Biblia y extraterrestres
La referencia a ovnis y extraterrestres en los tiempos bíblicos es constante,..... cuando se lee la Biblia con predisposición favorable para ello, aparecen.
Hay muchas
menciones de ángeles pasajeros o mensajeros, y como no se dice que
tenían alas, es permisible identificarlos como extraterrestres.
Esta
interpretación es viable, ya que, en muchas ocasiones se menciona, la
Biblia se refiere a ellos como a seres de otros mundos. Ningún pasaje
del Antiguo o Nuevo Testamento muestra extrañeza cuando menciona el
encuentro de tales seres. Parece que fué una cosa normal cruzarse en el
camino con un extraterrestre o ángel.
Los "vehículos
voladores" también parecen haber sido presencias a las que los antiguos
se acostumbraron. De esta forma, es fácil encontrar que la Biblia
contiene relatos cuya interpretación ufológica podría reflejar la
existencia de "vehículos que han llegado del cielo". En el lenguaje de
hoy se trata de "platillos volantes" y de sus "naves nodrizas". El
Antiguo Testamento está lleno de tales referencias. Allí se les llama
"bolas de fuego", "torbellinos" en llamas, "barcas de nubes que vuelan";
y existen otros nombres, como "nubes fluorescentes", "nubes pesadas",
"arcas voladoras", etcétera.
En el Nuevo
Testamento la referencia se limita en casi todos los casos a "nubes".
Sería prácticamente imposible averiguar cuándo aparecieron los
"vehículos que han llegado del cielo" en contacto con la historia
bíblica. Es de suponer que sus primeras llegadas coinciden con los
primeros adelantos de una supercivilización en diferentes partes del
mundo.
¿Acaso vinieron
los primeros extrahumanos para curiosear y observar la vida cotidiana de
los primeros hombres, los " sapiens", que estaban mostrando sus
primeras señales de inteligencia?
El
hecho es que los descubrimientos arqueológicos muestran la posible
existencia de los primeros contactos entre humanoides de origen
extraterrestre y seres de la Tierra. Gigantes, mutantes,
extraterrestres.
Se han
descubierto restos arqueológicos de esqueletos de "visitantes" en China,
Tíbet y la India, que deben tener una edad aproximada de cuarenta y
cinco mil años. Y lo extraño es que ya tenían a su lado "platillos",
cada uno apto para ser ocupado por un solo pasajero.
Todas estas
referencias aisladas pertenecen, claro está, a una época que debemos
considerar prebíblica. Los primeros rasgos de una influencia de
visitantes extraterrestres los debemos situar en Palestina, en plena
época del reinado judío. Lo que, desgraciadamente, resulta prácticamente
imposible es la reconstrucción de un calendario de "visitas"
extraterrestres anterior a la huida de los judíos de Egipto, que se
supone tuvo lugar en el siglo XIII o XIV antes de Jesucristo.
Todo lo que
sucedió anteriormente a esto es tan nebuloso en su orden cronológico que
cualquier intento de ordenar los acontecimientos según sus respectivas
fechas es un afán de buscar caprichosamente una confusión inevitable. El
orden cronológico en Israel nos lo cuenta el Antiguo Testamento; pero,
naturalmente, sin indicación de fechas concretas. La primera mención de
la existencia de seres "distintos en la Tierra" la hallamos en el primer
libro de "Moisés" (Génesis), en el capítulo 6. Allí dice:
"Cuando la
humanidad comenzó a multiplicarse sobre la faz de la Tierra y les
nacieron hijas, vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres
les venían bien, y tomaron por mujeres a las que preferían de entre
todas ellas…"
Los nefilim (en
hebreo, gigantes) existían en la Tierra por aquel entonces (y también
después), cuando los hijos de Dios se unían a las hijas de los hombres y
ellas les daban hijos: éstos fueron los héroes de la antigüedad,
hombres famosos. La explicación que proporciona la Biblia en sus notas
marginales es que estos "hijos de Dios" no han sido hijos carnales de
Dios, sino sus acompañantes, comúnmente citados como "ángeles", palabra
hebrea que significa lo mismo que mensajeros.
En ninguna parte se dice que poseían alas. Esta añadidura al cuerpo humano parece ser posterior, invento de los pintores.
