que la visión de Ezequiel fue realmente una nave espacial. Sin embargo, a medida que avanzó en su investigación, advirtió que las detalladas alusiones de Ezequiel a la aparición que había visto tendrían perfecto sentido si las "ruedas dentro de las ruedas" se hubiesen referido a una propulsión similar a la del helicóptero, que habría permitido al cohete central flotar sobre la tierra.
La descripción de Ezequiel no es sino una de una larga serie de relatos históricos acerca de lo que podrían haber sido OVNI de la Antigüedad, la Edad Media, el Renacimiento y la primera época moderna. Las diferentes formas en que los observadores los han descrito a lo largo de los siglos resultan curiosas, variadas y a menudo divertidas.
Alejandro el Grande, que era a su vez un conocedor eminente del arte de la guerra, comparó un posible OVNI, que en 320 A.C. interrumpió la marcha del ejército griego por el río Jaxartes hacia la India, con "grandes y brillantes escudos plateados".
Aristóteles (384-322 A.C.), aficionado al lanzamiento del disco de los atletas griegos, calificó los objetos que vio en el cielo de discos celestiales. Los romanos, más belicosos, los compararon, como Alejandro, con escudos o dardos feroces o flotas de navíos. Plinio, en el volumen II de su Historia natural (100 A.C.), escribió:
En la era de los descubrimientos y las exploraciones, los viajeros celestiales asumían, a ojos de los observadores, el aspecto de barcos, y más tarde, cuando se inventaron los globos, los OVNI fueron descritos en Francia como "brillantes globos rojizos." Durante el siglo XIX, en la ciudad de Vermont, famosa por sus telares, los que los veían los llamaban "husos aéreos".
Y, así como en épocas anteriores se les describió según los nombres que venían más rápido a los labios de quienes los veían, durante nuestra propia civilización los hemos llamado "platillos volantes" u "objetos con forma de puro." Como dato interesante, habría que señalar que, en 1947, durante los dos primeros días de visiones masivas en los Estados Unidos, en Iowa y luego sobre el pico Mount Rainier, en Washington, se les identificó primero como "discos" y luego "moldes de pasteles", y finalmente se les llamó "platillos".
Frank Edwards, viejo observador de fenómenos no explicados, piensa que la tremenda explosión ocurrida en Siberia el 30 de junio de 1908, en una zona desierta a lo largo del río Yenisei, cerca del lago Baikal (y en la que sólo murieron renos), no fue el resultado del choque de un meteorito contra la Tierra, como se pensó durante mucho tiempo, sino una explosión atómica producida por el estallido de una nave espacial.
Jessup creía que el desarrollo de nuestra era aeronáutica "es de un gran interés para nuestros vecinos del espacio" y que allí podría estar la explicación del creciente número de visiones de OVNI habidas en años recientes, que estuvieron concentradas en gran medida en la zona del Triángulo situada frente a la costa de Florida y alrededor de Cabo Kennedy.
Aunque debe tenerse en cuenta que estos objetos podrían ser cualquier cosa no identificada, incluso partes de los cohetes impulsores u otros restos flotantes en el espacio, las actividades de tales OVNI, así como su capacidad para aparecer y desaparecer, parecen sugerir una dirección no orbital e independiente.
En el Informe Condon, el doctor Franklin Roach se refirió a las supuestas visiones de OVNI por parte de los astronautas, señalando que,
Como ha ocurrido con muchos otros investigadores de OVNI e incidentes ocurridos dentro del Triángulo, Jessup quedó convencido de que había una censura encubierta que ocultaba muchas informaciones y acontecimientos importantes.
El doctor Manson Valentine, zoólogo, arqueólogo y oceanógrafo, ha estudiado durante varias décadas los extraños acontecimientos del Triángulo de las Bermudas, situándose en el Triángulo mismo, en Miami, las Bahamas y otras islas. Como investigador in situ es una fuente excelente para determinar tanto lo que ha ocurrido allí en el pasado como lo que está ocurriendo ahora.
Algunos teóricos sugieren que la fuente de las visitas podría hallarse más cerca de la Tierra, tal vez en los océanos de la Tierra misma.
La presencia de seres y actividades tecnológicas tan adelantadas bajo los mares del mundo ha sido tal vez la causa de las numerosas leyendas conservadas a lo largo de la historia y que se recogen incluso hoy, en una época en que los acontecimientos desusados se advierten y registran con mucha mayor precisión que en épocas anteriores.
En cuanto a la posibilidad de que los OVNI vengan volando desde otra dimensión, para secuestrar aviones, barcos y personas de la nuestra, existe la teoría relativa a las otras dimensiones, coexistentes, que a su vez tiene relación con la teoría de la materia negativa: una Tierra negativa y mundos coexistentes. Todo ello resulta menos fantástico ahora que hace varias décadas, cuando fue sugerido por primera vez.
El almirante Richard Byrd, un famoso explorador y piloto que voló en varias ocasiones sobre los intensos campos magnéticos de los Polos, transmitió por radio un mensaje increíble mientras volaba sobre el Polo Sur, en 1929. Dijo que estaba penetrando a través de una niebla luminosa en una zona cubierta de vegetación y con lagos sin hielo. Agregó que veía grandes bestias, como bisontes y otros animales y seres que parecían hombres primitivos.
En todo caso, parece existir una similitud entre los campos magnéticos del tipo supuestamente creado por el Experimento Filadelfia y las condiciones existentes sobre los polos, siempre suponiendo que el vuelo del almirante Byrd fue hecho en circunstancias en que se hallaba en total control de sus facultades.
Al examinar la amplia gama de explicaciones desusadas que dan muchos serios y calificados investigadores de los incidentes del Triángulo de las Bermudas, no podemos dejar de recordar el epigrama de Haldane:
Estas teorías no son ni más ni menos fantásticas que aquella otra que predica la existencia, dentro del Triángulo, de grandes complejos de energía, antiguas máquinas o fuentes energéticas de una civilización anterior que yacen en el fondo del océano, dentro del área del Triángulo, y que incluso ahora podrían ser ocasionalmente accionadas por aviones que, al sobrevolarlas, crean torbellinos magnéticos y provocan perturbaciones magnéticas y electrónicas.
Para examinar esta nueva teoría debemos volver atrás en el tiempo y en la vida del océano y de la civilización humana.
CAPITULO 7
Una sugerencia del pasado del Océano
SE ACEPTA GENERALMENTE QUE GRANDES PORCIONES de la superficie de la Tierra estuvieron en alguna época bajo el agua, y que otras que ahora están sumergidas fueron parte de la superficie terrestre.
Sabemos que durante la edad de los hielos existía un enorme volumen de agua del océano dentro de la zona de glaciares de una profundidad de varios kilómetros que cubrían grandes extensiones del Hemisferio Norte, que estaba congelada.
Casi todas las razas y tribus del mundo han conservado vivas narraciones acerca de las anteriores destrucciones universales causadas por incendios, inundaciones, terremotos, explosiones o trastornos y mutaciones de la Tierra toda. En la mayor parte de los casos, sólo un superviviente, junto con su familia y algunos animales elegidos, han logrado iniciar una nueva vida, como lo hiciera Noé, en un nuevo mundo, una vez que las perturbaciones cesaron y las aguas recuperaron su nivel.
Ante una leyenda mundial tan precisa, en que incluso el período de tiempo en que ocurrió la inundación varía sólo ligeramente, entre cuarenta y sesenta días, parece plausible presumir que aquella catástrofe de escala mundial realmente ocurrió, y que dejó profunda huella en la memoria de las razas. También parece cierto que tuvo alguna relación con el mar y los cambios subsiguientes en la tierra, el clima y los niveles del agua ocurridos en todo el planeta.
Se han encontrado vestigios de esta catástrofe, o catástrofes, no sólo en la memoria del hombre, sino en las vastas erupciones, hundimientos y uniones de los fondos de la tierra y el mar. Por ejemplo, las extensiones de arena que se hallan a miles de metros de profundidad en torno de las Azores; los límites de la costa que se alzan a centenares de metros en algunos parajes, especialmente en Groenlandia, el norte de California y el Perú (donde se han hallado restos humanos cerca del fondo de las antiguas estribaciones geológicas resultantes de estos levantamientos).
Hay algunos lugares del norte de Siberia, Alaska y Canadá que se hallan cubiertos de huesos de grandes animales que sucumbieron repentinamente, en una época que se estima entre 10.000 y 11.000 años atrás. Hasta tal punto son abundantes, que algunas islas o lugares elevados a los que acudieron buscando refugio parecen estar constituidos enteramente por sus huesos.
Entre las áreas que eran tierra firme en aquel período, y que hoy están cubiertas por las aguas, se hallan partes del Mediterráneo, puentes terrestres entre Gibraltar y África y entre Italia y Sicilia, una gran extensión del Mar del Norte, las plataformas continentales que están frente a Irlanda, Francia, la Península Ibérica y África, las llanuras sumergidas en torno de las Azores, las islas Canarias y Madeira, la cordillera de las Azores-Gibraltar y la del Atlántico Norte, y las plataformas continentales de Norte y Sudamérica, especialmente los enormes bancos de las Bahamas, que, una vez sumergidos, se extienden a lo largo de un área de miles de kilómetros cuadrados.
Existen abundantes pruebas de que estas zonas han estado sobre la superficie del océano en un período situado dentro de los últimos 10.000 o 12.000 años. Una expedición rusa realizada al norte de las Azores rescató recientemente desde una profundidad de 2.000 metros, algunas rocas que presentaban evidencias de haberse formado bajo presión atmosférica, hace unos 17.000 años.
Un proyecto que están realizando actualmente (1973-4) en las Azores un grupo de científicos de la Universidad de Halifax, destinado a la investigación de la energía geotérmica, ha dado como resultado indirecto la comprobación de que en los primeros 800 metros de núcleos perforados bajo el nivel del mar se encuentran indicios de que su formación se produjo sobre el nivel del mar. Ello implicaría que las grandes zonas que se encuentran alrededor de las actuales islas Azores estuvieron alguna vez sobre las aguas.
Hay otros recientes descubrimientos que parecen apoyar la fecha de 12.000 años atrás como aquella en que se produjo el hundimiento más reciente de grandes extensiones de tierra en el Atlántico. Esto coincidiría también en la época en que se estima que se formó el Tercer Glaciar.
Esta cifra resulta de una curiosa coincidencia con la descripción de la Atlántida que hace Platón en su diálogo Timeo, donde se refiere a un gran continente que habría existido en el océano "hace 9.000 años" —unos 11.400 años antes de nuestra era—.
Aunque las fechas recogidas de leyendas resultan sospechosas, especialmente cuando son de segunda o tercera mano (Platón recibió su información indirectamente de Solón, quien, por su parte, la tomó originalmente durante un viaje de Sais, en Egipto), resulta sin duda notable que estos cálculos de tiempo surjan con tanta frecuencia en otros campos relacionados con estas tierras sumergidas.
Sin embargo, hay otros indicios de que grandes zonas del Atlántico Occidental estuvieron alguna vez sobre el nivel de las aguas. Las playas de arena, por ejemplo, se forman no en el fondo del océano, sino en las orillas, por la fuerza de las olas al romper contra la costa.
En el fondo del Mar del Norte se han hallado huesos humanos y de mastodonte junto a herramientas prehistóricas. Ello indica un cierto grado de adelanto y la posibilidad de que haya existido algún desarrollo cultural en la era del Pleistoceno (anterior al año 11.000 A.C.).
Desde 1968 hasta la actualidad se han realizado descubrimientos bajo las aguas, especialmente en las Bimini, de algo que parece haber sido una construcción de piedra enorme. Se halla depositada sobre lo que actualmente es el fondo del mar y la componen inmensos bloques de piedra, dispuestos de tal modo que parecen ser caminos, plataformas, obras portuarias o murallas caídas.
Los pilotos comerciales Bob Brush y Trig Adams fotografiaron un rectángulo partido en los bancos de arena de Andros, mientras volaban en los alrededores de esa isla, en 1968. Más tarde, los buceadores descubrieron que lo que se creía una muralla era una piedra. Sin embargo, no existe información acerca de que los primitivos habitantes de la zona, o los conquistadores españoles que llegaron luego, hayan construido semejantes estructuras allí, y mucho menos bajo el agua.
En México, frente a la costa de Yucatán, existen numerosas vías terrestres que han sido a menudo observadas desde el aire. Parten de la playa, en línea recta hacia localidades submarinas desconocidas que se hallarían muy lejos, mar afuera, en aguas más profundas. Aunque los caminos de enlace en tierra son invisibles, debido a la jungla que los ha cubierto, los que se encuentran bajo el agua pueden distinguirse todavía cada cierto tiempo, cuando alguna tormenta o las corrientes los dejan al descubierto.
En 1967, los integrantes de una misión que se hallaban a bordo del submarino de gran profundidad Aluminaut observaron lo que les pareció un enorme camino sumergido, o tal vez un pavimento que había estado previamente sobre el agua, frente a las costas de Florida, Georgia y Carolina del Sur.
Esto fue lo mismo que ocurrió con un muy extenso sector "embaldosado" del fondo del océano que fue observado por el doctor Bruce Heezen, del Observatorio Lamont, durante una profunda exploración submarina, en la zona de las Bahamas.
Entre los hallazgos hechos en las Bermudas, que parecieran haber sido construidos por el hombre, algunos son muy visibles, pero otros se encuentran, no sólo bajo el agua, sino debajo del fondo mismo del mar.
La posibilidad de localizar antiguos emplazamientos desde el aire ha sido utilizada con éxito en las Bahamas, donde la plataforma continental es lo bastante superficial como para distinguir en una observación aérea los restos de construcciones submarinas. En muchos lugares, dentro de la zona de bancos de las Bahamas existen asombrosas variedades de grandes plazas, rectángulos, cruces, largas líneas paralelas unas a otras, tal vez caminos que algunas veces dan vuelta en ángulo recto, círculos concéntricos, triángulos, hexágonos y otras formas geométricas.
Con todas estas desusadas muestras que ahora están siendo investigadas, uno podría preguntarse por qué nadie las había advertido antes. Parte de la respuesta es que, sin duda, nunca se le ocurrió a nadie buscar una civilización perdida en los bancos de las Bahamas, especialmente dado que existían tantos emplazamientos por descubrir en el Mediterráneo.
Hay que hacer notar también que algunos investigadores muy distinguidos dudan antes de enfrentar la opinión hostil de otros arqueólogos y oceanógrafos, o sencillamente no están dispuestos a enfrentarla. Ocurre también que las construcciones y artefactos hallados hasta ahora podrían quedar cubiertos por la acción de tormentas y mareas, y volverían a perderse.
