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Wednesday, June 20, 2012

Biblia y extraterrestres

Biblia y extraterrestres


La referencia a ovnis y extraterrestres en los tiempos bíblicos es constante,..... cuando se lee la Biblia con predisposición favorable para ello, aparecen.
Hay muchas menciones de ángeles pasajeros o mensajeros, y como no se dice que tenían alas, es permisible identificarlos como extraterrestres.
Esta interpretación es viable, ya que, en muchas ocasiones se menciona, la Biblia se refiere a ellos como a seres de otros mundos. Ningún pasaje del Antiguo o Nuevo Testamento muestra extrañeza cuando menciona el encuentro de tales seres. Parece que fué una cosa normal cruzarse en el camino con un extraterrestre o ángel.
Los "vehículos voladores" también parecen haber sido presencias a las que los antiguos se acostumbraron. De esta forma, es fácil encontrar que la Biblia contiene relatos cuya interpretación ufológica podría reflejar la existencia de "vehículos que han llegado del cielo". En el lenguaje de hoy se trata de "platillos volantes" y de sus "naves nodrizas". El Antiguo Testamento está lleno de tales referencias. Allí se les llama "bolas de fuego", "torbellinos" en llamas, "barcas de nubes que vuelan"; y existen otros nombres, como "nubes fluorescentes", "nubes pesadas", "arcas voladoras", etcétera.
En el Nuevo Testamento la referencia se limita en casi todos los casos a "nubes". Sería prácticamente imposible averiguar cuándo aparecieron los "vehículos que han llegado del cielo" en contacto con la historia bíblica. Es de suponer que sus primeras llegadas coinciden con los primeros adelantos de una supercivilización en diferentes partes del mundo.
¿Acaso vinieron los primeros extrahumanos para curiosear y observar la vida cotidiana de los primeros hombres, los " sapiens", que estaban mostrando sus primeras señales de inteligencia?
El hecho es que los descubrimientos arqueológicos muestran la posible existencia de los primeros contactos entre humanoides de origen extraterrestre y seres de la Tierra. Gigantes, mutantes, extraterrestres.
Se han descubierto restos arqueológicos de esqueletos de "visitantes" en China, Tíbet y la India, que deben tener una edad aproximada de cuarenta y cinco mil años. Y lo extraño es que ya tenían a su lado "platillos", cada uno apto para ser ocupado por un solo pasajero.
Todas estas referencias aisladas pertenecen, claro está, a una época que debemos considerar prebíblica. Los primeros rasgos de una influencia de visitantes extraterrestres los debemos situar en Palestina, en plena época del reinado judío. Lo que, desgraciadamente, resulta prácticamente imposible es la reconstrucción de un calendario de "visitas" extraterrestres anterior a la huida de los judíos de Egipto, que se supone tuvo lugar en el siglo XIII o XIV antes de Jesucristo.
Todo lo que sucedió anteriormente a esto es tan nebuloso en su orden cronológico que cualquier intento de ordenar los acontecimientos según sus respectivas fechas es un afán de buscar caprichosamente una confusión inevitable. El orden cronológico en Israel nos lo cuenta el Antiguo Testamento; pero, naturalmente, sin indicación de fechas concretas. La primera mención de la existencia de seres "distintos en la Tierra" la hallamos en el primer libro de "Moisés" (Génesis), en el capítulo 6. Allí dice:
"Cuando la humanidad comenzó a multiplicarse sobre la faz de la Tierra y les nacieron hijas, vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres les venían bien, y tomaron por mujeres a las que preferían de entre todas ellas…"
Los nefilim (en hebreo, gigantes) existían en la Tierra por aquel entonces (y también después), cuando los hijos de Dios se unían a las hijas de los hombres y ellas les daban hijos: éstos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos. La explicación que proporciona la Biblia en sus notas marginales es que estos "hijos de Dios" no han sido hijos carnales de Dios, sino sus acompañantes, comúnmente citados como "ángeles", palabra hebrea que significa lo mismo que mensajeros.
