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Wednesday, June 20, 2012

ATRACCIÓN FATAL

ATRACCIÓN FATAL


ATRACCIÓN FATAL - (1998)
Los científicos estiman que cerca de mil asteroides están en condiciones de cruzar la órbita terrestre. ¿Qué medidas de prevención que toma la NASA ante un eventual e inesperado impacto sobre nuestro planeta?
En 1998, un estudio sacudió al mundo: un asteroide de 1600 metros de diámetro podría chocar contra la tierra en el año 2028. Pero luego de varias idas y venidas, los científicos concluyeron que el asteroide pasaría a casi un millón de kilómetros de nuestro planeta. Esto permitió un suspiro de alivio generalizado. Pero, en realidad, el caso del asteroide "1997 XF 11", descubierto por el astrónomo James Scotti, era tan sólo la punta del iceberg. Desde hace décadas, los astrónomos saben que los asteroides son una amenaza latente: Más de una vez, y en tiempos muy recientes, la Tierra se ha salvado por un pelo de chocar con una de esas enormes bolas de roca y metal, que de tanto en tanto cruzan la órbita terrestre.
En un futuro cercano, una de ellas podría impactarse efectivamente contra nuestro planeta y provocar una catástrofe pavorosa, parecida a la que liquidó a los dinosaurios, entre otras muchas especies, hace 65 millones de años. Por eso, los astrónomos vigilan el cielo, mientras imaginan estrategias de defensa.

ENORMES ROCAS DEFORMES
Los asteroides son la escoria del sistema solar: objetos de roca y metal deformes, fríos y oscuros. Son mucho más chicos que sus hermanos mayores, los planetas, y casi todos giran entre las órbitas de Marte y Júpiter. En esa zona vagabundean cientos de miles de ellos, formando un enorme anillo conocido como "el cinturón de asteroides" (faja de asteroides). Allí pueden encontrase verdaderos monstruos, como Ceres, Pallas o Vesta (de 1000, 580 y 550 kilómetros de diámetro respectivamente). Según las teorías más aceptadas, el cinturón de asteroides sería in disco de materia que nunca llegó a formar un planeta por culpa de los tirones gravitacionales ejercidos por el vecino y gigante Júpiter. Otra de las teorías es que entre Marte y Júpiter, hace quizá un millón de años, hubo un planeta, el cual fue destruido por la intervención de algún gran astro proveniente de otra galaxia. El impacto debió ser enorme, destruyéndolo, y creando la faja de asteroides que vemos hoy.
VISITAS PELIGROSAS
Existen otros asteroides rebeldes que se mueven en otras regiones del sistema solar. Algunos cruzan la órbita de Marte, e incluso, la propia órbita terrestre: estos son los asteroides peligrosos, los que pueden chocar con nuestro planeta. En 1932, el astrónomo belga Eugen Delporte descubrió uno al que bautizó curiosamente, Amor. Así, Amor  inauguró una nueva categoría astronómica: la de los asteroides cuyas órbitas se acercan a o se cruzan directamente con la terrestre. Hasta ahora se han encontrado cerca de doscientos, pero se sospecha que puede haber 1000 o más. La trayectoria de estos asteroides está "bajo control", pero la influencia gravitacional de otros cuerpos, especialmente la Tierra y Marte, puede cambiarles el rumbo, y un leve cambio orbital podría hacer que chocaran con nuestro planeta.

TELESCOPIOS PATRULLEROS
Cuando, hace unos 40 años, los astrónomos se dieron cuenta de que existían unos cuantos de estos asteroides, decidieron rastrearlos. Así, en 1973, empezaron a patrullar el cielo con uno de los telescopios del Observatorio de Monte Palomar, en Califormia. Y con los años fueron descubriendo muchos asteroides más. En 1983, los estadounidenses estrenaron el  Spacewatch, un telecopio de 90 cms de diámetro, diseñado especialmente para vigilar objetos peligrosos. El Spacewatch forma parte de un plan de detención de asteroides cercanos a la Tierra, financiado por la NASA.  Fue instalado en el Observatorio de Kitt Peak, en Arizona, Estados Unidos, y trabaja todas las noches; su método de búsqueda se basa en tomar, a intervalos, fotografías de una misma zona del cielo; de esta manera, cuando se detecta que algo ha cambiado de lugar entre una foto y otra, es probable que se trate de un asteroide o un planeta. Lo que sigue es la conformación del hallazgo y los complejos cálculos orbitales que permiten conocer la trayectoria del objeto y, en consecuencia, averiguar si puede o no chocar con la Tierra, y cuándo.