Algunos de los lugares ya descubiertos parecen también estar alzándose, o tal vez la acción de las mareas los están despojando de los sedimentos, de manera que su estructura, artificial o construida por el hombre, puede apreciarse mejor.
Cada vez que se encuentran restos de alguna civilización sumergida en el Atlántico (o en otras zonas), se publican una serie de libros y artículos de revistas que suelen identificarlos con el continente "perdido" de la Atlántida. La Atlántida, cuya imagen ha intrigado a la Humanidad desde épocas remotas, fue descrita con muchos detalles por Platón en sus diálogos Timeo y Critias como la tierra de la Edad de Oro del hombre, un grande y maravilloso imperio mundial que,
Los complejos submarinos de las Bimini y de otros puntos situados dentro de las Bahamas han sido atribuidos a toda clase de tempranos viajeros oceánicos: fenicios, cartagineses, griegos de Minos, mayas, egipcios y, como recurso final, cuando su antigüedad se va haciendo más patente, a los atlantes. Sin embargo, es casi seguro que ninguna raza de nuestra historia conocida fue responsable de su construcción y lo que es del todo cierto es que no fueron construidos bajo el agua.
Observando la actual tabla de profundidades del Atlántico Occidental se advierten claros indicios de que, si el nivel del mar descendiera entre 180 y 250 metros, existirían grandes islas en las zonas en que actualmente se encuentran algunas pequeñas. Y resulta particularmente interesante recordar que este ascenso de las aguas se produjo hace 11.000 o 12.000 años, lo cual coincide con la información que Platón recibió por medio de Solón, de los sacerdotes egipcios de Sais, cuyos archivos escritos anteceden a los de los griegos en mil años.
La candidatura de la parte occidental del Triángulo de las Bermudas como lugar de emplazamiento de la Atlántida se ha popularizado desde los descubrimientos de 1968, que se vieron rodeados de una serie de circunstancias curiosas y relacionadas con el año mismo en que se produjeron. Todos giran en torno de las predicciones de Edgar Cayce, el "profeta durmiente" que murió en Virginia en 1945 y cuyas "conferencias" (término utilizado para describir las entrevistas concedidas por Cayce mientras se hallaba en trance) han seguido influyendo en muchos miles de personas.
Entre los años 1923 y 1944, Cayce concedió centenares de entrevistas en trance acerca de la Atlántida, en relación con seres que en su opinión, y en la de quienes han continuado su obra dentro de la Asociación para la Investigación y la Iluminación, vivieron allí en épocas anteriores.
Como era de suponer, los descubrimientos de los complejos sumergidos realizados en 1968 y en los años siguientes, tal como se había profetizado 28 años antes, hicieron que mucha gente examinara con renovado interés las demás referencias de Cayce a la Atlántida y a toda la región.
LOS INVESTIGADORES DEL TRIÁNGULO DE LAS Bermudas han advertido hace tiempo la existencia de otra zona misteriosa en los océanos del mundo. Está situada al sudeste de Japón, entre este país y las islas Bonin, y más específicamente entré Iwo Jima y la isla Marcus, y su historia y su reputación la señalan como un lugar de grave peligro para barcos y aviones.
Ya sea que los barcos se han perdido
allí como consecuencia de la erupción de volcanes submarinos, o de
súbitas marejadas, lo cierto es que esta región, llamada Mar del
Diablo, goza de una fama aún más siniestra —por lo menos
oficialmente— que el Triángulo de las Bermudas. Después de la
investigación realizada por un buque del gobierno, en 1955, las
autoridades japonesas resolvieron declararla zona peligrosa.
El Mar del Diablo ha despertado temor desde antiguo entre los pescadores, que creen que está habitado por seres satánicos, demonios y monstruos que se apoderan de los barcos desprevenidos. Naves de mar y aire desaparecieron regularmente allí durante muchos años, pero en una época en que Japón gozaba de paz, entre 1950 y 1954, se perdieron nueve modernas embarcaciones, cuya tripulación total alcanzaba a varios centenares de personas y en circunstancias características (intensas búsquedas por mar y aire, falta de restos o manchas de aceite) de los acontecimientos del Triángulo de las Bermudas.
Las dos zonas presentan coincidencias impresionantes: el Triángulo incluye, casi en su extremo occidental, en una longitud 80° Oeste, una línea donde el Norte magnético y el Norte verdadero resultan alineados, sin necesidad de calcular una variación del compás. Esta misma longitud cambia su denominación cuando pasa por los Polos, convirtiéndose en 150° Este. Continúa desde el Polo Norte hacia el Sur, pasa al este del Japón y cruza por el medio del Mar del Diablo.
En este punto, la aguja del compás también señala hacia el Norte
magnético y el Norte verdadero al mismo tiempo.
Las inexplicables desapariciones ocurridas en este
equivalente
japonés del Triángulo de las Bermudas movieron al Gobierno a
realizar una investigación, que tuvo lugar en 1955.
Esta expedición
incluía a un grupo de científicos que iban recogiendo datos mientras
su barco, el Kaiyo Maru N.° 5, cruzaba el Mar del Diablo, y tuvo un
final espectacular: de pronto, el barco investigador desapareció
junto con su tripulación y los científicos.
La existencia de una o más zonas de desapariciones similares a éstas en los océanos del mundo ha movido a hacer algunas especulaciones bastante desusadas. Se han elaborado teorías relativas a trastornos antigravitacionales, suponiendo que hay zonas en que las leyes de gravedad y de atracción magnética normal no funcionan de la manera que nos es familiar.
Ralph Barker, autor del libro Great
Mysteries of the Air, anota que los nuevos descubrimientos en el
campo de la Física,
"demuestran la existencia de partículas de materias antigravitacionales" y sugieren "la presencia de materia antigravitacional o 'contraterrenal' de naturaleza totalmente distinta de las conocidas en este planeta..., de asombroso poder explosivo cuando (se) aproxima a alguna materia de las conocidas..., situada en ciertas regiones de la Tierra...".
Barker deja entrever la posibilidad de
que esta sustancia haya llegado desde el espacio para depositarse
bajo la corteza terrestre de los continentes y, con mayor
frecuencia, de los océanos. Esta teoría ofrece una posible
explicación de los trastornos electrónicos y magnéticos dentro de
algunas zonas, pero no explica en cambio las numerosas
desapariciones de barcos y aviones que se hallaban a la vista de
tierra. En este sentido, cabe recordar los informes acerca de otras
áreas de anomalías magnéticas, en que la fuerza de atracción de algo
oculto bajo el agua resulta más poderosa que la del Norte Magnético
Polar.
En su artículo titulado "The Twelve Devil's Graveyards Around the World" (Los doce cementerios diabólicos alrededor del mundo), escrito para la revista Saga, Ivan Sanderson hace un estudio más detallado del Triángulo de las Bermudas y otras regiones sospechosas.
(Figure 1: Vile
Vortices Overview - from Ivan Sanderson's 1972 article in Saga
magazine,
"The Twelve Devil’s
Graveyards Around the World,"
plotted ship and
plane disappearances worldwide, focusing attention on 12 areas
[&Arctic & Antarctic
- see Hollow Earth Theory & Admiral Byrd])
Al señalar los lugares del mundo en que
se han producido desapariciones de aviones y barcos, Sanderson y sus
colaboradores descubrieron, en primer término, que la mayoría
ocurrieron en seis zonas, todas las cuales tenían más o menos la
misma forma oblonga y estaban situadas entre las latitudes 30° y
40°, al norte y al sur del Ecuador. Entre ellas figuraban el
Triángulo de las Bermudas y el Mar del Diablo.
Al desarrollar aún más su teoría, Sanderson configuró una serie de doce "anomalías" en torno del globo, que se producen a intervalos de setenta y dos grados y tienen su centro exactamente en las latitudes 36° Norte y Sur. Son cinco en el Hemisferio Norte, cinco en el Sur y los dos polos. La razón por la cual el Triángulo de las Bermudas es el más célebre es que allí tiene lugar el mayor número de viajes. Las otras zonas en cambio, aunque menos recorridas, presentaban también evidencias notorias de perturbaciones magnéticas temporales y espaciales.
La mayor parte de estas regiones se halla al este de las masas terrestres continentales donde las corrientes oceánicas cálidas que se dirigen hacia el Norte chocan con las frías que van hacia el Sur. Además, allí se encuentran también los puntos nodales en que las corrientes de superficie toman una dirección y las submarinas otra.
Estas últimas fluyen tangencialmente, y
al sufrir la influencia de distintas temperaturas provocan
turbulencias magnéticas que afectan la comunicación radial y quizá
también la gravedad. En algunos casos, y cuando se presentan
condiciones especiales, provocan la desaparición de embarcaciones
aéreas y de superficie, haciéndolos dirigirse a otros puntos del
tiempo o el espacio.
Sanderson pone de relieve un aspecto muy interesante de la extraña situación que se advierte en estas zonas cuando describe cómo algunos vuelos cuidadosamente programados suelen llegar con un asombroso adelanto. Hay aviones que han arribado con tanta anticipación con respecto a su itinerario, que la única explicación es que hayan encontrado un viento de cola de una velocidad de 800 kilómetros por hora, por ejemplo.
Tales incidentes pueden ser el resultado
de vientos no registrados, pero parecen producirse con más
frecuencia dentro del Triángulo de las Bermudas y otras, zonas
tormentosas, como si dichos aviones se hubiesen encontrado con la
anomalía pero hubiesen logrado sortearla o evadirse del "agujero del
espacio" que ha costado la vida a tantos viajeros.
Hace cinco años se produjo un incidente
en el aeropuerto de Miami que significó un salto en el tiempo y que
nunca ha sido explicado satisfactoriamente. El aparato afectado fue
un Boeing 727 de la National Airlines que, al hacer la aproximación
para aterrizar desde el Nordeste, y cuando se hallaba dentro de la
pantalla de radar del centro de control, desapareció abruptamente y
por un lapso de diez minutos.
Luego, reapareció y aterrizó sin
dificultades. El piloto y la tripulación mostraron cierta sorpresa
al advertir la preocupación del personal de tierra puesto que, según
ellos, nada extraño había ocurrido.
A manera de explicación, uno de los
funcionarios de control aéreo dijo a uno de los pilotos:
—Muchacho, durante diez minutos has dejado de existir.
En aquel momento, la tripulación
verificó la hora en sus relojes y en los diversos instrumentos
horarios del avión y descubrieron que todos estaban atrasados diez
minutos respecto de la hora real. Fue algo particularmente notable,
puesto que el avión había practicado un control horario de rutina
veinte minutos antes del incidente, y en aquel momento no se
advirtió ninguna discrepancia con el horario real.
Ivan Sanderson hace notar que nuestro planeta opera sobre la base del electromagnetismo y se pregunta si el Triángulo de las Bermudas y algunas otras zonas no funcionan como,
"...enormes máquinas generadoras de otro tipo de anomalías... ¿No podrían tal vez crear torbellinos, dentro o fuera de los cuales los objetos materiales quedarían sometidos a una continuidad de tiempo y espacio diferente?".
Porque, aparte de las numerosas
desapariciones ocurridas, en los últimos años se han producido un
número inmensamente mayor de apariciones. Ocurrieron en todo el
mundo, durante más de dos siglos y parecen seguir produciéndose, a
pesar de los desmentidos oficiales y del hecho de que, en estricta
lógica, son "imposibles". Ningún investigador de los acontecimientos
del Triángulo de las Bermudas puede eludir los informes acerca de
apariciones de OVNI.
Los OVNI han dado lugar a miles de
documentos e investigaciones en los Estados Unidos desde 1947, en
que se produjo la primera serie de visiones registrada en tiempos de
paz. En el resto del mundo se han producido millares de apariciones;
diez mil, solamente en 1966. Muchos millones de personas sostienen
haber visto OVNI en Estados Unidos y en otros países. También han
sido descritos por observadores competentes desde el punto de vista
científico.
Como dijo el doctor J. Allen Hyneck, ex
asesor de la Fuerza Aérea en esta materia,
"la inteligencia de los que se dedican a observar estos objetos, y de quienes han informado haberlos visto, es por lo menos normal. En muchos casos está por encima de lo normal y en otros es embarazosamente elevada".
Los OVNI han sido fotografiados con
diversos grados de nitidez; se les ha observado siguiendo a aviones,
en algunos casos los han interceptado o destruido, y en algunas
ocasiones han aparecido en número considerable sobre capitales como
Washington y Roma.
Los comunicados del Gobierno de los
Estados Unidos, de la Fuerza Aérea y la Marina han atribuido la
mayor parte de las visiones a la Luna, a cometas, halos lunares,
espejismos, bolas de fuego, estelas de condensación, estrellas,
meteoros, planetas (Venus, especialmente), aviones de prueba, luces
antiaéreas, fuegos artificiales, autokinesis (cuando un objeto
observado parece moverse), "postespejismos" (cuando un objeto
observado se desvanece tan lentamente que se le sigue viendo en otro
lugar), fuegos fatuos, fraudes o, sencillamente, ilusiones ópticas
masivas.
Sin embargo, los informes acerca de OVNI
siguen apareciendo y las diversas e importantes sociedades dedicadas
a estudiarlos, así como una verdadera proliferación de libros sobre
la materia, hacen que el tema se mantenga vivo. En todo caso, parece
seguro que no son armas secretas pertenecientes a las potencias
terrestres. Por cierto, durante la Segunda Guerra Mundial, cada uno
de los dos bandos pensaba que los "cazas fantasmas" luminosos que
revoloteaban junto a los aviones de combate eran armas secretas del
enemigo.
Como se ha observado con toda crudeza,
si los OVNI fuesen armas secretas soviéticas, los rusos no lo
callarían, por el orgullo que sentirían de haberlos inventado, y si
fueran norteamericanas, los Estados Unidos no podrían mantenerlas
fuera del alcance de su propia prensa. Es interesante anotar que aun
cuando la posición oficial de la Fuerza Aérea estadounidense sigue
siendo que los OVNI no tienen explicación, y por lo tanto no
existen, su circular normativa AFR 80-17 dio instrucciones
detalladas a los pilotos acerca de las medidas que deben adoptarse
cuando se está a la vista de alguno de ellos.
Por una parte, muchas de las indicaciones de esta circular dejan en claro, que la Fuerza Aérea no descarta el seguir investigando estos fenómenos y, por otra, que los OVNI, tan a menudo desacreditados en las declaraciones oficiales, son muy persistentes.
Las instrucciones consisten,
"...en determinar si el OVNI constituye una posible amenaza para los Estados Unidos y en utilizar los datos científicos o técnicos derivados del estudio de los informes que se refieren a ellos".
