¿La ventana del alma o solo del cerebro? (Una interrogación metáfisica del ojo humano)
En la fascinación por los ojos se revela su
naturaleza de enlazador de mundos: entre lo interior y lo exterior, entre la
mente y el cuerpo y quizás, más allá, un misterio sobre aquello divino en lo
humano.
«Desperté y conservé bajo los párpados el dulce
holograma de su desnudez»
Jean Baudrillard.
Como si fueran una sustancia interdimensional,
los ojos conectan el interior del ser humano con el exterior. De tal manera que
cuando queremos obtener información furtiva, que se oculta de los meros gestos y
del lenguaje hablado y corporal, buscamos la mirada para acceder a lo secreto (a
las emociones y al pensamiento más íntimo), como si hubiera información más allá
de cualquier falsificación en esa luz que reflejan los ojos. Esto ha llevado a
acuñar la popular frase “los ojos son la ventana del alma”. Sea por cierta
sensación poética de la luz y la simetría de los ojos —que evocan mandalas,
flores o estrellas— o por una intuición espiritual —de que los ojos son ya
(promesa) metafísica en el cuerpo— diversas culturas describen a los ojos como
portales de la esencia de una persona, a través de los cuales se revela su ser
verdadero.
Como se sabe, la ciencia moderna no admite ni
discute la existencia de una sustancia inmaterial o espiritual, sin embargo, la
intuición de que los ojos son la interfaz de una realidad interior y los
depositarios de un mapa u holograma de un ser humano no está alejada de los
preceptos del conocimiento científico actual.
Aunque parte de la medicina alternativa
—considerada por algunos una seudociencia— la iridología, método de diagnóstico
usado por el padre de la medicina, Hipócrates, es capaz de detectar el estado de
salud integral de una persona con solo observar los patrones, lesiones, manchas,
líneas y decoloraciones que se inscriben en el iris del ojo. Esto sugiere que en
cierta forma el ojo humano es una grabadora holográfica de todo lo que le sucede
a una persona y contiene, a manera de fractal, la imagen de todo el cuerpo en
una representación simbólica. Por otra parte nos acerca a la concepción popular
de que una mirada no miente, o de que viendo a alguien a los ojos podemos
verdaderamente conocer a esa persona, en un translumbramiento de su código
fuente.
Tampoco es casualidad que sean los ojos
justamente lo que determina —o nos permite determinar— si una persona está viva
o muerte. Un estudio realizado por científicos de la
Universidad de Dartmouth mostró que el ser humano se basa en la información que
obtiene de los ojos para saber si un ser está vivo o muerto.
“La gente quiere ver rostros, y tenemos la
tendencia de verlos en todos lados: en las nubes, en un trozo de pan tostado,
incluso en dos puntos y una línea. Y tiene sentido el estar alerta de los
rostros. Pero a la vez tampoco queremos perder tiempo con caras que no están
vivas, rostros que no están enlazados con una mente”, afirmó Christian Looser,
autor del estudio.
Aquí yace el otro quid del asunto a
explorar: los ojos son, al menos, la ventana del cerebro. La luz —y el mundo
exterior— se convierte en percepción —y en imágenes y en imaginación— a través
de los ojos y las neuronas de la retina. En cierta forma los ojos son la
superficie externa del cerebro.
«Quien controla tus pantallas controla los
programas de tu mente. Tus ojos son la ventana de tu cerebro. Los ojos son las
extensiones del cerebro. Están hechos de cientos de capas de neuronas, bastones y conos. Tus ojos tratan con una energía: la luz. A
través de tus ojos llega la visión, la percepción, la iluminación… Para operar
tu cerebro debes de saber usar tus ojos. ‘O di, ¿puedes ver?’ O di, ¿no puedes
ver lo que están haciendo con tus ojos? Quien controla tus ojos controla tu
mente, implanta tu cerebro. O di ¿no puedes ver que los mensajes que hacen
contacto con tus ojos en la televisión están creando realidades, implantando
mensajes de los patrocinadores que no están muy interesados que digamos en que
aprendas a crear tus propias realidades?», Tim Leary.
Los ojos como ventana del cerebro tienen la
particularidad de estar casi siempre abiertos a los vientos externos de la
influencia mundanal. Es decir, todo lo que vemos lo dejamos entrar —y opera en
nuestro cerebro. Si no sabemos operarnos nosotros mismos, nos dice el Dr.
Timothy Leary, aquellos que controlan las proyecciones que penetran nuestra
psique a través de nuestros ojos, reproyectándose en nuestro lienzo psicológico,
controlarán y diseñarán lo que seremos.
