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Thursday, December 1, 2011

La Creación del mundo en las diversas culturas

Este tema quise iniciarlo al platicar con un amigo abogado que realizo unas platicas en una Universidad Catolica en la Ciudad de Mexico sobre las diversas historias de la Creacion del Mundo, asi pues Yo inicie expresando mis dudas sobre el porque el parecido entre los Mayas, La Creacion segun los Peruanos, Los Japoneses y los Chinos, y la Biblia en el Genesis y la respuesta fue :

La Historia la Escriben los Vencedores, asi pues al ser el español la lengua con que se tradujeron los codices solo los monjes sabian leer y escribir y si algo no cuadraba con el Genesis o lo contradecia, pues facil, solo lo acomodaban....cierto o no, no lo se, nadie puede tener la verdad absoluta solo el Creador, asi pues, les quiero presentar diversas visiones de como se formo el Mundo.
Espero compartan algunas leyendas que ustedes conozcan.



Mi favorita por la belleza en su narracion .-

La Creacion Wicca segun la Tradicion Celta-Faery

l principio de los tiempos, solo existía Ella.

Estaba Sola, asombrosa, perfecta en su Pura Esencia, la Diosa, Ella cuyo nombre no puede ser pronunciado, flotaba en el abismo de la oscuridad exterior, precedentemente al comienzo de todas las cosas.

Entonces miro el espejo curvado del espacio negro, y así por primera vez Ella vio por su propia luz, su propio reflejo y se enamoro de el.

Lo hizo aparecer mediante el poder que estaba en Ella e hizo el amor consigo misma, y La llamo "Miria, la Maravillosa".

Su éxtasis broto en la única canción de todo lo que es, fue, o alguna vez será, y con la canción broto el movimiento, ondas que fueron vertidas hacia fuera y se convirtieron en todas las esferas y los círculos de los mundos. La Diosa se lleno de amor, se hincho de amor, y dio a luz a una lluvia de espíritus brillantes que llenaron los mundos y se convirtieron en todos los seres.

Pero en ese gran movimiento, Miria fue arrastrada, y al alejarse de la Diosa, se volvió más masculina. Primero se convirtió en el Dios Azul, el gentil, llamado el Dios del Amor. Después en el Dios Verde, cubierto de parra, arraigado en la tierra, el espíritu de todas las cosas que crecen. Finalmente, se convirtió en el Dios Enastado, en el Cazador cuyo rostro es el Sol rubicundo, pero oscuro como la Muerte. Pero el deseo siempre lo vuelve a atraer hacia la Diosa, para que Él la rodee eternamente, intentando volver al amor.

Todo empezó con el amor; todo busca volver al amor. El amor es la ley, el Maestro de la sabiduría, y el gran revelador de misterios


Tomado de Verónica Hernández.- Wicca 


La Creación según los Mayas: 

Y ahora recordando mis origenes, la creacion segun los Mayas


Tomado del LIBRO SAGRADO DE LOS MAYAS

"POPOL VUH" (o "Libro del Indígena Quiché")



Esta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo.

Esta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques: sólo el cielo existía.

No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión.

No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia.

Solamente había inmovilidad y silencio en la obscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules, por eso se les llama Gucumatz. De grandes sabios, de grandes pensadores es su naturaleza. De esta manera existía el cielo y también el Corazón del Cielo, que éste es el nombre de Dios. Así contaban.

Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la obscuridad, en la noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento.

Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre.

Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y los bejucos y el nacimiento de la vida y la creación del hombre. Se dispuso así en las tinieblas y en la noche por el Corazón del Cielo, que se llama Huracán.

El primero se llama Caculhá-Huracán. El segundo es Chipi-Caculhá. El tercero es Raxá-Caculhá. Y estos tres son el Corazón del Cielo.

Entonces vinieron juntos Tepeu y Gucumatz; entonces conferenciaron sobre la vida y la claridad, cómo se hará para que aclare y amanezca, quién será el que produzca el alimento y el sustento.

-- ¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y desocupe [el espacio], que surja la tierra y que se afirme! Así dijeron. ¡Que aclare, que amanezca en el cielo y en la tierra! No habrá gloria ni grandeza en nuestra creación y formación hasta que exista la criatura humana, el hombre formado. Así dijeron.

Luego la tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra: -- ¡Tierra! -- dijeron, y al instante fue hecha.

Como la neblina, como la nube y como una polvareda fue la creación, cuando surgieron del agua las montanas; y al instante crecieron las montañas.

Solamente por un prodigio, sólo por arte mágica se realizó la formación de las montañas y los valles; y al instante brotaron juntos los cipresales y pinares en la superficie.

Y así se llenó de alegría Gucumatz, diciendo : -- ¡Buena ha sido tu venida, Corazón del Cielo; tú, Huracán, y tú, Chipi-Caculhá, Raxá-Caculhá!

-- Nuestra obra, nuestra creación será terminada -- contestaron.

Primero se formaron la tierra, las montañas y los valles; se dividieron las corrientes de agua, los arroyos se fueron corriendo libremente entre los cerros, y las aguas quedaron separadas cuando aparecieron las altas montañas.

Así fue la creación de la tierra, cuando fue formada por el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron, cuando el cielo estaba en suspenso y la tierra se hallaba sumergida dentro del agua.

De esta manera se perfeccionó la obra, cuando la ejecutaron después de pensar y meditar sobre su feliz terminación.

Capítulo II

Luego hicieron a los animales pequeños del monte, los guardianes de todos los bosques, los genios de la montaña, los venados, los pájaros, leones, tigres, serpientes, culebras, cantiles [víboras], guardianes de los bejucos.

Y dijeron los Progenitores: -- ¿Sólo silencio e inmovilidad habrá bajo los árboles y los bejucos? Conviene que en lo sucesivo haya quien los guarde.

Asi dijeron cuando meditaron y hablaron en seguida. Al punto fueron creados los venados y las aves. En seguida les repartieron sus moradas a los venados y a las aves.

-- Tú, venado, dormirás en la vega de los ríos y en los barrancos. Aquí estarás entre la maleza, entre las hierbas; en el bosque os multiplicaréis, en cuatro pies andaréis y os sostendréis-- . Y así como se dijo, se hizo.

Luego designaron también su morada a los pájaros pequeños y a las aves mayores:

-- Vosotros, pájaros, habitaréis sobre los árboles y los bejucos, allí haréis vuestros nidos, allí os multiplicaréis, allí os sacudiréis en las ramas de los árboles y de los bejucos --. Así les fue dicho a los venados y a los pájaros para que hicieran lo que debían hacer, y todos tomaron sus habitaciones y sus nidos.

De esta manera los Progenitores les dieron sus habitaciones a los animales de la tierra. Y estando terminada la creación de todos los cuadrúpedos y las aves, les fue dicho a los cuadrúpedos y pájaros por el Creador y el Formador y los Progenitores:

-- Hablad, gritad, gorjead, llamad, hablad cada uno según vuestra especie, según la variedad de cada uno -- . Así les fue dicho a los venados, los pájaros, leones, tigres y serpientes.

-- Decid, pues, vuestros nombres, alabadnos a nosotros, vuestra madre, vuestro padre. ¡Invocad, pues, a Huracán, Chipi-Calculhá, Raxa-Calculhá, el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra, el Creador, el Formador, los Progenitores; hablad, invocadnos, adoradnos! -- les dijeron.

Pero no se pudo conseguir que hablaran como los hombres; sólo chillaban, cacareaban y gramaban; no se manifestó la forma de su lenguaje, y cada uno gritaba de manera diferente.

Cuando el Creador y el Formador vieron que no era posible que hablaran, se dijeron entre sí : -- No ha sido posible que ellos digan nuestro nombre, el de nosotros, sus creadores y formadores. Esto no está bien --, dijeron entre sí los Progenitores.

Entonces se les dijo : -- Seréis cambiados porque no se ha conseguido que habléis. Hemos cambiado de parecer : vuestro alimento, vuestra pastura, vuestra habitación y vuestros nidos los tendréis, serán los barrancos y los bosques, porque no se ha podido lograr que nos adoréis ni nos invoquéis. Todavía hay quienes nos adoren, haremos otros [seres] que sean obedientes. Vosotros aceptad vuestro destino: vuestras carnes serán trituradas. Así será. Esta será vuestra suerte--. Así dijeron cuando hicieron saber su voluntad a los animales pequenos y grandes que hay sobre la faz de la tierra.

Luego quisieron probar suerte nuevamente; quisieron hacer otra tentativa y quisieron probar de nuevo a que los adoraran.

Pero no pudieron entender su lenguaje entre ellos mismos, nada pudieron conseguir y nada pudieron hacer. Por esta razón fueron inmoladas sus carnes y fueron condenados a ser comidos y matados los animales que existen sobre la faz de la tierra.

Así, pues, hubo que hacer una nueva tentativa de crear y formar al hombre por el Creador, el Formador y los Progenitores.

-- ¡A probar otra vez! Ya se acercan el amanecer y la aurora; hagamos al que nos sustentará y alimentará! ¿Cómo haremos para ser invocados, para ser recordados sobre la tierra? Ya hemos probado con nuestras primeras obras, nuestras primeras criaturas; pero no se pudo lograr que fuésemos alabados y venerados por ellos. Probemos ahora a hacer unos seres obedientes, respetuosos, que nos sustenten y alimenten -- . Así dijeron.

Entonces fue la creación y la formación. De tierra, de lodo hicieron la carne [del hombre]. Pero vieron que no estaba bien, porque se deshacía, estaba blando, no tenía movimiento, no tenía fuerza, se caía, estaba aguado, no movía la cabeza, la cara se le iba para un lado, tenía velada la vista, no podía ver hacia atrás. Al principio hablaba, pero no tenía entendimiento. Rápidamente se humedeció dentro del agua y no se pudo sostener.

Y dijeron el Creador y el Formador: -- Bien se ve que no podía andar ni multiplicarse. Que se haga una consulta acerca de esto, dijeron.

Entonces desbarataron y deshicieron su obra y su creación. Y en seguida dijeron: -- ¿Cómo haremos para perfeccionar, para que salgan bien nuestros adoradores, nuestros invocadores?-- Así dijeron cuando de nuevo consultaron entre sí.

-- Digámosles a Ixpiyacoc, Ixmucané, Hunahpú-Vuch, Hunahpú-Utiú : ¡Probad suerte otra vez! ¡Probad a hacer la creación! -- Así dijeron entre sí el Creador y el Formador cuando hablaron a Ixpiyacoc e Ixmucané.

En seguida les hablaron a aquellos adivinos, la abuela del día, la abuela del alba, que así eran llamados por el Creador y el Formador, y cuyos nombres eran Ixpiyacoc e Ixmucané.

Y dijeron Huracán, Tepeu y Gucumatz cuando le hablaron al agorero, al formador, que son los adivinos: -- Hay que reunirse y encontrar los medios para que el hombre que vamos a crear nos sostenga y alimente, nos invoque y se acuerde de nosotros.

-- Entrad, pues, en consulta, abuela, abuelo, nuestra abuela, nuestro abuelo, Ixpiyacoc, Ixmucané, haced que aclare, que amanezca, que seamos invocados, que seamos adorados, que seamos recordados por el hombre creado, por el hombre formado, por el hombre mortal, haced que así se haga.

-- Dad a conocer vuestra naturaleza, Hunaphú-Vuch, Hunahpú-Utiú, dos veces madre, dos veces padre, Nim-Ac, Nimá-Tziís, el Señor de la esmeralda, el joyero, el escultor, el tallador, el Señor de los hermosos platos, el Señor de la verde jícara, el maestro de la resina, el maestro Toltecat, la abuela del sol, la abuela del alba, que así seréis llamados por nuestras obras y nuestras criaturas.

-- Echad la suerte con vuestros granos de maíz y de tzité. Hágase así y se sabrá y resultará si labraremos o tallaremos su boca y sus ojos en madera--. Así les fue dicho a los adivinos.

A continuación vino la adivinación, la echada de la suerte con el maíz y el tzité. ¡Suerte! ¡Criatura!, les dijeron entonces una vieja y un viejo. Y este viejo era el de las suertes del tzité, el llamado Ixpiyacoc. Y la vieja era la adivina, la formadora, que se llamaba Chiracán Ixmucané.

