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Sunday, November 27, 2011

GRANDES MISTERIOS... Los Ooparts...( Out Of Place Artifacts)


 
Asunto: GRANDES MISTERIOS... Los Ooparts...
Bueno, yo sigo con mis temas misteriosos que no encuentran explicación alguna....

El artefacto de aluminio de Aiud (La capa geológica en la que fue hallado (pleistoceno) sugiere que el mismo ya existía desde hace unos 20.000 años en el pasado)

Oopart (Out of Place Artifact), es la denominación ganada durante el siglo pasado por decenas de objetos prehistóricos hallados en distintas partes del planeta, que dado su nivel de tecnología desarticulan completamente con la edad estimada mediante estudios físicos, químicos y/o geológicos. Los “oopart” se han convertido en un rompedero de cabeza para los científicos que avalan la teoría de la aparición del hombre hace unos 6 millones de años atrás, y en un deleite para investigadores aventureros y amantes de teorías no convencionales.

Características del hallazgo:

Lugar: Aiud, Rumania

Fecha: año 1973

Condiciones del hallazgo:

El artefacto fue descubierto por un grupo de trabajadores que realizaban una excavación en la rivera del río Mures, dos kilómetros al este de la ciudad de Aiud, Transilvania.

Tres objetos fueron encontrados simultáneamente en el mismo sitio, de los cuales dos eran huesos fósiles pertenecientes a un Mastodonte. El tercer objeto, el bloque de aluminio, se alojaba asimismo en el estrato número 35 y presentaba una evidente diferencia con cualquier pieza ósea animal u objeto geológico corriente.

El curioso bloque fue donado al Museo de Historia de Transilvania, para ser redescubierto y analizado muchos años mas tarde. Su peso resultó ser de 5 libras, y sus medidas aproximadas de 20 x 12,5 x 7 centímetros.

Los exámenes químicos realizado en un laboratorio de Lausanne, Suiza, para determinar su composición, demostraron que el artefacto estaba constituido en su mayoría por aluminio (89%), con la participación menor de otros 11 metales en proporciones específicas.

La sorpresa para los científicos no fue menor, ya que el aluminio en estado puro no se encuentra presente en la naturaleza, y la tecnología para lograr un grado considerable de pureza solo pudo ser alcanzada a mediados del siglo XIX.

La gruesa capa de óxido de un milímetro de espesor que cubría de forma pareja al bloque ayudó a fechar la antigüedad de este en unos 400 años. Sin embargo, la capa geológica en la que fue hallado (pleistoceno) sugiere que el mismo ya existía desde hace unos 20.000 años en el pasado.

La composición química del objeto y su inusual estructura, en la que se destacan dos perfectos agujeros ovales, han provocado el surgimiento de varias hipótesis acerca de su verdadero origen. Mientras algunos opinan que bien pudiera ser la pieza de una herramienta realizada por el hombre actual (no se especifica que herramienta podría ser) otros científicos han comparado al objeto con una versión reducida del punto de apoyo de un modulo de exploración espacial, tales como el modulo lunar o la pata de la sonda Viking. Según esta segunda versión, el objeto podría haber pertenecido a una nave espacial no terrestre, o un trozo de nave espacial terrestre que cayó en el río. No obstante, ni la antigüedad databa mediante el examen de la capa de óxido, ni la supuesta por el estrato geológico en el que se encontraba, han logrado explicar que función cumplía un objeto de una tecnología tan moderna, en un tiempo tan remoto.







 
Asunto:
 
Aquí va otro....

Características del hallazgo
Lugar: Oculto por el autor del hallazgo (Norteamérica)
Fecha: año 1998

Condiciones del hallazgo: El “Enigmalito” o “Petradox” de John J. Williams fue descubierto, según su actual propietario, durante una excursión realizada en un lugar semidesértico de Norteamérica, alejado de asentamientos humanos, complejos industriales, aeropuertos, fábricas electrónicas o plantas nucleares.
El artefacto presenta la apariencia indiscutible de un componente electrónico encajado en una pequeña piedra de granito natural sólido compuesta de cuarzo y feldespato (incluyendo pequeñísimos porcentajes de mica).
La actitud de reserva del paradero del hallazgo, la puesta en venta del artefacto y las teorías en torno al carácter ufológico del objeto, han llevado a que muchas personas del ámbito científico catalogaran al descubrimiento como un “timo” destinado a procurar la fama y fortuna de su propietario. No obstante, el Petradox se encuentra actualmente a disposición de cualquier investigador que procure analizarlo con fines científicos.
El componente electrónico embutido en la piedra granítica no presenta rastros de haber sido pegado o soldado de ninguna forma conocida actualmente, por lo que se deduce que el objeto ya existía en el momento en que tuvo lugar la formación de la roca. El análisis geológico posterior de la roca estimó que ésta posee unos 100.000 años de antigüedad, lo que resulta técnicamente imposible desde el punto de vista cronológico evolutivo aceptado actualmente.
El instrumento atrapado en el Petradox ha sido comparado por algunos de los investigadores como un conector electrónico tipo XLR o algún tipo de conector similar. Presenta una atracción magnética débil y las pruebas de continuidad eléctrica muestran una resistencia cercana a la de un circuito abierto. Sus tres “pins” parecen estar compuestos de algún tipo de metal, y la matriz inserta en la piedra ha sido identificada como cerámica u otro material parecido. Se descarta totalmente que está pieza de 8 milímetros de diámetro haya sido fabricada en madera, plástico, caucho, metal o algún material símil a estos.
Los análisis efectuados mediante rayos X potentes (los de uso corriente no han mostrado efecto sobre la roca) delatan que la matriz del componente se prolonga en una confusa estructura interna que incluye una cavidad.