Que
verdaderamente existían los gigantes está comprobado por las
excavaciones descubiertas de esqueletos de hombres gigantescos, en todos
los continentes. Dejando por un momento la historia, más o menos
clásica, sobre estos "hijos de Dios", y adentrándonos en la historia más
de realismo fantástico, nos encontramos con una sorprendente versión
que proporciona Robert Charroux en su libro "El enigma de los Andes",
sobre estos extraños gigantes. …
"Los gigantes de
la Biblia eran realmente seres superiores, ya que engendraron la élite
de los pueblos: Reyes, héroes e iniciados." Esto es lo que relata el
Génesis, capítulo VI, versículo 4:
"Existían por
aquel tiempo en la Tierra los gigantes, y también después, cuando los
hijos de Dios se llegaron a las hijas del hombre y les engendraron
hijos, que son los héroes, desde antiguo varones renombrados."
Henos aquí, pues,
en presencia de una explicación sobre los gigantes que basta aplicar al
reino animal para tener la clave del enigma. En primer lugar: ¿esos
"hijos de Dios" llegados a la Tierra para raptar a las hijas de los
hombres o violar a las mujeres, no fornicaron quizá con algunas bestias?
¡En nuestros
días, todavía, esas prácticas anormales son corrientes entre la gente
obsesa y en núcleos rurales, y con mayor motivo lo fueron entre unos
seres privados de sexualidad desde hacía mucho tiempo!
Los cosmonautas
pudieron muy bien engendrar hijos monstruosos, semihombres,
semicaballos, semicabras, semivacas… ..semimonos,.....
(yetis),......etc....Por otra parte, la riqueza pecuaria que dejaron en
la Naturaleza terrestre debió, antes de desaparecer o de aclimatarse, y
en consecuencia de crecimientos naturales perturbados, o de
acoplamientos extraordinarios, pasar por fases de la monstruosidad
física derivada forzosamente.
Así se explica,
quizás como mitología, esos humanos gigantescos, esos hombres caballos
(los centauros), esos hombres toros (el Minotauro), esos faunos de
piernas de chivo, esa esfinge con cabeza de mujer, esas gárgolas, esas
sirenas, etc.
¿Por qué no
seguir considerando que la Tierra fue una especie de parque zoológico y
jardín botánico de una humanidad extraplanetaria?.
¡Todo se enlaza , se ilumina y se vuelve lógico!
Unos comandos de
hombres llegados de otro planeta aterrizan en nuestro Globo y aportan
una civilización, semillas de plantas desconocidas y especímenes de
animales que ellos esperan aclimatar.
Ciertamente,
encuentran terrestres, y tratan, o bien de colonizarlos, o de integrarse
con ellos, pero no sin riesgos, sin pagar el tributo de sangre, ya que
esos cosmonautas no son biológicamente idénticos a nosotros.
Su unión con las
mujeres de los hombres producirá, pues, hijos diferentes, que los
terrestres normales; o sea, con la distorsión y deformación del tiempo:
gigantes o mutantes, hombres comunes, sencillos, entidades híbridas,
otras ideologías,........otras filosofías.
La existencia de tales seres, gigantes o no, antes del Diluvio llamado universal, es atestiguada por todos los pueblos antiguos
(En una gruta de
Atguetca, cerca de Mangliss, Antigua URSS se han encontrado esqueletos
de hombres que miden de 2,80 a 3 metros). Según una tradición de los
indios choluta, consignada en un manuscrito del Vaticano "antes de la
gran inundación que tuvo lugar 4.008 años después de la creación del
mundo, el país de Anahuac estaba habitado por gigantes; los que no
perecieron fueron transformados en peces…".
En Egipto "los
gigantes estaban en guerra con los hombres, y emigraron revistiendo
formas de animales.Los rabinos judíos han tratado de establecer, según
recuerdos demasiado lejanos para ser exactos, que la talla del primer
hombre alcanzaba varios centenares de pies. La propia Biblia habla
detalladamente de los gigantes, y en especial del último de ellos, el
rey de Basang, Og, que pereció en su lucha contra Moisés.