Y comenzando la adivinación, dijeron así: -- ¡Juntaos, acoplaos! ¡Hablad, que os oigamos, decid, declarad si conviene que se junte la madera y que sea labrada por el Creador y el Formador, y si éste [el hombre de madera] es el que nos ha de sustentar y alimentar cuando aclare, cuando amanezca!

Tú, maíz; tú, tzité; tú, suerte; tú, criatura; ¡uníos, ayuntaos! les dijeron al maíz, al tzité, a la suerte, a la criatura. ¡Ven a sacrificar aquí, Corazón del Cielo; no castiguéis a Tepeu y Gucumatz!

Entonces hablaron y dijeron la verdad : -- Buenos saldrán vuestros muñecos hechos de madera; hablarán y conversarán vuestros muñecos hechos de madera, hablarán y conversarán sobre la faz de la tierra.

-- ¡Así sea! -- contestaron, cuando hablaron.

Y al instante fueron hechos los muñecos labrados en madera. Se parecían al hombre, hablaban como el hombre y poblaron la superficie de la tierra.

Existieron y se multiplicaron; tuvieron hijas, tuvieron hijos los muñecos de palo; pero no tenían alma, ni entendimiento, no se acordaban de su Creador, de su Formador; caminaban sin rumbo y andaban a gatas.

Ya no se acordaban del Corazón del Cielo y por eso cayeron en desgracia. Fue solamente un ensayo, un intento de hacer hombres. Hablaban al principio, pero su cara estaba enjuta; sus pies y sus manos no tenían consistencia; no tenían sangre, ni substancia, ni humedad, ni gordura; sus mejillas estaban secas, secos sus pies y sus manos, y amarillas sus carnes. Por esta razón ya no pensaban en el Creador ni en el Formador, en los que les daban el ser y cuidaban de ellos.

Estos fueron los primeros hombres que en gran número existieron sobre la faz de la tierra. 


Capítulo III

En seguida fueron aniquilados, destruidos y deshechos los muñecos de palo, recibieron la muerte.

Una inundación fue producida por el Corazón del Cielo; un gran diluvio se formó, que cayó sobre las cabezas de los muñecos de palo.

De tzité se hizo la carne del hombre, pero cuando la mujer fue labrada por el Creador y el Formador, se hizo de espadaña la carne de la mujer. Estos materiales quisieron el Creador y el Formador que entraran en su composición.

Pero no pensaban, no hablaban con su Creador, su Formador, que los habían hecho, que los habían creado. Y por esta razón fueron muertos, fueron anegados. Una resina abundante vino del cielo. El llamado Xecotcovach llegó y les vació los ojos; Camalotz vino a cortarles la cabeza; y vino Cotzbalam y les devoró las carnes. El Tucumbalam llegó también y les quebró y magulló los huesos y los nervios, les molió y desmoronó los huesos.

Y esto fue para castigarlos porque no habían pensado en su madre, ni en su padre, el Corazón del Cielo, llamado Huracán. Y por este motivo se obscureció la faz de la tierra y comenzó una lluvia negra, una lluvia de día, una lluvia de noche.

Llegaron entonces los animales pequenos, los animales grandes, y los palos y las piedras les golpearon las caras. Y se pusieron todos a hablar; sus tinajas, sus comales, sus platos, sus ollas, sus perros, sus piedras de moler, todos se levantaron y les golpearon las caras.

-- Mucho mal nos hacíais; nos comíais, y nosotros ahora os morderemos -- les dijeron sus perros y sus aves de corral.

Y las piedras de moler: -- Eramos atormentadas por vosotros; cada día, cada día, de noche, al amanecer, todo el tiempo hacían holi, holi, huqui, huqui nuestras caras, a causa de vosotros. Este era el tributo que os pagábamos. Pero ahora que habéis dejado de ser hombres probaréis nuestras fuerzas. Moleremos y reduciremos a polvo vuestras carnes, les dijeron sus piedras de moler.

Y he aquí que sus perros hablaron y les dijeron : -- ¿Por qué no nos dabais nuestra comida? Apenas estábamos mirando y ya nos arrojabais de vuestro lado y nos echabais fuera. Siempre teníais listo un palo para pegarnos mientras comíais.

Así era como nos tratabais. Nosotros no podíamos hablar. Quizás no os diéramos muerte ahora; pero ¿por qué no reflexionabais, por qué no pensabais en vosotros mismos? Ahora nosotros os destruiremos, ahora probaréis vosotros los dientes que hay en nuestra boca: os devoraremos, dijeron los perros, y luego les destrozaron las caras.

Y a su vez sus comales, sus ollas les hablaron así : -- Dolor y sufrimiento nos causabais. Nuestra boca y nuestras caras estaban tiznadas, siempre estábamos puestos sobre el fuego y nos quemabais como si no sintiéramos dolor. Ahora probaréis vosotros, os quemaremos -- dijeron sus ollas, y todos les destrozaron las caras. Las piedras del hogar que estaban amontonadas, se arrojaron directamente desde el fuego contra sus cabezas causándoles dolor.

Desesperados corrían de un lado para otro; querían subirse sobre las casas y las casas se caían y los arrojaban al suelo; querían subirse sobre los árboles y los árboles los lanzaban a lo lejos; querían entrar a las cavernas y las cavernas se cerraban ante ellos.

Así fue la ruina de los hombres que habían sido creados y formados, de los hombres hechos para ser destruidos y aniquilados: a todos les fueron destrozadas las bocas y las caras.

Y dicen que la descendencia de aquellos son los monos que existen ahora en los bosques; éstos son la muestra de aquellos, porque sólo de palo fue hecha su carne por el Creador y el Formador.

Y por esta razón el mono se parece al hombre, es la muestra de una generación de hombres creados, de hombres formados que eran solamente muñecos y hechos solamente de madera.

Segunda Parte

Capítulo X

(...)

Dijo entonces Ixbalamqué a Hunahpú: -¿Comenzará ya a amanecer? mira tú.
-Tal vez sí, voy a ver, contestó éste.
Y como tenía muchas ganas de ver afuera de la boca de la cerbatana y quería ver si había amanecido, al instante le cortó la cabeza Camazotz y el cuerpo de Hunahpú quedó decapitado.
Nuevamente preguntó lxbalanqué: -¿No ha amanecido todavía? Pero Hunahpú no se movía. -¿A dónde ha ido Hunahpú? ¿Qué es lo que has hecho? Pero no se movía, y permanecía callado.
Entonces se sintió avergonzado lxbalanqué y exclamó: -¡Desgraciados de nosotros! Estamos completamente vencidos.
Fueron en seguida a colgar la cabeza sobre el juego de pelota por orden expresa de Hun-Camé y Vucub-Camé, y todos los de Xibalba se regocijaron por lo que le había sucedido a la cabeza de Hunahpú.



Capítulo XI


En seguida llamó lxbalanqué a todos los animales, al pisote, al jabalí, a todos los animales pequeños y grandes, durante la noche, y a la madrugada les preguntó cuál era su comida.
-¿Cuál es la comida de cada uno de vosotros? pues yo os he llamado para que escojáis vuestra comida, les dijo lxbalanqué.
-Muy bien, contestaron. Y en seguida se fueron a tomar cada uno lo suyo, y se marcharon todos juntos. Unos fueron a tomar las cosas podridas; otros fueron a coger hierbas; otros fueron a recoger piedras. Otros fueron a recoger tierra. Variadas eran las comidas de los animales pequeños y de los animales grandes.
Detrás de ellos se había quedado la tortuga, la cual llegó contoneándose a tomar su comida. Y llegando al extremo del cuerpo tomó la forma de la cabeza de Hunahpú, y al instante le fueron labrados los ojos.
Muchos sabios vinieron entonces del cielo. El Corazón del Cielo, Huracán, vinieron a cernerse sobre la Casa de los Murciélagos.
Y no fue fácil acabar de hacerle la cara, pero salió muy buena; la cabellera también tenía una hermosa apariencia, y asimismo pudo hablar.
Pero como ya quería amanecer y el horizonte se teñía de rojo. --oscurece de nuevo, viejo!, le fue dicho al zopilote.
-Está bien, contestó el viejo, y al instante oscureció el viejo. "Ya oscureció el zopilote", dice ahora la gente.
Y así, durante la frescura del amanecer, comenzó su existencia.
-¿Estará bien?, dijeron. ¿Saldrá parecido a Hunahpú?
-Está muy bien, contestaron. Y efectivamente, parecía de hueso la cabeza, se había transformado en una cabeza verdadera.
Luego hablaron entre sí y se pusieron de acuerdo:
-No juegues tú a la pelota; haz únicamente como que juegas yo sólo lo haré todo, le dijo Ixbalanqué.
En seguida le dio sus órdenes a un conejo:
-Anda a colocarte sobre el juego de pelota, quédate allí entre el encinal, le fue dicho al conejo cuando se le dieron estas instrucciones durante la noche.
En seguida amaneció y los dos muchachos estaban buenos y sanos. Luego bajaron a jugar a la pelota. La cabeza de Hunahpú estaba colgada sobre el juego de pelota.
-¡Hemos triunfado! ¡Habéis labrado vuestra propia ruina; ¡os habéis entregado! les decían. De esta manera provocaban a Hunahpú.
-Pégale a la cabeza con la pelota, le decían. Pero no lo molestaban con esto, él no se daba por entendido.
Luego arrojaron la pelota los Señores de Xibalba. lxbalanqué le salió al encuentro; la pelota iba derecho al anillo, pero se detuvo, rebotando, pasó rápidamente por encima del juego de pelota y de un salto se dirigió hasta el encinal.
El conejo salió al instante y se fue saltando; y los de Xibalba corrían persiguiéndolo. Iban haciendo ruido y gritando tras el conejo. Acabaron por irse todos los de Xibalba.
En seguida se apoderó Ixbalanqué de la cabeza de Hunahpú; se llevó de nuevo la tortuga y fue a colocarla sobre el juego de pelota. Y aquella cabeza era verdaderamente la cabeza de Hunahpú y los dos muchachos se pusieron muy contentos.
Fueron, pues, los de Xibalba a buscar la pelota y habiéndola encontrado entre las encinas, los llamaron, diciendo:
-Venid acá. Aquí está la pelota, nosotros la encontramos, dijeron, y la tenían colgando.
Cuando regresaron los de Xibalba exclamaron. -¿Qué es lo que vemos?
Luego comenzaron nuevamente a jugar. Tantos iguales hicieron por ambas partes.
En seguida lxbalanqué le lanzó una piedra a la tortuga; ésta se vino al suelo y cayó en el patio del juego de pelota hecha mil pedazos como pepitas, delante de los Señores.
-¿Quién de vosotros irá a buscarla? ¿Dónde está el que irá a traerla? dijeron los de Xibalba.
Y así fueron vencidos los señores de Xibalba por Hunahpú e Ixbalanqué. Grandes trabajos pasaron éstos, pero no murieron, a pesar de todo lo que les hicieron.

Tercera Parte

Capítulo I

He aquí, pues, el principio de cuando se dispuso hacer al hombre, y cuando se buscó lo que debía entrar en la carne del hombre.

Y dijeron los Progenitores, los Creadores y Formadores, que se llaman Tepeu y Gucumatz: "Ha llegado el tiempo del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de sustentar, y nutrir, los hijos esclarecidos, los vasallos civilizados; que aparezca el hombre, la humanidad, sobre la superficie de la tierra." Así dijeron.

Se juntaron, llegaron y celebraron consejo en la oscuridad y en la noche; luego buscaron y discutieron, y aquí reflexionaron y pensaron. De esta manera salieron a luz claramente sus decisiones y encontraron y descubrieron lo que debía entrar en la carne del hombre.

Poco faltaba para que el sol, la luna y las estrellas aparecieran sobre los Creadores y Formadores.

De Paxil, de Cayalá, así llamados, vinieron las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas.

Estos son los nombres de los animales que trajeron la comida: Yac [el gato de monte], Utiú [el coyote], Quel [una cotorra vulgarmente llamada chocoyo] y Hoh [el cuervo]. Estos cuatro animales les dieron la noticia de las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, les dijeron que fueran a Paxil y les enseñaron el camino de Paxil.