Pese al marcado escepticismo que las distintas instituciones científicas mexicanas han demostrado ante el hallazgo de Williams, hasta el momento ninguna persona ha podido comprobar que el artefacto incrustado en la piedra no sea una autentica “imposibilidad” en la historia evolutiva humana, o producto de la ciencia humana actual. Analizar y validar científicamente la posibilidad de que un componente electrónico hecho por el hombre pudiera haber sido atrapado durante la solidificación de una roca hace aproximadamente unos 100.000, podría resultar en el desenmascaramiento de una broma pesada o en, simplemente, cambiar de una forma radical nuestra comprensión de la historia humana y la tecnología existente sobre el planeta en épocas remotas.

Fuente: Leonardo Vintiñi - La Gran Época


 
Asunto:
 
Características del hallazgo

Lugar: Localidad de Londres, estado de Texas, Estados Unidos

Fecha: año 1934

Condiciones del hallazgo: El artefacto apareció incrustado en el interior de una roca. La madera se encontraba petrificada y su cabeza de hierro fundida con la piedra que lo alojaba. Ante la escalofriante idea de que el martillo, para terminar en el interior de la roca, debía haberse construido antes de que esta se formase (unos millones de años atrás), los científicos decidieron olvidarla en el Museo Somerwell, de Texas. Posteriormente, análisis realizados sobre el martillo demostraron que el interior del mango estaba carbonizado y que la cabeza (perfectamente formada) había sido construida en hierro con un grado de pureza, solo alcanzable con tecnología moderna.
El mango del martillo muestra no haber estado exento en el proceso de “petrificación” que evidencian los árboles de los bosques texanos. El lento proceso de petrificación prehistórica ocurrida en dicha zona, según los geólogos, data de hace 140 millones de años. Una deducción rápida del contexto del hallazgo lleva a suponer no solo que existía una civilización humana antes del proceso histórico de petrificación de Texas, sino que esta ya poseía la tecnología necesaria para realizar un martillo de caracteristicas modernas.
La cabeza, según estudios del Instituto Metalúrgico de Columbia, está conformada prácticamente en un 97 de hierro puro, un 2 por ciento de cloro y un 1 por ciento de azufre. Asombrosamente también se comprobó que el hierro había sufrido un proceso de purificación y endurecimiento, propios de una metalurgia del siglo XX.

La porción de piedra que rodeaba la cabeza del martillo también presentó anomalías, pareciendo haberse fundido con algún tipo de recubrimiento (vaina) del martillo. Como prueba física de está supuesto envoltorio se encontró una muesca regular. El análisis químico de esta “vaina” detectó también ciertas cantidades de potasio, silicio, cloro, calcio y azufre. Esta composición contradice a las hipótesis que postulaban que la cabeza del martillo pertenecía al fragmento de un meteorito, dado que los cuerpos de nuestro sistema solar no tienen tal naturaleza química.
El hecho de que la cabeza se haya encontrado fundida en la roca parece acusar que el proceso de incrustación se llevó a cabo bajo condiciones atmosféricas distintas a la actual (diferente presión atmosférica), probablemente según científicos, más concordantes a una época remota.

Contra las remotas posibilidades de que un meteorito de extrañísima composición química y morfología excepcional, atrapara en la prehistoria a un trozo de madera (de igual manera que la cabeza de un martillo aprisiona a su mango), los científicos aventurados ven en este oopart, solo un indicio más de que nuestro planeta cundió en algún momento de su historia, de civilizaciones de avanzada capacidad técnica, de las cuales hoy solo nos quedan leyendas, y algunos vestigios atrapados en roca.