En ninguna parte se dice que poseían alas. Esta añadidura al cuerpo humano parece ser posterior, invento de los pintores.
Que verdaderamente existían los gigantes está comprobado por las excavaciones descubiertas de esqueletos de hombres gigantescos, en todos los continentes. Dejando por un momento la historia, más o menos clásica, sobre estos "hijos de Dios", y adentrándonos en la historia más de realismo fantástico, nos encontramos con una sorprendente versión que proporciona Robert Charroux en su libro "El enigma de los Andes", sobre estos extraños gigantes. …
"Los gigantes de la Biblia eran realmente seres superiores, ya que engendraron la élite de los pueblos: Reyes, héroes e iniciados." Esto es lo que relata el Génesis, capítulo VI, versículo 4:
"Existían por aquel tiempo en la Tierra los gigantes, y también después, cuando los hijos de Dios se llegaron a las hijas del hombre y les engendraron hijos, que son los héroes, desde antiguo varones renombrados."
Henos aquí, pues, en presencia de una explicación sobre los gigantes que basta aplicar al reino animal para tener la clave del enigma. En primer lugar: ¿esos "hijos de Dios" llegados a la Tierra para raptar a las hijas de los hombres o violar a las mujeres, no fornicaron quizá con algunas bestias?
¡En nuestros días, todavía, esas prácticas anormales son corrientes entre la gente obsesa y en núcleos rurales, y con mayor motivo lo fueron entre unos seres privados de sexualidad desde hacía mucho tiempo!
Los cosmonautas pudieron muy bien engendrar hijos monstruosos, semihombres, semicaballos, semicabras, semivacas… ..semimonos,..... (yetis),......etc....Por otra parte, la riqueza pecuaria que dejaron en la Naturaleza terrestre debió, antes de desaparecer o de aclimatarse, y en consecuencia de crecimientos naturales perturbados, o de acoplamientos extraordinarios, pasar por fases de la monstruosidad física derivada forzosamente.
Así se explica, quizás como mitología, esos humanos gigantescos, esos hombres caballos (los centauros), esos hombres toros (el Minotauro), esos faunos de piernas de chivo, esa esfinge con cabeza de mujer, esas gárgolas, esas sirenas, etc.
¿Por qué no seguir considerando que la Tierra fue una especie de parque zoológico y jardín botánico de una humanidad extraplanetaria?.
¡Todo se enlaza , se ilumina y se vuelve lógico!
Unos comandos de hombres llegados de otro planeta aterrizan en nuestro Globo y aportan una civilización, semillas de plantas desconocidas y especímenes de animales que ellos esperan aclimatar.
Ciertamente, encuentran terrestres, y tratan, o bien de colonizarlos, o de integrarse con ellos, pero no sin riesgos, sin pagar el tributo de sangre, ya que esos cosmonautas no son biológicamente idénticos a nosotros.
Su unión con las mujeres de los hombres producirá, pues, hijos diferentes, que los terrestres normales; o sea, con la distorsión y deformación del tiempo: gigantes o mutantes, hombres comunes, sencillos, entidades híbridas, otras ideologías,........otras filosofías.
La existencia de tales seres, gigantes o no, antes del Diluvio llamado universal, es atestiguada por todos los pueblos antiguos
(En una gruta de Atguetca, cerca de Mangliss, Antigua URSS se han encontrado esqueletos de hombres que miden de 2,80 a 3 metros). Según una tradición de los indios choluta, consignada en un manuscrito del Vaticano "antes de la gran inundación que tuvo lugar 4.008 años después de la creación del mundo, el país de Anahuac estaba habitado por gigantes; los que no perecieron fueron transformados en peces…".
En Egipto "los gigantes estaban en guerra con los hombres, y emigraron revistiendo formas de animales.Los rabinos judíos han tratado de establecer, según recuerdos demasiado lejanos para ser exactos, que la talla del primer hombre alcanzaba varios centenares de pies. La propia Biblia habla detalladamente de los gigantes, y en especial del último de ellos, el rey de Basang, Og, que pereció en su lucha contra Moisés.