Ese Og,
semilegendario, debió de tener descendientes, ya que los hebreos
tuvieron que sostener contra ellos muchas guerras todavía.......
Los antiguos
tailandeses pretendían que los hombres de las primeras épocas eran de
una talla colosal; y los nórdicos, refiriéndose a tradiciones
hiperbóreas, dicen que los primeros seres de la creación eran altos como
montañas.
Sin embargo,
teniendo en cuenta el "engrandecimiento", que es un hecho habitual en la
leyenda, en la imaginación y en la época, cabe pensar que esos gigantes
antiguos superaban apenas los dos metros de estatura, e incluso menos
como el caso de los Dropa en China.
Un numismático e
historiador del siglo XVII, Nicolás Henrión, hizo en este sentido un
interesante estudio, a la vez que curioso, que relatamos por su
pintoresquismo. Según una cierta ley de decrecimiento, Henrión
determinaba -eso decía- con una exactitud rigurosa las variaciones de la
talla de los hombres desde su creación original.
De ello se deduciría que Adán "debió de medir" unos 49 metros;
Noé, 31 metros;
Abraham, 8 metros;
Moisés, 4,5 metros;
Hércules, 3 metros;
Alejandro; 1,80 metros
y César, 1,5 metros etc., etc.
También la
mitología griega aporta una clara indicación que milita a favor de la
tesis de hombres extraplanetarios más altos y más inteligentes que los
hombres de la Tierra. En efecto, los gigantes eran invencibles, y ni
siquiera los dioses podían derrotarlos, excepto con el apoyo de los
mortales; lo cual, si tenemos en cuenta la exageración, muy bien podría
referirse a seres mucho más civilizados que los terrestres y que, por
tal motivo, parecerían invulnerables.
La profecía de Jika
La voz de Jika
exhortó un día a los Hijos del Sol a la resignación: "He aquí que vais a
perecer junto con nuestras divinas costumbres y nuestros templos y
nuestra ciencia sagrada. "Pues la Tierra pertenece a la raza perversa, a
sus hijos malditos, y sus abominaciones trastornarán los astros en los
siglos de tinieblas.
"Pero no temáis;
su declive vendrá a la hora marcada, y los Hijos de la Luz prepararán el
retorno de los Hijos de los dioses. "Entonces nos fuimos a la otra
parte del mundo… Entonces llegamos a extensiones bellas y fértiles donde
los hombres de la raza perversa habían construido ciudades grandiosas;
sus conocimientos y costumbres eran aún divinas.
"Y he aquí que no
levanté casa sobre el suelo lejano. Llegué, más allá del océano, a una
ciudad real, de puertas de oro. Allí establecí mi morada. Allí viví
entre los sabios de la raza inferior…
Entonces vino el
gran espanto sobre una parte de la Tierra. "Los reinos divinos se
hundieron bajo las olas furiosas; y el mundo perteneció a los hijos de
las tinieblas…
"Y he aquí que en
los tiempos en que mi vida alcanzó setecientos años, el Gran Príncipe
vino a mí y me ordenó dejar un hijo de mi raza, consagrado a nuestra
ciencia y que supiera leer en los textos sagrados… Yo, Jika, obedecí
(con la hija del Gran Príncipe)… vertí en la mente del niño nacido de mi
sangre, desdeñado por mi corazón la ciencia de mis padres. Y he aquí
que corrompí los textos, y no entregué los secretos…
" El relato del
semidiós termina con una profecía que deja entender que después del
próximo fin del mundo, que linda con los años "2000", pueblos del
espacio, seres extraterrestres, volverán a la Tierra para comenzar una
nueva ronda:
"He aquí: soy
para siempre. Y sé y llevo en mí el secreto de los mundos, y lego a mis
descendientes la profecía del semidiós que fue para mí maestro de
maestros. Y todo ocurrirá así para el espanto del mundo en los tiempos
venideros, tiempos de calamidades, antes de que se aproximen al suelo en
convulsión mis hermanos y los dioses, hijos del Rey-Sol …
Fortunas
inauditas saldrán del seno de las aguas. Se saqueará la Naturaleza…
donde vastas zonas de silencio absoluto salvarán a aquellos a los que
atormente el delirio del espíritu…"Dios será violado en su prodigioso
poder, a pesar de las distancias que se acortarán en el espacio. Y
enormes cataratas sumergirán a los pueblos.