Y así encontraron la comida y ésta fue la que entró en la carne del hombre creado, del hombre formado; ésta fue su sangre, de ésta se hizo la sangre del hombre. Así entró el maíz [en la formación del hombre] por obra de los Progenitores.

Y de esta manera se llenaron de alegría, porque habían descubierto una hermosa tierra, llena de deleites, abundante en mazorcas amarillas y mazorcas blancas y abundante también en pataxte y cacao, y en innumerables zapotes, anonas, jocotes, nances, matasanos y miel. Abundancia de sabrosos alimentos había en aquel pueblo llamado de Paxil y Cayalá.

Había alimentos de todas clases, alimentos pequeños y grandes, plantas pequeñas y plantas grandes. Los animales enseñaron el camino. Y moliendo entonces las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, hizo Ixmucané nueve bebidas, y de este alimento provinieron la fuerza y la gordura y con él crearon los músculos y el vigor del hombre. Esto hicieron los Progenitores, Tepeu y Gucumatz, así llamados.

A continuación entraron en pláticas acerca de la creación y la formación de nuestra primera madre y padre. De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres que fueron creados.

Capítulo II

Estos son los nombres de los primeros hombres que fueron creados y formados: el primer hombre fue Balam-Quitzé, el segundo Balam-Acab, el tercero Mahucutah y el cuarto Iqui-Balam.

Estos son los nombres de nuestras primeras madres y padres.

Se dice que ellos sólo fueron hechos y formados, no tuvieron madre, no tuvieron padre. Solamente se les llamaba varones. No nacieron de mujer, ni fueron engendrados por el Creador y el Formador, por los progenitores. Sólo por un prodigio, por obra de encantarniento fueron creados y formados por el Creador, el Formador, los Progenitores, Tepeu y Gucumatz. Y como tenían la apariencia de hombres, hombres fueron; hablaron, conversaron, vieron y oyeron, anduvieron, agarraban las cosas; eran hombres buenos y hermosos y su figura era figura de varón.

Fueron dotados de inteligencia; vieron y al punto se extendió su vista, alcanzaron a ver, alcanzaron a conocer todo lo que hay en el mundo. Cuando miraban, al instante veían a su alrededor y contemplaban en torno a ellos la bóveda del cielo y la faz redonda de la tierra. Las cosas ocultas [por la distancia] las veían todas, sin tener primero que moverse; en seguida veían el mundo y asimismo desde el lugar donde estaban lo veían.

Grande era su sabiduría; su vista llegaba hasta los bosques, las rocas, los lagos, los mares, las montañas y los valles. En verdad eran hombres admirables Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam.

Entonces les preguntaron el Creador y el Formador : -- ¿Que pensáis de vuestro estado? ¿No miráis. ¿No oís? ¿No son buenos vuestro lenguaje y vuestra manera de andar? ¡Mirad, pues! ¡Contemplad el mundo, ved si aparecen las montañas y los valles! ¡Probad, pues, a ver!, les dijeron.

Y en seguida acabaron de ver cuanto había en el mundo. Luego dieron las gracias al Creador y al Formador : -- ¡En verdad os damos gracias dos y tres veces! Hemos sido creados, se nos ha dado una boca y una cara, hablamos, oímos, pensamos y andamos; sentimos perfectamente y conocemos lo que está lejos y lo que está cerca. Vemos también lo grande y lo pequeño en el cielo y en la tierra. Os damos gracias, pues, por habernos creado, ¡oh Creador y Formador!, por habernos dado el ser, ¡oh abuela nuestra! ¡Oh nuestro abuelo!, dijeron dando las gracias por su creación y formación.

Acabaron de conocerlo todo y examinaron los cuatro rincones y los cuatro puntos de la bóveda del cielo y de la faz de la tierra.

Pero el Creador y el Formador no oyeron esto con gusto. -- No está bien lo que dicen nuestras criaturas, nuestras obras; todo lo saben, lo grande y lo pequeño --dijeron. Y así celebraron consejo nuevamente los Progenitores : -- ¿Qué haremos ahora con ellos? ¡Que su vista sólo alcance a lo que está cerca, que sólo vean un poco de la faz de la tierra! No está bien lo que dicen. ¿Acaso no son por su naturaleza simples criaturas y hechuras [nuestras]? ¿Han de ser ellos también dioses? ¿Y si no procrean y se multiplican cuando amanezca, cuando salga el sol? ¿Y si no se propagan? -- Así dijeron.

-- Refrenemos un poco sus deseos, pues no está bien lo que vemos. ¿Por ventura se han de igualar ellos a nosotros, sus autores, que podemos abarcar grandes distancias, que lo sabemos y vemos todo?

Esto dijeron el Corazón del Cielo, Huracán, Chipi-Caculhá, Raxá-Caculhá, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, Ixpiyacoc, Ixmucané, el Creador y el Formador. Así hablaron y en seguida cambiaron la naturaleza de sus obras, de sus criaturas.

Entonces el Corazón del Cielo les echó un vaho sobre los ojos, los cuales se empañaron como cuando se sopla sobre la luna de un espejo. Sus ojos se velaron y sólo pudieron ver lo que estaba cerca, sólo esto era claro para ellos.

Así fue destruida su sabiduría y todos los conocimientos de los cuatro hombres, origen y principio [de la raza quiché].

Así fueron creados y formados nuestros abuelos, nuestros padres, por el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra. 


El Génesis: 

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 

Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.

Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.

Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.

Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas.

E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así.

Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo.

Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así.

Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno.

Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así.

Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno.

Y fue la tarde y la mañana el día tercero.

Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años,
y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así.

E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas.

Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra,

y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.

Y fue la tarde y la mañana el día cuarto.

Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos.

Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno.

Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra.

Y fue la tarde y la mañana el día quinto.

Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así.

E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 

Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.

Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.

Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto. 


Pan Gu, P'an-Ku , La Creacion del Mundo China

se nos relata que al principio, los cielos y la tierra eran solamente uno y todo era caos. El Universo era como un enorme huevo negro, que llevaba ren su interior a P'an-Ku.

Tras 18.000 años P'an-Ku se despertó de un largo sueño. Se sintió sofocado, por lo cual empuñó un hacha enorme y la empleó para abrir el huevo. La luz, la parte clara, ascendió y formó los cielos, la materia fría y turbia permaneció debajo para formar la tierra. P'an-Ku se quedó en el medio, con su cabeza tocando el cielo y sus pies sobre la tierra. La tierra y el cielo empezaron a crecer a razón de diez pies al día, y P'an-Ku creció con ellos.

Después de otros 18.000 años el cielo era más grande y la tierra más gruesa; P'an-Ku permaneció entre ellos como un pilar gigantesco, impidiendo que volviesen a estar unidos. El relato sigue contando cómo Pan-Ku falleció y distintas partes de su organismo, se transformaron en elementos de nuestro mundo.

Su aliento se transformó en el viento y las nubes, su voz se convirtió en el trueno. De su cuerpo, un ojo se transformó en el sol y el otro en la luna. Su cuerpo y sus miembros, se convirtieron en cinco grandes montañas y de su sangre se formó el agua. Sus venas se convirtieron en caminos de larga extensión y sus músculos en fértiles campos. Las interminables estrellas del cielo aparecieron de su pelo y su barba, y las flores y árboles se formaron a partir de su piel y del fino vello de su cuerpo.

Su médula se transformó en jade y en perlas. Su sudor fluyó como la generosa lluvia y el dulce rocío que alimenta a todas las cosas vivas de la tierra.

En otras versiones del mito de P'an-Ku, sus lágrimas fluyeron para convertirse en ríos y el resplandor de sus ojos se transformó en el trueno y el relámpago. Según esta interpretación, cuando P'an-Ku estaba contento brillaba el sol, pero cuando estaba enfadado negras nubes cubrían el cielo.

También la aparición del ser humano, se explica en este mito de P'an-Ku, ya que según algunos relatos, las pulgas y los piojos que P'an-Ku tenía en su cuerpo, se convirtieron en los antecesores de la humanidad.

En otras interpretaciones P'an-Ku es descrito como el gigante chino que nació como un enanito dentro del primitivo huevo cósmico. La parte superior del huevo formó los cielos (Yang) y la parte inferior formó la Tierra. P'an Ku creció diez pies por día y empujó la cáscara del huevo un poco más y un poco más.

Entonces, transcurridos 13.000 años (en vez de los 18.000 de las versiones anteriores) P'an-Ku estalló.

Sus ojos se convirtieron en el sol y la luna (en esta parte sí coincide con otros relatos); su cabeza se transformó en las cuatro montañas sagradas (en otras versiones son cinco); su sangre dio lugar a los mares y los ríos; de su pelo se formaron los campos y los árboles; su aliento se transformó en el viento, su sudor en la lluvia y su voz en el trueno.

Las pulgas que vivían en su cuerpo eran los antecesores de los seres humanos.

Encontramos una variante de este mito que nos relata que P'an-Ku se formó a partir de los cinco elementos, y que él creó la tierra y el cielo con el cincel y el martillo


Fuente.- www.cervantesvirtual.com


Creacion segun los Egipcios

Pra los egipcios, al principio solo era el Caos, y el Espíritu primigenio se hallaba disuelto en el Caos, donde estaba inerte, sin existencia.

El Caos era la ausencia de cada uno de los elementos que constituirían el mundo después de la creación, una especie de agua inactiva, carente de vida, pero que contenía todos los gérmenes y todas las posibilidades de la creación.

Esto es el Nun, "Padre de los Dioses".

El Espíritu Primigenio aparece más tarde en la superficie de las aguas y adopta aspectos diferentes en cada sistema cosmogónico: frecuentemente aparece en una isla que emerge del elemento líquido, pero otras veces surge del huevo de un ave acuática, o de entre los pétalos de una flor de loto.

En el Nun yacía inerte Atum, el demiurgo, aquel que existe por sí mismo, porque Atum no era una criatura del Nun.

Atum apareció misteriosamente en el Nun cuando ni el cielo, ni la tierra ni nada existía. El demiurgo se puso en movimiento y subió sobre una colina que emergía de las aguas. Atum-Re creó a continuación, la primera pareja divina, el dios Shu, la personificación del aire, y la diosa Tefnut, la personificación de la humedad. De ellos nacieron Geb, el dios de la tierra, y Nut, la diosa del cielo. Geb y Nut concibieron cuatro hijos: Osiris, Isis, Seth y Neftis. Isis fue la mujer de Osiris, y Neftis la mujer de Seth.

Así se formó la Enéada helipolitana, el grupo de nueve dioses compuesto por Atum-Re, el demiurgo, y por cuatro parejas divinas, sus descendientes.

Shu y Tefnut son las criaturas de un demiurgo que escupe a Geb y Nut sus hijos "del vientre" de Tefnut, como Osiris, Seth, Isis y Neftis serán a continuación los hijos del vientre de Nut. Los hijos de Nut completan la Enéada heliopolitana, de acuerdo con el sincretismo que habían adoptado los sacerdotes de Atum ya en época muy temprana


Una explicacion muy muy rapida, pero solo es para dar las bases de un tema ya tan estudiado por todos nosotros.


Creacion del mundo segun la mitologia nordica. (por deeperheart):

Al empezar la creación, en el mismo centro del espacio se abría Ginnunga, el terrible abismo sin fondo y sin luz; a su norte estaba la tierra de Niflheim,un mundo de agua, oscuridad y hielo perpetuo, que se abría alrededor de la eterna fuente de Hvergelmir, fuente en la que nacían los doce ríos del Elivagar, las doce corrientes que corrían hasta el borde de su mundo, antes de encontrarse con el muro de frío que helaba sus aguas, haciéndose caer también en el abismo central con un estrépito ensordecedor. Al sur de este caos estaba el calor, que era Muspell, el reino de fuego, luminoso y caliente. Allí vive Surtr, el fuego, que saldrá en el fin del mundo con su espada llameante a acabar con los dioses. Este gigante era quien lanzaba nubes de centellas al blandir su espada llameante, llenando de su fuego el cielo, pero este fuego a duras penas conseguía fundir los hielos del abismo, y el frío volvía a vencer de nuevo, haciendo que se elevase una columna de vapor que tampoco podía escapar del abismo, puesto que al volver a encontrarse con el mundo del hielo, se condensaban las grandes columnas de humedad, llenando de nubes el espacio central.