Ese Og, semilegendario, debió de tener descendientes, ya que los hebreos tuvieron que sostener contra ellos muchas guerras todavía.......
Los antiguos tailandeses pretendían que los hombres de las primeras épocas eran de una talla colosal; y los nórdicos, refiriéndose a tradiciones hiperbóreas, dicen que los primeros seres de la creación eran altos como montañas.
Sin embargo, teniendo en cuenta el "engrandecimiento", que es un hecho habitual en la leyenda, en la imaginación y en la época, cabe pensar que esos gigantes antiguos superaban apenas los dos metros de estatura, e incluso menos como el caso de los Dropa en China.
Un numismático e historiador del siglo XVII, Nicolás Henrión, hizo en este sentido un interesante estudio, a la vez que curioso, que relatamos por su pintoresquismo. Según una cierta ley de decrecimiento, Henrión determinaba -eso decía- con una exactitud rigurosa las variaciones de la talla de los hombres desde su creación original. 

De ello se deduciría que Adán "debió de medir" unos 49 metros;
Noé, 31 metros;
Abraham, 8 metros;
Moisés, 4,5 metros;
Hércules, 3 metros;
Alejandro; 1,80 metros
y César, 1,5 metros etc., etc.

También la mitología griega aporta una clara indicación que milita a favor de la tesis de hombres extraplanetarios más altos y más inteligentes que los hombres de la Tierra. En efecto, los gigantes eran invencibles, y ni siquiera los dioses podían derrotarlos, excepto con el apoyo de los mortales; lo cual, si tenemos en cuenta la exageración, muy bien podría referirse a seres mucho más civilizados que los terrestres y que, por tal motivo, parecerían invulnerables.

La profecía de Jika
La voz de Jika exhortó un día a los Hijos del Sol a la resignación: "He aquí que vais a perecer junto con nuestras divinas costumbres y nuestros templos y nuestra ciencia sagrada. "Pues la Tierra pertenece a la raza perversa, a sus hijos malditos, y sus abominaciones trastornarán los astros en los siglos de tinieblas.
"Pero no temáis; su declive vendrá a la hora marcada, y los Hijos de la Luz prepararán el retorno de los Hijos de los dioses. "Entonces nos fuimos a la otra parte del mundo… Entonces llegamos a extensiones bellas y fértiles donde los hombres de la raza perversa habían construido ciudades grandiosas; sus conocimientos y costumbres eran aún divinas.
"Y he aquí que no levanté casa sobre el suelo lejano. Llegué, más allá del océano, a una ciudad real, de puertas de oro. Allí establecí mi morada. Allí viví entre los sabios de la raza inferior…
Entonces vino el gran espanto sobre una parte de la Tierra. "Los reinos divinos se hundieron bajo las olas furiosas; y el mundo perteneció a los hijos de las tinieblas…
"Y he aquí que en los tiempos en que mi vida alcanzó setecientos años, el Gran Príncipe vino a mí y me ordenó dejar un hijo de mi raza, consagrado a nuestra ciencia y que supiera leer en los textos sagrados… Yo, Jika, obedecí (con la hija del Gran Príncipe)… vertí en la mente del niño nacido de mi sangre, desdeñado por mi corazón la ciencia de mis padres. Y he aquí que corrompí los textos, y no entregué los secretos…
" El relato del semidiós termina con una profecía que deja entender que después del próximo fin del mundo, que linda con los años "2000", pueblos del espacio, seres extraterrestres, volverán a la Tierra para comenzar una nueva ronda:
"He aquí: soy para siempre. Y sé y llevo en mí el secreto de los mundos, y lego a mis descendientes la profecía del semidiós que fue para mí maestro de maestros. Y todo ocurrirá así para el espanto del mundo en los tiempos venideros, tiempos de calamidades, antes de que se aproximen al suelo en convulsión mis hermanos y los dioses, hijos del Rey-Sol …
Fortunas inauditas saldrán del seno de las aguas. Se saqueará la Naturaleza… donde vastas zonas de silencio absoluto salvarán a aquellos a los que atormente el delirio del espíritu…"Dios será violado en su prodigioso poder, a pesar de las distancias que se acortarán en el espacio. Y enormes cataratas sumergirán a los pueblos.
