Yieti. La criatura legendaria de las montañas de Nepal.
“Hay más cosas en el cielo y la tierra, Horacio,
que las que tu filosofía puede imaginar” Hamlet, William Shakespeare, 1564-1616 Testimonios 1935, el paleontólogo holandés Ralph von Koenigswald se encontraba en Hong Kong. En una farmacia encontró una pieza dental fosilizada que los farmacéuticos llamaban “diente de dragón”, y usaban desde tiempos ancestrales, pulverizada, para preparar algunas de sus medicinas. Von Koenigswald comenzó entonces la búsqueda del animal al que había pertenecido, búsqueda que acompañaron y continuaron distintos paleontólogos en el mundo. Desde ese momento se han encontrado 3 mandíbulas y varios centenares de dientes, no sólo en China, sino también en Vietnam. Estos resultaron pertenecer a un simio gigante que se extinguió hace aproximadamente 500.000 años y al que los paleontólogos denominaron Gigantopithecus blacki. Se supone que apareció hace 6 millones de años y llegó a convivir con otras dos especies conocidas: el panda gigante y... el Homo Erectus. Recién en el año 2005 pudo determinarse la antigüedad de los restos encontrados a partir de 1935.
En base a estos restos, tomando como premisa que este animal podía ser similar a los grandes primates, y por cálculo de proporciones, se hizo una reconstrucción para determinar su apariencia. El resultado es un extraordinario simio de más de 3 metros y medio de altura (y sus autores dicen que fueron conservadores al respecto) y alrededor de 500 kg de peso.
Vista la reconstrucción, no podemos negar que se parece muchísimo al ser que relatan haber visto tantas y tantas personas en todo el mundo, y al que dan distintos nombres: Dzón Glai Edmai en la India, Sasquatch en Canadá, Almus y'en los mongoles, Metoh Kangmi o Yeh-teh o Mih-teh los sherpas de Nepal, Nyalmo o Rimi o Rackshi bompo los lamas, Migyur en Bután, Snezhnyi Chelovek los campesinos de la estepa siberiana, Dev en el Monte Pamir, Kaptar los habitantes del Cáucaso, Ucumar en Argentina, Maricoxi en Brasil. Sí, señores, hablamos del yeti.
Algunas teorías, como la del reconocido biólogo y bioquímico inglés Geoffrey H. Bourne, asocian el Gigantopithecus blacki con el Yeti y el Sasquatch. Bourne creía que era posible que el Gigantopithecus hubiera cruzado desde Asia a América por el estrecho de Bering, tal como se supone que hicieron los antepasados del hombre actual.
El tema del yeti presenta varias aristas confusas. Por un lado, los testimonios de aquellos que dicen haberlo visto hombre de nieve no son exactamente coincidentes: sí, tiene aspecto de mono, sí tiene pelo en todo el cuerpo, sí, huye temeroso (en general) ante la presencia humana, pero los relatos difieren en cuanto al tamaño, color del pelo y cantidad de dedos en los pies. De hecho, de todas las fotografías tomadas hasta la fecha de huellas de este ser, en algunas se ven cinco dedos y en otras cuatro. Además, el hecho de que se haya visto en zonas tan disímiles en cuanto a sus características físicas (bosques, selvas, montañas heladas) hace suponer que también deben variar sus hábitos. Claro, si es que existe.
Los testimonios, tanto orales como fotográficos, provienen del más variado tipo de personas: lamas tibetanos, sherpas, fotógrafos de revistas científicas, alpinistas, diplomáticos, militares, pobladores de las distintas zonas de avistamiento habitual. La inmensa mayoría de indudable seriedad.
Pero también ha habido en estos años muchísimos engaños (vaya uno a saber con qué fin): videos fraguados, fotos de huellas indefinidas, relatos dudosos.
Hasta existe un cráneo que se encuentra en el monasterio Pangbotchi, en Nepal. Y los cabellos traídos del Himalaya por el mismísimo Sir Edmund Hillary (testigo él mismo de la aparición de un grupo de yetis durante una de sus expediciones), que, aparentemente, resultaron ser de un animal de la zona. Con una salvedad: varios informes diferentes hablan de animales diferentes: oso, zorro, yak. Para la Universidad de Oxford, los estudios no fueron concluyentes.
También el famoso alpinista Reinhold Messner dedicó 12 años a la búsqueda del yeti, para concluir (no con mucho rigor): “Todas las evidencias apuntan a un oso nocturno que corre, camina y escala mejor que un hombre”. Claro, Messner deja de lado lo que sí sabemos, y es que los osos, por su conformación física, no pueden caminar ni correr mejor que un hombre. Y además sus propias evidencias llevan a gran confusión: “"Miré a mi alrededor y capté (…) la silueta de un bípedo que huía entre los árboles (…) Sin hacer ruido y doblada hacia delante, la criatura seguía corriendo, se eclipsaba detrás de un árbol para volver a aparecer como un monstruo (…) durante una fracción de segundo, pude observar su rostro: vi ojos y dientes, pero apenas logré distinguir forma o color. La criatura se erguía amenazadora, su cara una sombra gris, su cuerpo una silueta negra. Cubierta de pelo, se apoyaba sobre dos cortas piernas y tenía unos brazos largos que le llegaban hasta las rodillas. Calculé que medía 2´10 metros(...) Era obvio que ningún hombre puede correr de ese modo en plena noche (…)” Reinhold Messner, 1986 (valle del Mekong, Este del Tíbet)”.
El misterio sin embargo, promete ser develado pronto. Por un lado, hace cinco años un guardabosque de una remota región de la India halló dos pelos que, supuso, podían pertenecer a un yeti. El joven Dipu Marak los entregó a Alistair Lawson, periodista de BBC, quien a su vez los llevó a la Universidad de Oxford. Allí fueron analizados hace pocos meses por un grupo liderado por Ian Redmond, científico especializado en el estudio de primates. Las primeras pruebas dieron como resultado que los pelos son, por un lado, muy similares a los recogidos por Sir Edmund Hillary en 1960. Y además, lo más importante, no pertenecen a ninguna especie conocida.* Redmond supone que podrían pertenecer, efectivamente, a un yeti, descendiente desconocido del Gigantopithecus blacki.
Por su lado, en el mes de agosto una expedición japonesa al mando de Yoshiteru Takahashi partió rumbo a los Himalayas en busca del yeti. Piensan permaneces allí durante dos meses, instalando sofisticadas cámaras infrarrojas en el mismo sitio donde Takahashi avistó un grupo de yetis en 2003. La expedición se denominó Proyecto Yeti Japón 2008 y tiene su propio sitio web, lamentablemente en japonés y sin traducción.
Cada uno creerá lo que quiera creer, pero hay algo que es cierto: hay una región del monte Everest donde no vive ninguna especie conocida de primate. Sin embargo, los lugareños llaman a esa región “Mahalangur Himal”, la montaña de los grandes monos. Algo sabrán ellos que nosotros no.
* En el momento de escribir este artículo, las muestras están siendo sometidas a avanzados estudios de ADN para determinar fehacientemente su origen.
Yeti: El hombre de las Nieves. |
No comments:
Post a Comment