Fue así como de este caos y vapor central surgió gigante Ymir, la personificación del océano helado, padre de la estirpe de los Gigantes de Hielo y nació con hambre voraz, que sólo pudo saciar con otra criatura nacida al mismo tiempo que él, la vaca gigante Audhumla, de cuyas ubres brotaban cuatro chorros de leche. Audhumla, buscando ávidamente su alimento, lamió un bloque de hielo que le sabía a sal y, fundiéndolo, con su lengua, hizo aparecer el buen dios Buri, enterrado desde tiempo inmemorial en los hielos perpetuos. Pero mientras, Ymir, dormido plácidamente alumbró sin darse cuenta, con el sudor de su axila, a Thrudgelmir, el gigante de las seis cabezas y éste hizo nacer después a su compañero Bergelmir, y de los dos salió la estirpe de todos los gigantes malvados del hielo. Ese fue el origen de los "gigantes de escarcha", también llamados yotes.


Audumbla siguió lamiendo la escarcha sagrada de las rocas salobres, de donde surgió lentamente el primer hombre, Bure, que era hermoso, grande y poderoso, y de quien descienden los dioses llamados ases, o dioses buenos. Bure, engendró un hijo y aliado Börr. Los gigantes de escarcha comprendieron inmediatamente que ese era el único momento en el que podía ser factible tratar de vencer al bien, a los ases. Inmediatamente, los gigantes comenzaron la guerra. Pero las fuerzas estaban demasiado igualadas y el combate duraba ya eras, cuando Börr desposó a Bestla, la gigante hija del gigante Bolthorn, y de esa unión tuvieron tres hijos, tres aliados inmediatos para su causa: Odín, que representaba al espíritu, Vile, representando la voluntad y Ve, quien representaba lo sagrado.

Con esta vigorizante ayuda, el nuevo ejército del bien hizo retroceder a los malvados espíritus del hielo en retirada, hasta dar muerte al gigante Ymir (también llamado Hrim, el gigante de hielo, y Orgelmir), de cuyas tremendas heridas brotaban enormes chorros de sangre que ahogaron a todos los gigantes de escarcha, salvo a Bergelmir y su esposa, quienes pudieron salvarse a tiempo, huyendo en una barca hacia el límite del mundo, donde no podrían llegar los ases.

Habiendo ganado la batalla, Odín, Vile y Ve se llevaron el cadáver de Ymir al abismo, para que con sus inmensos restos mortales pudieran comenzar a trabajar en la construcción de un mundo habitable. Con su piel construyeron la región de Midgard, o jardín central, es decir la tierra de los hombres, aunque todavía no hacían a los hombres; con su cráneo el la bóveda celeste y su cerebro se esparció formando las nubes,con los huesos se hicieron las montañas; con su vello, la vegetación; con su sangre, hieron el mar y los ríos; con sus muelas las rocas; con sus dientes, los acantilados, sobre los que colocaron las cejas del gigante, para fortificar la frontera con el mar. Pero, a mucha distancia de ellos, Bergelmir y su mujer alcanzaron una inhóspita tierra que poco afectaba a esas criaturas del frío, estableciéndose en un lugar al que llamaron Jotunheim, la casa de los gigantes, en donde empezaron a dar vida a otra raza de gigantes del hielo con los que continuar la furiosa lucha contra las fuerzas del bien. Asi fue el origen de la Tierra. Debajo pusieron a cuatro enanos para sostenerlo: Nordi, Sudri, Austri y Vestri (los cuatro puntos cardinales, Norte, Sur, Este y Oeste). Sólo faltaba la iluminación de ese espacio y los dioses acudieron a Muspells, a hacerse con fuego de la espada de Surtr, fabricando con sus centellas las luces del firmamento.

Con las dos mayores centellas de Musspel, los dioses realizaron el Sol y la Luna, colocándolas sobre dos carros que girarían sin parar sobre Midgard, turnándose incesantemente en el cielo, carrozas guiadas por los dos hijos del gigante Mundilfari, su hija Sol y su hijo Mani. Ambas carrozas, para mantener viva la pugna constante entre el bien y el mal, serían eterna e inútilmente perseguidas por los dos lobos Skoll y Hatri, encarnaciones vivientes de la repulsión y del odio, que trataban de alcanzarlos, sin conseguirlo más que en alguna rara ocasión, los días en que había eclipses de sol o de luna y la tierra se sumergía en oscuridad.

Para hacer el día, el hermoso Dag(hijo de la diosa de la noche Naglfari), fue el encargado de llevar la carroza del día tirada por Skin, el brioso caballo blanco que producía con sus cascos la brillante luz del día, y la noche, fue encargada a Note, hija del gigante Norvi, quien se encargaba de conducir la carroza negra de la noche, que estaba tirada por su negro caballo Hrim, el que lanzaba a la tierra el rocío y la escarcha producido en su trotar. Más tarde, al cortejo celeste se le fueron añadiendo las seis horas, y las dos grandes estaciones, el invierno y el verano. Ya estaba la Tierra lista para ser ocupada por los primeros seres creados por los dioses.

Los dioses pensaron que el acabado Midgard exigía la presencia de más pobladores: el hombre y la mujer. Viendo ante sí un olmo (Embla) y un fresno (Ask) juntos, a la orilla del mar, Odín comprendió al instante que de esos dos árboles habría que crear al hombre y a la mujer, la estirpe de los humanos. A ellos les dio Odín el alma; Hoenir, el movimiento y los sentidos; Lodur, la sangre y la vida. El primer hombre, Ask, y la primera mujer, Embla, estaban vivos y eran libres, habían recibido el don del pensamiento y el del lenguaje, el poder de amar, la capacidad de la esperanza y la fuerza del trabajo, para que gobernasen su mundo y dieran nacimiento a una raza nueva, sobre la cual ellos, los Ases, estarían ejerciendo su tutela permanente. Pero Odín, dios de la sabiduría y de la victoria, ante todo era el protector de los guerreros, a los que guardaba un especial afecto, cuidándolos desde la altura de su trono, el Hlidskialf, mientras vigilaba sobre el resto del Universo, en el nivel de los dioses, el de los humanos y en el de los elfos. Cerca de allí estaba su otro palacio, Valhalla, o sala de los muertos escogidos(guerreros muertos en batalla), el paraíso de los hombres elegidos entre los caídos en combate heroico.


Una vez que Misgard fue creado, en el centro fue creado un mundo aparte, llamado Asgard, hogar de los ases. A Ambos mundos, Asgard y Midgard, los unía un un arcoiris que hacía la de puente, llamado Bifröst, el cual estaba construido de fuego para que los gigantes de escarcha no lo cruzaran.

En el centro de Asgard crecía un gran fresno llamado Yggdrasil. Yggdrasil era el árbol de la vida, y si muriera, significaría la destrucción total del mundo. Yggdrasil sostenía el cielo y en su copa vivía un águila, y entre los ojos del águila un gavilán llamado Vederfolner. Por el tronco corría la ardilla Rata tosk pasando noticias e insultos entre el águila el dragón Nidhug que vivía al lado de una de las raíces de Yggdrasil. Cuatro ciervos corrían por sus ramas y el rocío que caía de su cornamenta formaba los ríos del mundo. Yggdrasil tenía tres raíces. Una yacía en Asgard, donde también se encontraba el pozo de Urd vigilado por tres nornas, encargadas de sacar agua del pozo para regar Yggdrasil. Estas tres nornas (diosas del hado) reinaban sobre el destino de los hombres y decidían si vivirían felices o no, sus nombres eran: Urd, Verdandi y Skuld (pasado, presente y futuro). La otra raíz yacía en Jotunheim o el mundo de los Yotes (gigantes de escarcha), y aquí se encontraba el pozo de Mimer. Era el pozo de la sabiduría y el que bebía del pozo sabría todo lo pasado y todo lo que vendría, Odín bebío de de este pozo, perdiendo un ojo, ya que lo había dejado ahí con tal de obtener la sabiduría que ofrecía. La tercera raíz yacía en Niflheim, donde se encontraba también el dragón Nidhug. El palacio de Odín se encontraba en Asgard, y era conocido como Valhalla, y era donde vivían los guerreros nóricos muertos (Einherjerne) y las doce hermosas jinetes guerreras hijas de Odín, las valquirias. Las valquirias eran las vírgenes guerreras o espíritus de guerra de Odin, y las que llevaban a los guerreros caídos en batalla a Valhalla. Valhalla tenía 540 puertas y todas tan anchas que podían entrar 800 hombres formados en línea a la vez, dichas puertas conducían a una gran sala cubierta de espadas tan brillantes, que ellas eran las que iluminaban la estancia, reflejándose su luz en el artesonado techo de escudos de oro, y en los petos y mallas que decoraban los bancos, la sala, comedor y lugar de reunión para los Einheriar traídos de entre los muertos por las Valkirias, a lomos de sus monturas, tras cabalgar a través del Bifröst. Encima del techo de escudos caminaba la cabra Heidrun. Heidrun comía las hojas de Yggdrasil y de su ubre caía la hidromiel que bebían los guerreros. Las personas que no eran muertas en batalla, por enfermedad, vejez o accidentes, no entraban a Valhalla y en cambio eran enviadas al reino de hel(diosa de los muertos, hija del dios del fuego Loki o Loke), es decir, al infierno, reino de la muerte, donde reinaba la oscuridad y la sombra, mismo que se encontraba cerca de las raíces de Yggdrasil, bajo Midgard.

En Valhalla, se vivía un furor y un gusto por la lucha que era la alegría de la vida, y es por esto que la cultura de los vikingos siempre estuvo encaminada a las invasiones, las conquistas y el botín. SE puede decir que Valhalla era el paraíso para los guerreros. Aquellos caídos en batalla eran llevados por las Valquirias al Valhalla y allí podían luchar nuevamente pero sin consecuencias, nada les ocurriría ya, y el daño que sufrieran lo repararían las Valquirias en la noche. Después de la batalla venía el gran festín con mucha comida y bebida. Así se preparaban para la última batalla, el día de Ragnarok, "el crepúsculo de los dioses", el día del fin del mundo(aunque no se acabe totalmente y haya sobrevivientes al final) o más bien "El destino de los dioses".


LEYENDA DE LOS SOLES 
(FRAGMENTO)


Aquí están las consejuelas de la plática sabia. Mucho tiempo ha sucedió que formó los animales y empezó a dar de comer a cada uno de ellos: sólo así se sabe que dió principio a tantas cosas el mismo Sol, hace dos mil quinientos trece años, hoy día 22 de mayo de 1558.

Este Sol nahui ocellotl (4 tigre) fue de 676 años. Estos que aquí moraron la primera vez, fueron devorados de los tigres en el nahui ocellotl del Sol; comían chicome malinalli, que era su alimento, con el cual vivieron 676 años, hasta que fueron devorados como una fiera, en trece años; hasta que perecieron y se acabaron. Entonces desapareció el Sol. El año de éstos fué ce acatl (1 caña). Por tanto, empezaron a ser devorados en un día del signo nahui ocelotl, bajo el mismo signo en que se acabaron y perecieron.

El nombre de este Sol es nauhuecatl (4 viento). Estos que por segunda vez moraron, fueron llevados del viento: fué en el nahuecatl del Sol. En cuanto desaparecieron, llevados del viento, se volvieron monas; sus casas y también sus árboles, todo se llevó el viento; a este Sol asimismo se lo llevó el viento. Comían matlactlomome cohuatl (12 culebra); era su alimento, con que vivieron trescientos sesenta y cuatro años, hasta que desaparecieron en un solo día que fueron llevados del viento; hasta que perecieron en un día del signo nauhecatl.Suaño fué ce tecpatl (1 pedernal).