"Sin embargo,
antes de que los hombres de mañana vean abrirse ante ellos el abismo
infernal; antes de que formen ellos también parte de la leyenda, las
huellas de humanidades superiores y primeras serán encontradas hasta en
sus más ínfimos detalles y estudiadas a la luz del día.
"El agua, la
tierra y las montañas entregarán el secreto de las razas antiguas y la
historia de un monarca único: Jika, hijo de los dioses… "Buscad en el
corazón de océanos y mares, bajo la arena de las tierras áridas, en el
vientre profundo de las montañas, bajo las pirámides más altas del
globo…
" Finalmente,
último punto: el trono de los semidioses corre peligro de ser
descubierto en el fondo de un océano… Hallamos en "Le livre du
Paranormal", de Jimmy Guieu, el texto íntegro de la saga legada en el
curso de las generaciones a Lysianne Delsol, que es quizás una
descendiente de Jika. "Supongo -dice Lysianne Delsol- que la profecía ha
sido suavizada por numerosas traducciones. La última, del español al
francés moderno, fue realizada, hacia 1830, por un erudito musulmán:
Ismael Hassan."
Conviene notar
asimismo las extrañas coincidencias que, en la Biblia, el Libro de Enoch
y la Saga de Samirza Rucatl, proporcionan la certeza de que la primera
civilización terrestre fue aportada por el pueblo de las estrellas,
tesis que corroboran los descubrimientos arqueológicos contemporáneos,
así como la preocupación que tienen desde ahora los gobiernos por
ocultar y estudiar, sin una postura previa, el prodigioso problema de
los ovnis y las entidades extrahumanas.
Relatos más
directos están reflejados a través de la lectura del propio libro de
Enoch, en donde en sus páginas se pueden leer mensajes tan sustanciosos
como el que citamos a continuación:
El libro de Enoch
se compone de cinco partes: la caída de los ángeles; el Libro de las
Parábolas; el Libro del Cambio de las luminarias del cielo (sol, luna,
estrellas); el Libro de los sueños, y el Libro de la exhortación y de la
maldición. El comienzo, sobre todo, es interesante en la medida en que
narra que unos visitantes llegaron en un momento dado a la Tierra,
amaron a las mujeres de los hombres, les revelaron ciertos secretos y,
finalmente, fueron castigados por su señor.
A esos
visitantes, el Libro de Enoch los llama de diferentes maneras: ángeles,
santos, santos del cielo, vigilantes del cielo, santos vigilantes,
espíritus, etc. El sentido de esas denominaciones es claro. Son los
representantes de "Dios", los que están encargados de la marcha del
mundo, los que dan a conocer a su señor lo que ocurre en él.
Ahora bien,
doscientos de ellos traicionaron su misión. Se dan cuenta de que entre
los hijos de los hombres, hay "hermosas muchachas". Y los ángeles, hijos
de los cielos, las vieron y las desearon, y se dijeron entre sí:
"Vamos, elijamos
mujeres entre las hijas de los hombres y engendremos hijos." (o solo
fornicar). Así nos enteramos de que esos visitantes son sexuados. Nos
enteramos también de los nombres que algunos de ellos, los jefes,
llevan: Semyaza, su príncipe, y después Arakib, Aramiel, Kakabiel,
Tamiel, Ramiel, Daniel, Ezequiel, Baraquiel, Asael, Aramaros, Batariel,
Ananiel, Zaqile, Samsapeel, Satariel, Turiel, Yomeyal y Arazeyal.
Son jefes de "decenas", lo cual permite suponer una organización militar. (astronautas militares de la prehistoria).
Los doscientos
ángeles se unen en la conspiración por un juramento, y de pronto las
uniones con las hijas de los hombres se consuman. De ellas nacerán
gigantes, mutantes, monstruos, etc,... de costumbres sanguinarias, que
después de haber asolado la Tierra y perseguido a los humanos, se
devorarán entre sí. Mientras tanto, los doscientos ángeles han aceptado
revelar a los hombres toda su tecnología, en particular la del metal:
"Azarel enseñó a
los hombres a fabricar las espadas y las lanzas, el escudo y la coraza
del pecho, y les mostró todos los metales y el arte de trabajarlos."
