¿Como escribió Moisés su propia muert?
Enigma difícil de descifrar
Durante siglos
los lectores de la Biblia se preguntaron: ¿cómo hizo Moisés, autor de
los cinco primeros libros bíblicos, para contar en el capítulo 34 del
Deuteronomio su propia muerte? ¿Cómo se enteró del día, lugar y hora en
que iba a fallecer, del duelo que harían los israelitas por él, y de los
futuros detalles de su sepultura?
La pregunta era
obligada, porque uno de los dogmas más firmes entre los estudiosos
bíblicos fue, durante mucho tiempo, que Moisés era el autor del
Deuteronomio. Sin embargo hoy ningún biblista serio piensa así. La misma
Iglesia Católica ha abandonado ya esta postura, gracias a los hallazgos
de las últimas décadas.
¿Quién escribió, entonces, el Deuteronomio, cuarto libro de la Biblia y uno de los más sagrados de todo el Antiguo Testamento?
A causa de las vocales
Los cinco
primeros libros de la Biblia son llamados por los judíos "La Torá" (en
hebreo = "La Ley"), porque son los únicos que contienen las leyes que el
israelita debe cumplir para ser fiel a Dios.
En un principio,
la obra era un único y extenso libro escrito en hebreo. El formato de
los libros, en aquella época, no era como los nuestros actuales sino que
consistía en una larga tira de papiro o cuero, que luego se enrollaba.
Por eso no se llamaba "libro" sino "rollo".
Alrededor del año
250 a.C, fue llevado desde Palestina a una ciudad egipcia llamada
Alejandría, y allí fue traducido al griego. Entonces la obra adquirió un
volumen mucho mayor, porque mientras la lengua hebrea se escribe sólo
con consonantes, en griego se le añadieron las vocales propias de este
idioma, y su tamaño se duplicó.
Como no existían
rollos tan grandes para contener el extenso manuscrito, debió ser
dividido en cinco libros, y se le dio el nombre de Pentateuco (del
griego "pénte" = cinco, y "téujos" = estuches para guardar los rollos)
con que actualmente se lo conoce.
El por qué de los nombres
Cada libro recibió, a su vez, un nombre especial, que conserva hasta el día de hoy.
Al primero se lo
llamó "Génesis" (que en griego significa "origen") porque describe tres
orígenes: el del cosmos, el de la humanidad, y el del pueblo de Israel
con Abraham. Al segundo, "Éxodo" (en griego = "salida"), porque relata
la salida de Israel de la esclavitud de Egipto. Al tercero, "Levítico",
porque casi todo el libro contiene las prescripciones que debían
observar los sacerdotes levitas durante el culto. Al cuarto, "Números",
porque comienza con los números obtenidos por Moisés luego de realizar
el censo del pueblo. Finalmente el quinto fue llamado "Deuteronomio"
(del griego "déuteros" = segundo, y "nomos" = ley), porque contiene el
segundo grupo de leyes que Moisés habría entregado al pueblo poco antes
de su muerte.
El amigo de Dios
La tradición
judía siempre pensó que el Pentateuco (que a simple vista parece un
relato continuo desde la creación del mundo, pasando por la historia de
los Patriarcas, la esclavitud de los israelitas en Egipto, el éxodo con
Moisés y el regreso a la Tierra Prometida) tenía como autor al mismo
Moisés. Y esto por tres razones: a)porque Moisés es la figura principal
de toda la obra; b)porque la mayor parte de los libros contiene leyes
supuestamente dadas por él; y c)porque varias veces se dice expresamente
que Moisés puso por escrito algunos de los episodios allí contados (Ex
17,14; 24,4; 34,28; Nm 33,2; Dt 31,9.22).
Y ante la
pregunta de cómo se enteró Moisés, por ejemplo, de los hechos sucedidos
en el Paraíso, o de la historia de Noé, o de los sucesos de los
Patriarcas que vivieron seiscientos años antes que él, se respondía
simplemente que, como Moisés tenía un trato íntimo y especial con Dios
(según Ex 33,11), bien pudo escuchar de labios del mismo Dios todos
aquellos detalles.