Este es el Sol nahui quiyahuitl (4 lluvia); y estos los que vivieron en el Sol nahui quiyahuitl, que fué el tercero, hasta que se destruyeron porque les llovió fuego y se volvieron gallinas. También ardió el Sol; y todas las casas de ellos ardieron. Por tanto, vivieron trescientos doce años, hasta que se destruyeron en un solo día que llovió fuego. Comían chicome tecpatl (7 pedernal), que era su alimento. Su año es ce tecpatl (1 pedernal); y hasta que se destruyeron en un día del signo nahui quiahuitl,fueron pipiltin (niños): por eso ahora se llama a los niños pipilpipil (muchachitos).

El nombre de este Sol es nahui atl (cuatro agua), porque hubo agua cincuenta y dos años. Estos son los que vivieron en el cuarto, que fué el Sol nahui atl; que vivieron seiscientos setenta y seis años, hasta que se destruyeron, se anegaron y se volvieron peces. Hacia acá se hundió el cielo y en solo un día se destruyeron. Comían nahui xochitl (cuatro flor); era su alimento. Su año fué ce calli (lcasa). En un día del signo nahui atl, en que se destruyeron, todos los cerros desaparecieron, porque hubo agua cincuenta y dos años.

Acabando el año de ellos, Titlacahuan llamó al que tenía el nombre de Tata y a su mujer llamada Nene, y les dijo: "No queráis nada más; agujerad un ahuehuetl muy grande, y ahí os meteréis cuando sea la vigilia (toçoçtli) y se venga hundiendo el cielo." Ahí entraron; luego los tapó y les dijo: "Solamente una mazorca de maíz comerás tú, y también una tu mujer." Cuando acabaron de consumir los granos, se notó que iba disminuyendo el agua; ya no se movía el palo.

Luego se destaparon y vieron un pescado; sacaron fuego con los palillos (arrojaron el tizón) y asaron para sí los pescados. Miraron hacia acá los dioses Citlallinicue y Citlallatónac y dijeron: "¡Dioses! ¿quién ha hecho fuego? ¿quién ha ahumado el cielo?" Al punto descendió Titlacahuan, Tezcatlipoca, los riñó y dijo: "¿Qué haces, Tata? ¿qué hacéis vosotros?" Luego les cortó los pescuezos y les remendó su cabeza en su nalga, con que se volvieron perros. Por tanto, se ahumó el cielo en el año 2 acatl. He aquí que ya somos nosotros, que ya vivimos; que cayó el tizón y que se estancó el cielo en el año 1 tochtli. He aquí que cayó el tizón y entonces apareció el fuego, porque veinticinco años había sido noche. Por tanto, se estancó el cielo en el año 1 tochtli; después que se estancó, lo ahumaron los perros, así como se ha dicho; y a la postre cayó el tizón, sacó el fuego Tezcatlipoca, con que otra vez ahumó al cielo en el año 2 acatl.

Se consultaron los dioses y dijeron: "¿Quién habitará, pues que se estancó el cielo y se paró el Señor de la tierra? ¿quién habitará, oh dioses?" Se ocuparon en el negocio Citlaliicue, Citlallatónac, Apanteuctli, Tepanquizqui, Tlallamanqui, Huictlollinqui, Quetzalcóhuatl y Titlacahuan. Luego fué Quetzalcóhuatl al infierno (mictlan,entre los muertos); se llegó a Mictlanteuctli y a Mictlancíhuatl y dijo: "He venido por los huesos preciosos que tú guardas." Y dijo aquél: "¿Qué harás tú, Quetzalcóhuatl?" Otra vez dijo éste: "Tratan los dioses de hacer con ellos quien habite sobre la tierra." De nuevo dijo Mictlanteuctli: "Sea en buena hora. Toca mi caracol y tráele cuatro veces al derredor de mi asiento de piedras preciosas." Pero su caracol no tiene agujeros de mano. Llamó a los gusanos, que le hicieron agujeros, e inmediatamente entraron allí las abejas grandes y las montesas, que lo tocaron; y lo oyó Mictlanteuctli. Otra vez dice Mictlanteuctli: "Está bien, tómalos." - Y dijo Mictlanteuctli a sus mensajeros los mictecas: "Id a decirle, dioses, que ha de venir a dejarlos." Pero Quetzalcóhuatl dijo hacia acá: "No, me los llevo para siempre." Y dijo a su nahual: "Anda a decirles que vendré a dejarlos." Y éste vino a decir a gritos: "Vendré a dejarlos." Subió pronto, luego que cogió los huesos preciosos: estaban juntos de un lado los huesos de varón y también juntos de otro lado los huesos de mujer. Así que los tomó, Quetzalcóhuatl hizo de ellos un lío, que se trajo.

Otra vez les dijo Mictlanteuctli a sus mensajeros: "¡Dioses! De veras se llevó Quetzalcóhuatl los huesos preciosos. ¡Dioses! Id a hacer un hoyo." Fueron a hacerlo; y por eso se cayó en el hoyo, se golpeó y le espantaron las codornices; cayó muerto y esparció por el suelo los huesos preciosos, que luego mordieron y royeron las codornices. A poco resucitó Quetzalcóhuatl, lloró y dijo a su nahual: "¿Cómo será esto, nahual mío?"El cual dijo: "¡Cómo ha de ser! Que se echó a perder el negocio; puesto que llovió." Luego los juntó, los recogió e hizo un lío, que inmediatamente llevó a Tamoanchan. Después que los hizo llegar, los molió la llamada Quilachtli: ésta es Cihuacóhuatl, que a continuación los echó en un lebrillo precioso. Sobre él se sangró Quetzalcóhuatl su miembro; y en seguida hicieron penitencia todos los dioses que se han mencionado: Apanteuctli, Huictlolinqui, Tepanquizqui, Tlallamánac, Tzontémoc, y el sexto de ellos, Quetzalcóhuatl. Luego dijeron: "Han nacido los vasallos de los dioses." Por cuanto hicieron penitencia sobre nosotros. Otra vez dijeron: "¿Qué comerán, oh dioses? Ya todos buscan el alimento." Luego fué la hormiga a coger el maíz desgranado dentro del Tonacatépetl (cerro de las mieses). Encontró Quetzalcóhuatl a la hormiga y le dijo: "Dime a dónde fuiste a cogerlo." Muchas veces le pregunta; pero no quiere decirlo. Luego le dice que allá (señalando el lugar); y la acompañó. Quetzalcóhuatl se volvió hormiga negra, la acompañó, y entraron y lo acarrearon ambos: esto es, Quetzalcóhuatl acompañó a la hormiga colorada hasta el depósito, arregló el maíz y en seguida lo llevó a Tamoanchan. Lo mascaron los dioses y lo pusieron en nuestra boca para robustecernos. Después dijeron: "¿Qué haremos del Tonacatépetl?" Fué solo Quetzalcóhuatl, lo ató con cordeles y lo quiso llevar a cuestas, pero no lo alzó. A continuación, Oxomoco echó suertes con maíz; también agoró Cipactónal, la mujer de Oxomoco. Porque Cipactónal es mujer. Luego dijeron Oxomoco y Cipactónal que solamente Nanáhuatl (el buboso) desgranaría a palos el Tonacatépetl, porque lo habían adivinado. Se apercibió a los tlaloque (dioses de la lluvia), los tlaloque azules, los tlaloque blancos, los tlaloque amarillos y los tlaloque rojos, y Nanáhuatl desgranó el maíz a palos. Luego es arrebatado por los tlaloque elalimento: el blanco, el negro, el amarillo, el maíz colorado, el frijol, los bledos, la chía, el michihuauhtli (especie de bledos); todo el alimento fué arrebatado.

El nombre de este Sol es naollin (4 movimiento). Este ya es de nosotros, de los que hoy vivimos. Esta es su señal, la que aquí está, porque cayó en el fuego el Sol en el horno divino de Teotihuacan. Fué el mismo Sol de Topiltzin (nuestro hijo) de Tollan, de Quetzalcóhuatl. Antes de ser este Sol, fué su nombre Nanáhuatl, que era de Tamoanchan. Aguila, tigre, gavilán, lobo; chicuacen ecatl (6 viento), chicuacen xochitl (6 flor); ambos a dos son nombres del Sol. Lo que aquí está se nombra teotexcalli (horno divino), que cuatro años estuvo ardiendo. Tonacateuctli (el Señor de nuestra carne) y Xiuhteuctli (el Señor del año) llamaron a Nanáhuatl y le dijeron: "Ahora tú guardarás el cielo y la tierra."


- Del Códice Chimalpopoca. Traducción Primo Feliciano Velázquez. México 1945. 


EL PRIMER HOMBRE


Cuentan que en la región tepehuana del estado de Durango, el sol comunica a la estrella de la mañana, que iba a crear a los hombres que habitarían la tierra y que de ellos haría 7 razas.
Entonces, un duende llamado Cachinipa, quien vagaba por el espacio y que era el genio del mal, escuchó aquellas pláticas; creó un enorme dragón con siete cabezas para que devorara a las siete razas que el sol quería crear.

Apareció el monstruo con ojos muy rojos en cada cabeza, con formidables garras y con un poderoso y enorme aguijón en la cola.

Era un asqueroso reptil, que se movía con la velocidad vertiginosa, y tenía dos potentes alas para volar y cruzar mares y abismos.

Este dragón iba en el mundo en busca del primer hombre para devorarlo. Dirigido por Cachinipa, el dragón llegó un día, al sitio donde nació el primer hombre y se lanzó con coraje contra él, pero en esos momentos, un águila colosal apareció repentinamente y bajando con rapidez, cogió al niño entre sus garras y lo llevó a un alto pico de la sierra madre occidental, poniéndolo a salvo; regresando enseguida al lugar donde había quedado el dragón, con quien entabló una lucha espectacular, dándole al fin muerte y salvando al primer hombre.

Ante aquel fracaso, Cachinipa envió unos formidables lagartos que ataron al primer hombre a un árbol, pero un conejo cortó las ligaduras y el niño se puso a salvo huyendo sobre el lomo de un venado, y como el niño tenía hambre, el conejillo se sacrificó para que el niño comiera su carne.
Esto explica porque los tepehuanos adoraban al conejo, al águila y al venado.

En otra ocasión, Cachinipa reunió al pie de la montaña, donde moraba el niño a: dragones, caimanes, tarántulas, escorpiones y serpientes para que acecharan y mataran al primer hombre.
Muy de mañana, una paloma torcaz cantaba tristemente en la cumbre de un pino del cerro del papantón y decía: cu, cú, cu, cú...

- ¿Qué tienes palomita? –le decía una abeja- ¿por qué estás tan triste?

- Es que el rey del mundo está en peligro y no puedo hacer nada para salvarlo -contestó la palomita. La abeja se alejó rápidamente, y se fue a reunir con todas las abejas de la serranía.
- Cu, cú, cu, cú... -seguía cantando la palomita.

- ¿Qué tienes? –le dijo una mariposa a la palomita, contestándole ésta, lo mismo que le había dicho a la abeja.

Así, fueron pasando muchos animales y al final, se reunió un formidable ejército que entabló un fuerte combate que duró muchas horas, hasta que un rayo mandado por el sol, destruyó a los atacantes del primer hombre.

Después, todos los animalitos le llevaron al niño flores y frutas.

- Tú –dijo el niño a la abeja- por tu lealtad tendrás el alimento más dulce de la tierra, pero nunca hagas la guerra.

- Tú –dijo el niño al zopilote- que por miedo te pusiste a la retaguardia para no combatir, que pisabas a los muertos y los picoteabas, siempre de muertos te alimentarás.

Llamó al cuervo y le dijo: tú porque traicionaste a los tuyos y no viniste al combate, en lo sucesivo serás negro como la traición.

- Tú –le dijo a la palomita- por humilde y tierna, serás venerada, y representarás la paz, la ternura y el amor.

El niño se convirtió en un hermoso y fuerte hombre. Cuando una mañana estaba frente a un cristalino y fresco manantial, a través de una hermosa cascada, fue increíble su gozo, al mirar a una hermosa doncella sentadita en un peñasco, sintió palpitar su corazón. Por fin había encontrado la verdadera razón de su procreación


En la tierra no había nada. Un espíritu poderoso vivía en el aire y aplastó a los de menos poder que se rebelaron, convirtiéndolos en montañas y volcanes, y a los arrepentidos, en estrellas.
Para que habitara en la tierra, el poderoso transformó en hombre a un espíritu que era hijo suyo el cual al caer quedó aturdido. La madre del joven sintió pena y para mirarlo abrió en el cielo una ventanilla por donde asoma su cara pálida.