Un diluvio aniquilador
Pero el
conocimiento no es, sin duda, bueno para los hombres, pues Dios se
enfureció por esas revelaciones. Con el Diluvio, decidió limpiar la
Tierra.Enoch, un hombre fiel a la ley del Señor, es encargado por los
culpables de interceder en su favor cerca de Dios. Para presentar su
informe. Enoch es invitado entonces a un gran viaje. Es trasladado a
alguna parte donde se le muestra toda la mecánica celeste, los motores
que hacen girar la inmensa máquina del Universo. Constituyendo la
segunda parte, el Libro de las Parábolas relata sus viajes (o sus
visiones, como ustedes prefieran). Enoch cuenta lo que ha visto de la
morada de Dios y vuelve a hablar de los secretos de la mecánica celeste.
Percibiendo el futuro, describe incluso cómo un día unos carros traerán
a los judíos de su dispersión. Algunos pasajes evocan ingenios
voladores, que producen un ruido formidable, otros silenciosos.
Hay motivos sin
duda para sentir una gran inquietud, sobre todo si nos refrescamos la
memoria y recordamos que se trata de una época en que no se conocía
ningún motor.
Dice Enoch: "Vi
otro ejército de carros en los que estaban montados hombres. Y ellos
iban sobre los vientos, de oriente y de occidente en dirección al
mediodía. Se oía el rodar de sus carros y cuando ese tumulto se produjo,
los santos cayeron en la cuenta del cielo, la columna de la Tierra fue
estremecida por su base y se oyó de un extremo al otro del cielo durante
un día." (Enoch, Libro XII, 1 y 2).
En la tercera
parte, Enoch expone de una manera más metódica las leyes de los astros
que le ha revelado el ángel Uriel: ley del Sol y ley de la Luna, ley de
los doce Vientos. Todos los fenómenos son vistos por Enoch como si los
estuviera sobrevolando. Describe, la Tierra, las montañas y los ríos
como si estuviera situado encima de ellos. Es uno de los misterios
mayores de este relato.
No hay que
exagerar, sin embargo, la importancia de los conocimientos aquí
enunciados. Si bien el punto de vista del observador, en situación
elevada, es original, y si los ingenios de transportes son fantásticos,
habrá que convenir que las matemáticas y la astronomía del autor son
débiles.
Encontramos
nuevamente todas las leyendas de la época y, en algunos aspectos, parece
incluso que Enoch ignora o mezcla los conocimientos de su época. Por
ejemplo, atribuye a los años lunares unas veces 354 y otras 364 días.
Para los años solares, que les da 364 días y por otra parte olvida los
días interpuestos.
¿Cómo apreciar
actualmente el conjunto del relato? Nos guardaremos bien de hacerlo
aquí, tanto más cuando algunos se han dedicado ya a esta tarea.
Un ejemplo es el
del investigador Robert Charroux, siempre al acecho de lo
extraordinario; ve en el relato, por supuesto, un testimonio sobre la
llegada a la Tierra de unos extraterrestres en una época remota. Estos
seres, bastante semejantes a la especie humana, ya que pudieron
acoplarse con las mujeres, viajaban por el espacio interestelar. De
pasada, enseñaron a los hombres algunos elementos de tecnología, como el
arte de los metales. Otros conocimientos, astronómicos especialmente,
no pudieron ser transmitidos, ya que los hombres no sabían bastantes
matemáticas para comprenderlos.
El Libro de Enoch
los menciona, pero, solamente desde un punto de vista poético. Aun
cuando no se coincida con la tesis de Robert Charroux, el Libro de Enoch
no pierde su interés. Descubre un monumento histórico de primera
importancia sobre la "ciencia judía", mostrando cómo el pensamiento de
esa época trató de mezclar unas hipótesis sobre el mundo físico tomadas
de la Biblia con la cosmología babilónica. Es, al mismo tiempo, un texto
poético indiscutible. Aun cuando ha sido considerado apócrifo, y por lo
tanto, ha sido amordazado por los teólogos, eso no debe ser visto en
todo caso como referido al relato de los "extraterrestres",
absolutamente canónico, que nos aporta a este respecto una descripción
quizá más extraña.