Y ya lo dejo por hoy, no os doy más el coñazo, pero me ha llamado mucho la atención!!!

Asunto:
 
Al mejor estilo de la serie “La reliquia del futuro”, un moderno reloj suizo sorprendió a los arqueólogos de una excavación en China.
Si existen momentos en los que la realidad supera a la ficción, este bien podría ser el mejor de los casos. Si acaso existiera una prueba consistente de consumados viajes en el tiempo, el hallazgo es el indicado. Lo cierto es que, fraude, verdad o accidente, el reloj suizo encontrado en las excavaciones de una tumba perteneciente a la antigua dinastía Ming, parece materializarse como un capitulo más de la mini serie de ciencia ficción “La reliquia del futuro”.

“Cuando tratamos de quitar la tierra alrededor del ataúd, de repente un trozo de roca cayó y al chocar con el suelo hizo un sonido metálico” dijo uno de los investigadores del Museo de Guangxi, según el Asturian Times.

Aunque el reloj pulsera encontrado no parece funcional debido a su pequeño tamaño, las escalas se conservan en forma perfectamente proporcional a un ejemplar corriente. Incluso el sello de “Swiss” aparece fielmente grabado en el revés de su enmohecida cara.

El desconcierto del grupo de arqueólogos fue máximo cuando descubrieron que la pequeña reliquia de cuarzo, estimada en unos cien años de antigüedad, yacía en una tumba cerrada herméticamente hace unos cuatrocientos años.

“Los relojes no existían durante la dinastía Ming y Suiza como país ni siquiera existía entonces”, explicaba uno de los especialistas que trabajaba en una cueva de Shangsi, donde fue hallado el artefacto.

Aunque el hallazgo se enmarcaría dentro de los llamados oopart (objetos presuntamente modernos hallados en edades remotas), se presenta de una manera radicalmente distinta. Mientras que los oopart convencionales parecen artefactos tecnológicos desarrollados por razas antiguas, el reloj suizo lleva a los aventureros a suponer un contacto entre un viajante del tiempo del siglo pasado con pobladores de la antigua dinastía Ming.

La ausencia de hipótesis menos descabelladas nos lleva a imaginar a un viajero contemporáneo depositando una “ofrenda” junto al sarcófago de un ming por quien hubiera tomado afecto durante su estadía en el pasado, o bien arrojando su recuerdo del futuro al barro cuando este dejó de funcionar a las 10:06, hora exacta que sus manecillas indican aún cuatro siglos más tarde.




 
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Descubierto en la tumba del príncipe egipcio Sabu este artefacto de 5000 años de antigüedad hace 70 años que tiene desconcertados a los egiptólogos

Características del hallazgo

Lugar: Sakkara, Egipto

Fecha: Primavera del 1936

Condiciones del hallazgo: El disco trilobulado fue descubierto por el famoso egiptólogo Brian Walter Emery, durante la excavación de la tumba del Príncipe Sabu, hijo del faraón Adjuib.

El artefacto, que mide 60 centímetros de diámetro y 10,6 de altura en el centro, está confeccionado en esquisto, un tipo de roca negro azulada caracterizada por quebrarse fácilmente en hojas.

Su aspecto es el de una hélice de tres aspas, con un orificio central bordeado por un relieve para un presunto eje.

Muchos investigadores se encuentran de acuerdo en que el artefacto no podría ser una rueda, ya que esta recién apareció en Egipto hacia el 1500 a. C., durante la Dinastía XVIII, con la invasión de los Hicsos. Sin embargo, algunos grabados donde parece dibujarse ruedas se remontan hacia cerca de la Dinastía V, aproximadamente un milenio antes que dicho período. Pero el disco lobulado de Sakkara, supondría un desafío aún mayor para los egiptólogos, puesto que remontaría el conocimiento de la rueda unos 3000 años a.C., en la época de la Dinastía I.

Otra hipótesis más increíble aún, hace suponer que el disco de esquisto es nada menos que una hélice utilizada con fines hidráulicos, lo que implicaría que los egipcios probablemente ya poseían la tecnología para construir motores eléctricos. Aunque tampoco se vería descartado el funcionamiento no eléctrico de una hélice, ninguna de ambas ideas parece sostenerse mediante hallazgos en el campo de la egiptología.

Muchos egiptólogos se han visto desconcertados ante la función del disco trilobulado que acompañaba junto a otros utensilios de cobre, el cuerpo del Príncipe Sabu.

Algunos, como el reconocido investigador Cyril Aldred, opinan que el disco no es más que la reproducción de un objeto metálico mucho más antiguo que este. Otros creen que puede tratarse de un simple pie de candelabro, algo poco probable debido a lo trabajado de su forma y a la curvatura de sus hélices.