El poderoso tomó una estrella y convirtiéndola en mujer le ordeno que fuera a acompañar a su hijo. Ésta, para llegar hasta el joven, tenía que caminar a pie. Para que no se lastimase, el poderoso ordenó que a su paso crecieran las hierbas y flores. Ella jugaba con éstas y las trocaba en aves y mariposas. Y después que pasaba, la hierba que su pie había tocado se convertía en selva gigantesca.

El joven y la niña se juntaron y, unidos, hallaron que el mundo era más bello. En el día, el poderoso los miraba por un ventanillo redondo y era el sol. En la noche, era la madre del joven la que abría el ventanillo y mostraba su rostro pálido: era la luna. 


Antes de existir el mar, la tierra y el cielo, continentes de todo, existía el Caos.

El sol no iluminaba aún el mundo. Todavía la luna no estaba sujeta a sus vicisitudes. La tierra no se encontraba todavía suspensa en el vacío, o tal vez quieta por su propio peso. No se conocían las riberas de los mares.

El aire y el agua se confundían con la tierra, que todavía no había conseguido solidez. Todo era informe. Al frío se oponía el calor. Lo seco a lo húmedo. El cuerpo duro se hincaba en el blando. Lo pesado era ligero a la vez. Los dioses, o la naturaleza, pusieron fin a estos despropósitos, y separaron al cielo de la tierra, a ésta de las aguas y al aire pesado del cielo purísimo. Y, así, el caos dejó de ser. Los dioses pusieron a cada cuerpo en el lugar que les correspondía y estableció las leyes que había de regirlos. El fuego, que es el más ligero de los elementos, ocupó la región más elevada. Más abajo, el aire. La tierra, encontraba su equilibrio, la más profunda.

Hecha aquella primera división, los dioses redondearon la superficie de la tierra y puso límites al airado mar. En seguida, añadió las fuentes, los estanques, los lagos, los ríos, corrientes por la tierra y devorados por el océano. Él mandó extenderse a los campos, cubrirse de hoja a los árboles, elevarse a los montes y a los valles hundirse. Y así como el cielo estaba dividido en cinco zonas- dos a la derecha, dos a la izquierda y una en el centro, que es la más ardiente-, así mismo quedó dividido el universo.

De las cinco zonas la del medio quedó inhabitable por el fuego; las dos de los extremos quedaron envueltas en nieves; únicamente las centrales ofrecieron templanza a la vida. Sobre éstas se elevó el aire, más pesado que el fuego, pero menos que el agua y la tierra; y en él se dieron las nubes, la niebla espesa, los truenos que espantan a los hombres, los vientos que forman vorágines y los granizos. El autor del mundo estableció la armonía en esta región: sin ella se hubieran desecho entre sí los elementos. Al euro le hizo soplar hacia Oriente. Hacia el Occidente al céfiro. Al bóreas le empujó hacia el Septentrión, y al austro hacia el Mediodía. Y por fin, dejo que el Éter, sin peso y sin escoria, formase ese color azul que llamamos firmamento. 


AFRICA



El relato de los yoruba



Los yoruba está asentados en el territorio que actualmente conocemos como Nigeria y en la república de Benin desde el siglo XI. La religión yoruba es, como la de muchos pueblos nativos africanos, politeísta; cuenta con 400 dioses o más. Tradicionalmente los yoruba se centran en torno al panteón de deidades llamadas «Orisha». Cuando nace un bebé, un adivino o «babalawo», es consultado para que indique a la familia y al niño qué «orisha» debe seguir el niño. De adultos, los yoruba adoran a varias de estas divinidades. Según cuenta la mitología yoruba, los primeros reyes de su pueblo fueron los descendientes del dios creador Oduduwa. Un objeto principal en la mitología yoruba es la corona del rey yoruba. La corona identifica su status y además da al rey el poder de conectar con el espíritu de la tierra para ayudar a su gente. Un velo de pedrería, una cara grande y un grupo de pájaros son los símbolos que normalmente aparecen en la corona de un rey yoruba.

Hemos encontrado dos versiones distintas del relato yoruba del origen del mundo, que coinciden en cuanto a personajes, pero tienen algunos matices distintos. En la primera interpretación hallada, el gran dios Olorun, pidió a Orishala que bajase del cielo y crease la primera tierra en Ile-Ife. Orishala se retrasó y fue su hermano Oduduwa quien cumplió esta tarea. Afortunadamente, más tarde otros dieciséis orisha descendieron de los cielos para crear al ser humano y vivir con él en la Tierra. Entre ellos, Obatala, uno de los dioses más importantes para los yoruba; Obatala es el creador del cuerpo humano, en el cual su padre Olorun introdujo el alma. La tradición señala además que son los descendientes de cada una de esas divinidades (orisha) los que se encargaron de difundir la cultura y los principales elementos de la religión yoruba por el resto del territorio yoruba.

En la segunda versión, Olorun, el dios del cielo, lanzó una gran cadena desde el cielo hacia las antiguas aguas. Por esa cadena descendió su hijo Oduduwa. Oduduwa en llevó consigo un puñado de tierra, una gallina especial con cinco dedos y una simiente. Entonces Oduduwa arrojó el puñado de tierra sobre el agua original y colocó a la gallina de cinco dedos sobre la tierra; la gallina comenzó a rascar la tierra y la esparció y dispersó hasta que formó el primer espacio de tierra seco. En el centro de este nuevo mundo, Oduduwa fundó el magnífico reino de Ife y plantó la simiente que creció hasta convertirse en un estupendo y gran árbol con 16 ramas, que simbolizan los 16 hijos y nietos de Oduduwa.

Parece que en el caso de la cosmogonía yoruba estamos ante un mito compuesto por varias fases, en una de las cuales fue creado el ser humano. También aparece el agua como la materia primitiva existente antes de nuestro mundo y es la intervención divina la que permite la aparición de Universo tal y como lo conocemos. Oduduwa, hijo del dios primigenio, fue el primer gobernante del reino y el padre de todos los yoruba. A lo largo de los tiempos, él coronó a sus 16 hijos y nietos y los envió a fundar sus propios reinos yoruba. Como descendientes del dios del cielo, estos primeros gobernantes de los yoruba y sus descendientes inmediatos, fueron reyes divinizados. Solamente ellos podían portar coronas veladas que eran símbolos de su poder sagrado.

Respecto a la primacía ritual de la ciudad sagrada de Ife, es necesario indicar que legitima, al mismo tiempo, la jerarquía real y el panteón básico de las divinidades

yoruba, que se estima puede llegar hasta los 400 dioses, más o menos. Algunas divinidades son las principales que ya existían cuando Oduduwa creó la primera tierra; otras divinidades son héroes y heroínas que dejaron una huella muy importante en estas gentes. Las divinidades de los yoruba también pueden ser fenómenos naturales, como por ejemplo colinas, ríos... que han influenciado de forma decisiva en la historia y vida de este pueblo. De los cientos de dioses mencionados por los yoruba, los más conocidos son Sango (dios del trueno y del relámpago), Ifa (también conocido como Orunmila, dios de la adivinación), Ogun (dios del hierro y de la guerra) y Eshu (el mensajero de los dioses conocido como Exu en Brasil, Eleggua en Cuba y Esu en el oeste de África).





El relato de los boshongo


Los boshongo son una tribu del actual Zaire y en su cosmogonía está también presente la idea de la oscuridad preexistente y el agua original. En este mito es nuevamente la voluntad de un dios, Bumba, la que permite la aparición del mundo.

También podemos considerar que este mito se desarrolla en varias fases, ya que son los hijos de este dios los que finalizan la creación.

Según el relato de los boshongo, al principio, sólo había oscuridad y Bumba estaba sólo. Un día Bumba se sentía atormentado por su terrible dolor de estómago. A continuación sintió nauseas y al realizar un esfuerzo vomitó el sol; y así la luz se difundió por todas partes.


El calor del sol hizo que parte de las aguas primitivas se secasen, de manera que en algunas zonas empezó a aparecer tierra seca. Después Bumba vomitó la luna y las estrellas, de forma que la noche tuvo también su luz.

Nuevamente Bumba se sintió mal y realizó otro esfuerzo, tras lo cual aparecieron nueve criaturas vivas: el leopardo, el águila, el cocodrilo, un pez, la tortuga, el rayo (llamado Tsetse), la garza blanca, un escarabajo y un cabrito. Por último apareció el ser humano; había muchos hombres, pero sólo uno era blanco como Bumba: Loko Yima. Esas criaturas crearon a su vez nuevas criaturas.

Entonces, los tres hijos de Bumba (Nyonye Ngana, Chongannda y Chedi Bumba) dijeron a su padre que ellos terminarían de hacer el mundo. De todas las criaturas solamente Tsetse, el rayo, creaba problemas. Tanto mal hizo que Bumba lo atrapó y lo encerró en el cielo.

La humanidad se quedó entonces sin fuego, hasta que Bumba enseño al hombre cómo sacar fuego de los árboles.

Cuando finalmente la obra de la creación estuvo acabada, Bumba se paseó entre los pueblos y dijo a los hombres: «Mirad todas estas maravillas. Os pertenecen». Del dios Bumba, el creador, el «Primer Antepasado», proceden todas las cosas y todos los seres.

Bibliografía: Biblioteca Virtual Cervantes


Mito brahmánico de la creación (por Freyja)

Este mundo era oscuridad ininteligible sin forma, más allá de la razón y de la percepción como si estuviera profundamente dormido.

Entonces el augusto y autoexistente Ser, él que nunca se desdobló, después de desdoblar este universo con la forma de los grandes elementos y otros, después de exhibir su energía, compareció para esparcir las sombras de la oscuridad.

Este Ser al que sólo el espíritu puede percibir, sutil, sin partes distintas, eterno, incluyendo en sí mismo a todas las criaturas, incomprensibles, compareció espontáneamente.

Deseando extraer criaturas diferentes de su cuerpo, produjo primero las aguas mediante el pensamiento y depositó en ellas su semilla.

Esta semilla se convirtió en un huevo dorado tan brillante como el sol, en el cual había nacido él mismo en la forma de Brahma. el primer padre de todos los mundos.

Las aguas reciben el nombre de Naras. son las hijas de Nara. y puesto que fueron su primer lugar de habitación (ayaná) tomó el nombre de Narayana.

De esta primera causa, indistinta, eterna, que incluye en sí misma ser y no ser. vino el Varón (principio), conocido en el mundo con el nombre de Brahma.

En este huevo el bienaventurado permaneció todo un año, entonces por sí mismo, por el
esfuerzo del pensamiento solamente, dividió el huevo en dos partes.

Con las dos partes hizo el cielo y la tierra, y entre los dos el aire, los ocho puntos cardinales y la morada eterna de las aguas.

Desde sí mismo proyectó el Espíritu, que incluye en sí mismo ser y no ser, y del Espíritu extrajo la sensación del ser que es consciente de la personalidad y su señor.

Y también el gran principio del Alma, y todos los objetos que poseen las tres cualidades, y sucesivamente los cinco órganos de los sentidos que perciben las cosas materiales.


COSMOGONIA DE HERMES. (por Freyja)

1 Gloria de todas las cosas es el Dios, y su ser divino, y su naturaleza divina.
Principio de todos los entes es el Dios,

y de ellos es inteligencia, naturaleza y materia, sabiduría que muestra lo que todas las cosas y cada una son.

Principio es lo divino, y es naturaleza, energía, necesidad, fin y renovación.

Había pues en el abismo una Tiniebla inconmensurable, y un agua y un espíritu sutil inteligente: el poder divino los mantenía en el Caos.

Emergió entonces una Luz pura que condensó a los elementos bajo la arena extrayéndolos de la substancia húmeda,

... y todos los dioses se separaron de la naturaleza plena de semillas.


2 Cuando todas las cosas eran indefinidas y no formadas,
las livianas se separaron hacia arriba,

las pesadas reposaron sobre el fondo de arena húmeda,
y por la acción del fuego todas y cada una de las cosas se iban definiendo, y quedaban suspendidas a fin de que el espíritu las condujera.