Interesante,
antes de seguir estudiando otras hipótesis sobre los gigantes, es
conocer la de un sacerdote, y nadie mejor que la del autorizado
investigador de estos temas, el ex sacerdote jesuita Salvador Freixedo,
hombre profundamente enterado del tema religioso en torno a los ovnis,
que nos da en este caso su versión en torno a los gigantes y a la
Biblia.
Dice Salvador
Freixedo en su libro titulado "Extraterrestres y creencias religiosas":
"No quisiéramos que la resistencia de algunos lectores a admitir la
Biblia, o sencillamente nuestra interpretación de ella, influya en el
juicio que se hayan de hacer del conjunto de la obra. Por lo tanto,
pediríamos al lector que admitiese este capítulo como un paréntesis en
el que el autor expresa sus conjeturas y sospechas y se hace eco de las
de otros investigadores.
"Preguntábamos en
el capítulo anterior: ¿por qué la Biblia no habla de estas cosas si tan
importantes fueron en la antigüedad? ¿Por qué no nos habla de estos
dioses-hombres, si tanta influencia tuvieron en el inicio de las
religiones y las culturas?
"Esta pregunta
resume la prejuicida manera de pensar que impide al que la tiene llegar a
la verdad, cegándole para no ver los hechos o para no saber
interpretarlos. Porque la verdad es que la Biblia habla en muchas
ocasiones y de muy diversas maneras de hechos y personas que tienen una
estrecha relación con todo el mundo extraterrestre.
En concreto, la
Biblia habla clarísimamente de seres superiores, extraños a la raza
humana, que se mezclaron con ella. "Antes de entrar en materia queremos
dejar constancia de que el tema de este capítulo es de tal interés y
trascendencia que merecería un libro aparte, ya que de ser ciertas las
sospechas que aquí apuntamos, un cristiano con un poco de lógica no
tendría más remedio que replantearse de nuevo todo el problema de su fe,
en su contenido y, sobre todo, en su forma. Y de no ver tal necesidad,
no habría más remedio que llegar a la conclusión de que su mente y su
alma están sumidas en un triste letargo.
"Continuemos con
los famosos versículos del Génesis en los que se habla de los "Hijos de
Dios". Leemos en el capítulo 6, vers. 1 y 2: "Cuando los hombres se
habían multiplicado sobre la tierra y habían procreado hijas, viendo los
hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas escogieron de
entre ellas por mujeres a las que quisieron". Lo primero que tenemos que
notar es que esto se narra precisamente en el Génesis, cuando se
refieren los orígenes del mundo y del género humano. No se cuenta
posteriormente como una leyenda o creencia antigua; se narra como
historia y se coloca en el sitio que cronológicamente le corresponde. (y
se repite varias veces)."Es curiosísimo ver cómo, a lo largo de los
estudios bíblicos, este texto del Génesis ha constituido un verdadero
rompecabezas para todos los exegetas a partir de los Santos Padres. No
saben qué hacer con él, y los más sinceros confiesan que no se imaginan
lo que quiso significar Moisés al decir "los Hijos de Dios". Instamos al
lector a que abra por sí mismo cualquier Biblia y lea el extraño texto,
pensando que sus escritos llevan ahí, como palabra sagrada, bastante
más de tres milenios, sin que los hombres parezcan haberse dado por
enterados. Instamos, asimismo, al lector a que continúe leyendo en el
mismo libro del Génesis, capítulo 6, vers. 4, y se pregunte qué
significan estas palabras:
"Por entonces, y
también en épocas posteriores, cuando los hijos de Dios cohabitaron con
las hijas de los hombres y éstas tuvieron hijos, aparecieron en la
tierra los gigantes. Estos son los esforzados varones de los primeros
tiempos, los héroes famosos". ¿Quiénes son estos gigantes? ¿Una leyenda o
un mito más recogido por Moisés?.De ninguna manera. Se han encontrado
esqueletos de hombres gigantes en todos los continentes. Y no
precisamente pertenecientes a individuos aislados. Tal como sucede hoy.