De cualquier forma, el disco trilobulado descansa actualmente en la primer planta del Museo del Cairo, en donde todos pueden apreciar el artefacto y preguntarse que clase de tecnología podían manejar los egipcios hacia la primera época de su glorioso imperio.




 
Asunto:
 
AVIONES EN LA ANTIGÜEDAD

¿Reprodujeron los pobladores de una antigua cultura colombiana la forma de un elaborado avión de guerra moderno? ¿Conocían los antiguos egipcios las propiedades aerodinámicas utilizadas en las actuales tecnologías de vuelo? ¿Fueron acaso estas personas y no los hermanos Wright los primeros en descubrir cómo volar?
Los aviones de Colombia

A pesar que las versiones científicas han catalogado a estos objetos como meras representaciones zoomorfas, las personas que visitan diariamente el Museo de Oro de Bogotá, en Colombia, salen de ese recinto con una apreciación distinta.

Los diversos objetos hechos de oro macizo hallados en diversas tumbas funerarias de la cultura Tairona (de cerca de 2 mil años de antigüedad) se asemejan mucho más a lo podría ser un avión de guerra moderno, que a un animal o pájaro volante de alguna especie natural.

Es más, muchos especialistas en aerodinámica se han preguntado si la versión arqueológica de que estos objetos son insectos, aves o incluso peces voladores, es errónea debido a la sorprendente cantidad de detalles técnicos que poseen, muy parecidos a los verdaderos modelos de aeroplanos a pequeña escala. Entre las características más significantes podemos hallar la aparición de cabinas para los pilotos, timones de profundidad y dirección, una perfecta simetría aerodinámica en el fuselaje y alas perfectamente diseñadas para superar la barrera del sonido.
Es más, estos objetos han pasado altamente las pruebas de túneles e incluso, la de los programas informáticos de simulación de vuelo, este último, realizado por el profesor de aerodinámica y ex piloto de combate, J.A. Ullrich, quien afirmó categóricamente que el diseño del ala indicaba una capacidad de vuelo supersónico.

Asimismo, el doctor A. Poyslee del Instituto Aeronáutico de New Cork, negó rotundamente de que estos objetos pudieran representar a pájaros o peces, pues es imposible imaginar un ave con superficies sustentadoras tan precisas y aletas vueltas verticalmente hacia arriba.

No obstante, y a pesar de estos comentarios, los arqueólogos insisten en precisar que los objetos hallados no son más que representaciones zoomorfas vinculadas tal vez, a diversos rituales religiosos de la cultura Tairona.




El pájaro de Saqqara

Pero estos objetos colombianos al parecer, no son los únicos, más impresionante aún es el objeto hallado en una antigua tumba ubicada en Saqqara, Egipto, en donde los arqueólogos descubrieron el llamado “pájaro” que según se dice serían representación del dios halcón, Orus, del antiguo Egipto.

Si bien es cierto, esta ave fue hallada en 1988, no fue sino hasta la década de los sesentas cuando el doctor, Kahlil Messiha, se sorprendió por el innegable parecido del objeto con el diseño de los aviones modernos.
Tanta fue la sorpresa del científico, que ese mismo año se creó un comité de expertos arqueólogos e ingenieros aeronáuticos para que realizaran el misterioso estudio. Los resultados sorprendieron aún más. Los análisis detectaron que la pieza era un modelo a escala de un avión de tamaño normal posiblemente de un aviador motorizado, diseñado para transportar pesadas cargas a poca velocidad probablemente a 95 km/h.

Asimismo, y quizá lo más importante, fue que se descubrió que el diseño tenía propiedades aerodinámicas impresionantes como por ejemplo, un casi inapreciable desnivel entre el ala izquierda y derecha necesarios y vitales para que todo avión moderno pueda alzar vuelo.

Tanta fue la importancia de estas conclusiones que el comité decidió colocar este objeto en un lugar destacado en el Museo de El Cairo. Luego se descubrirían más de una docena de “pájaros” similares, causando así la polémica entre egiptólogos, científicos y arqueólogos de todo el mundo.

No obstante y a pesar de todo esto, las preguntas de qué eran esos objetos, para qué servían y sobre todo, por qué lo hicieron, aún quedan sin respuesta. En ambos casos, tantos creyentes como escépticos han realizado estudios que defienden uno a otros sus teorías. La verdad entonces, como en la mayoría de estos casos, sólo puede hallarse en uno mismo, luego de ver las imágenes ¿usted qué cree? ¿Simple coincidencia? ¿Mal interpretación de los hechos arqueológicos? ¿O son acaso estos objetos verdaderas pruebas de que aún hay mucho qué escribir y conocer de nuestro pasado?



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