"Sin embargo, antes de que los hombres de mañana vean abrirse ante ellos el abismo infernal; antes de que formen ellos también parte de la leyenda, las huellas de humanidades superiores y primeras serán encontradas hasta en sus más ínfimos detalles y estudiadas a la luz del día.
"El agua, la tierra y las montañas entregarán el secreto de las razas antiguas y la historia de un monarca único: Jika, hijo de los dioses… "Buscad en el corazón de océanos y mares, bajo la arena de las tierras áridas, en el vientre profundo de las montañas, bajo las pirámides más altas del globo…
" Finalmente, último punto: el trono de los semidioses corre peligro de ser descubierto en el fondo de un océano… Hallamos en "Le livre du Paranormal", de Jimmy Guieu, el texto íntegro de la saga legada en el curso de las generaciones a Lysianne Delsol, que es quizás una descendiente de Jika. "Supongo -dice Lysianne Delsol- que la profecía ha sido suavizada por numerosas traducciones. La última, del español al francés moderno, fue realizada, hacia 1830, por un erudito musulmán: Ismael Hassan."
Conviene notar asimismo las extrañas coincidencias que, en la Biblia, el Libro de Enoch y la Saga de Samirza Rucatl, proporcionan la certeza de que la primera civilización terrestre fue aportada por el pueblo de las estrellas, tesis que corroboran los descubrimientos arqueológicos contemporáneos, así como la preocupación que tienen desde ahora los gobiernos por ocultar y estudiar, sin una postura previa, el prodigioso problema de los ovnis y las entidades extrahumanas.
Relatos más directos están reflejados a través de la lectura del propio libro de Enoch, en donde en sus páginas se pueden leer mensajes tan sustanciosos como el que citamos a continuación:
El libro de Enoch se compone de cinco partes: la caída de los ángeles; el Libro de las Parábolas; el Libro del Cambio de las luminarias del cielo (sol, luna, estrellas); el Libro de los sueños, y el Libro de la exhortación y de la maldición. El comienzo, sobre todo, es interesante en la medida en que narra que unos visitantes llegaron en un momento dado a la Tierra, amaron a las mujeres de los hombres, les revelaron ciertos secretos y, finalmente, fueron castigados por su señor.
A esos visitantes, el Libro de Enoch los llama de diferentes maneras: ángeles, santos, santos del cielo, vigilantes del cielo, santos vigilantes, espíritus, etc. El sentido de esas denominaciones es claro. Son los representantes de "Dios", los que están encargados de la marcha del mundo, los que dan a conocer a su señor lo que ocurre en él.
Ahora bien, doscientos de ellos traicionaron su misión. Se dan cuenta de que entre los hijos de los hombres, hay "hermosas muchachas". Y los ángeles, hijos de los cielos, las vieron y las desearon, y se dijeron entre sí:
"Vamos, elijamos mujeres entre las hijas de los hombres y engendremos hijos." (o solo fornicar). Así nos enteramos de que esos visitantes son sexuados. Nos enteramos también de los nombres que algunos de ellos, los jefes, llevan: Semyaza, su príncipe, y después Arakib, Aramiel, Kakabiel, Tamiel, Ramiel, Daniel, Ezequiel, Baraquiel, Asael, Aramaros, Batariel, Ananiel, Zaqile, Samsapeel, Satariel, Turiel, Yomeyal y Arazeyal.
Son jefes de "decenas", lo cual permite suponer una organización militar. (astronautas militares de la prehistoria).
Los doscientos ángeles se unen en la conspiración por un juramento, y de pronto las uniones con las hijas de los hombres se consuman. De ellas nacerán gigantes, mutantes, monstruos, etc,... de costumbres sanguinarias, que después de haber asolado la Tierra y perseguido a los humanos, se devorarán entre sí. Mientras tanto, los doscientos ángeles han aceptado revelar a los hombres toda su tecnología, en particular la del metal:
"Azarel enseñó a los hombres a fabricar las espadas y las lanzas, el escudo y la coraza del pecho, y les mostró todos los metales y el arte de trabajarlos." 