El Cielo se dejó ver en siete círculos, y se mostraron los dioses en forma de astros con todas sus constelaciones,

y ... (la estructura?) ... quedó organizada con los dioses que había en ella; y el orbe, en su periferia, giró en redondo en el aire, conducido en su curso circular por el espíritu divino.


3 Cada dios pues realizó lo que era de su competencia, con su propio poder,
y así nacieron las bestias cuadrúpedas y las que reptan,
los animales del agua, las aves,
y toda semilla que germina,
y los tiernos brotes de todas las flores
(pues contenían en sí la razón seminal del germen que renace),

... y las generaciones de los hombres,
para que conozcan las obras divinas y den testimonio de la Naturaleza proveedora de energía,
para que la muchedumbre humana tome conocimiento de las cosas buenas y domine sobre todas las cosas bajo el cielo,
para que crezcan en crecimiento y se multipliquen en multitudes,
y se obren los portentos de los que toda alma en la carne es capaz,
por el curso de los dioses cíclicos ...,

Para que se investigue en el cielo y por el curso de los dioses celestes las obras de los dioses,
y las obras de la energía de la Naturaleza ...,
a fin de que descubran las señales de los bienes,
y conozcan el poder divino,
y que los agitados individuos sepan lo bueno y lo malo,
y descubran el hermoso arte de fabricar cosas buenas...


4 Comienza entonces para ellos el vivir y el sutilizar,
según el destino que les fuera asignado por los dioses cíclicos,
y el disolverse en lo que quedará,
después de dejar en la tierra grandes obras en recuerdo de su industria.

Obras que se consumen, sí, con el fluir del tiempo,
como todo ser de carne animada y de semilla que da fruto y como toda obra de arte;

... pero lo que decrece se renovará, porque los dioses imponen la Necesidad del Renacer,
y por causa del retorno cíclico de la Naturaleza, que está regido por un número.
Porque lo divino es el conjunto cósmico total renovado por la Naturaleza: porque la misma Naturaleza reposa en lo divino.


LA MITOLOGÍA SELISH

Una de las naciones indias más antiguas es la de los Selish: su mitología de la creación, como otras muchas, define tres mundos: los cielos, la tierra (o país) y el mundo subterráneo. Atravesando el centro de los mundos o planos hay un gran poste o árbol-mundo.

Algunos mitos indios comprenden el derribo de este poste, o árbol-pilar, y en tanto que rasgo cosmológico o astrológico/astronómico, este tema se encuentra por todo el mundo con muchas variantes.

Se ha sugerido, tanto por parte de los escritores modernos como desde la enseñanza esotérica que ha circulado dentro de grupos o sociedades ilimitadas désde la antigüedad, que el derribo y reposición del árbol-mundo procede de una tradición relacionada con fenómenos estelares observados a lo largo de periodos inmensos de tiempo.

En un sentido metafísico, representa el desenganche o desquicie de un ciclo de la creación y el establecimiento de un nuevo orden. En un sentido estelar físico, se refiere a las alteraciones en la órbita planetaria que provocan cambio en los patrones de estrellas observados en el firmamento.

Dicha alteración puede ser lenta y establecida, como es el caso de los Equinoccios, o puede ser de una naturaleza repentina y catastrófica, como en las tradiciones de continentes que desaparecen, de grandes diluvios y de otros cambios poderosos producidos por la colisión planetaria con cometas, y demás.


La deidad última de los selish es Amotken, sabio y benevolente, creador de todas las cosas. Típicamente, su mensajero es Coyote, una figura mercurial de gran impronta en la leyenda india, que a veces actúa como un bromista malévolo viajando entre los mundos, mientras que en otras ocasiones es portador de conocimiento e iluminación. Arnotken hizo cinco seres femeninos con el pelo de su cabeza, y les preguntó qué deseaban. Una se convirtió en la madre del bien y otra en la madre del mal.

La tercera se convirtió en la madre de la tierra, mientras que la cuarta se convirtió a su vez en la madre del fuego. La quinta se convirtió en la madre del agua. El concepto de Tres Madres, en relación con los tres elementos primarios, impregna la mitología de la creación y se encuentra en muchas tradiciones antiguas.

Así, tenemos un patrón de energías crecientemente polarizado o manifiesto; estas energías positiva y negativa (bien y mal) y el patrón de los elementos conducen a la aparición de criaturas individuales que se mueven y responden a las fuerzas primarias o diosas.



Mito Chibcha de la creación: 





Uno de los mitos chibchas de la creación de los hombres es el de Bachué, la madre del género humano. Las narraciones mitológicas muiscas indican que en las regiones cercanas a Tunja existía la Laguna de Iguaque, de cuyas aguas emergió Bachué, nimbada de una luz que hizo resplandecer la tierra.
La diosa femenina sacó consigo de la mano a un niño de tres años con quien bajó la serranía y en el llano, en donde posteriormente surgió el pueblo de Iguaque, construyó una choza, la cual se convirtió en la primera vivienda de los muiscas en Boyacá. Cuando el niño creció en su desarrollo. natural, Bachué se casó con él, realizándose así el primer matrimonio chibcha. Esta unión fue tan importante y la mujer tan prolífica y fecunda, que en cada parto tenía entre cuatro y seis hijos, con lo cual muy pronto se llenó de gente la tierra. Este es el origen chibcha del género humano.

Bachué y su hijo y esposo viajaban por todas partes, dejando hijos en todas ellas. Cuando ya estaban viejos llamaron a sus descendientes y fueron acompañados hasta la laguna de Iguaque, su lugar de origen. Allí Bachué les hizo una plática final, exhortándolos a la paz, después de la cual se despidieron y se convirtieron en dos grandes serpientes que se sumergieron en la laguna, que desde entonces se convirtió en santuario chibcha. Los muiscas hacían peregrinaciones a los "Bohíos sagrados" dedicados a la diosa Bachué y a su esposo, que en algunos cronistas aparece como Iguaque o Labaque. Estos dos bohíos de adoración se comunicaban uno con otro. En uno de ellos se adoraba la figura de un niño de tres años, puesto en pie y de oro macizo, y una piedra de moler maíz, también de oro macizo. En los bohíos, los españoles encontraron numerosas ofrendas: mantas de algodón finas y bien hechas, oro fino en pedazos de barras, tejas y centillos, figuras antropomorfas y zoomorfas llevadas como ofrendas.


Creían que en el principio de los tiempos el mundo estaba sumergido en tinieblas. Un ser supremo retenía la luz y súbitamente empezó a emitir los primeros rayos y dio principio a la creación haciendo que unas aves negras surcasen los espacios repartiendo aire luminoso por sus picos. El mismo ser omnipotente creó el sol, la luna, las estrellas y todo cuanto existe. El sol o Sua y su esposa la luna o Chía, fueron objeto de rendida veneración. El primero era el padre de la vida y como tal regalaba alegría, fecundidad, bienestar. La luna con su pálida faz les inspiraba emoción sagrada, amor, encanto ante los fenómenos de la naturaleza.

El origen del hombre lo situaban en las aguas: de una laguna próxima a Tunja había salido una mujer llamada Bachué o “la mujer buena”, acompañada de un niño de tres años. Cuando creció se desposó con él y de esa pareja descendieron todos ellos. Bachué les enseñó lecciones muy sabias en todo sentido y ya anciana se dirigió con su marido a la laguna y ambos, convertidos en serpientes, se lanzaron a ella.




Bochica fue otro personaje fundamental. Hombre de gran sabiduría, había aparecido por el oriente y les enseñó amor al trabajo, réspeto a las leyes y honestidad. De él aprendieron a tejer, a construir las viviendas, a comerciar. Una mujer mala (Chíe) les hizo olvidar las normas del profeta e introdujo la corrupción. Como castigo la sabana se inundó hasta convertirse en un mar. Bochica escuchó las súplicas angustiosas y se presentó sobre el arco iris y dijo: “Abriré una brecha por donde salgan las aguas y quede libre vuestra tierra”. Y al decir esto arrojó una vara de oro que abrió el cauce formidable del Salto del Tequendama.

Enviado de Bochica fue Nemqueteba, quien les predicó sobre la inmortalidad del alma, los premios y castigos de ultratumba, de la resurrección, a la vez que perfeccionó las normas dictadas por su antecesor.

Fuera de las deidades citadas rendían culto al arco iris, al espíritu del mal, al dios de la embriaguez y de tal modo sus divinidades eran numerosas que cada indio podía inventarse a quien idolatrar a su antojo ya fuera para cada actividad, en presencia de males e infortunios o para pedir a su capricho cuanto desease.

Al lado de las lagunas no faltaron los adoratorios, como el famoso templo de Sugamuxi consagrado al sol y memorable por las riquezas que albergaba.

El culto de los muertos tenía características especiales: si el hombre estaba formado de una parte corruptible y otra inmortal, ésta emprendía un viaje larguísimo. De aquí la costumbre de rodear los cadáveres de ollas con alimentos, de chicha, mantas y objetos de oro según se desprende del hallazgo de tumbas o guacas, ricas o pobres según las condiciones económicas del difunto. Dominaban el arte de embalsamar hasta el punto de que hoy se conservan en museos, como el Nacional de Bogotá, momias en impresionante estado de conservación. Conjuntamente con los caciques eran sepultados sus esclavos preferidos y sus mujeres Los sacerdotes o jeques eran llevados a lugares secretos que nadie podía revelar. Al pie de la sepulturas se entonaban cánticos y se bebía chicha por espacio de varios días.

El entierro del zipa colocado en un asiento forrado de oro adornado magníficamente, constituía un hecho soberbio.

La muerte era para los Chibchas pensamiento obsesionante y la simbolizaban en una figura que llevaba en las manos una red dispuesta a aprisionar a quien escogiese.

El código de Nemequene y las enseñanzas de Bochica y de Nemqueteba formaron a la comunidad y la condujeron conforme a altos principios. La familia estaba integrada por el padre, la madre y los hijos. El matrimonio se efectuaba por compra: el pretendiente ofrecía por su compañera un bulto de maíz, un venado u otras especies, según su condición. Entre los jefes existía la poligamia o unión con varias mujeres. Mientras el varón se dedicaba a la agricultura, la minería, la caza, la pesca, etc., la mujer preparaba los alimentos, tejía, cuidaba los niños, fabricaba la chicha.

Desde niños los Chibchas eran formados en la escuela del trabajo que los hacía físicamente fuertes, hábiles para los menesteres de la agricultura, la caza, la minería y la guerra. No asistían a centros especiales sino que todo lo aprendían al lado de los adultos.


LEYENDA TIBETANA DE LA CREACION


En el principio era la Vacuidad, un inmenso vacío sin causa y sin fin. De este gran vacío se levantaron suaves remolinos de aire, que después de incontables eones se volvieron más densos y pesados, formando el poderoso cetro doble rayo, el Dorje Gyatram.

El Dorje Gyatram creó las nubes, las cuales, a su vez, crearon la lluvia. Esta cayó durante muchos años, hasta formar el océano primigenio, el Gyatso3. Luego, todo quedó en calma, tranquilo y silencioso, y el océano quedó límpido como un espejo.

Poco a poco, les vientos volvieron a soplar, agitando suavemente las aguas del océano, batiéndolas continuamente hasta que una ligera espuma apareció en su superficie. Así como se bate la nata para hacer mantequilla, del mismo modo las aguas del Gyatso fueron batidas por el movimiento rítmico de los vientos para transformarlas en tierra.

La tierra emergió como una montaña, y alrededor de sus picos susurraba el viento, incansable, formando una nube tras otra. De éstas cayó más lluvia, sólo que esta vez más fuerte y cargada de sal, dando origen a los grandes océanos del universo.

El centro del universo es el Rirap Lhunpo (Sumeru)4, la gran montaña de cuatro caras hecha de piedras preciosas y llena de cosas maravillosas. Existen ríos y arroyos en el Rirap Lhunpo, y muchas clases de árboles, frutos y plantas, pues el Rirap Lhunpo es especial, es la morada de los dioses y los semidioses.