Aunque la circular declara con mucha
seguridad que,
"La mayoría de los OVNI de los que se ha informado a la Fuerza Aérea han resultado objetos convencionales o familiares, que no representan peligro alguno para nuestra seguridad", agrega: "Es posible que otros países hayan desarrollado vehículos voladores de formas o propulsión revolucionarias".
En la declaración hay sin
embargo algo paradójico; por una parte se dice que "con frecuencia,
algunos OVNI han resultado ser aviones".
Poco más adelante se agrega:
"En vista de que se ha establecido que los aviones han sido la causa de algunos informes acerca de OVNI, dichos aparatos no deben reseñarse según las normas de esta circular", ya que el observador que informara acerca de un objeto de aspecto extraño no sabría si se trata de un avión o no, puesto que estaría operando en el aire.
Además, la circular prescribe lo
siguiente:
"El comandante de cada base de la Fuerza Aérea deberá estar en capacidad de realizar investigaciones acerca de los OVNI. Al recibir información sobre alguno, deberá determinarse cuál fue la causa que provocó la visión''.
La mayor parte del documento AFB. 80-17
está dedicada a establecer el orden jerárquico en que debe darse
cuenta de las visiones de OVNI y a detallar las instrucciones para
la investigación y el revelado de las fotografías que puedan tomarse
de los objetos.
Se dan también instrucciones respecto de
la información que el comandante puede proporcionar a la prensa
local cuando le pregunten acerca de las visiones habidas en la
región:
"Como respuesta a las averiguaciones relativas a los OVNI avistados en las proximidades de una base de la Fuerza Aérea, el comandante puede entregar información a los medios de prensa o al público después que la visión haya sido plenamente identificada. Si el estímulo de la visión resulta difícil de identificar a nivel de la base, el comandante puede declarar que se está realizando una investigación y que las conclusiones serán entregadas por el organismo SAFOI de la Fuerza Aérea, una vez que se la haya completado. También puede expresar que la Fuerza Aérea revisará y analizará los resultados de la investigación. Cualquier otra pregunta que se desee hacer deberá formularse al SAFOI".
Traducido a lenguaje civil, esto quiere
decir:
"Si no se trata de un avión o de algo que usted pueda explicar, dígales que esperen y no hable de más...".
Como primer anexo a la circular se
acompañaba un cuestionario a rellenar, compuesto de media docena de
páginas llenas de diagramas, preguntas y respuestas posibles,
destinado a servir de guía para una información exacta y secreta
acerca de los OVNI. La pregunta número 13, por ejemplo, pide a la
persona que informa que marque con un "sí", un "no" o con un
"desconocido" el espacio relativo a las diversas actitudes del OVNI
que dice haber visto.
Las preguntas están formuladas así:
"¿Cómo actuaba el fenómeno?: ¿se movía en línea recta?, ¿permanecía inmóvil?, ¿aceleró de pronto para alejarse?, ¿se partió en pedazos y estalló?, ¿cambió de color?, ¿echaba humo?, ¿emitía una luz fuerte o parpadeaba?, ¿desaparecía y volvía a aparecer?, ¿giraba como un trompo?, ¿hacía ruido?, ¿tenía un movimiento ondulante u oscilante?".
Las preguntas son interesantes, en el
sentido de que se leen como un resumen de lo que los observadores
han informado después que han visto, o han creído ver, platillos
voladores o cualquier cosa, excepto los hombrecillos verdes u otros
humanoides que algunos han creído distinguir en el interior de los
OVNI.
La Fuerza Aérea, que es tal vez el servicio más estrechamente relacionado con los OVNI, firmó un contrato con la Universidad de Colorado para elaborar un estudio final sobre los mismos, que fue puntualmente entregado en 1968. Este proyecto, bajo la dirección del doctor Edward A. Condón, director científico del informe, titulado "Estudio científico de los Objetos Voladores No Identificados", llegó a la conclusión, después de un estudio detallado acerca de una amplia gama de casos, de que la mayor parte de los informes presentados eran explicables de una manera u otra y que sólo un pequeño porcentaje no tenía explicación.
Se concluyó también que la cantidad de
tiempo y dinero empleado en investigar los OVNI no justificaba la
información científica obtenida, dando a entender que cualquier
nuevo esfuerzo sería inútil. Mientras tanto, las visiones de OVNI
continuaron y se siguió informando sobre su presencia en los cielos
de diferentes lugares del mundo, y también en el espacio, en vuelos
individuales o masivos.
Aparte de los desmentidos oficiales, otra circunstancia que obviamente atenta contra un estudio serio acerca de los OVNI es el sentimiento generalizado acerca de la falta de seriedad con que los medios de comunicación se refieren a las visiones de estos objetos.
En el mes de octubre de 1973, cuando los
testimonios de observadores aumentasen notoriamente, dando cuenta de
visiones en Louisiana, Ohio, Mississippi, Minnesota, Georgia y
Florida, y cuando entre ellos figuraron personas tan importantes
como el gobernador de Minnesota y numerosos funcionarios de policía
y soldados, se despertó suficiente interés entre el público como
para que la prensa y las cadenas de radio se ocuparan frecuentemente
del tema.
La radio de la Columbia Broadcasting
System, por ejemplo, ofreció a sus auditores un reportaje bastante
detallado... ¡escrito en verso! Otra crónica aseguró que la policía
de Detroit había preparado todo un procedimiento para arrestar a los
ocupantes de los OVNI, incluso teniendo en cuenta su separación, en
caso de que se trate de entes de sexo masculino o femenino (como si
las diferencias biológicas terrestres pudieran darse en igual forma
en los centenares de millones de planetas potencialmente habitados).
La persistencia de los testimonios y el no reconocimiento oficial del fenómeno provoca en los creyentes sentimientos como los expresados por E. J. Ruppelt, quien dirigió una investigación de la Fuerza Aérea sobre esta materia, en su libro The Report on Unidentified flying Objects (El informe sobre Objetos Voladores No Identificados):
¿Qué puede constituir una prueba? ¿Tendría un OVNI que aterrizar en la entrada al Pentágono que da hacia el río, cerca de las oficinas de los jefes del Estado Mayor? ¿O es prueba suficiente el que una estación de radar lo detecte, envíe un avión a chorro a interceptarlo, que el piloto del avión lo vea y lo identifique en su radar, hasta que el OVNI huya a una velocidad fenomenal? ¿Constituye prueba el que un piloto de otro avión a chorro dispare contra uno de esos objetos y luego insista en su versión, incluso luego de verse amenazado con ser sometido a una Corte Marcial?...
Los informes acerca de OVNI registrados en la zona sur de Florida - las Bahamas han sido y siguen siendo numerosos, mucho más que en cualquier otra región. Se les ha visto bajo aguas transparentes, en el cielo y viajando del cielo al mar y del mar al cielo.
Los testimonios han provenido de
observadores dignos de crédito y los lugares en que se han producido
las visiones han dado pie a algunas teorías según las cuales su
presencia está relacionada con las desapariciones que ocurren dentro
del Triángulo de las Bermudas; o mejor dicho, para ser más
explícito, que los OVNI han estado secuestrando aviones y barcos
durante varias generaciones.
Uno de los partidarios más elocuentes de esta versión es John Spencer, autor del libro Limbo of the Lost (Limbo de los perdidos). El autor está familiarizado con los aviones, puesto que fue piloto de la Fuerza Aérea durante 10 años. Es además un estudioso del fenómeno de los OVNI y miembro de NICAP (Comité Nacional de Investigaciones sobre los Fenómenos Aéreos), un organismo investigador muy serio, que incluye entre sus miembros a altos funcionarios del Gobierno, la Marina y organismos especializados en cohetería de los Estados Unidos.
Spencer comenzó a interesarse por el
Triángulo de las Bermudas —al que prefiere llamar "Limbo de los
Perdidos"— durante la época de la desaparición del submarino atómico
Scorpion, que muchos relacionaron con otras pérdidas ocurridas
dentro del Triángulo. Sin embargo, la pérdida de este submarino no
constituyó un misterio, porque fue finalmente localizado a más de
650 km de las Azores, gracias, en parte, según Spencer, a los datos
proporcionados gentilmente por los rusos a la Marina de los Estados
Unidos.
Luego siguió estudiando la zona de las
desapariciones y, mediante la proyección de las pérdidas en un mapa,
llegó a la conclusión de que la mayoría tienen lugar en la
plataforma continental que va desde Cape May, en New Jersey (cerca
de Nueva York) hasta el extremo de Florida, y aún más allá,
siguiendo por el Oeste hacia el Golfo de México, y por el Sudeste
hasta las Antillas. Incluye también un círculo de 700 km de radio
con centro en las Bermudas, y todos los bancos de las Bahamas.
Spencer ha realizado estos estudios durante muchos años y piensa que la única explicación plausible en torno de la pérdida de aviones y barcos con sus tripulaciones y pasajeros, es que han sido y son arrebatados físicamente de los mares y cielos por los que viajaban.
Señala:
Puesto que la desaparición total de navíos de más de 175 metros de largo, en mares totalmente en calma y a 80 km de la costa, lo mismo que la de aviones a punto de aterrizar, no puede ocurrir, según, las normas terrestres, y sin embargo, siguen ocurriendo, me veo obligado a concluir que se los están llevando de nuestro planeta.
El examen de los detalles de las visiones de OVNI, no sólo en nuestra época sino a lo largo de toda la historia escrita, le han llevado a creer que existen dos tipos principales de objetos: uno sería el omnipresente "platillo volador", que mediría unos 25 metros de circunferencia, y el otro un enorme navío-madre, capaz de transportar una docena o más de "platillos", o tal vez grandes ejemplares de muestra de embarcaciones terrestres. Este gigantesco aparato espacial de transporte correspondería a los de enorme tamaño y forma oblonga o cilíndrica de los que algunas veces se ha hablado (llamándolos objetos "con forma de puro"), pero no con la frecuencia con que se menciona a los "platillos".
Spencer piensa que la razón de que se
produzcan tantos "golpes" en el Triángulo, o Limbo, es que allí las
oportunidades de capturar ejemplares humanos son más numerosas, ya
que, en general, los presuntos captores parecen evitar las
operaciones de aterrizaje y los contactos con seres humanos.
La zona está atestada de viajeros por
mar y aire, y a esos entes extraños les resultaría fácil entrar y
salir de allí. Según su opinión, la fuerza motriz de los OVNI podría
estar basada en una utilización muy sofisticada de las frecuencias
radiales como propulsor. Esto explicaría los fallos electrónicos
advertidos en casi todos los incidentes.
La teoría de Spencer acerca de la razón por la que los raptos espaciales se producen en tan grande escala resulta inquietante y es compartida por diversos otros investigadores, que parecen haber llegado a la misma conclusión de manera independiente.
Sostiene que, entre el asombroso número
de planetas de los demás sistemas solares situados dentro de nuestra
galaxia (¡existen aproximadamente 1021 estrellas, cada una dotada
presumiblemente de su sistema solar!), hay que suponer, de acuerdo
con la ley de probabilidades, la existencia de civilizaciones
altamente desarrolladas; en consecuencia, es posible que las
poblaciones de otros planetas se hayan desintegrado en épocas
remotas, debido al mal uso de la energía, y convertido en soles
llameantes, sin haber dejado huella alguna de su historia, población
y desarrollo científico y cultural.
De ahí que los visitantes de otros
mundos podrían estar interesados en mantener una reliquia viviente
de la Tierra en otros planetas, o tal vez desean impedir el avance
de nuestra actual civilización, antes que el mal empleo de la
energía nuclear se convierta en un peligro para otros mundos. O tal
vez tienen otros motivos, que nos resulta imposible concebir.
Podría ser incluso que estas inteligencias foráneas estuviesen dispuestas a dejarnos seguir nuestro camino, observándonos, pero capturando ejemplares de muestra que conservarían como un ejemplo de la vida terrestre, tal como era antes de la autodestrucción del planeta, lo que, en el caso de los demás planetas, no habrían tal vez logrado realizar a tiempo.
Cuando se examinan las numerosas descripciones de los que quizás fueron OVNI anteriores a la era del aeroplano, se tiene la impresión de que la Tierra ha estado sometida desde hace mucho tiempo a la observación de otros mundos y otras civilizaciones.
Sin embargo, puesto que a lo largo de
toda su historia el hombre ha elevado la mirada al cielo en busca de
signos y portentos (que casi siempre encontró), a veces resulta
difícil establecer la diferencia entre los verdaderos OVNI (si es
que lo eran) y los numerosos y rojizos fenómenos celestes, que han
sido interpretados en formas diversas, como advertencias, estímulos
o profecías. Un párrafo de los anales de Tutmosis III (1500-1450
A.C.), un faraón de la XVIII dinastía, podría constituir el primer
testimonio acerca de un OVNI visto en la Antigüedad.
A diferencia de lo que ocurre con
algunos de los relatos visionarios de siglos posteriores, éste
describe la desusada aparición con una laudable objetividad:
En el año 22, tercer mes de invierno, a la sexta hora del día, los escribas de la Casa de la Vida... notaron que un círculo de fuego se estaba acercando desde el cielo... su cuerpo tenía cinco metros de ancho y cinco metros de largo... se posaron sobre sus vientres... (luego) fueron a dar cuenta al faraón. Su Majestad estaba meditando sobre lo que estaba ocurriendo entonces... estas cosas se hicieron más numerosas que antes en el cielo... brillaban más que el sol radiante y se extendía hasta los cuatro pilares del cielo.
El ejército del faraón observó... Su Majestad estaba en el centro... Después de la cena estos círculos de fuego ascendieron a lo alto en el cielo, hacia el Sur.
El faraón hizo que se quemara incienso para restablecer la paz en la tierra, y ordenó que lo ocurrido fuese escrito en los anales de la Casa de la Vida... para que fuese recordado para siempre...
Cabe advertir que el faraón mantuvo el
aplomo en medio de aquella tensión, como corresponde a un dios, que
era como se le consideraba y como tal se consideraba a sí mismo,
aunque posiblemente quedó algo confundido por esta manifestación de
otros dioses superiores.
En Gilgamesh, narración épica de la antigua Babilonia, heredada probablemente de la anterior civilización sumeria, describe al héroe Etana cuando los dioses le transportaron más allá de la Tierra, hasta que estuvo tan lejos que el mar le parecía un estanque de agua y la Tierra un cereal. Esto es más o menos lo que habría visto, si hubiese contemplado el Mar Rojo, el Golfo Pérsico y las tierras vecinas desde una gran altura, o una trayectoria orbital.