IMPACTO DE METEOROS
Hay asteroides de todas las formas y todos los tamaños. Cuando miden menos de 50 metros se les cambia la etiqueta de "asteroides" por la de "meteoritos". Los meteoritos que chocan con la Tierra no son tan peligrosos, ya que estallan al entrar en la atmósfera terrestre y sólo llegan a la atmósfera algunos trozos que, entonces, reciben el nombre de meteoros. Los científicos calculan que, para resistir -mas o menos intacto- la fricción atmosférica, un objeto de roca y metal debe medir cerca de 100 metros de diámetro, medida que ya cabe en le rubro asteroidal. Por lo general, los meteoros son simples escombros del tamaño de una moneda o un puño, Sin embargo, en raras ocasiones llegan a la superficie algunos enormes y pesadísimos que, puesto que vienen a una velocidad tremenda (70 k/s) se convierten en terribles bombazos que pueden producir cráteres de varios metros de diámetro. Como hay muchísimos más meteoritos que asteroides dando vueltas por el espacio cercano (de hecho, sería imposible contarlos), los impactos de meteoros son mucho más frecuentes. Y, precisamente por su pequeño tamaño y enorme cantidad, es poco lo que se puede hacer para protegerse de los meteoros. Pero, por suerte, la inmensa mayoría de ellos cae en los océanos o zonas despobladas, simplemente por una cuestión de probabilidades.

Si bien es difícil, de tanto en tanto los científicos logran recuperar algún meteoro de tamaño apreciable. Y por medio de análisis y observaciones con microscopio han aprendido mucho acerca de la composición química de los asteroides y de los grandes meteoritos. Al parecer hay dos grandes familias d meteoros: los metálicos; compuestas principalmente por hierro y níquel, y los ígneos; que son bastante parecidos -químicamente- a las rocas terrestres. Es decir, son objetos bastante densos, de varios gramos por centímetro cúbico. Así, por ejemplo, uno del tamaño de un televisor grande pesa 1500 kilos. Más allá de su valor científico, los meteoros son objetos de alto valor monetario. Un meteoro del tamaño de una manzana puede valer varios miles de dólares.

ENCUENTROS CERCANOS CON ASTEROIDES
Observados con un telescopio, los asteroides no son más que simples puntos de luz no demasiado brillantes: su aspecto es muy similar al de las estrellas. Y por eso mismo, el genial astrónomo inglés William Hershell (descubridor del planeta Urano -en 1781- y de unos cuantos cometas) los bautizó con ese nombre: en griego la palabra asteroide significa "parecido a una estrella". Hasta hace apenas unos años se conocía muy poco acerca de estas enormes rocas vagabundas: mediante las observaciones telescópicas, los astrónomos sabían que eran objetos mucho más chicos que los planetas, y, probablemente, bastante deformes. Hubo que esperar hasta principios de los noventa para obtener un primer plano de un asteroide: en octubre de 1991, la sonda espacial Galileo (de la NASA) se acercó hasta Gaspra (de tamaño apenas menor que Fobos y Deimos, lunas de Marte), lo estudió y lo fotografió en detalle. Así se supo que Gaspra  tenía forma de papa, medía unos 20 kilómetros de largo y su superficie estaba cubierta de pequeños cráteres. Dos años más tarde, la Galileo -que se dirigía hacia Júpiter- llegó hasta Ida, un asteroide con una forma bastante parecida a la de Gaspra, pero mucho más grande: mide 50 kilómetros. Las detalladas imágenes que envío la sonda, acerca de Ida, permitieron conocer mucho mejor la cara de los asteroides y alguna de sus características geológicas y orbitales, pero sin duda la mayor sorpresa fue el descubrimiento de una pequeña lunita que daba vueltas a su alrededor.