En el norte de Africa se ha encontrado un verdadero arsenal de espadas,
lanzas y otros instrumentos, gastados por el uso, de tales dimensiones
que para poder usarlos habría que tener por lo menos tres metros de
estatura. Ahórreme el lector el escribir los nombres de todas las
localidades en donde se han encontrado semejantes restos y sepa que
desde 2,50 metros hasta 6 metros y más tiene una amplia gama para
escoger. Lástima que la ciencia oficial, que ha gastado tantas energías
en lanzar hipótesis inseguras -pero que encajaban con sus teorías- sobre
fragmentos de maxilares, se haya encogido de hombros ante estos
sorprendentes hallazgos. Es verdad que despreciar un "mito" fosilizado
tiene muy poco de científico. Y más aún, cuando es un "mito" de seis
metros de largo, y muy frecuentemente con seis dedos en lugar de cinco…
"Si estos
gigantes fueron reales, ¿por qué no habían de ser reales también los
famosos "hijos de Dios" con los que la Biblia los relaciona? Y dando
nosotros un paso adelante, ¿por qué no identificar a los "ángeles" que
encontramos en la Biblia, en determinadas misiones concretas, con los
famosos "hijos de Dios"? …
Finalizamos
nuestra búsqueda de rastros de gigantes o extraterrestres en la Biblia,
con un interesante trabajo realizado por Walter J. Langbein y Willi
Dünnenberger, aparecido en la revista Mundo Desconocido correspondiente
al núm. 36 del mes de junio de 1979, donde ambos investigadores analizan
en profundidad el tema de la mano del maestro de ambos, Von Daniken:
"Por lo visto, a
los "hijos de Dios" (los extraterrestres) les estaba prohibido mezclarse
con los humanos. Pero una tripulación entera de 200 hombres contravino
esta orden y, en acuerdo secreto, decidió infringir las leyes y cargar
solidariamente con las consecuencias. La cita de Enoch prueba también
que los "hijos del cielo" superaban claramente a los humanos en cuanto a
conocimientos, pues los ángeles caidos se convirtieron en los maestros
de los humanos
Por el contrario,
parece totalmente increíble la afirmación de que los gigantes midieran
"3.000 brazas". Algún transcriptor posterior debió haber añadido,
asustado, varios ceros de más.
"Aquel desigual
apareamiento dio origen a unos gigantes o mutantes. Para que dicho
engendro pudiera dar lugar a un nacimiento, era preciso que el número de
cromosomas de los extraterrestres coincidiera con el de los terrestres.
De ello podemos sacar dos conclusiones:
"a) Ya antes de
la visita de los extraterrestres relatada por Enoch debió haber existido
otra visita. En esa (¿primera?) visita los extraterrestres debieron
haber adaptado al primitivo homínido mediante una mutación artificial.
Una manipulación genética de este tipo es efectivamente factible. (ahora
se puede hacer).
"b) El número de
cromosomas de los extraterrestres y los terrestres debió haber
coincidido desde un principio. Existen dos posibles explicaciones a este
"milagro": el código genético para "inteligencias" sólo admite -en
condiciones prebióticas iguales- el mismo número de cromosomas (Así un
óvulo maduro tiene 22 autosomas más un cromosoma X o Y. 2 x 22 = 44
autosomas + cromosomas genéticos = 46 cromosomas en cada célula.
Un autosoma es un
cromosoma que, a diferencia de los cromosomas genéticos, aparece por
parejas en las células correspondientes de ambos sexos). "Segunda
variante: los extraterrestres no eran tales, sino que procedían de
nuestro propio pasado terrenal. (Teoría del desplazamiento cronológico.)