La ardiente visión presenciada por Ezequiel —"el torbellino del Norte... un fuego que se envolvía a sí mismo... del centro surgieron cuatro criaturas vivientes..."— ha sido citada con frecuencia como un OVNI que aterrizó y posteriormente llevó a Ezequiel como pasajero. Esta visión celestial, que tal vez era una nave espacial, se produjo en el siglo VII A.C. y es el tema de gran parte del Libro bíblico de Ezequiel.
Recientemente fue objeto de una
investigación, en el desusado libro alemán Da Tat Sich Der Himmel
Auf (Los Cielos se abrieron), recientemente publicado en inglés con
el título
The Space Ships of Ezequiel (Las naves espaciales de
Ezequiel). Fue escrito por Josef Blumrich, un diseñador e ingeniero
de cohetes que ahora trabaja con la NASA en Huntsville, Alabama.
El doctor Blumrich comenzó su libro con la intención de desvirtuar la teoría, algunas veces avanzada, de que la visión de Ezequiel fue realmente una nave espacial. Sin embargo, a medida que avanzó en su investigación, advirtió que las detalladas alusiones de Ezequiel a la aparición que había visto tendrían perfecto sentido si las "ruedas dentro de las ruedas" se hubiesen referido a una propulsión similar a la del helicóptero, que habría permitido al cohete central flotar sobre la tierra.
Comprobó también que los procesos
habituales de aterrizaje y despegue de cohetes eran clara y
detalladamente descritos por Ezequiel, cuando habla de los colores
cambiantes según la velocidad, la explosión del viento, la velocidad
de aterrizaje e incluso el traje del ocupante, con apariencia de
tejido de asbesto.
En vista de todo ello, Blumrich modificó
su tesis y escribió un libro diametralmente opuesto al que había
empezado, determinando por medio de referencias bíblicas, no sólo
que Ezequiel había visto una nave espacial repetidamente, sino que
el ser descrito por Ezequiel como Dios era, sencillamente, el
capitán del cohete...
La descripción de Ezequiel no es sino una de una larga serie de relatos históricos acerca de lo que podrían haber sido OVNI de la Antigüedad, la Edad Media, el Renacimiento y la primera época moderna. Las diferentes formas en que los observadores los han descrito a lo largo de los siglos resultan curiosas, variadas y a menudo divertidas.
Pero su misma variedad parece
proporcionar una línea de narraciones que se van confirmando, cuando
pensamos que los que los vieron se han referido a ellos con el
vocabulario que resultaba más natural a sus mentes desconcertadas.
Podríamos suponer, por ejemplo, que
Ezequiel utilizó términos como "león", "buey" y "águila" para
describir algunas de las características del cohete, comparando lo
que era tal vez el mecanismo de aterrizaje con el pie de una res
(descripción, por cierto, bastante adecuada), ya que él, que
pertenecía a una economía pastoril, estaba familiarizado con
aquellos animales salvajes y domésticos.
Alejandro el Grande, que era a su vez un conocedor eminente del arte de la guerra, comparó un posible OVNI, que en 320 A.C. interrumpió la marcha del ejército griego por el río Jaxartes hacia la India, con "grandes y brillantes escudos plateados".
Aristóteles (384-322 A.C.), aficionado al lanzamiento del disco de los atletas griegos, calificó los objetos que vio en el cielo de discos celestiales. Los romanos, más belicosos, los compararon, como Alejandro, con escudos o dardos feroces o flotas de navíos. Plinio, en el volumen II de su Historia natural (100 A.C.), escribió:
"Durante el consulado de Lucius Valerius y Gaius Valerius, un escudo ardiente que despedía chispas recorrió el cielo de Este a Oeste".
Los hawaiianos describen los objetos que
han estado observando durante unos mil años como "akutele" o
espíritus voladores. En Europa,
durante la religiosa Edad Media, los
objetos movibles que aparecían en el cielo durante la noche se
asemejaban a cruces.
(¿Será posible que ésta haya sido una de
las cruces vistas por Constantino y que cambió la historia?)
En algunas otras ocasiones, como
Ezequiel, se las presentó bajo la forma de ardientes ruedas
giratorias.
En la era de los descubrimientos y las exploraciones, los viajeros celestiales asumían, a ojos de los observadores, el aspecto de barcos, y más tarde, cuando se inventaron los globos, los OVNI fueron descritos en Francia como "brillantes globos rojizos." Durante el siglo XIX, en la ciudad de Vermont, famosa por sus telares, los que los veían los llamaban "husos aéreos".
Y, así como en épocas anteriores se les describió según los nombres que venían más rápido a los labios de quienes los veían, durante nuestra propia civilización los hemos llamado "platillos volantes" u "objetos con forma de puro." Como dato interesante, habría que señalar que, en 1947, durante los dos primeros días de visiones masivas en los Estados Unidos, en Iowa y luego sobre el pico Mount Rainier, en Washington, se les identificó primero como "discos" y luego "moldes de pasteles", y finalmente se les llamó "platillos".
Frank Edwards, viejo observador de fenómenos no explicados, piensa que la tremenda explosión ocurrida en Siberia el 30 de junio de 1908, en una zona desierta a lo largo del río Yenisei, cerca del lago Baikal (y en la que sólo murieron renos), no fue el resultado del choque de un meteorito contra la Tierra, como se pensó durante mucho tiempo, sino una explosión atómica producida por el estallido de una nave espacial.
Cita al científico y escritor ruso
Alexander Katzenev, quien declaró que, según recientes
investigaciones, el daño que produjo la conflagración es idéntico al
ocasionado por las explosiones atómicas causadas por el hombre en
condiciones similares, con radioactividad prolongada y fusión de
metales. No se ha recuperado ningún fragmento de meteorito, aunque,
naturalmente, podrían hallarse enterrados a gran profundidad.
Edwards concluye:
"En la catástrofe del río Yenisei, en 1908, perdimos un visitante del Universo...".
En su libro The Case for the UFO's (El
caso de los OVNI), M. K. Jessup, un autor de considerable
preparación científica, dada su condición de astrónomo y
especialista en selenografía (experto en la Luna), opinó que las
famosas desapariciones de barcos y los misterios del Triángulo de
las Bermudas, como las que afectaron al Freya, al Mary Celeste, al
Ellen Austin y a tantos otros, fueron causadas por OVNI.
Pero Jessup va más allá del Triángulo y
describe la desaparición de la tripulación completa del Seabird, un
gran barco de vela, que se desvaneció después de enviar señales de
saludo a un pesquero, cerca del puerto de Newport, en Rhode Island,
en 1850.
En el cuaderno de bitácora del Seabird
se podía leer una nota escrita a 3,5 km del puerto, y en la mesa del
comedor se halló dispuesta una comida completa. Aparentemente, el
velero continuó su ruta hacia el puerto donde estaba anclado
habitualmente, fue a vararse en la playa —"como llevado de la mano
de un gigante"— y por la noche, aunque estaba firmemente enclavado
en la arena, desapareció en medio de una tormenta.
Tras examinar estos incidentes náuticos,
Jessup llegó a la conclusión de que tales desapariciones eran,
"casi imposibles de explicar, excepto hacia arriba... Algo operaba desde arriba, con gran poder y velocidad de acción...".
Luego adelanta una sugerencia acerca del
"rigor selectivo... cierta evasión y carácter secreto..." agregando
que "son todos atributos de la inteligencia".
Jessup creía que el desarrollo de nuestra era aeronáutica "es de un gran interés para nuestros vecinos del espacio" y que allí podría estar la explicación del creciente número de visiones de OVNI habidas en años recientes, que estuvieron concentradas en gran medida en la zona del Triángulo situada frente a la costa de Florida y alrededor de Cabo Kennedy.
El 10 de enero de 1964 se dio allí el
caso de un OVNI que entró en el radio de seguimiento del radar
durante el lanzamiento de un cohete Polaris y que la pantalla lo
siguió en su extraño curso durante catorce minutos, antes de volver
a enfocar al Polaris. Aunque ampliamente comentada por los que se
encontraban presentes, esta aparición nunca fue registrada por la
prensa, posiblemente porque los misterios no suelen robustecer la
confianza del público.
La teoría de Jessup acerca del "interés"
de los OVNI en nuestra era aeronáutica —desplazado hacia nuestra era
espacial, desde la muerte de aquélla, en 1959— se ha visto
considerablemente robustecida por algunos acontecimientos muy
recientes. Durante los lanzamientos de algunos cohetes, sobre todo
los Géminis 4 y 7, se han observado algunos OVNI.
Los astronautas del Géminis, McDivitt y
Borman, observaron un "duende" que avanzaba en paralelo a su nave y
pensaron por un momento que podría ser necesario emprender una
acción evasiva. Luego se informó que otro "duende" había seguido al
Géminis 7. El vuelo del Apolo 12 hacia la Luna se vio "escoltado"
por dos OVNI, uno al frente y otro detrás, cuando se hallaba a
210.000 km de la Tierra, en el espacio exterior. Su presencia llevó
al astronauta Gordón a comentar que eran "muy brillantes y parecían
hacernos señales luminosas".
Aunque desde entonces no ha habido
confirmación del Centro Espacial de Houston o de la NASA, estas
luces también fueron notadas por varios observatorios europeos. Más
tarde, durante el mismo vuelo, los astronautas vieron otra luz
brillante, que calificaron de "tan grande como Venus", y que se
situó entre ellos y la Tierra durante alrededor de diez minutos,
para luego desaparecer.
Aunque debe tenerse en cuenta que estos objetos podrían ser cualquier cosa no identificada, incluso partes de los cohetes impulsores u otros restos flotantes en el espacio, las actividades de tales OVNI, así como su capacidad para aparecer y desaparecer, parecen sugerir una dirección no orbital e independiente.
En el Informe Condon, el doctor Franklin Roach se refirió a las supuestas visiones de OVNI por parte de los astronautas, señalando que,
"las condiciones en que los astronautas hicieron esas observaciones son similares a aquellas en que se encontrarían una o dos personas que viajaran en el asiento delantero de un automóvil pequeño, sin ventanillas traseras o laterales y con un parabrisas muy sucio y parcialmente cubierto".
Llevada a su conclusión lógica, esta
observación daría a entender que nada que los astronautas pudiesen
haber advertido por medio de la observación visual sería digno de
crédito.
Como ha ocurrido con muchos otros investigadores de OVNI e incidentes ocurridos dentro del Triángulo, Jessup quedó convencido de que había una censura encubierta que ocultaba muchas informaciones y acontecimientos importantes.
El último libro que publicó antes de su
muerte se refería a las alusiones bíblicas a "platillos volantes" y
también se refería a la cuestión de cómo el magnetismo controlado
puede producir invísibilidad, que es una proyección de la "teoría de
campo unificado" de Einstein y que Jessup consideraba la clave,
tanto de las repentinas apariciones y desapariciones de OVNI como de
barcos y aviones.
El día de su muerte, 20 de abril de
1959, se encontraba en Miami y, según el doctor Manson Valentine, su
amigo de muchos años y una de las últimas personas con quien habló,
estaba muy deprimido. El doctor Valentine le había invitado a cenar
la noche del 20 de abril; Jessup aceptó, pero no llegó. Murió dentro
de su coche, estacionado en el parque municipal de Dade, envenenado
con monóxido de carbono proveniente del tubo de escape, que había
sido conectado hacia el interior del automóvil por medio de una
manguera.
Debido tal vez a la insistencia de
Jessup en ciertos aspectos de la intervención de otros mundos en
asuntos de este planeta, hay quienes piensan que su muerte no fue
auto-provocada y que el incidente es una muestra de los peligros que
se corren al investigar muy de cerca en este campo.
El doctor Manson Valentine, zoólogo, arqueólogo y oceanógrafo, ha estudiado durante varias décadas los extraños acontecimientos del Triángulo de las Bermudas, situándose en el Triángulo mismo, en Miami, las Bahamas y otras islas. Como investigador in situ es una fuente excelente para determinar tanto lo que ha ocurrido allí en el pasado como lo que está ocurriendo ahora.
Mucha de la información de que dispone,
especialmente la que recogió en sus últimas conversaciones con
Jessup resulta tan asombrosa, que preferimos reseñarla con sus
propias palabras, en sus respuestas a las siguientes preguntas:
¿Cuánto tiempo lleva usted interesado en la observación de los fenómenos del Triángulo de las Bermudas?
Durante más de veintiocho años, desde la desaparición de los PBM, en 1945. He reunido datos sobre las desapariciones, he entrevistado a supervivientes de los hechos y guardo anotaciones acerca de los testimonios relativos a OVNI que fueron avistados en la zona en el momento de las desapariciones.
¿Ha habido un aumento notorio de visiones de OVNI en la región actualmente?
En esta región se producen más visiones que en ningún otro lugar. Ha habido muchas visiones recientes de aviones que sabemos que no son tales, y de naves submarinas que sabemos que no son submarinos normales.
El capitán Dan Delmonico vio recientemente uno de estos artefactos, en abril de 1973. Es un marino de toda la vida y un observador tranquilo y de gran reputación. Tuvo dos visiones casi idénticas de un objeto no identificado, bajo las aguas trasparentes de la Corriente del Golfo —ambas aproximadamente en la misma zona-, a más o menos un tercio de la distancia de navegación entre Great Isaac Light, al norte de las Bimini y Miami, donde las aguas de la Corriente del Golfo son muy profundas. Ambas visiones se produjeron alrededor de las cuatro de la tarde, cuando el mar estaba en calma, el oleaje era normal y había una visibilidad excelente.En ambos casos, hubo un objeto blanco-grisáceo, liso, y de una forma parecida a la de "un puro muy grueso, de bordes redondos", que pasó rápidamente bajo la proa de su embarcación. Delmonico calculó que su tamaño era de unos 45 a 60 metros de largo, y su velocidad de por lo menos 100 a 110 km por hora.Cuando lo vio, de pronto, parecía que iba a chocarle y le dio la impresión de que se aprestaba a salir a la superficie justo delante de él. Pero, quizás advirtiendo su presencia, después de pasar directamente por debajo de su embarcación, el objeto se hundió y desapareció. No hubo turbulencias ni una conmoción apreciable. El objeto no mostraba aletas, elevadoras ni ninguna otra protuberancia que alterase la superficie lisa. Tampoco tenía ventanillas u ojos de buey.
Los pilotos de aviones y las tripulaciones de barcos han visto OVNI con tanta frecuencia en los cielos del Triángulo, que ya se han convertido en algo muy trivial, en especial sobre la Lengua del Océano. Lo que resulta más inquietante es la presencia de algunos de estos objetos revoloteando o suspendidos sobre las cumbres de los árboles, en el pantano Okefenoke.