Los astrónomos la bautizaron Dactyl. Tiene un kilómetro de diámetro. El hallazgo de Dactyl sirvió para confirmar las sospechas que muchos científicos tenían sobre la posible existencia de "lunoides" que giran alrededor de los asteroides, al igual que lo hacen las lunas alrededor de los planetas del sistema solar. El más reciente encuentro cercano con un asteroide ocurrió a mediados de 1997, cuando la sonda NEAR (también de la NASA), pasó muy cerca de Mathilde, de unos 70 kilómetros de diámetro. Cuando la NEAR envió las primeras fotografías de Mathilde, los astrónomos quedaron sorprendidos: su accidentada superficie era la más oscura de todos los cuerpos conocidos del sistema solar. Afortunadamente estos tres asteroides no son una amenaza para la Tierra, por que sus órbitas se mantiene bastante estables dentro del cinturón entre Marte y Júpiter. Como dato complementario, podría añadirse que el cráter de Arizona, de 800 metros de diámetro y 200 de profundidad, fue creado por un asteroide de apenas 30 metros de diámetro.

LO QUE SE VIENE
La noticia de que el asteroide 1997 XF 11 se acercará dentro de unos 30 años (escrito en 1998) no es menos inquietante ni tranquilizante. Y pone en evidencia la realidad de un peligro casi cotidiano: en los últimos años, nuestro planeta ha pasado muy cerca de varios asteroides (pequeños, por cierto). Estos "encuentros cercanos" no han tenido mucha difusión, quizá para evitar preocupaciones exageradas. El más peligroso aconteció en Marzo de 1989, cuando un asteroide de 500 metros (bautizado como 1989FC) pasó a menos de 700,000 kilómetros de distancia de la Tierra. Nos salvamos por un pelo. Nuestro planeta y el asteroide pasaron por el mismo punto con una diferencia de 6 HORAS!!!. Teniendo en cuenta que el 1989FC pesa cerca de 50 millones de toneladas y que venia a 70,000 kilómetros por hora, su impacto hubiera provocado un cráter de varios kilómetros y una explosión equivalente o superior a la detonación del arsenal nuclear mundial. Casi nada.
En 1993 y 1994, dos meteoritos de 10 a 20 kilómetros de diámetro no lo atinaron a la Tierra por "apenas" ciento cincuenta mil y cien mil kilómetros respectivamente. Y en Mayo de 1996, un asteroide de 200 metros de diámetro pasó a 450 mil kilómetros, un poco más que la distancia a la luna. Como existen, por lo menos, doscientos asteroides girando en órbitas peligrosas (es decir, se cruzan o se acercan a la Tierra, nadie en su sano juicio puede negar el peligro que representan. Eugine Shoemaker, el gran astrónomo y geólogo estadounidense, resumió el problema así: "La pregunta no es si los impactos van a ocurrir o no, sino cuándo".

DEFENDER LA TIERRA
Está claro que no basta patrullar los cielos en busca de posibles asteroides peligrosos; por eso, la NASA ya considera posibles mecanismos para defender la Tierra de alguno de ellos. La idea básica es "desviarlos". Hay por lo menos un par de estrategias: un sería enviar dos o tres navecitas que se acerquen al asteroide y lo empujen mediante cohetes propulsores; la otra, dispararle un cohete para modificar su trayectoria ( si se tratara de un asteroide de 1 o 2 kilómetros de diámetro, el cohete podría ir equipado con algunas cargas nucleares, pocas, porque si no también sería sumamente peligros destruirlo (sus pedazos podría caer sobre la Tierra en una suerte de lluvia de meteoritos). El caso de 1997 XF 11 puede servir para que la humanidad piense seriamente en este problema. Un día, los dinosaurios fueron aniquilados por el impacto de un asteroide. En aquellos tiempos no existía ninguna forma de vida capaz de defender la Tierra. Pero hoy en día, sí.

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