Por lo tanto, en
tiempos de Cristo los judíos estaban plenamente convencidos de que
Moisés había escrito todo el Pentateuco. El mismo Jesús alude a esta
creencia en una discusión con ellos: "Si ustedes creyeran en Moisés,
creerían en mí, porque él escribió sobre mí. Pero si no creen en sus
escritos, ¿cómo van a creer en mis palabras?" (Jn 5,46-47).
Las primeras dudas
Durante casi quince siglos el mundo cristiano continuó pensando de esta manera, y a nadie se le ocurrió jamás ponerla en duda.
Pero en el
siglo XVI las cosas empezaron a cambiar. Un teólogo alemán, llamado
Bodenstein Carlstadt, comenzó a sospechar que el capítulo 34 del
Deuteronomio, que mencionamos al principio y donde se narra precisamente
"la muerte de Moisés", no podía haber sido escrito por el caudillo.
Además, a continuación de su muerte se dice: "Y no ha vuelto a surgir en
Israel un profeta como Moisés" (v.10), lo cual supone que, al
redactarse esto, ya habían transcurrido muchos años de su muerte.
Por lo tanto, en
1520 Carlstadt publicó un libro en el que afirmaba que Moisés no pudo
haber sido el autor de todo el Pentateuco.
Pero será el
francés Jean Astruc quien, dos siglos más tarde, revolucionará los
estudios del Pentateuco. Era médico de cabecera del rey Luis XIV, y al
parecer el monarca gozaba de buena salud, porque Astruc disponía de
mucho tiempo para leer la Biblia. En cierta ocasión hizo un extraño
descubrimiento. Comprobó que en Gn 2-3 a Dios se lo llama siempre
"Yahvé", mientras que en Gn 1 Dios aparece con el nombre de "Elohim" (o
sea, "Dios" a secas). Y se preguntó: ¿Es posible que un mismo escritor
diga primero 35 veces Elohim, y luego 18 veces Yahvé? ¿No será que hay
dos autores, y cada uno utiliza un nombre de Dios distinto del que
utiliza el otro?
Así, en 1753
escribió un libro donde propuso la hipótesis de que el Pentateuco fue
escrito por dos autores. Uno de ellos fue llamado "Yahvista", y el otro,
"Elohista". Esta teoría marcará un hito en la historia de las
investigaciones posteriores.
Más contradicciones
Siguiendo los
pasos del médico francés, muchos otros teólogos continuaron investigando
y detectaron nuevas irregularidades literarias.
Por ejemplo,
descubrieron que estaba dos veces el relato de la creación del mundo (Gn
1 y Gn 2); dos veces la genealogía de Adán (Gn 4,25 y 5,1); dos veces
el diluvio universal (Gn 6-8); dos veces la expulsión de la esclava de
Abraham (Gn 16,3-16 y 21,8-21); dos veces la historia en la que Sara se
va con un rey extranjero (Gn 12,10 y Gn 20,1); dos veces la alianza de
Dios con Abraham (Gn 15,1, y Gn 17,1); dos veces el origen del nombre de
Israel (Gn 32,29 y Gn 35,10); dos veces la vocación de Moisés (Ex 3,1 y
Ex 6,1); dos veces la lista de los 10 mandamientos (Ex 20,1 y Dt 5,1). Y
para peor, contados de manera diversa.
Otros textos
están repetidos tres veces, como la legislación sobre el homicidio, y
algunos hasta cinco veces, como la ley del diezmo, o la lista de las
fiestas israelitas. ¿Por qué Moisés tendría que contar cinco veces las
mismas cosas?
También se
encontraron afirmaciones contradictorias, como por ejemplo, que el monte
de la alianza se llamaba Sinaí (Ex 19,1), y también Horeb (5,2). Que el
suegro de Moisés era Jetró (Ex 3,1), y Reuel (Ex 2,18). Que Jacob
obtuvo el derecho a la primogenitura cambiándosela a su hermano Esaú por
un plato de lentejas (Gn 5,29-34), y que la obtuvo disfrazándose de
Esaú ante su padre ciego (Gn 27). Que quien guiaba a los israelitas por
el desierto era una nube (Nm 9,17-18), y que era el arca de la alianza
(Nm 10,33). ¿Por qué tantas incoherencias?