Algunos soldados y yo mismo los hemos visto. En una ocasión observé uno que tenía un rayo azul apuntando hacia las aguas de un lago. Tal vez estaba cargando agua o incluso muestras para el estudio de la fauna local. Cuando se produjo el apagón de abril de 1973 en Florida meridional, fueron vistas algunas luces azul-verdosas y azules en el cielo, especialmente en Turkey Point, donde está situado un reactor nuclear.
Durante el gran apagón ocurrido hace algunos años en la costa del Este, fueron observados alrededor de una docena de OVNI.
¿Tiene usted alguna teoría acerca de la propulsión de los OVNI?
Hay varias que son posibles. Un método que resulta útil solamente dentro de nuestra atmósfera, consistiría en que una nave con forma de disco y con un perímetro de generadores de rayos catódicos viajase rápidamente en cualquier dirección, sencillamente al hacer funcionar los generadores situados en el extremo frontal o en un costado, según el rumbo deseado.Luego los generadores ionizarían el aire situado frente al vehículo, causando un vacío dentro del cual podría moverse. Estas bolsas de aire ionizado dejados por los OVNI podrían muy bien ser la causa de las turbulencias de aire claro advertidas por los pilotos.
Otro de los métodos se asemeja al de los actuales aviones a chorro, pero sería infinitamente más rápido; cercano, en teoría, a la velocidad de la luz. Los reactores estarían basados en la fusión, y no en la fisión atómica, y sólo se necesita materia y agua fusionables. Este tipo de propulsión explicaría tal vez que se hayan visto OVNI "succionando" agua desde algunos lagos interiores.
Hay otra teoría que supone un cambio de tiempo y dimensión basado en campos electromagnéticos especiales.
¿Existía, según el doctor Jessup, una relación entre los OVNI y el Triángulo de las Bermudas?
Tenía una teoría, según la cual el poder de los campos magnéticos podía transformar y transportar materia desde una dimensión a otra... Creía que los OVNI podían entrar en nuestra dimensión y luego salir, llevándose muestras de seres humanos o de otro tipo. Además, pensaba que algunos de los accidentes habían sido provocados por los rayos catódicos de los OVNI, que habrían creado un vacío en el cual se desintegraban los aviones que penetraban en aquel campo.Esto es probablemente lo que le ocurrió a Mantel. (Nota: el 7 de enero de 1948, el capitán Thomas Mantel y varios otros pilotos de la base Godman, en Fort Knox, persiguieron con sus Mustangs P-51 a un OVNI "de enorme tamaño" que habían observado durante el día, cerca de la base.Cuando Mantel se elevó persiguiéndole, algunos testigos lo vieron desintegrarse. Una declaración posterior de la Fuerza Aérea sostuvo que el capitán "perdió el control mientras trataba de alcanzar el planeta Venus y que el avión se destrozó al caer en picado".) Mantel voló demasiado cerca del platillo y cayó dentro del campo ionizado. Su aparato estalló en tantos pedazos, que no se pudo encontrar ninguno mayor que un puño. Todos los que se hallaron estaban perforados, como si hubieran sido horadados por pequeños gusanos.
Esto podría haberle ocurrido también al Constellation que Bob Brush (un piloto de avión comercial) vio estallar cerca de Gran Inagua, en las Bahamas, en octubre de 1971. Bob iba volando en un DC-6 y captó en su radar al Constellation, que volaba bajo y tal vez con dificultades.De pronto explotó, lo que provocó una llamarada que encendió el cielo de un horizonte al otro. La explosión fue tan brillante que le hizo daño en los ojos, lo que era absolutamente desusado. Una embarcación que se hallaba en las cercanías recogió un manual de vuelo que Bob pudo examinar luego. Estaba acribillado de pequeños agujeros, igual que los restos del avión desintegrado de Mantel.
Sean lo que fuesen los OVNI parecen crear un torbellino magnético temporal y un tipo de ionización que puede causar la desaparición o la desintegración de barcos y aviones.
Antes de morir, Jessup creía que estaba a punto de descubrir la base científica de lo que estaba ocurriendo, que para él resultaba explicable según la "teoría de campo unificado" de Einstein.
¿Podría usted darnos una explicación simple de lo que es esa teoría?
La base está en que todos nuestros conceptos de espacio-tiempo y materia-energía no son entidades separadas, sino transmutables en las mismas condiciones que la perturbación electromagnética. En realidad, la teoría de campo unificado ofrece otra explicación acerca de cómo los OVNI podrían materializarse y desaparecer tan repentinamente.
En la práctica, es algo que tiene que ver con los campos magnéticos y eléctricos, de la siguiente manera: un campo eléctrico creado en un anillo induce un campo magnético en ángulo recto con relación al primero. Cada uno de estos campos representa un plano del espacio. Pero, puesto que existen tres planos del espacio, debe haber un tercer campo, que posiblemente es gravitacional.Mediante el enlazamiento de generadores electromagnéticos, de forma que produzcan un pulso magnético, sería posible crear este tercer campo, a través del principio de la resonancia. Jessup me dijo que pensaba que la Marina de los Estados Unidos tropezó inadvertidamente con esto durante un experimento de guerra que se realizó en un destructor y que recibió el nombre de Experimento Filadelfia.
¿Qué era el Experimento Filadelfia?
Según Jessup, era una experiencia secreta que la Marina realizó durante la guerra, en 1943 en el mar, frente a Filadelfia. Su finalidad era verificar el efecto de un fuerte campo magnético sobre una embarcación de superficie tripulada. Esto había de realizarse utilizando generadores magnéticos (degaussers).Se emplearon generadores pulsadores y no pulsadores, para crear un enorme campo magnético sobre y alrededor de un barco inmovilizado. Los resultados fueron tan sorprendentes como importantes, aunque tuvieron consecuencias posteriores muy desafortunadas para la tripulación. Cuando empezó a realizarse la experiencia surgió una luz verdosa y opaca, similar a la luminosidad gris brumosa que según los testimonios de supervivientes de que disponemos se produce durante los incidentes del Triángulo de las Bermudas.Muy pronto, el buque entero estaba cubierto por este velo verde y la nave, con tripulación y todo, empezó a desaparecer de la vista de los que se hallaban en el muelle. Sólo podía verse la línea de flotación. Posteriormente se dijo que el destructor había aparecido y desaparecido en Norfolk, Virginia, lo que podría ser el resultado de un viaje invisible de prueba y relacionado con un fenómeno de cambio en el tiempo.
Un ex miembro de la tripulación informó que el experimento resultó exitoso, y que se produjo un campo de invisibilidad de forma esférica que se extendía a lo largo de cien metros, desde un haz al otro, dejaba ver la depresión causada por el barco en el barco, pero no el barco mismo.Al intensificarse la fuerza del campo empezaron a desaparecer algunos marinos que tuvieron que ser hallados mediante una búsqueda al tacto y vueltos a la visibilidad mediante una especie de técnica de recuperación manual. Otros quedaron tan lejos de sus dimensiones materiales que sólo pudieron ser detectados y devueltos a la normalidad mediante un aparato electrónico especialmente diseñado.En aquellos casos, cuando un compañero no podía ser visto ni oído, la tripulación solía decir. "Se quedó pegado en melaza". Lo que se había producido realmente era un estado de animación suspendida, cuya recuperación completa podía convertirse en un serio problema. Se rumoreó que muchos marinos fueron hospitalizados, otros murieron y otros resultaron con perturbaciones mentales.En general, la capacidad física pareció haber aumentado. Algunos tripulantes conservaron los efectos de la transmutación causados por el experimento, y desaparecían y reaparecían temporalmente, en casa o mientras iban por la calle o estaban sentados en bares y restaurantes causando asombro y consternación entre transeúntes y camareros. De pronto, cuando la llevaban a tierra, la bitácora del buque estalló en llamas, con insultados desastrosos para el que la llevaba.
¿Presenció el doctor Jessup estos incidentes?
Yo no sé cuántas de las cosas que me contó fueron vistas por él, pero en todo caso las investigó muy acuciosamente. Tenga en cuenta que no era un escritor "maniático", sino un científico y astrónomo famoso y distinguido. Estuvo a cargo del mayor telescopio reflector del Hemisferio Sur, dirigió diversos proyectos relacionados con eclipses, fue el descubridor de las estrellas dobles y tenía una trayectoria científica brillante.La razón por la que estuvo relacionado con el Experimento Filadelfia fue que un hombre que alegaba haber sobrevivido a la prueba, llamado Carlos Allende (o Carl Allen) le escribió en 1956, en relación con su libro El caso de los OVNI. Además, había gran similitud entre su teoría y lo ocurrido durante el experimento.Allende comenzó a escribirse regularmente con Jessup, quien respondía, naturalmente, como cualquier autor a un admirador. Algún tiempo más tarde, la Oficina de Investigación Naval (ONR) le pidió que viajara a Washington. Recuerde que la censura había encubierto el Experimento Filadelfia, con excepción de un pequeño artículo publicado en un periódico de aquella ciudad.Le enseñaron un ejemplar de su libro, que había aparecido misteriosamente en las oficinas de la ONR, y que estaba lleno de anotaciones relativas a sus teorías, al Experimento y a las actividades de los OVNI. Luego le preguntaron si reconocía la letra, que al parecer pertenecía a tres personas distintas. Cada una había identificado sus notas con sus iniciales. Jessup creyó reconocer uno de los escritos y la firma anexa como perteneciente a Allende y entregó las cartas de éste a la ONR.Posteriormente, el Departamento de Marina ordenó reproducirlas en Texas, creo. Se hicieron 25 copias exactas del libro marcado, con las notas impresas en rojo. Según Jessup, quien recibió tres ejemplares, le dijeron que aquello sólo circularía en los niveles más altos del Departamento.La Marina nunca admitió nada, oficialmente, pero sin duda estaban interesados en el libro. Jessup me dijo también que la Marina trató de ubicar a Allende por medio del remitente de su correspondencia, pero no lo consiguió. Los otros comentaristas tampoco fueron nunca identificados.
¿Por qué se mató Jessup?
Si es que se suicidó, lo hizo probablemente por la extrema depresión en que se hallaba sumido. La Marina le había pedido que siguiera trabajando en el Experimento Filadelfia, o en otros proyectos similares, pero se negó, porque estaba preocupado respecto de sus peligrosas ramificaciones.También estaba abatido por la crítica de sus libros hecha por el mundo científico y académico.
Dijo usted "si es que se suicidó". ¿Existe algún motivo para pensar que lo mataron?
Hubo algunos comentarios en ese sentido. Algunos lo pensaron y tal vez pudo salvarse. Cuando lo encontraron estaba todavía con vida... Tal vez dejaron que se muriera. Sus teorías eran muy avanzadas y tal vez había gente o influencias que deseaban evitar que se propagaran.Es curioso que el ejemplar del libro de la Marina lleno de anotaciones que pertenecía a Jessup y otro que regaló a Briant Reeves (otro escritor especializado en OVNI) desaparecieron del correo cuando fueron enviados a otras personas.
¿Está usted de acuerdo con las teorías de Jessup?
En general, sí. Toda la cuestión del magnetismo es por ahora un misterio. Si desarrolláramos las sugerencias contenidas en la teoría del campo unificado de Einstein, que relacionan los campos gravitacionales y electromagnéticos con la teoría del espacio-tiempo, y si los campos magnéticos fuesen suficientemente fuertes, esa sería la causa de que los objetos y la gente cambien de dimensión, haciéndose invisibles.La respuesta a la cuestión del Triángulo de las Bermudas se halla tal vez en las aberraciones o controles electromagnéticos, que se evidencian sólo en algunas épocas, cuando son activados por casualidad o a propósito, y parece posible que la presencia de los OVNI cree las cargas de energía requeridas.
¿Por qué cree usted que existe esa concentración de incidentes en el Triángulo de las Bermudas?
Creo que es posible que los seres inteligentes que dirigen a los OVNI no estén sólo tomando muestras y verificando nuestro progreso científico, como lo demuestra su interés por Cabo Kennedy y nuestras pruebas espaciales, sino que están retornando a lo que podrían ser antiguos recintos sagrados o quizá centros o estaciones generadores de energía que actualmente están cubiertos por el mar.En años recientes hemos descubierto, cerca de las Bimini y en otros lugares de las Bahamas, grandes construcciones en el fondo del mar que constituyen indicios de que allí existía hace miles de años una civilización muy desarrollada. Resulta más que curioso que hayan ocurrido tantos incidentes en esta zona y que haya habido tantas visiones de OVNI, no sólo en el cielo, sino también entrando y saliendo del océano.
¿ Qué podemos hacer respecto de los OVNI y de la amenaza que significan?
En este momento no podemos hacer nada. No creo que exista mucho peligro para la mayor parte de los viajeros, y tal vez las personas que han desaparecido están vivas todavía, en otro lugar o dimensión. Me parece, sin embargo, que es importante estudiar la situación y tratar de idear alguna forma de comunicación con ellas. Eso es lo que muchos de nosotros estamos intentando.
En vista de lo que obviamente podría hacerse, deberíamos considerarnos afortunados de que sus actividades hayan sido tan benevolentes hasta ahora, aunque siempre existe la posibilidad de que estos visitantes no provengan de los mismos lugares en el espacio exterior o interior y no tengan las mismas nociones "conservacionistas" acerca de nuestro planeta y sus habitantes.
Si nuestros grandes apagones han sido causados por naves del espacio, deliberada o inadvertidamente, es notable que ni un sólo accidente relacionado con daños sufridos por personas haya sido atribuido a los cortes de energía ocurridos durante esos períodos.
Cabe señalar que tanto el gran apagón del Nordeste, en 1965, como la falla de energía ocurrida en Miami en 1973 fueron seguidas de informes locales acerca de OVNI. Durante el apagón del Nordeste, hubo observadores que advirtieron una bola roja y brillante de 30 metros de diámetro en Syracuse. Entre ellos se hallaba el subcomisionado de la Agencia de Aviación Federal. Fueron vistos OVNI también sobre Nueva York, Newark y Filadelfia y en numerosos lugares de Massachusets, Rhode Island y el estado de Nueva York.El desperfecto en los motores sufrido por automóviles que se hallaban cerca de los lugares donde fueron vistos OVNI tiene relación con los fallos eléctricos y de radio que suele caracterizar su presencia y que ha sido confirmada por tantos pilotos de aviones y barcos, dentro del Triángulo de las Bermudas.
Sin embargo, es evidente que muchas personas aceptaron de antemano la explicación de los OVNI, como causantes del apagón y de las perturbaciones en los sistemas eléctricos y de comunicaciones, y en el campo magnético de la Tierra. La noche del incidente estaban particularmente predispuestas a descubrir visitantes celestes, sobre todo porque no había luces que interfirieran y era una oportunidad óptima para examinar los cielos.