Un diluvio aniquilador
Pero el conocimiento no es, sin duda, bueno para los hombres, pues Dios se enfureció por esas revelaciones. Con el Diluvio, decidió limpiar la Tierra.Enoch, un hombre fiel a la ley del Señor, es encargado por los culpables de interceder en su favor cerca de Dios. Para presentar su informe. Enoch es invitado entonces a un gran viaje. Es trasladado a alguna parte donde se le muestra toda la mecánica celeste, los motores que hacen girar la inmensa máquina del Universo. Constituyendo la segunda parte, el Libro de las Parábolas relata sus viajes (o sus visiones, como ustedes prefieran). Enoch cuenta lo que ha visto de la morada de Dios y vuelve a hablar de los secretos de la mecánica celeste. Percibiendo el futuro, describe incluso cómo un día unos carros traerán a los judíos de su dispersión. Algunos pasajes evocan ingenios voladores, que producen un ruido formidable, otros silenciosos.
Hay motivos sin duda para sentir una gran inquietud, sobre todo si nos refrescamos la memoria y recordamos que se trata de una época en que no se conocía ningún motor.
Dice Enoch: "Vi otro ejército de carros en los que estaban montados hombres. Y ellos iban sobre los vientos, de oriente y de occidente en dirección al mediodía. Se oía el rodar de sus carros y cuando ese tumulto se produjo, los santos cayeron en la cuenta del cielo, la columna de la Tierra fue estremecida por su base y se oyó de un extremo al otro del cielo durante un día." (Enoch, Libro XII, 1 y 2).
En la tercera parte, Enoch expone de una manera más metódica las leyes de los astros que le ha revelado el ángel Uriel: ley del Sol y ley de la Luna, ley de los doce Vientos. Todos los fenómenos son vistos por Enoch como si los estuviera sobrevolando. Describe, la Tierra, las montañas y los ríos como si estuviera situado encima de ellos. Es uno de los misterios mayores de este relato.
No hay que exagerar, sin embargo, la importancia de los conocimientos aquí enunciados. Si bien el punto de vista del observador, en situación elevada, es original, y si los ingenios de transportes son fantásticos, habrá que convenir que las matemáticas y la astronomía del autor son débiles.
Encontramos nuevamente todas las leyendas de la época y, en algunos aspectos, parece incluso que Enoch ignora o mezcla los conocimientos de su época. Por ejemplo, atribuye a los años lunares unas veces 354 y otras 364 días. Para los años solares, que les da 364 días y por otra parte olvida los días interpuestos.
¿Cómo apreciar actualmente el conjunto del relato? Nos guardaremos bien de hacerlo aquí, tanto más cuando algunos se han dedicado ya a esta tarea.
Un ejemplo es el del investigador Robert Charroux, siempre al acecho de lo extraordinario; ve en el relato, por supuesto, un testimonio sobre la llegada a la Tierra de unos extraterrestres en una época remota. Estos seres, bastante semejantes a la especie humana, ya que pudieron acoplarse con las mujeres, viajaban por el espacio interestelar. De pasada, enseñaron a los hombres algunos elementos de tecnología, como el arte de los metales. Otros conocimientos, astronómicos especialmente, no pudieron ser transmitidos, ya que los hombres no sabían bastantes matemáticas para comprenderlos.
El Libro de Enoch los menciona, pero, solamente desde un punto de vista poético. Aun cuando no se coincida con la tesis de Robert Charroux, el Libro de Enoch no pierde su interés. Descubre un monumento histórico de primera importancia sobre la "ciencia judía", mostrando cómo el pensamiento de esa época trató de mezclar unas hipótesis sobre el mundo físico tomadas de la Biblia con la cosmología babilónica. Es, al mismo tiempo, un texto poético indiscutible. Aun cuando ha sido considerado apócrifo, y por lo tanto, ha sido amordazado por los teólogos, eso no debe ser visto en todo caso como referido al relato de los "extraterrestres", absolutamente canónico, que nos aporta a este respecto una descripción quizá más extraña.