Sospechosas profecías
Pero lo más
asombroso fue descubrir relatos referidos a sucesos varios siglos
posteriores a Moisés. Por ejemplo, Gn 36,31 dice: "Estos son los reyes
que reinaron en Edom antes de que hubiera reyes en Israel". ¿Cómo supo
Moisés que tres siglos después de él habría reyes en Israel? Y en Gn
14,14 se menciona a la ciudad de Dan. ¿Cómo se enteró de que se fundaría
esta ciudad siglos más tarde de su muerte?
A todo esto,
nunca pudo hallarse un solo pasaje del Pentateuco donde Moisés escriba
en primera persona ("Yo dije, yo fui"), sino que siempre aparece en
tercera persona ("Moisés dijo, Moisés fue"), lo cual indica que no es él
quien escribe, sino algún otro autor.
Poco a poco, pues, se fue desmoronando la creencia de que el héroe del éxodo fuera el autor del Pentateuco.
En 1798 se
produjo un nuevo descubrimiento: K.D. Ilgen logró identificar, inmerso
en los relatos del Pentateuco, un tercer documento. Y le dio el nombre
de "Sacerdotal", porque casi todos los relatos se centran en los temas
litúrgicos y sacerdotales.
Finalmente en
1854 el biblista alemán H. Riehm distinguió un cuarto documento en el
Pentateuco, y fue llamado "Deuteronomista" porque es el que compone el
libro del Deuteronomio.
El genio y su teoría
Con estos
descubrimientos a mano, sólo faltaba alguien que pudiera hacer una
síntesis y presentar una hipótesis satisfactoria. Entonces apareció en
escena un genial pensador llamado Julio Wellhausen. Este protestante
alemán recogió los datos nuevos que habían ido apareciendo, les dio
mayor precisión científica, logró ponerles fecha, y en 1878 estuvo en
condiciones de presentar, por primera vez, su nueva hipótesis que lo
consagrará para siempre ante el mundo: la "teoría de los cuatro
documentos", llamada también, en homenaje a él, "teoría wellhauseniana".
Según ésta, el
Pentateuco no sería obra de Moisés sino el resultado de una compilación
de cuatro escritos, que en un principio eran independientes y que luego
se fusionaron en uno solo.
¿Cómo nacieron estos cuatro documentos, y qué contenían?
Los documentos Yahvista y Elohista
El más antiguo de
todos es el llamado documento Yahvista. Fue compuesto en Jerusalén
alrededor del año 950 a.C, en tiempos del rey Salomón. Su autor era un
gran teólogo y excepcional catequista.
Comenzaba con la
historia de Adán y Eva (de Gn 2), la vida en el Paraíso, el pecado
original, el asesinato de Caín, el diluvio universal y la torre de
Babel. Seguía después con la vida de Abraham, Isaac, Jacob, y José en
Egipto. Luego contaba algunas cosas sobre la opresión egipcia, el
nacimiento y la vocación de Moisés, las plagas de Egipto, ciertos
episodios del monte Sinaí, y terminaba con la llegada de los israelitas a
las puertas de la tierra prometida (Nm 25).
Los relatos del
yahvista se distinguen en el Pentateuco porque están contados con un
arte muy primitivo, llenos de colorido y atrevidos antropomorfismos.
Presentan a Dios como alfarero, jardinero, cirujano, sastre, huésped de
Abraham, interlocutor familiar de Moisés. Es decir, un Dios cercano,
casi "humano", mezclado en la historia de los hombres.
Cuando a la
muerte de Salomón el país se dividió en dos, el reino del sur se quedó
con la historia Yahvista. Entonces dos siglos más tarde, hacia el 750
a.C, un autor anónimo del reino del norte decidió componer otra obra que
recogiera las tradiciones propias norteñas.
Este nuevo
documento, llamado Elohista, relataba más o menos la misma historia que
el Yahvista, sólo que era más breve pues comenzaba directamente con
Abraham (Gn 15). Se lo distingue en el Pentateuco porque, a diferencia
del Yahvista, evita describir a Dios con características tan "humanas".