En todo caso, aunque el lugar en que se produjo el fallo del circuito que provocó el gran apagón de 1965 ha sido identificado (el Sir Adam Beck No. 2, en el río Niágara), la causa original no ha sido explicada y el comentario que alguien hizo después de la investigación sigue siendo cierto:"El apagón causado por el fallo de la red de energía del Nordeste ha creado uno de los mayores misterios en la historia de la civilización moderna".Varios de los más persistentes observadores del Triángulo de las Bermudas coinciden al señalar que, puesto que no existe una explicación terrenal acerca de las desapariciones de tantos barcos y aviones, la explicación podría ser extraterrestre: captura de naves y personas por intermedio de los OVNI.Además, la mayor parte de las visiones de estos objetos hablan de luces de distintos colores e intensidades advertidas durante la noche y algunas de las más espectaculares desapariciones de aviones se han caracterizado por las extrañas luces advertidas en el cielo. Eso fue lo que ocurrió en la época del Vuelo 19 y nuevamente en el caso del Star Ariel. Sin embargo, aunque existen ciertas coincidencias acerca de las desapariciones de aviones y barcos, no la hay respecto del lugar desde el cual vendrían los OVNI.
Cualquier punto del espacio exterior, con sus billones de planetas posiblemente habitados, podría ser una fuente plausible del origen de estas visitas, salvo que el tiempo del viaje, calculado en años luz, llevaría buena parte de la vida de una persona, o varias vidas.El viaje a la estrella más cercana, nuestro propio Sol, tomaría sólo ocho minutos, medido en unidades de tiempo-luz, pero la siguiente estrella más próxima, Alpha Centauri, está a 4,3 años-luz de distancia. Sin embargo, es posible que la duración de una vida humana, tal como ahora la concebimos, sea muy distinta a la conocida en los planetas de las estrellas lejanas.Además, en años recientes han surgido nuevas teorías relacionadas con el límite de la velocidad —velocidad de la luz, curvatura del espacio, y relaciones entre tiempo, masa y energía— que podrían terminar por modificar nuestro concepto acerca del tiempo necesario para viajar a otras galaxias.
[AQUÍ]
Algunos teóricos sugieren que la fuente de las visitas podría hallarse más cerca de la Tierra, tal vez en los océanos de la Tierra misma.
Ivan Sanderson, en su libro Residentes
invisibles, señala que casi tres cuartos de la Tierra yacen bajo el
agua (hay 400 millones de km2 de agua, y sólo 150 millones de
tierra) y que los seres que respiran en la atmósfera y existen sobre
el fondo terrestre del "océano de aire" viven bastante cerca de la
superficie terrestre, mientras que los que respiran dentro del agua
no están limitados a permanecer en el fondo de la hidrosfera y
disponen de un volumen cúbico inmensamente mayor para operar y
desarrollarse; por esto sugiere lo siguiente:
... En este planeta existe una "civilización" (o civilizaciones) submarina que ha permanecido y evolucionado aquí durante mucho tiempo y hay seres inteligentes que han llegado desde otros lugares y que prefieren usar el fondo de la hidrosfera y posiblemente también las capas superficiales de la litosfera que está debajo de aquélla. Sobre ella, o dentro de ella, residen y desde allí operan.
Sanderson señala que si una civilización
como ésta ha podido desarrollarse bajo el agua, actualmente se
encontraría mucho más adelantada que la que vive en la superficie y
que abandonó el mar hace tantos billones de años, para vivir sobre
la tierra. Al permanecer en el océano habría tenido la ventaja
inicial de mantenerse en su ambiente original, para luego crecer con
el tiempo preocupándose muy poco de lo que ocurría en tierra firme.
La presencia de seres y actividades tecnológicas tan adelantadas bajo los mares del mundo ha sido tal vez la causa de las numerosas leyendas conservadas a lo largo de la historia y que se recogen incluso hoy, en una época en que los acontecimientos desusados se advierten y registran con mucha mayor precisión que en épocas anteriores.
Esto explicaría los OVNI de mar a aire
vistos en el Triángulo de las Bermudas, y también el especial
interés de los OVNI por los avances tecnológicos que se advierten en
Florida y aguas adyacentes. En cuanto a la verdad sobre su
existencia, podría ser cuestión, no tanto de que nosotros los
descubriéramos, como de que ellos nos descubriesen y vieran en
nosotros una fuente de peligro para su propio medio ambiente.
En cuanto a la posibilidad de que los OVNI vengan volando desde otra dimensión, para secuestrar aviones, barcos y personas de la nuestra, existe la teoría relativa a las otras dimensiones, coexistentes, que a su vez tiene relación con la teoría de la materia negativa: una Tierra negativa y mundos coexistentes. Todo ello resulta menos fantástico ahora que hace varias décadas, cuando fue sugerido por primera vez.
El almirante Richard Byrd, un famoso explorador y piloto que voló en varias ocasiones sobre los intensos campos magnéticos de los Polos, transmitió por radio un mensaje increíble mientras volaba sobre el Polo Sur, en 1929. Dijo que estaba penetrando a través de una niebla luminosa en una zona cubierta de vegetación y con lagos sin hielo. Agregó que veía grandes bestias, como bisontes y otros animales y seres que parecían hombres primitivos.
La transmisión se perdió casi
inmediatamente y el informe del almirante fue atribuido a cansancio
nervioso momentáneo o a una alucinación. Tanto su hazaña como su
testimonio quedaron posteriormente sin publicarse, pero el hecho de
que Byrd hubiera transmitido aquel informe no hizo ningún bien a su
reputación, en los círculos científicos.
Lo que resulta extraño es que cierto
número de personas que iban habitualmente al cine en los años veinte
están seguras de haber visto noticieros acerca del vuelo de Byrd que
incluían escenas de "la tierra más allá del Polo". Pero es posible
que, después de haber leído acerca del incidente, hayan confundido
otros noticieros que mostraban las hazañas del Almirante con el del
controvertido incidente.
El hecho mismo ha sido relegado al mundo
de la leyenda y muy pocas veces se hace alusión a él, salvo por los
creyentes en el culto a la "tierra hueca", que suponen que el
almirante voló a través de un agujero en la Tierra, y no en otra
dimensión, como se ha sugerido para explicar las desapariciones en
el Triángulo de las Bermudas.
En todo caso, parece existir una similitud entre los campos magnéticos del tipo supuestamente creado por el Experimento Filadelfia y las condiciones existentes sobre los polos, siempre suponiendo que el vuelo del almirante Byrd fue hecho en circunstancias en que se hallaba en total control de sus facultades.
Al examinar la amplia gama de explicaciones desusadas que dan muchos serios y calificados investigadores de los incidentes del Triángulo de las Bermudas, no podemos dejar de recordar el epigrama de Haldane:
"El Universo no es sólo más extraño que lo que imaginamos, sino más extraño que lo que podemos imaginar".
Entre las diversas razones que se citan
para justificar las inexplicables desapariciones que acabamos de
enumerar existen las siguientes: entes del espacio exterior o
interior capturarían en forma selectiva a seres humanos; existiría
un agujero dimensional en el cielo, al que los aviones pueden
entrar, pero del que no pueden salir, que se ha denominado "un
desgarrón magnético en la cortina del tiempo" y, en tercer lugar,
que habría ciertos vértices o torbellinos magnéticos que serían la
causa de la desaparición de los aviones, o de su traslado a otra
dimensión.
Estas teorías no son ni más ni menos fantásticas que aquella otra que predica la existencia, dentro del Triángulo, de grandes complejos de energía, antiguas máquinas o fuentes energéticas de una civilización anterior que yacen en el fondo del océano, dentro del área del Triángulo, y que incluso ahora podrían ser ocasionalmente accionadas por aviones que, al sobrevolarlas, crean torbellinos magnéticos y provocan perturbaciones magnéticas y electrónicas.
En cierto sentido, estos aviones
desencadenarían, en un momento preciso y bajo determinadas
condiciones, la causa de su propia destrucción. Sin embargo, aunque
esta teoría es tal vez la menos plausible (según nuestras normas
comúnmente aceptadas), de todas las sugeridas en este y en otros
capítulos, hay algunas características de la zona en cuestión y de
su historia geológica que sugieren la existencia de un punto de
unión entre ella y las que hemos señalado anteriormente.
Para examinar esta nueva teoría debemos volver atrás en el tiempo y en la vida del océano y de la civilización humana.
CAPITULO 7
Una sugerencia del pasado del Océano
SE ACEPTA GENERALMENTE QUE GRANDES PORCIONES de la superficie de la Tierra estuvieron en alguna época bajo el agua, y que otras que ahora están sumergidas fueron parte de la superficie terrestre.
Esto ya fue advertido por los
naturalistas de la Antigüedad, cuando encontraron restos fósiles en
el desierto, y por los de nuestra época, que han hallado esqueletos
de ballenas en zonas tan al interior de los continentes como
Minnesota e incluso las montañas del Himalaya.
Por otra parte, existen amplias pruebas
de que el desierto del Sahara fue alguna vez un mar interior.
Existe, pues, un acuerdo general en cuanto a los intercambios en
gran escala entre la tierra y los océanos ocurridos en el mundo
entero, pero hay un aspecto que resulta particularmente importante
para el estudio de los cambios de nivel en la tierra y el mar
ocurridos dentro del Triángulo en épocas comparativamente recientes,
y es el relativo a la oportunidad exacta en que se produjeron.
Sabemos que durante la edad de los hielos existía un enorme volumen de agua del océano dentro de la zona de glaciares de una profundidad de varios kilómetros que cubrían grandes extensiones del Hemisferio Norte, que estaba congelada.
Hace unos 12.000 años, cuando los
glaciares comenzaron a derretirse, debido a cambios de clima cuyas
causas no están claras todavía, las aguas del planeta se elevaron,
sumergiendo islas y tierras de la costa, convirtiendo istmos en
estrechos y grandes islas en llanuras submarinas.
Se estima que el nivel de las aguas del
océano era unos 200 o más metros más bajo que el actual, en el
momento en que el Tercer Glaciar comenzó a derretirse. Además,
muchas tierras que estuvieron alguna vez sobre las aguas pueden
haber quedado aún por debajo de ese nivel, debido a la actividad
volcánica que se produjo, en el mismo momento, o con posterioridad a
la inundación, para usar la terminología bíblica utilizada quizá
para describir estos acontecimientos.
Casi todas las razas y tribus del mundo han conservado vivas narraciones acerca de las anteriores destrucciones universales causadas por incendios, inundaciones, terremotos, explosiones o trastornos y mutaciones de la Tierra toda. En la mayor parte de los casos, sólo un superviviente, junto con su familia y algunos animales elegidos, han logrado iniciar una nueva vida, como lo hiciera Noé, en un nuevo mundo, una vez que las perturbaciones cesaron y las aguas recuperaron su nivel.
Pero Noé fue sólo un superviviente, el
que resultaba familiar a los herederos de la tradición religiosa
judeocristiana. Hubo otros muchos que escaparon a las mismas o
similares catástrofes, como por ejemplo,
Deucalión, de la mitología griega, que repobló la tierra esparciendo piedras Baisbasbata, el superviviente de la inundación de que se habla en el Mahabharata de la India Ut-napishtim, de la leyenda babilónica, cuya historia se parece mucho a la de Noé Yima, de Irán Coxcox, del antiguo México, que escapó a la inundación en una balsa de ciprés gigantesca Tezpi, perteneciente a otra raza mexicana, más desarrollada, quien dispuso de un espacioso navío en el que cargó granos y animales Bochica, de la leyenda Chibcha colombiana, quien finalmente se libró de las aguas abriendo un agujero en la Tierra (igual que el griego Deucalión) Tamandere, el Noé guaraní de la Sudamérica Sudoriental, que flotó en un árbol enorme, sobre la cumbre de una montaña, donde consiguió supervivir y muchos otros alrededor del globo
En cada caso, los animales salvados
representaban la fauna local, como se desprende de la descripción
del Arca de Noé. En la leyenda estadounidense, estos ejemplares se
ven complementados por otros, como llamas, jaguares, tapires,
búfalos, coyotes y buitres, que fueron salvados por los antiguos
personajes, contrapartida norteamericana de Noé.
Ante una leyenda mundial tan precisa, en que incluso el período de tiempo en que ocurrió la inundación varía sólo ligeramente, entre cuarenta y sesenta días, parece plausible presumir que aquella catástrofe de escala mundial realmente ocurrió, y que dejó profunda huella en la memoria de las razas. También parece cierto que tuvo alguna relación con el mar y los cambios subsiguientes en la tierra, el clima y los niveles del agua ocurridos en todo el planeta.
Se han encontrado vestigios de esta catástrofe, o catástrofes, no sólo en la memoria del hombre, sino en las vastas erupciones, hundimientos y uniones de los fondos de la tierra y el mar. Por ejemplo, las extensiones de arena que se hallan a miles de metros de profundidad en torno de las Azores; los límites de la costa que se alzan a centenares de metros en algunos parajes, especialmente en Groenlandia, el norte de California y el Perú (donde se han hallado restos humanos cerca del fondo de las antiguas estribaciones geológicas resultantes de estos levantamientos).
Los Andes mismos, que son geológicamente
muy recientes, parecen haber sido levantados o empujados hacia
arriba, transportando con ellos tal vez ciudades enteras, como
Tiahuanaco. Mientras tanto, otras tierras costeras de la América del
Sur se hundían en el océano, en las profundidades de la fosa de
Nazca.
El derretimiento de los glaciares podría
haber causado la misma catástrofe, ya que habría significado la
inundación de las llanuras de las islas del Atlántico y grandes
extensiones de las plataformas continentales, que anteriormente se
hallaban sobre el agua. Al mismo tiempo, en todo el mundo se
produjeron cambios climáticos, con asombrosa rapidez.
En Siberia, todavía suelen hallarse
restos congelados de mamuts, helados con tal rapidez, que su carne
era aún comestible y fue ingerida, primero por perros y luego por
científicos soviéticos. Estos mamuts, rinocerontes y otros animales
que en general no suelen relacionarse con Siberia, se vieron
aparentemente atrapados por grandes inundaciones de lodo en
congelación (o lodo que se congeló con posterioridad) y quedaron tan
rápidamente en estado de conservación, que en sus estómagos se han
hallado restos de alimentos no digeridos (de plantas que ya no se
dan en Siberia).