Puesto que en la mitología aparecen tan numerosas documentaciones sobre
los dioses gigantes, hay que plantearse estas preguntas:
¿Existieron
realmente? ¿Fueron sólo creación de la fantasía? ¿Los gigantes vivieron
en persona entre nuestros antepasados? ¿Quién tiene razón, la mitología o
la actual antropología, quién duda en incluir a los gigantes
prehistóricos en sus estudios?... …"Esto puede quedar demostrado por las
duras huellas que los gigantes dejaron a su paso por todos los
continentes. A continuación, algunos ejemplos, que han sido tomados
expresamente de lugares geográficamente diversos: En Norteamérica, en el
lecho del río Paluxy, cerca de Glenn Rose (Texas) han sido puestas al
descubierto huellas gigantes de pisadas de 54,61 cm. de largo por 13,97
de ancho. Curiosamente las citadas huellas se encuentran en medio de
pisadas de dinosaurios, en una capa geológica de hace aproximadamente
140 millones de años." Así, hallazgos científicamente admitidos son los
del "gigante de Java" y del "gigante de China meridional". En Oriente
medio, en Siria, a 6 km. de Safita, los arqueólogos descubrieron picos
con un peso de 3,8 kg. También en Africa, concretamente en Ain Fritisa
(Marruecos Oriental) se han descubierto picos de 32 X 22 cm. y 4,2 kg.
de peso. Finalizamos nuestro ejemplo con los restos de tumbas de
gigantes, encontrados en Chenini (Túnez) de esqueletos que miden más de 3
metros. …
" De acuerdo con
la tradición mitológica, los gigantes eran descendientes indeseables de
"los celestiales". Las mitologías citan exclusivamente gigantes varones;
no hablan para nada de mujeres gigantes. Esto no significa
necesariamente que no nacieran niñas gigantes, pero de todos los datos
de los antiguos se saca la impresión de que estas niñas gigantes, si las
había, constituían un inquietante minoría.
Tales defectos
genéticos en una raza no son infrecuentes. En la cuenca del Amazonas
existen tribus de indios donde desde hace generaciones por cada cien
hembras sólo nace un varón. Tales tribus refrescan su sangre atacando
tribus vecinas, en las que raptan jóvenes y hombres con la esperanza de
equilibrar la relación varón-hembra. Pero incluso en nuestros países
civilizados todavía perdura hoy en día un superávit de mujeres en una
relación de 3 a 1 (tres mujeres por cada hombre).
" Los gigantes de
la edad de piedra se hallaban ante un problema insoluble. Para poder
cohabitar, los gigantes estaban obligados a buscarse hembras de estatura
normal. Así pues, hubo que ir a la caza de la hembra. Como es natural,
los hombres se opusieron vehementemente a tales violaciones. Por una
parte, porque sabían que las mujeres así embarazadas morirían al dar a
luz a los gigantes; por otra parte, porque por razones obvias los
varones lucharon en defensa de sus madres y sus amantes.
Un relato en
escritura cuneiforme procedente de Nyppur, y traducido por N. S. Kramer,
nos habla de una violación de esta clase: "Mi vagina es demasiado
pequeña, no entiende la cópula; mis labios son demasiado pequeños, no
saben besar…" Pero parece ser que no fueron sólo los terrenales quienes
contribuyeron al ocaso de los gigantes. La tradición nos lleva a
sospechar que los propios "dioses" contribuyeron a la aniquilación de
aquellos engendros ilegales.
Enoch, el profeta
antediluviano que con mayor precisión reflejó los acontecimientos de
aquellos tiempos, refiere incluso que los hombres llevaron su disputa
con los gigantes ante "el más alto". Los hombres piden que su disputa
con los gigantes sea llevada ante el más alto, y así sucede. Entonces
los arcángeles dijeron al Señor: "Semiasa… y sus compañeros… han bajado a
la Tierra y han cohabitado con las hijas de los hombres, y se han
marchado con ellas y les han revelado todos los pecados. Pero las
mujeres parieron gigantes y de este modo la Tierra entera se ha llenado
de sangre y de injusticia…" A lo cual el más alto contestó: "La Tierra
entera se hundirá y un diluvio está a punto de caer sobre la Tierra y
todo cuanto se encuentre sobre ella desaparecerá. Comunícaselo
(dirigiéndose a Lamech, un antepasado de Noé), para que escape y para
que sus descendientes sobrevivan en lugar de todas las generaciones de
la Tierra…" De forma a la vez lapidaria y precisa, Baruch relata el fin
de los gigantes: "El más alto llevó el diluvio a la Tierra y exterminó
toda carne y también a los 4.090.000 gigantes. Las aguas superaban en 15
brazas a las montañas más altas." (El supuesto Diluvio Universal)
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