«El cerebro está diseñado para diseñar
realidades. Si operas tu cerebro con habilidad, puedes aprender a diseñar tus
propias realidades, aprender cómo comunicarte en el lenguaje del cerebro:
electrones y fotones. Estamos haciendo esto ahora. Estamos mandando mensajes a
nuestro cerebro, usando el vehículo de los electrones y fotones, a tus ojos. Al
ver esta pantalla, nuestras mentes se embelesan, se suavizan, nuestra aguda y
lineal lógica de pensamiento se vuelve más amable y nos estamos comunicando de
cerebro a cerebro. Estamos usando los circuitos de la computadora de electrones
para alimentar nuestros cerebros de luz».
Los ojos son justo aquello que nos permite
percibir la luz. «Si estás viendo esta habitación, toda la habitación está
envuelta en la luz que entra a tu pupila y se desenvuelve en la imagen y en tu
cerebro. La luz en su sentido general es el medio por el cual el universo se
desenvuelve en sí mismo», David Bohm. Se puede extrapolar de la teoría de la
Totalidad y el Orden Implicado del físico David Bohm que la luz es el holograma
del universo, y es a través de ella que se proyecta la eternidad en el tiempo
(recordemos que según la teoría de la relatividad, si pudiéramos convertirnos en
solo luz, el tiempo dejaría de existir como una sucesión y todos los instantes
serían uno solo).
Es una tradición esotérica común a diversas
culturas creer que es a través del ojo —la fusión de la dualidad— que se accede
a la dimensión espiritual. El llamado tercer ojo u ojo de dios aparece tanto en
la India (el ojo de Shiva) como en Egipto (el ojo de Horus), y en ambas culturas
se le representa en la frente junto con una serpiente -presumiblemente el
kundalini o fuerza vital que al subir de las zonas energéticas inferiores activa
u abre este ojo en su descarga.
Paradójicamente el padre del racionalismo, Rene
Descartes, creía que la glándula pineal era el asiento del alma o una especie de
válvula que secretaba espíritus. Curiosamente esta glándula tiene los vestigios
de una retina y transforma la información lúminica en hormonas.
Hoy en día se cree que además de secretar
melatonina, la glándula pineal secreta dimetriltriptamina, el ingrediente activo
de la ayahuasca, bautizada como “la molécula del espíritu” por el Dr. Rick
Strassman. Esto ha llevado a algunas personas a ver a la glándula pineal con una
especie de micro stargate y a explicar su función como un “detector de
la divinidad en el cerebro”, en palabras de Dennis Mckenna.
El escritor y pintor visionario William Blake
escribió crípticamente en un legendario poema: «We are led to believe in a lie
when we see not through the Eye» ["Nos quieren hacer creer en una mentira cuando
no vemos a través del Ojo"]. Acaso haciendo referencia a que el mundo que vemos
es una ilusión —como el filósofo en la cueva de Platón— hasta que no refinamos
nuestra percepción y abrimos el ojo espiritual —a través del cual podemos
percibir la obra divina y no solo su sombra.
Se especula que los conocimientos para abrir el
tercer ojo han sido guardados celosamente por las religiones y sociedades
secretas a lo largo del tiempo, asegurándose así el poder sobre las masas
“ciegas”. El nombre de la glándula pineal viene de su forma similar a la del
cono de un pino. A lo largo de la historia el arte sacro ha reproducido el símbolo del cono de pino,
desde el paganismo al cristianismo, haciendo aparición en el bastón de mando (o
caduceo ¿ADN?), tanto de dioses egipcios como del Papa, y de manera conspicua en
una escultura gigante en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
Se dice también que el símbolo del Ojo en la
Pirámide que la masonería logró estampar en el sello de Estados Unidos y en el
reverso del billete de un dólar, y que hoy en día es asociado con la
fantamagórica sociedad de los Illuminati, es un símbolo del tercer ojo activado,
abierto al mundo espiritual invisible para aquellos no iniciados. Esta misma
versión sostiene que existe una conspiración para impedir el desarrollo
espiritual de las masas, puntualmente calcificando la glándula pineal de la
población a través de la comida y el agua (se sabe que el flúor calcifica esta
glándula).
Sin llegar a una conclusión y sin saber a ciencia
cierta si los ojos (o el Ojo) son el sello de lo divino en lo humano, la luz que
sirve como puente y memoria del alma (y las estrellas) en el cuerpo, o si son
solamente la interfaz entre el cerebro y el mundo externo, como la pantalla de
una computadora, no hay duda de que los ojos nos invitan a explorar el misterio
de la existencia, con la promesa de que, si nos dejamos seducir y cruzamos el
espejo, conoceremos otra parte de nosotros mismos cuyo fruto es el Sol.
Fuente:
http://maestroviejo.wordpress.com/2011/08/02/%C2%BFla-ventana-del-alma-o-solo-del-cerebro-una-interrogacion-metafisica-del-ojo-humano/
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