Hay algunos lugares del norte de Siberia, Alaska y Canadá que se hallan cubiertos de huesos de grandes animales que sucumbieron repentinamente, en una época que se estima entre 10.000 y 11.000 años atrás. Hasta tal punto son abundantes, que algunas islas o lugares elevados a los que acudieron buscando refugio parecen estar constituidos enteramente por sus huesos.
Se han encontrado también otros puntos
de supervivencia en Europa del Norte, Asia Central y China, donde
especies totalmente distintas y hostiles huyeron buscando abrigo y
murieron en grandes manadas. Pareciera como si la cumbre entera del
mundo hubiese experimentado al mismo tiempo un trastorno climático
rápido e inexplicable. No obstante, en otros hemisferios se hallan
también señales de exterminación simultánea de especies, desde el
gran cementerio de elefantes que existe en los Andes colombianos,
hasta zonas bajo el agua, como el otro enorme cementerio de
elefantes hallado frente a la costa de Georgia.
Ninguno de estos animales eran
habitantes naturales de los sitios en que los encontró la muerte en
número tan elevado y en medio del repentino cambio climático que
ocurrió hace 12.000 años.
Entre las áreas que eran tierra firme en aquel período, y que hoy están cubiertas por las aguas, se hallan partes del Mediterráneo, puentes terrestres entre Gibraltar y África y entre Italia y Sicilia, una gran extensión del Mar del Norte, las plataformas continentales que están frente a Irlanda, Francia, la Península Ibérica y África, las llanuras sumergidas en torno de las Azores, las islas Canarias y Madeira, la cordillera de las Azores-Gibraltar y la del Atlántico Norte, y las plataformas continentales de Norte y Sudamérica, especialmente los enormes bancos de las Bahamas, que, una vez sumergidos, se extienden a lo largo de un área de miles de kilómetros cuadrados.
Existen abundantes pruebas de que estas zonas han estado sobre la superficie del océano en un período situado dentro de los últimos 10.000 o 12.000 años. Una expedición rusa realizada al norte de las Azores rescató recientemente desde una profundidad de 2.000 metros, algunas rocas que presentaban evidencias de haberse formado bajo presión atmosférica, hace unos 17.000 años.
En el siglo XIX, mientras se realizaba
una operación de dragado destinada a reparar una avería en el cable
transatlántico, cerca de las Azores, se recogieron trozos de "taquilita",
una lava vitrificada que se forma sobre el agua debido a la presión
atmosférica.
Se estimó que las muestras tenían una
antigüedad de unos 12.000 años. (Aunque este incidente ha suscitado
numerosos comentarios, resulta particularmente interesante examinar
el motivo de la avería, o ruptura del cable, como un ejemplo de los
movimientos que se producen en el fondo del océano. Lo que hizo que
el cable se rompiera fue un repentino alzamiento de alrededor de
1.200 metros ocurrido en el fondo del mar.)
Un proyecto que están realizando actualmente (1973-4) en las Azores un grupo de científicos de la Universidad de Halifax, destinado a la investigación de la energía geotérmica, ha dado como resultado indirecto la comprobación de que en los primeros 800 metros de núcleos perforados bajo el nivel del mar se encuentran indicios de que su formación se produjo sobre el nivel del mar. Ello implicaría que las grandes zonas que se encuentran alrededor de las actuales islas Azores estuvieron alguna vez sobre las aguas.
Hay otros recientes descubrimientos que parecen apoyar la fecha de 12.000 años atrás como aquella en que se produjo el hundimiento más reciente de grandes extensiones de tierra en el Atlántico. Esto coincidiría también en la época en que se estima que se formó el Tercer Glaciar.
En 1956, los doctores R. Malaise y
P. Kolbe, del Museo Nacional de Estocolmo, manifestaron su creencia de
que los fósiles de diatomeas (algas microscópicas) de agua dulce que
el doctor Kolbe extrajo de una profundidad de 3.600 metros, cerca de
la cordillera Atlántica, estuvieron depositados originalmente en un
lago que existió en la superficie de la Tierra y que ahora se
hallaría en el fondo del océano. La edad de estas diatomeas se
estimó entre 10.000 y 12.000 años.
Esta cifra resulta de una curiosa coincidencia con la descripción de la Atlántida que hace Platón en su diálogo Timeo, donde se refiere a un gran continente que habría existido en el océano "hace 9.000 años" —unos 11.400 años antes de nuestra era—.
Aunque las fechas recogidas de leyendas resultan sospechosas, especialmente cuando son de segunda o tercera mano (Platón recibió su información indirectamente de Solón, quien, por su parte, la tomó originalmente durante un viaje de Sais, en Egipto), resulta sin duda notable que estos cálculos de tiempo surjan con tanta frecuencia en otros campos relacionados con estas tierras sumergidas.
Sin embargo, hay otros indicios de que grandes zonas del Atlántico Occidental estuvieron alguna vez sobre el nivel de las aguas. Las playas de arena, por ejemplo, se forman no en el fondo del océano, sino en las orillas, por la fuerza de las olas al romper contra la costa.
No obstante, suelen encontrarse playas
de arena en llanuras submarinas muy profundas que existen alrededor
de las Azores. Los ríos forman cañones únicamente en tierra; sin
embargo, el cañón del río Hudson continúa bajo el agua durante
cientos de kilómetros. Otros similares se extienden de manera
parecida, desde los puntos en que algunos ríos de Europa, África y
Sudamérica entran al océano.
En el fondo del Mar del Norte se han hallado huesos humanos y de mastodonte junto a herramientas prehistóricas. Ello indica un cierto grado de adelanto y la posibilidad de que haya existido algún desarrollo cultural en la era del Pleistoceno (anterior al año 11.000 A.C.).
Pero, tal vez el más notable indicio de
cómo se han estado sumergiendo los restos culturales de los pueblos
prehistóricos desde el derretimiento de los últimos glaciares son
los edificios submarinos, las paredes, diques y caminos que suelen
encontrarse ahora con frecuencia cada vez mayor bajo las aguas de
las costas occidentales de Europa y Sudáfrica y las suborientales de
Norteamérica.
En éstas últimas se han hallado
edificios submarinos, paredes y caminos de piedra que llevan hacia
el Este desde las costas de Yucatán y Honduras. Dichos caminos
podrían conducir a ciudades sumergidas que se encontrarían aun más
allá, mar afuera. Hay incluso un ejemplo de "muralla" marina de 10
metros de alto y 185 km de largo que se interna en el océano frente
a Venezuela y cerca de la desembocadura del Orinoco.
En un comienzo
se creyó que era un fenómeno natural, pero sus líneas rectas y su
estructura tienden a desmentir esta primera apreciación.
Hay fuertes indicios de que en el Mar
Caribe existía una masa de tierra continental, de la que algunas
islas y cordilleras de las Antillas podrían ser cumbres
supervivientes. En 1969, una expedición investigadora de la
Universidad de Duke estudió el fondo del mar en el Caribe y realizó
operaciones de dragado en cierto número de localidades de la Cumbre
de Aves, que se extiende a lo largo del límite oriental de la fosa
oceánica venezolana, entre Venezuela y las islas Vírgenes.
En cincuenta oportunidades se sacaron a
la superficie rocas de granito (ácido ígneo), que normalmente sólo
se encuentran en los continentes. Comentando este hecho, el doctor
Bruce Heezen, un distinguido oceanógrafo, observó:
"Hasta ahora, los geólogos creían que el granito ligero, o rocas de ácido ígneo, existían sólo en los continentes y que la corteza terrestre bajo el mar estaba compuesta de rocas basálticas, más pesadas y de color oscuro... De manera que la aparición de rocas graníticas y de color más suave podría apoyar una vieja teoría, según la cual, en la región del Caribe Oriental existió antes un continente y estas rocas podrían representar el núcleo de un continente hundido, perdido".
Sin embargo, el área del Triángulo de
las Bermudas en que más incidentes se han producido, y en que han
tenido lugar los descubrimientos más sorprendentes de restos
submarinos es la meseta de las Bahamas. Muchos de los hallazgos se
han hecho a sólo algunas brazas de profundidad.
Las formaciones submarinas de piedra
caliza de los bancos de las Bahamas estaban en su mayor parte sobre
el nivel del mar, hace unos 12.000 años. Esta gran zona terrestre
contenía bahías y vías de agua interiores que ahora aparecen en los
mapas de profundidad como las partes hondas del océano que cruzan
sobre y alrededor de los bancos de las Bahamas.
En una época anterior al levantamiento
del mar, esta considerable extensión de tierra formaba una gran isla
o conjunto de islas que albergaban una cultura muy compleja, si
hemos de creer lo que señalan los restos submarinos.
Desde 1968 hasta la actualidad se han realizado descubrimientos bajo las aguas, especialmente en las Bimini, de algo que parece haber sido una construcción de piedra enorme. Se halla depositada sobre lo que actualmente es el fondo del mar y la componen inmensos bloques de piedra, dispuestos de tal modo que parecen ser caminos, plataformas, obras portuarias o murallas caídas.
Se asemejan extrañamente a las
construcciones pétreas de Perú, a las columnas de Stonehenge y a las
murallas ciclópeas de la Grecia de Minos. La edad de los bloques es
incierta, aunque algunas raíces fosilizadas de mangle que habían
crecido sobre las piedras han arrojado, en los análisis con
carbono-14, fechas que les dan una antigüedad de unos 12.000 años.
El más célebre de estos hallazgos ha
sido el del "Camino" o "Muralla" de las Bimini, descubierta primero
por el doctor J. Manson Valentine, en 1968, junto a los buceadores
Jacques Mayol, Harold Climo y Robert Angove.
A primera vista, desde un bote y cuando
el mar estaba especialmente claro y no había movimiento en la
superficie, era, según las palabras de Valentine,
"un extenso pavimento de piedras lisas, rectangulares y poligonales de diverso tamaño y grosor que, obviamente, habían sido diseñadas y alineadas para formar una estructura muy armoniosa. Era obvio, también, que estas piedras habían permanecido sumergidas durante un largo período, a juzgar por los bordes de las más grandes, que se habían alisado y les daban una apariencia de almohadones o trozos de pan gigantescos.Algunas eran absolutamente rectangulares y en ocasiones casi formaban perfectos cuadrados. (Debemos recordar que en las formaciones naturales las líneas rectas no se dan jamás.) Las piezas más grandes, que tenían un largo de unos tres a cinco metros, por lo menos, estaban colocadas a menudo a lo ancho de las avenidas situadas en forma paralela, mientras las más pequeñas formaban pavimentos tipo mosaico y cubrían secciones más amplias...Las avenidas compuestas por las piedras, aparentemente calzadas, son paralelas y de bordes rectos; la más larga está constituida por una serie doble, interrumpida por dos expansiones que contienen piedras lisas y muy grandes, sujetas en los extremos por piezas verticales (como los antiguos dólmenes de Europa Occidental). El extremo sudoriental de esta gran carretera termina en una esquina hermosamente curva; los tres cortos diques, construidos con grandes piedras cuidadosamente alineadas, tienen una anchura uniforme y terminan en piedras angulares..."Desde el aire, bajo el manto de algas oscuras, resulta difícil distinguir los grandes bloques individuales, que son precisamente los que bordean los márgenes de este desafío geológico y arqueológico".
Los primeros descubrimientos submarinos
en las Bimini recibieron duros ataques de parte de geólogos y
arqueólogos, algunos de los cuales no han visitado el lugar. Sin
embargo, los recientes hallazgos que demuestran que la gigantesca
construcción hace una curva y aparece en otros lugares del fondo del
océano, indican cada vez con mayor claridad el tamaño y las
ramificaciones de esta estructura enorme, cuya finalidad sólo
podemos por ahora conjeturar.
El descubridor ha expresado así sus
opiniones:
"...La sugerencia de que las piedras representan restos de murallas, caminos o incluso un antiguo puerto, son inaceptables en estos momentos, debido a que aún no se ha precisado qué hay debajo de las rocas, si es que hay algo.Sin embargo, las observaciones más recientes, en aguas ligeramente más profundas, han confirmado la existencia de una construcción de múltiples ramificaciones, por lo menos, en una zona. Yo creo que este gran complejo representa la utilización inteligente, por parte de hombres de la Antigüedad, de materiales proporcionados por la Naturaleza y apropiados para la creación de una especie de centro ceremonial.En relación con esto, debe recordarse que algunos lugares sagrados, como el Círculo de Glastonbury (55 km de circunferencia) y los trazados del desierto de Nazca, en el Perú, de líneas e imágenes de animales de 1.800 metros de largo, que sólo pueden apreciarse desde el aire, por sus gigantescas proporciones, no tienen prácticamente ningún punto de referencia con nuestra tecnología moderna, ya que la finalidad de estos artefactos majestuosos nos resulta incomprensible...".
Los vuelos de exploración realizados
desde 1968 han puesto en evidencia otras formaciones extraordinarias
existentes en los bancos de las Bahamas y en el fondo del mar, cerca
de Cuba, Haití y Santo Domingo, que en apariencia habrían sido
hechas por el hombre. Algunas parecen ser pirámides o enormes
cimientos de edificios.
Uno de ellos, situado en la zona de las
Bimini, mide 55 por 42 metros, y podría ser la mitad superior de una
pirámide (o plataformas de templos) cuya existencia mar afuera es
conocida. Dentro de las aguas territoriales de Cuba existe un
complejo entero de "ruinas" submarinas a la espera de exploración; a
menos que ya los propios cubanos (Castro es un entusiasta buceador)
hayan estado allí.
Los pilotos comerciales Bob Brush y Trig Adams fotografiaron un rectángulo partido en los bancos de arena de Andros, mientras volaban en los alrededores de esa isla, en 1968. Más tarde, los buceadores descubrieron que lo que se creía una muralla era una piedra. Sin embargo, no existe información acerca de que los primitivos habitantes de la zona, o los conquistadores españoles que llegaron luego, hayan construido semejantes estructuras allí, y mucho menos bajo el agua.
Cerca de Cayo Lobos se ha localizado y
fotografiado lo que se cree que puede ser un camino sumergido o una
muralla que corre a lo largo de las cumbres de un acantilado. Es
posible que la antigua carretera tuviese ya ese trazado cuando tanto
ella como la montaña se hallaban sobre el nivel del mar.
Tal vez la visión de escalones labrados
en la plataforma continental frente a la costa Norte de Puerto Rico,
de la que informaron el capitán de la Marina francesa Georges Houot
y el teniente Gérard de Froberville desde el batiscafo Archiméde,
representaba simplemente una escalera construida en un acantilado
rocoso, que descendía hasta el antiguo nivel del mar, hace 12.000
años.