Sus relatos no muestran a Dios hablando con los hombres cara a cara sino
desde el cielo, desde una nube, desde el fuego, a través de ángeles, o
en sueños.
El documento terminaba, igual que el Yahvista, con la llegada de los hebreos a la tierra prometida (Nm 25).
Los documentos Deuteronomista y Sacerdotal
En el año 622
a.C, en unos trabajos de reparación del Templo de Jerusalén, fue
descubierto en un viejo armario un código legal. Muchas de las leyes
allí escritas ni siquiera eran conocidas por los judíos. A fin de
revalorizarlas y hacerlas cumplir, los escribas del rey Josías crearon,
en torno a él, una historia ficticia en la que Moisés, a punto de morir,
daba al pueblo judío estas nuevas leyes para que las observaran.
Así nació este tercer documento, llamado por ello Deuteronomista (= segundas leyes).
Cien años más
tarde, cuando los israelitas fueron llevados cautivos a Babilonia, los
sacerdotes decidieron escribir una nueva historia del pueblo de Israel,
tal como lo habían hecho el Yahvista y el Elohista. Pero la novedad
consistía en incluir, a lo largo del relato, una serie de leyes
litúrgicas, de ritos y celebraciones, para que el pueblo no olvidara de
cumplirlas en el país extranjero.
El libro
comenzaba, como el Yahvista, con la creación del mundo en seis días (de
Gn 1), seguía con el diluvio universal, la historia de Abraham, Isaac y
Jacob, la esclavitud de los israelitas en Egipto, la vocación de Moisés,
la liberación y la alianza en el monte Sinaí, hasta la llegada de los
israelitas a la tierra prometida (Nm 36).
Para no perderse nada
Cuando los judíos
regresaron del destierro y quisieron recopilar sus tradiciones, se
dieron con que tenían cuatro relatos distintos de su pasado histórico. No queriendo perder ninguno de ellos, un compilador anónimo resolvió combinarlos en uno solo. Y nació así el Pentateuco.
La fusión se hizo
alrededor del año 450 a.C. y a la manera semita, es decir,
yuxtaponiendo, pegando, cortando, sin preocuparse demasiado por
armonizar las diferencias. Incluso dejando "duplicados". Por eso al
analizar con cuidado la obra se descubren ciertas incoherencias,
repeticiones y contradicciones en la narración.
La obra tuvo un
éxito tan grande que los cuatro documentos originales cayeron pronto en
el olvido. Hasta se olvidó el nombre de aquél que los había unificado, y
entonces el Pentateuco fue atribuido a Moisés.
La oposición de las Iglesias
Hasta aquí la
teoría de Wellhausen. Y, como era de esperar, encontró pronto un rechazo
general en todas las Iglesias protestantes, donde había nacido. También
los católicos la condenaron enérgicamente, y el 27 de junio de
1906 la Pontificia Comisión Bíblica declaraba que el Pentateuco era obra
de Moisés, y prohibía cualquier enseñanza contraria.
Frente al fracaso de su hipótesis, Wellhausen escribió en 1883: "Sé
qué las Iglesias rechazarán primero mis teorías durante cincuenta años,
pero luego las admitirán en su credo con sutiles argumentos".
Tales palabras
resultaron casi una predicción, porque sesenta años más tarde, en 1943,
el Papa Pío XII publicó la encíclica "Divino Afflante Spiritu", en la
que anunciaba que ya habían pasado los tiempos del miedo a la
investigación, y que los biblistas católicos debían utilizar para sus
estudios todas las ayudas de las ciencias modernas. Y en 1951 se publicó
una traducción francesa del Génesis, en la que se incluía por primera
vez, con permiso oficial, la teoría de los cuatro documentos.
Se había cumplido brillantemente la predicción de Wellhausen.
Con el espíritu de Moisés
Aunque la "teoría
de los cuatro documentos" sufrió hoy algunas transformaciones y fue
retocada en los detalles, la genial intuición de Wellhausen perdura
todavía: el Pentateuco es una obra que expresa el espíritu de Moisés,
pero escrita por varias generaciones de teólogos, historiadores,
catequistas, juristas, sacerdotes y liturgistas, para componer esta
monumental epopeya sagrada.
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