Interesante, antes de seguir estudiando otras hipótesis sobre los gigantes, es conocer la de un sacerdote, y nadie mejor que la del autorizado investigador de estos temas, el ex sacerdote jesuita Salvador Freixedo, hombre profundamente enterado del tema religioso en torno a los ovnis, que nos da en este caso su versión en torno a los gigantes y a la Biblia.
Dice Salvador Freixedo en su libro titulado "Extraterrestres y creencias religiosas": "No quisiéramos que la resistencia de algunos lectores a admitir la Biblia, o sencillamente nuestra interpretación de ella, influya en el juicio que se hayan de hacer del conjunto de la obra. Por lo tanto, pediríamos al lector que admitiese este capítulo como un paréntesis en el que el autor expresa sus conjeturas y sospechas y se hace eco de las de otros investigadores.
"Preguntábamos en el capítulo anterior: ¿por qué la Biblia no habla de estas cosas si tan importantes fueron en la antigüedad? ¿Por qué no nos habla de estos dioses-hombres, si tanta influencia tuvieron en el inicio de las religiones y las culturas?
"Esta pregunta resume la prejuicida manera de pensar que impide al que la tiene llegar a la verdad, cegándole para no ver los hechos o para no saber interpretarlos. Porque la verdad es que la Biblia habla en muchas ocasiones y de muy diversas maneras de hechos y personas que tienen una estrecha relación con todo el mundo extraterrestre.
En concreto, la Biblia habla clarísimamente de seres superiores, extraños a la raza humana, que se mezclaron con ella. "Antes de entrar en materia queremos dejar constancia de que el tema de este capítulo es de tal interés y trascendencia que merecería un libro aparte, ya que de ser ciertas las sospechas que aquí apuntamos, un cristiano con un poco de lógica no tendría más remedio que replantearse de nuevo todo el problema de su fe, en su contenido y, sobre todo, en su forma. Y de no ver tal necesidad, no habría más remedio que llegar a la conclusión de que su mente y su alma están sumidas en un triste letargo.
"Continuemos con los famosos versículos del Génesis en los que se habla de los "Hijos de Dios". Leemos en el capítulo 6, vers. 1 y 2: "Cuando los hombres se habían multiplicado sobre la tierra y habían procreado hijas, viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas escogieron de entre ellas por mujeres a las que quisieron". Lo primero que tenemos que notar es que esto se narra precisamente en el Génesis, cuando se refieren los orígenes del mundo y del género humano. No se cuenta posteriormente como una leyenda o creencia antigua; se narra como historia y se coloca en el sitio que cronológicamente le corresponde. (y se repite varias veces)."Es curiosísimo ver cómo, a lo largo de los estudios bíblicos, este texto del Génesis ha constituido un verdadero rompecabezas para todos los exegetas a partir de los Santos Padres. No saben qué hacer con él, y los más sinceros confiesan que no se imaginan lo que quiso significar Moisés al decir "los Hijos de Dios". Instamos al lector a que abra por sí mismo cualquier Biblia y lea el extraño texto, pensando que sus escritos llevan ahí, como palabra sagrada, bastante más de tres milenios, sin que los hombres parezcan haberse dado por enterados. Instamos, asimismo, al lector a que continúe leyendo en el mismo libro del Génesis, capítulo 6, vers. 4, y se pregunte qué significan estas palabras:
"Por entonces, y también en épocas posteriores, cuando los hijos de Dios cohabitaron con las hijas de los hombres y éstas tuvieron hijos, aparecieron en la tierra los gigantes. Estos son los esforzados varones de los primeros tiempos, los héroes famosos". ¿Quiénes son estos gigantes? ¿Una leyenda o un mito más recogido por Moisés?.De ninguna manera. Se han encontrado esqueletos de hombres gigantes en todos los continentes. Y no precisamente pertenecientes a individuos aislados. Tal como sucede hoy. En el norte de Africa se ha encontrado un verdadero arsenal de espadas, lanzas y otros instrumentos, gastados por el uso, de tales dimensiones que para poder usarlos habría que tener por lo menos tres metros de estatura. Ahórreme el lector el escribir los nombres de todas las localidades en donde se han encontrado semejantes restos y sepa que desde 2,50 metros hasta 6 metros y más tiene una amplia gama para escoger. Lástima que la ciencia oficial, que ha gastado tantas energías en lanzar hipótesis inseguras -pero que encajaban con sus teorías- sobre fragmentos de maxilares, se haya encogido de hombros ante estos sorprendentes hallazgos. Es verdad que despreciar un "mito" fosilizado tiene muy poco de científico. Y más aún, cuando es un "mito" de seis metros de largo, y muy frecuentemente con seis dedos en lugar de cinco…
"Si estos gigantes fueron reales, ¿por qué no habían de ser reales también los famosos "hijos de Dios" con los que la Biblia los relaciona? Y dando nosotros un paso adelante, ¿por qué no identificar a los "ángeles" que encontramos en la Biblia, en determinadas misiones concretas, con los famosos "hijos de Dios"? …
Finalizamos nuestra búsqueda de rastros de gigantes o extraterrestres en la Biblia, con un interesante trabajo realizado por Walter J. Langbein y Willi Dünnenberger, aparecido en la revista Mundo Desconocido correspondiente al núm. 36 del mes de junio de 1979, donde ambos investigadores analizan en profundidad el tema de la mano del maestro de ambos, Von Daniken:
"Por lo visto, a los "hijos de Dios" (los extraterrestres) les estaba prohibido mezclarse con los humanos. Pero una tripulación entera de 200 hombres contravino esta orden y, en acuerdo secreto, decidió infringir las leyes y cargar solidariamente con las consecuencias. La cita de Enoch prueba también que los "hijos del cielo" superaban claramente a los humanos en cuanto a conocimientos, pues los ángeles caidos se convirtieron en los maestros de los humanos
Por el contrario, parece totalmente increíble la afirmación de que los gigantes midieran "3.000 brazas". Algún transcriptor posterior debió haber añadido, asustado, varios ceros de más. 

"Aquel desigual apareamiento dio origen a unos gigantes o mutantes. Para que dicho engendro pudiera dar lugar a un nacimiento, era preciso que el número de cromosomas de los extraterrestres coincidiera con el de los terrestres. De ello podemos sacar dos conclusiones:
"a) Ya antes de la visita de los extraterrestres relatada por Enoch debió haber existido otra visita. En esa (¿primera?) visita los extraterrestres debieron haber adaptado al primitivo homínido mediante una mutación artificial. Una manipulación genética de este tipo es efectivamente factible. (ahora se puede hacer).
"b) El número de cromosomas de los extraterrestres y los terrestres debió haber coincidido desde un principio. Existen dos posibles explicaciones a este "milagro": el código genético para "inteligencias" sólo admite -en condiciones prebióticas iguales- el mismo número de cromosomas (Así un óvulo maduro tiene 22 autosomas más un cromosoma X o Y. 2 x 22 = 44 autosomas + cromosomas genéticos = 46 cromosomas en cada célula.