En México, frente a la costa de Yucatán, existen numerosas vías terrestres que han sido a menudo observadas desde el aire. Parten de la playa, en línea recta hacia localidades submarinas desconocidas que se hallarían muy lejos, mar afuera, en aguas más profundas. Aunque los caminos de enlace en tierra son invisibles, debido a la jungla que los ha cubierto, los que se encuentran bajo el agua pueden distinguirse todavía cada cierto tiempo, cuando alguna tormenta o las corrientes los dejan al descubierto.
En 1967, los integrantes de una misión que se hallaban a bordo del submarino de gran profundidad Aluminaut observaron lo que les pareció un enorme camino sumergido, o tal vez un pavimento que había estado previamente sobre el agua, frente a las costas de Florida, Georgia y Carolina del Sur.
Aparentemente, la carretera estaba
construida o pavimentada con óxido de manganeso, y cuando se le
instalaron ruedas especiales al Aluminaut, pudo avanzar a lo largo
de la carretera, que en algunos lugares alcanzaba una profundidad de
unos 900 metros, como si fuese un automóvil que se desplazaba a lo
largo de un camino normal, salvo que se hallaba en el fondo del mar.
El tamaño de la superficie pavimentada era demasiado ancho para
sugerir que había sido construido por el hombre.
Esto fue lo mismo que ocurrió con un muy extenso sector "embaldosado" del fondo del océano que fue observado por el doctor Bruce Heezen, del Observatorio Lamont, durante una profunda exploración submarina, en la zona de las Bahamas.
Entre los hallazgos hechos en las Bermudas, que parecieran haber sido construidos por el hombre, algunos son muy visibles, pero otros se encuentran, no sólo bajo el agua, sino debajo del fondo mismo del mar.
Es un hecho que los trabajos en piedra,
o los cimientos pétreos enterrados bajo una acumulación de capas de
tierra de las diversas eras, o como resultado de terremotos o
inundaciones, transforman el musgo o los otros tipos de plantas que
viven sobre ellos. Esto ha conducido a algunos exitosos
descubrimientos en el pasado, tanto en tierra como bajo el mar.
Se han descubierto y reconstruido
algunas estructuras que van desde campamentos y caminos romanos en
ruinas, en Inglaterra, hasta viejos sistemas de canales y murallas
de ciudades de lo que alguna vez fue Babilonia y Asiria (hoy Iraq) y
ciudades perdidas enteras, en Irán y Asia Central. Esto ha sido
posible al estudiar la variedad de formas y degradación de la flora
en tierra o en los pantanos y zonas submarinas. Hay líneas rectas
que muestran, en los colores de la superficie, los lugares en que se
hallan enterrados los cimientos de murallas o en que existieron
canales y carreteras.
El antiguo puerto etrusco de Spina, en
Italia, desapareció hasta tal punto que se le creyó legendario
mientras no se hallaron las huellas de sus muros, cimientos, canales
y muelles, absolutamente invisibles desde tierra pero claramente
perceptibles desde el aire.
La posibilidad de localizar antiguos emplazamientos desde el aire ha sido utilizada con éxito en las Bahamas, donde la plataforma continental es lo bastante superficial como para distinguir en una observación aérea los restos de construcciones submarinas. En muchos lugares, dentro de la zona de bancos de las Bahamas existen asombrosas variedades de grandes plazas, rectángulos, cruces, largas líneas paralelas unas a otras, tal vez caminos que algunas veces dan vuelta en ángulo recto, círculos concéntricos, triángulos, hexágonos y otras formas geométricas.
Todas han sido descubiertas gracias a la
presencia (o ausencia) de musgo sobre las ruinas. Bajo el agua, los
exámenes verificados por los buceadores indican que las
construcciones de piedra descubiertas por las líneas existentes en
el fondo yacen a varios metros de profundidad bajo la arena.
Con todas estas desusadas muestras que ahora están siendo investigadas, uno podría preguntarse por qué nadie las había advertido antes. Parte de la respuesta es que, sin duda, nunca se le ocurrió a nadie buscar una civilización perdida en los bancos de las Bahamas, especialmente dado que existían tantos emplazamientos por descubrir en el Mediterráneo.
Las investigaciones submarinas en esta
zona y frente a la costa de Florida han estado concentradas
especialmente en los barcos españoles cargados de tesoros, que
ciertamente son objetivos que deparan una recompensa financiera más
inmediata que el descubrimiento de alguna civilización olvidada y
difícil de identificar. Incluso teniendo las pruebas en la mano, se
está gastando tantos esfuerzos en los círculos científicos para
descalificar los hallazgos como entre los exploradores e
investigadores para atraer la atención pública hacia ellos.
Hay que hacer notar también que algunos investigadores muy distinguidos dudan antes de enfrentar la opinión hostil de otros arqueólogos y oceanógrafos, o sencillamente no están dispuestos a enfrentarla. Ocurre también que las construcciones y artefactos hallados hasta ahora podrían quedar cubiertos por la acción de tormentas y mareas, y volverían a perderse.
Sin embargo, es notable comprobar que,
desde 1968, se ha producido cierto levantamiento del fondo del Banco
de la Gran Bahama, descubriendo huellas de nuevas formaciones, allí
donde fotografías anteriores de la misma zona no permitían
distinguir ninguna. Este fue el caso de una estructura que tenía la
forma de una gran flecha. Estaba hecha de piedra, tenía 30 metros de
largo y se hallaba entre los cayos North Cat y South Cat, en las
Bimini. Había otra al sudeste de South Caicos, apuntando en dicha
dirección y siguiendo otra línea recta en el fondo que aún no ha
sido explorada.
Algunos de los lugares ya descubiertos parecen también estar alzándose, o tal vez la acción de las mareas los están despojando de los sedimentos, de manera que su estructura, artificial o construida por el hombre, puede apreciarse mejor.
El doctor James Thorne, distinguido
oceanógrafo y buceador, que es sin duda neutral, o en todo caso se
muestra escéptico en cuanto al tema de las "civilizaciones perdidas
bajo el mar", examinó recientemente las gruesas columnas que
sostienen algunas de las piedras de la "muralla" de las Bimini. Ello
significó una convincente refutación de las opiniones de numerosos
otros oceanógrafos, en el sentido de que todo el complejo de las
Bimini y de los otros lugares de las Bahamas son formaciones
naturales.
Otro grupo de buceadores, que habían
hallado el ancla sumergida de un galeón español, descubrieron
mientras la examinaban y rastreaban el fondo alrededor de ella, que
estaba puesta sobre un piso de mosaico, o terraza, que pudo haberse
hundido miles de años antes.
Cada vez que se encuentran restos de alguna civilización sumergida en el Atlántico (o en otras zonas), se publican una serie de libros y artículos de revistas que suelen identificarlos con el continente "perdido" de la Atlántida. La Atlántida, cuya imagen ha intrigado a la Humanidad desde épocas remotas, fue descrita con muchos detalles por Platón en sus diálogos Timeo y Critias como la tierra de la Edad de Oro del hombre, un grande y maravilloso imperio mundial que,
"se hundió bajo el mar... en medio de violentos terremotos e inundaciones... en un sólo día y una sola noche de lluvia... y que ésa es la razón por la cual el mar es impenetrable en esos lugares...".
Como es natural, se han identificado las
ruinas submarinas de las Bahamas con la Atlántida, aunque Platón, el
más famoso comentarista de este continente perdido, parece haberlo
situado en frente de las Columnas de Heracles (Hércules), hoy
conocidas como Estrecho de Gibraltar, en algún lugar del Atlántico.
Una lectura detenida del relato de
Platón revela sin embargo una información en extremo interesante,
que sugiere que el Imperio Atlántico no era una isla, sino una serie
de grandes islas a lo largo del Atlántico, cuyo poder se había
extendido a ambos lados del océano.
Platón escribió:
...En aquellos días (aproximadamente hace 11.500 años), el Atlántico era navegable y había una isla situada frente a los estrechos llamados Columnas de Heracles: la isla era mayor que Libia y Asia juntas y era la ruta hacia otras islas, y desde ellas podía uno pasar a través de todo el continente situado en dirección opuesta y que rodea el verdadero océano; porque este mar que se halla dentro de los estrechos de Heracles (el Mediterráneo) es sólo un puerto, con una entrada estrecha, pero el otro es el verdadero mar y la tierra que lo rodea podría en verdad ser llamada un continente.
Debe señalarse que Platón mencionó a
Libia (es decir, África) y Asia, pero específica y separadamente
habla del continente; es decir, el continente hacia el Oeste que,
según había dicho antes, se hallaba dentro de la égida de la
Atlántida.
Los complejos submarinos de las Bimini y de otros puntos situados dentro de las Bahamas han sido atribuidos a toda clase de tempranos viajeros oceánicos: fenicios, cartagineses, griegos de Minos, mayas, egipcios y, como recurso final, cuando su antigüedad se va haciendo más patente, a los atlantes. Sin embargo, es casi seguro que ninguna raza de nuestra historia conocida fue responsable de su construcción y lo que es del todo cierto es que no fueron construidos bajo el agua.
La referencia de Platón a un continente
situado al otro extremo del "verdadero océano" ha sido a menudo
citada como prueba de que los antiguos archivos hacían referencia a
la América del Norte y que dichas menciones sirvieron de inspiración
y estímulo a Colón. Según se dice, el navegante llevaba consigo un
mapa que mostraba la Atlántida y las tierras que se extendían más
allá.
El relato de Platón implica de manera
directa la posibilidad de que la Atlántida (término utilizado aquí
en el sentido de imperio del océano Atlántico) se hallara en el
extremo occidental del océano Atlántico.
Esta zona habría abarcado las actuales
islas de los Bancos de la Gran Bahama, en la época en que grandes
extensiones de ellos se hallaban muy por encima del nivel del mar, y
en que los accidentes oceánicos más profundos de la actualidad, como
la Lengua del Océano y el Estrecho de Florida formaban una bahía
interior y una barrera marina que partía desde la costa de Florida,
la cual se extendía también mar adentro, mucho más que ahora. Los
declives circulares del fondo del mar que se hallan a 25 km de los
Cayos de Florida y a 150 metros de profundidad respecto del fondo
marino que los rodea (de unos 300 metros de hondura en esa zona) han
sido diseñados en mapas por el Registro Costero y Geodésico de los
Estados Unidos.
En ellos se les considera lagos de agua
dulce cubiertos por el mar en la época del último levantamiento del
océano, o del último hundimiento de las zonas costeras.
Observando la actual tabla de profundidades del Atlántico Occidental se advierten claros indicios de que, si el nivel del mar descendiera entre 180 y 250 metros, existirían grandes islas en las zonas en que actualmente se encuentran algunas pequeñas. Y resulta particularmente interesante recordar que este ascenso de las aguas se produjo hace 11.000 o 12.000 años, lo cual coincide con la información que Platón recibió por medio de Solón, de los sacerdotes egipcios de Sais, cuyos archivos escritos anteceden a los de los griegos en mil años.
A lo largo de los años, la Atlántida ha
sido "situada" en distintos lugares del mundo: bajo el océano
Atlántico, bajo los mares Egeo, Caspio y del Norte, en África
Occidental, España, Túnez, Alemania, Suecia, el Sahara, Arabia,
México, Yucatán, Venezuela, las Azores, las Canarias y las islas
Madeira, Brasil, Irlanda, Ceilán, e incluso las profundidades del
Océano Indico. A menudo, esto depende de la nacionalidad y tal vez
también, diríamos, de la Weltanschauung del escritor o investigador.
La candidatura de la parte occidental del Triángulo de las Bermudas como lugar de emplazamiento de la Atlántida se ha popularizado desde los descubrimientos de 1968, que se vieron rodeados de una serie de circunstancias curiosas y relacionadas con el año mismo en que se produjeron. Todos giran en torno de las predicciones de Edgar Cayce, el "profeta durmiente" que murió en Virginia en 1945 y cuyas "conferencias" (término utilizado para describir las entrevistas concedidas por Cayce mientras se hallaba en trance) han seguido influyendo en muchos miles de personas.
Mientras vivió, dio consejo por medio de
este sistema a más de 8.000 individuos, primero sobre problemas de
salud y luego sobre una serie de diversas cuestiones. No es
necesario reseñar aquí la documentación que existe acerca de sus
notables poderes curativos y telepáticos, salvo en cuanto se refiere
a las predicciones arqueológicas más desusadas de la historia, que
están relacionadas directamente con la Atlántida y las Bimini.
Entre los años 1923 y 1944, Cayce concedió centenares de entrevistas en trance acerca de la Atlántida, en relación con seres que en su opinión, y en la de quienes han continuado su obra dentro de la Asociación para la Investigación y la Iluminación, vivieron allí en épocas anteriores.
Cuando no se hallaba en trance, Cayce
era incapaz de hablar del tema, o no parecía estar interesado en él,
y a menudo se mostraba perplejo de haberlo mencionado en tantas
"conferencias". Sin embargo, en junio de 1940, y refiriéndose a
numerosas otras observaciones previas en el sentido de que la
Atlántida existió en la zona de las Bimini (a la que llamaba
Poseidia), declaró inesperadamente:
Poseidia estará entre las primeras porciones de la Atlántida que volverán a levantarse -posiblemente en 1968 y 1969— en una época que no está tan lejana.
Esta curiosa profecía arqueológica se
cumplió casi dentro del plazo señalado cuando se produjeron los
hallazgos de los bancos de las Bahamas, el descubrimiento de algunas
construcciones causado por las mareas y una elevación del fondo del
mar en algunas zonas.
Sin embargo, uno se siente tentado a
preguntarse si dichos descubrimientos ocurrieron como los habían
previsto aquellas profecías o debido a las profecías mismas, o tal
vez porque aquellos que habían escuchado o leído acerca de Cayce
estaban investigando. Ese fue el caso de los pilotos que avistaron
las primeras formaciones o construcciones submarinas.
Como era de suponer, los descubrimientos de los complejos sumergidos realizados en 1968 y en los años siguientes, tal como se había profetizado 28 años antes, hicieron que mucha gente examinara con renovado interés las demás referencias de Cayce a la Atlántida y a toda la región.
Si las "conferencias" del vidente y las
antiguas leyendas se basaban en recuerdos de hechos reales, podría
contemplarse la posibilidad de que algunas fuerzas desarrolladas por
una civilización anterior científicamente muy adelantada actuasen
todavía dentro de la región en que estuvieron concentradas en una
época, y debería estudiarse también la posibilidad de que las
aberraciones electrónicas, magnéticas y gravitacionales del
Triángulo de las Bermudas fueran un legado —tal vez negativo— de una
cultura tan antigua que no habrían quedado restos de ella y acerca
de la cual nuestras memorias serían más instintivas que concretas.
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