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La región de Élide, en el noroeste del Peloponeso, donde se encuentra el valle del río Alfeo, los antiguos griegos erigieron un santuario ofrecido a Zeus. Eligieron este santuario como sede de los Juegos Olímpicos, juegos deportivos que se
realizaban cada cuatro años en honor a Zeus, con participantes de todos puntos de la Hélade. Tan sagrados y puntuales eran estos juegos, que se sabe de guerras entre ciudades griegas que se detuvieron por este motivo. Todas las ciudades griegas enviaban a sus mejores representantes, debido a la jerarquía que representaba ser ganador de una de las disciplinas. Adquirieron tal popularidad, que al período de cuatro años que separaba a un juego del otro, llamado Olimpíada, se le empleó como modo de cómputo de tiempo, sobre todo en la literatura a partir de la utilización por parte del historiador Timeo alrededor del 300 a.C.
Muchas veces se habla, en forma errónea de la ciudad de Olimpia, cuando en realidad se trataba de un santuario, compuesto solo de edificaciones destinadas a la adoración a los dioses y a los juegos. Originalmente, en el lugar había templos destinados a Hera y Cibeles, deidades de los pueblos habitantes de la región del Egeo de origen micénico y que eran anteriores a las invasiones de tribus bárbaras dorias, que posteriormente se mezclaron con los habitantes locales para formar una nueva cultura, llamada a dominar todo el Mediterráneo y cercano oriente.
Estos primitivos templos, probablemente fueron construidos en el siglo VII a.C. También aparece entre las ruinas, un templo consagrado a Cronos, así como algunos edificios accesorios, como depósitos para las ofrendas. Posteriormente, en el siglo V a.C., se construyó el templo destinado Zeus. Aunque las fuentes difieren en la datación del templo, se puede estimar que fue construido entre los años 470 y 450 a.C.
Otras edificaciones importantes de Olimpia fueron el hipódromo, la palestra, el gimnasio y el estadio, en los que se celebraban las diferentes competencias de los juegos. Según la leyenda, cuando Zeus nació, su madre Rea lo entregó al cuidado de cinco hermanos sacerdotes, los que decidieron hacer una carrera como forma de decidir quien entregaba una corona de olivos al Zeus niño. La victoria correspondió a Heracles (Hércules), el mayor de los hermanos, instituyéndose de esta forma los juegos olímpicos.
realizaban cada cuatro años en honor a Zeus, con participantes de todos puntos de la Hélade. Tan sagrados y puntuales eran estos juegos, que se sabe de guerras entre ciudades griegas que se detuvieron por este motivo. Todas las ciudades griegas enviaban a sus mejores representantes, debido a la jerarquía que representaba ser ganador de una de las disciplinas. Adquirieron tal popularidad, que al período de cuatro años que separaba a un juego del otro, llamado Olimpíada, se le empleó como modo de cómputo de tiempo, sobre todo en la literatura a partir de la utilización por parte del historiador Timeo alrededor del 300 a.C.
Muchas veces se habla, en forma errónea de la ciudad de Olimpia, cuando en realidad se trataba de un santuario, compuesto solo de edificaciones destinadas a la adoración a los dioses y a los juegos. Originalmente, en el lugar había templos destinados a Hera y Cibeles, deidades de los pueblos habitantes de la región del Egeo de origen micénico y que eran anteriores a las invasiones de tribus bárbaras dorias, que posteriormente se mezclaron con los habitantes locales para formar una nueva cultura, llamada a dominar todo el Mediterráneo y cercano oriente.
Estos primitivos templos, probablemente fueron construidos en el siglo VII a.C. También aparece entre las ruinas, un templo consagrado a Cronos, así como algunos edificios accesorios, como depósitos para las ofrendas. Posteriormente, en el siglo V a.C., se construyó el templo destinado Zeus. Aunque las fuentes difieren en la datación del templo, se puede estimar que fue construido entre los años 470 y 450 a.C.
Otras edificaciones importantes de Olimpia fueron el hipódromo, la palestra, el gimnasio y el estadio, en los que se celebraban las diferentes competencias de los juegos. Según la leyenda, cuando Zeus nació, su madre Rea lo entregó al cuidado de cinco hermanos sacerdotes, los que decidieron hacer una carrera como forma de decidir quien entregaba una corona de olivos al Zeus niño. La victoria correspondió a Heracles (Hércules), el mayor de los hermanos, instituyéndose de esta forma los juegos olímpicos.
El arquitecto Libón construyó el templo en piedra caliza local, de baja calidad estética, por lo que debió dar un estucado superficial que simulaba mármol. Los frisos estaban tallados y los frontones tenían esculturas en mármol. Uno de los dos temas principales de la decoración del templo es la justicia, de la cual Zeus es defensor en la mitología griega. El otro tema, son los doce trabajos de Hércules. En el interior del templo se encendía la llama olímpica al comienzo de los juegos y, tal como en los juegos olímpicos modernos, permanecía encendida hasta el final de los juegos.