Un autosoma es un cromosoma que, a diferencia de los cromosomas genéticos, aparece por parejas en las células correspondientes de ambos sexos). "Segunda variante: los extraterrestres no eran tales, sino que procedían de nuestro propio pasado terrenal. (Teoría del desplazamiento cronológico.) Puesto que en la mitología aparecen tan numerosas documentaciones sobre los dioses gigantes, hay que plantearse estas preguntas:
¿Existieron realmente? ¿Fueron sólo creación de la fantasía? ¿Los gigantes vivieron en persona entre nuestros antepasados? ¿Quién tiene razón, la mitología o la actual antropología, quién duda en incluir a los gigantes prehistóricos en sus estudios?... …"Esto puede quedar demostrado por las duras huellas que los gigantes dejaron a su paso por todos los continentes. A continuación, algunos ejemplos, que han sido tomados expresamente de lugares geográficamente diversos: En Norteamérica, en el lecho del río Paluxy, cerca de Glenn Rose (Texas) han sido puestas al descubierto huellas gigantes de pisadas de 54,61 cm. de largo por 13,97 de ancho. Curiosamente las citadas huellas se encuentran en medio de pisadas de dinosaurios, en una capa geológica de hace aproximadamente 140 millones de años." Así, hallazgos científicamente admitidos son los del "gigante de Java" y del "gigante de China meridional". En Oriente medio, en Siria, a 6 km. de Safita, los arqueólogos descubrieron picos con un peso de 3,8 kg. También en Africa, concretamente en Ain Fritisa (Marruecos Oriental) se han descubierto picos de 32 X 22 cm. y 4,2 kg. de peso. Finalizamos nuestro ejemplo con los restos de tumbas de gigantes, encontrados en Chenini (Túnez) de esqueletos que miden más de 3 metros. …
" De acuerdo con la tradición mitológica, los gigantes eran descendientes indeseables de "los celestiales". Las mitologías citan exclusivamente gigantes varones; no hablan para nada de mujeres gigantes. Esto no significa necesariamente que no nacieran niñas gigantes, pero de todos los datos de los antiguos se saca la impresión de que estas niñas gigantes, si las había, constituían un inquietante minoría.
Tales defectos genéticos en una raza no son infrecuentes. En la cuenca del Amazonas existen tribus de indios donde desde hace generaciones por cada cien hembras sólo nace un varón. Tales tribus refrescan su sangre atacando tribus vecinas, en las que raptan jóvenes y hombres con la esperanza de equilibrar la relación varón-hembra. Pero incluso en nuestros países civilizados todavía perdura hoy en día un superávit de mujeres en una relación de 3 a 1 (tres mujeres por cada hombre).
" Los gigantes de la edad de piedra se hallaban ante un problema insoluble. Para poder cohabitar, los gigantes estaban obligados a buscarse hembras de estatura normal. Así pues, hubo que ir a la caza de la hembra. Como es natural, los hombres se opusieron vehementemente a tales violaciones. Por una parte, porque sabían que las mujeres así embarazadas morirían al dar a luz a los gigantes; por otra parte, porque por razones obvias los varones lucharon en defensa de sus madres y sus amantes.
Un relato en escritura cuneiforme procedente de Nyppur, y traducido por N. S. Kramer, nos habla de una violación de esta clase: "Mi vagina es demasiado pequeña, no entiende la cópula; mis labios son demasiado pequeños, no saben besar…" Pero parece ser que no fueron sólo los terrenales quienes contribuyeron al ocaso de los gigantes. La tradición nos lleva a sospechar que los propios "dioses" contribuyeron a la aniquilación de aquellos engendros ilegales.
Enoch, el profeta antediluviano que con mayor precisión reflejó los acontecimientos de aquellos tiempos, refiere incluso que los hombres llevaron su disputa con los gigantes ante "el más alto". Los hombres piden que su disputa con los gigantes sea llevada ante el más alto, y así sucede. Entonces los arcángeles dijeron al Señor: "Semiasa… y sus compañeros… han bajado a la Tierra y han cohabitado con las hijas de los hombres, y se han marchado con ellas y les han revelado todos los pecados. Pero las mujeres parieron gigantes y de este modo la Tierra entera se ha llenado de sangre y de injusticia…" A lo cual el más alto contestó: "La Tierra entera se hundirá y un diluvio está a punto de caer sobre la Tierra y todo cuanto se encuentre sobre ella desaparecerá. Comunícaselo (dirigiéndose a Lamech, un antepasado de Noé), para que escape y para que sus descendientes sobrevivan en lugar de todas las generaciones de la Tierra…" De forma a la vez lapidaria y precisa, Baruch relata el fin de los gigantes: "El más alto llevó el diluvio a la Tierra y exterminó toda carne y también a los 4.090.000 gigantes. Las aguas superaban en 15 brazas a las montañas más altas." (El supuesto Diluvio Universal)

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