El templo fue construido con la finalidad de albergar la estatua de Zeus. Dicha estatua fue construida por el más famoso de los escultores de la antigua Grecia, llamado Fidias. Fidias debió su fama al tratamiento del volumen y expresión de las formas humanas, por la utilización del claroscuro y por representar más la belleza ideal que la realidad. Fidias era ateniense y el final de su vida se motivo de discusión, aunque todas las versiones coinciden en un final poco deseado: la cárcel o el destierro.
El templo fue construido con la finalidad de albergar la estatua de Zeus. Dicha estatua fue construida por el más famoso de los escultores de la antigua Grecia, llamado Fidias. Fidias debió su fama al tratamiento del volumen y expresión de las formas humanas, por la utilización del claroscuro y por representar más la belleza ideal que la realidad. Fidias era ateniense y el final de su vida se motivo de discusión, aunque todas las versiones coinciden en un final poco deseado: la cárcel o el destierro.
Lamentablemente, como tantas otras obras de arte de la Antigüedad, nada quedó de la estatua de Zeus. Como en los demás casos de obras desaparecidas, podemos tener una idea de las mismas a través de los relatos de escritores de la época. En el caso de esta estatua, se agrega una fuente más, consistente en la representación de la estatua en medallas conmemorativas. Pausanias, fue un historiador griego del siglo II de nuestra era. Su obra, si bien de escaso valor literario, es considerada como una muy buena fuente histórica, debido a la precisión de sus relatos, corroborado esto por los hallazgos arqueológicos. En su principal obra, Descripción de Grecia, hace un relato de la estatua de Zeus en Olimpia. Pausanias describe a la estatua esculpida en marfil y de unos doce metros de altura. Zeus aparece sentado en un trono, con el torso desnudo y con un manto cubriendo sus piernas. Su cabeza tenía rizos y una corona de olivos, con la mirada dirigida hacia abajo. En su mano derecha portaba un cetro coronado por un águila, mientras que en su mano derecha tenía una Niké o diosa de la victoria. El manto que cubría sus piernas estaba adornado con lirios y tenía sandalias de oro.
El trono en el que se encontraba sentado el dios, de acuerdo a la misma descripción, constituyó de por sí, una verdadera obra de arte. Fidias eligió como materiales para esta parte de la obra al marfil, el ébano y el oro, con incrustaciones de piedras preciosas. El respaldo, los travesaños y las patas se encontraban esculpidos representando escenas de la mitología griega. La coincidencia del relato de Pausanias con las imágenes de las medallas mencionadas, dan un importante grado de certidumbre a las mismas.
Según una leyenda, cuando Fidias terminó la obra pidió al dios un signo de aprobación. El dios contestó haciendo caer un rayo cerca del escultor en un día despejado.
Sin contar a la gran pirámide de Gizeh, la estatua de Zeus en Olimpia es la más duradera de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Si bien el final de la estatua es motivo de discusión, el rastro de la misma se pierde en el siglo V d.C., cuando durante el reinado del emperador Teodosio II, fanáticos cristianos incendian el templo. Hay quienes sostienen que la estatua fue destruida en el incendio, otros afirman que sobrevivió y que fue rescatada por un coleccionista de Constantinopla, mientras que otros dicen que la estatua fue destruida en los terremotos que pusieron fin al templo en el siglo VI d.C.
En 1820, una expedición de arqueólogos franceses descubrió el templo. Estas excavaciones fueron continuadas por una expedición alemana entre 1875 y 1881, durante la cual se confeccionó un plano de los edificios. Muchas otras excavaciones se han hecho en el lugar, sin que se encontraran rastros de la estatua.
El trono en el que se encontraba sentado el dios, de acuerdo a la misma descripción, constituyó de por sí, una verdadera obra de arte. Fidias eligió como materiales para esta parte de la obra al marfil, el ébano y el oro, con incrustaciones de piedras preciosas. El respaldo, los travesaños y las patas se encontraban esculpidos representando escenas de la mitología griega. La coincidencia del relato de Pausanias con las imágenes de las medallas mencionadas, dan un importante grado de certidumbre a las mismas.
Según una leyenda, cuando Fidias terminó la obra pidió al dios un signo de aprobación. El dios contestó haciendo caer un rayo cerca del escultor en un día despejado.
Sin contar a la gran pirámide de Gizeh, la estatua de Zeus en Olimpia es la más duradera de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Si bien el final de la estatua es motivo de discusión, el rastro de la misma se pierde en el siglo V d.C., cuando durante el reinado del emperador Teodosio II, fanáticos cristianos incendian el templo. Hay quienes sostienen que la estatua fue destruida en el incendio, otros afirman que sobrevivió y que fue rescatada por un coleccionista de Constantinopla, mientras que otros dicen que la estatua fue destruida en los terremotos que pusieron fin al templo en el siglo VI d.C.
En 1820, una expedición de arqueólogos franceses descubrió el templo. Estas excavaciones fueron continuadas por una expedición alemana entre 1875 y 1881, durante la cual se confeccionó un plano de los edificios. Muchas otras excavaciones se han hecho en el lugar, sin que se encontraran rastros de la estatua.
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