En torno al Rirap Lhunpo hay un gran lago, y rodeando a éste, un círculo de montañas de oro. Más allá del círculo de montañas de oro hay otro lago, éste también rodeado por montañas de oro, y así sucesivamente hasta siete Lagos y siete círculos de montañas de oro5 y más allá del último círcculo de montañas se encuentra el lago Chi Gyatso.

En el Chi Gyatso es donde se encuentran los cuatro mundos, cada uno de éstos semejante a una isla, con su forma particular y sus habitantes distintos.

El mundo del Este es el Lu Phak, que tiene forma de media luna. Las gentes del Lu Phak viven quinientos años y son pacíficas, no hay contiendas en el Lu Phak. Sus habitantes tienen cuerpos gigantescos y caras en forma de media luna. No obstante, no son tan afortunados como nosotros, pues no tienen ninguna religión para poder seguir.

El mundo del Oeste se llama Balang Cho y su forma es como la del sol. Como en el Lu Phak, las gentes son de gran estatura y viven quinientos años, sólo que sus caras tienen forma de sol y se dedican a la cría de diversas clases de ganado.

La tierra del Norte es de fonna cuadrada y se llama Dra Mi Nyen. Las gentes de Dra Mi Nyen tienen caras cuadradas y viven mil años o más. En Dra Mi Nyen la comida y las riquezas son abundantes.

Todo lo que un hombre necesita en sus mil años de vida lo obtiene sin esfuerzo ni padecimiento; viven con lujo, sin carecer de nada. Pero durante los siete últimos días de su vida, el dolor y el tormento anímicos acometen a los seres de Dra Mi Nyen, pues entonces es cuando reciben una señal de que están a punto de morir. Les visita una voz -una voz terrible- que les susurra cómo morirán y qué monstruosos sufrimientos habrán de soportar en los infiernos después de la muerte. En sus últimos siete días de vida, todas sus riquezas y posesiones decaen y ellos experimentan mayor sufrimiento que nosotros en toda una vida. Dra Mi Nyen se conoce como la «Tierra de la Voz Pavorosa».

Nuestro propio mundo, en Ci Sur, se llama Dzambu Ling6. Al comienzo, nuestro mundo estuvo habitado por dioses de Rirap Lhunpo. No había dolor ni enfermedades, y los dioses nunca necesitaban comida. Vivían en el contento, pasando sus días en profunda meditación. No había necesidad de luz en Dzambu Ling, pues los dioses emitían una luz pura de sus propios cuerpos.

Un día, uno de los dioses reparó en que en la superficie de la tierra había una substancia cremosa y, probándola, comprobó que era deliciosa al paladar y animó a los demás dioses a probarla. Tanto les gustó a todos los dioses la cremosa substancia, que no querían comer otra cosa, y cuanto más comían, más se reducían sus poderes. Ya no fueron capaces de estar sentados en profunda meditación; la luz que antes había brotado con tal resplandor de sus cuerpos empezó a apagarse poco a poco y finalmente desapareció por completo. El mundo quedó sumido en tinieblas y 105 grandes dioses de Rirap Lhunpo se convirtieron en seres humanos.

Entonces, en la oscuriead de la noche, apareció en los cielos el sol, y cuando el sol se apagó, la luna y las estrellas iluminaron el cielo y dieron luz al mundo. El sol, la luna y las estrellas aparecieron a causa de las buenas acciones pasadas de los dioses, y son para nosotros un recordatorio permanente de que nuestro mundo fue una vez un lugar hermoso y tranquilo, libre de codicias, sufrimientos y dolor.

Cuando la gente de Dzambu Ling hubieron agotado la provisión de la cremosa substancia, empezaron a comer los frutos de la planta nyugu. Cada persona tenía su propia planta, que producía un fruto corno los de las mieses, y cada día, cuando el fruto había sido comido, aparecía otro; uno cada día, lo cual era suficiente para satisfacer el hambre de los seres de Dzambu Ling.

Una mañana, un hombre se despertó y descubrió que en vez de producir un solo fruto, su planta había dado dos. Cayendo en la avidez, se comió los dos frutos; pero, al día siguiente, su planta estaba vacía. Necesitando satisfacer su hambre, ese hombre robó la planta de otro hombre y así fueron haciendo todos, pues cada persona tuvo que robarle a otra para poder comer.

Con el robo, llegó la codicia, y todos, temiendo quedarse sin comer, empezaron a cultivar más y más plantas nyugu, debiendo trabajar cada cual cada vez más para asegurarse de que tendría bastante que comer.

Cosas extrañas empezaron a ocurrir en Dzambu Ling. Lo que había sido una tranquila morada de los dioses de Rirap Lhunpo, estaba ahora lleno de hombres que conocían el robo y la codicia. Un día, un hombre empezó a sentir malestar por sus genitales y se los cortó, convirtiéndose así en una mujer. Esta mujer tuvo contacto con hombres y pronto tuvo hijos, quienes a su vez tuvieron más hijos, y en poco tiempo Dzambu Ling se lleno de gente, toda la cual tenía que procurarse comida y un lugar donde vivir.

Las gentes de Uzambu Ling no vivían juntas en paz. Había muchas peleas y robos, y los hombres de nuestro mundo empezaron a experimentar realmente auténtico sufrimiento, que nacía del estado insatisfactorio en que se encontraban. La gente se dio cuenta de que para sobrevivir tenían que organizarse. Todos se juntaron y decidieron elegir un jefe, a quien llamaron Mang Kur, que significa «mucha gente lo hizo rey». Mang Kur enseñó al pueblo a vivir en una relativa armonía, cada cual en una tierra propia en que construir una casa y cultivar alimentos.

Así es como nuestro mundo llegó a ser, como, de dioses, nos convertimos en seres humanos sujetos a la enfermedad, la vejez y la muerte. Cuando contemplamos el cielo nocturno, o recibimos el cálido brillo del sol, deberíamos recordar que, de no ser por las buenas acciones de los dioses de la preciosa montaña de Rirap Lhumpo, viviríamos en una total obscuridad y que, de no ser por la codicia de una persona, nuestro mundo no conocería el sufrimiento que hoy experimenta.


Cuentos populares tibetanos


EL MITO MATACO DE LA CREACION


Hubo un tiempo en que la tierra estaba arriba y el cielo abajo. Tanto era la suciedad que caía que el cielo se quejó y pidió la inversión de los planos. Desde entonces el cielo está arriba y la tierra abajo. Entre ambos está el territorio de los vientos y las nubes. Bajo la superficie (ríos, lagunas, bañados, campos, bosques) están el bajo tierra y el bajo agua. Cada estrato tiene sus seres.

Todo está rodeado por líquido y aire y a lo lejos está el fuego.
Hubo otro tiempo en que un gran árbol unía los diversos mundos. El de la copa, el de arriba, era el de la abundancia. Los hombres de la faz de la tierra iban allí a proveerse, subiendo y bajando por este árbol/vínculo de la vida. Mas un día no cumplieron con sus tradiciones solidarias, no entregaron lo mejor y más tierno a quienes no podían andar arriba-abajo, no dieron nada. Los ancianos se quejaron.

Llegó el Gran Fuego y ardió todo. El joven Luna fue eclipsado por el jaguar celeste y sus trozos cayeron en tierra incendiándola. Algunos quedaron en el mundo de arriba cuando se quemó el Gran Arbol. Son los abuelos, Dapitchí, los antepasados (estrellas, constelaciones) que cazan por el sendero de los ñanduces (la Vía Láctea). Sólo unos pocos, honestos y respetuosos se salvaron metiéndose bajo la tierra, pero desde entonces todo hubo que conseguirlo aquí.


Los seres humanos varones pertenecen a la tierra, surgieron de ella por el agujero del escarabajo. Procreaban eyaculando juntos en un cántaro de calabaza. En una ocasión notaron que parte de lo que cazaban o pescaban les era robado. Dada la reiteración dejaron como observadores al ratón de campo y al loro, el primero no percibió nada y al segundo le ennegrecieron la lengua. Por fin, el Gavilán, Halcón o Carancho, avisó: extranos seres escapaban como rañas al cielo mientras iban tejiendo sus cuerdas de fibra vegetal. Con la ayuda de los picotazos de Carancho y una lluvia de flechas algunos seres celestes cayeron incrustándosc en la tierra.

Tatú o el Armadillo los sacó con sus uñas. Tenían dos bocas dentadas, una en medio dc la cara, la otra en medio del cuerpo, por ambas devoraban la comida robada. El Zorro pretendió efectuar una cópula, perdió su pene y le tuvo que ser reemplazado por un huesito. El frío hizo que se acercaran al fuego encendido por los hombres. Cuando abrieron las piernas al sentarse, Aguilucho les arrojó una piedra que hizo caer todos los dientes de la boca inferior menos una que resultó ser el clítoris pues se trataba de mujeres y desde entonces es que nacen niños y niñas, de hombres y mujeres. Lástima que algunas o son hermosas porque la mayoría de éstas escaparon al cielo.

Como mujeres son de origen celeste, tienen parte de ese poder, los hombres detentan el poder terrenal.

Igual que en los mundos procedentes, todo comenzó a corromperse, se quebró el equilibrio y cuando el Arco iris se ofendió por el accionar no tradicional de las mujeres menstruantes, comenzó la inundación.

La Gran Agua, ahogó todo y hubo de comenzarse un mundo nuevo. Fue Paloma quien picoteando una semilla hizo brotar un Algarrobo y a su parir recomenzó la naturaleza, los seres de la tierra. Sin embargo, la periódica corrupción de la humanidad les encadenó un nuevo cataclismo.

Sol, sobrino de Luna, que es mujer y vieja y gorda en verano y joven y delgada en invierno. Hombres y mujeres habían comenzado a eliminar o devorar sus hijos. Sol, sobrina de Luna, que es mujer vieja y gorda en verano, joven y delgada en invierno, se quedó quieta, se negó a seguir su camino. Durante la Gran Noche todo sc congeló y cubrió de hielo. Cuando ya había muerto todo lo contaminado, un muchacho, dotado de poder por su calidad humana soñó con el Día.

Su canto acompañado con sonajas hizo que Sol volviera a salir y recomenzara la vida. Esta quinta humanidad es la de los Orígenes,


Argentina, de Miguel Biazzi 


Relato de la tradición de los indígenas bribris
“Creación de los Sikuas (gente blanca)


Sibo hizo la tierra del cuerpo de Iriria, Iriria era una niña gordísima que no podía caminar. Sibo pensó

“quiero crear seres vivos, pero estos no van a poder vivir porque sólo hay piedras”, entonces decidió ir a visitar a la familia danta; para convencerlos le dijo a Naítmi, madre de Iriria, -voy a hacer una gran ceremonia y te vengo a invitar pero necesito que lleves a la niña, le haré curaciones para que pueda caminar-.


Aunque no fue fácil convencerla, pero al fin aceptó. Cuando Iriria cayó al suelo y murió su madre y su abuela lloraron mucho y estaban muy enojadas con Dios y le decían: -eres un mentiroso, nos engañaste, por eso nosotros no queríamos venir-, pero Sibo las consolaba diciéndoles –Iriria no está muerta, ella está viva y les prometo que va a caminar en muchas personas que van a nacer de ella-.

Pero la madre y la abuela no creyeron y se fueron muy tristes. Pero Sibo tenía que cumplir con la promesa que les había ofrecido. Por eso formó del cuerpo de Iriria a las personas blancas.

De igual manera sucedió con Mulurtmi, la mar, que después de muerta de su estómago brotó un árbol, pero a Sibo no le gustó este árbol, porque crecía y crecía y le estaba destruyendo la casa, por esta razón lo mandó a cortar, cuando cortaron el árbol sus flores flotaron en el mar y de estas flores nacieron personas blancas, sikuas. Para darles sabiduría, Sibo les dio la inteligencia de un ser espiritual de nombre Ple Akekol, tiene figura de hombre y también de hormiga.

Este ser caminó por primera vez sobre la tierra recién hecha y del polvo que caía de sus pies nacieron las hormigas zompopas.

Estas hormigas rápidamente empezaron a cortar las hojas de los árboles, a construir sus nidos, a hacer caminos y dejar el lugar en donde viven bien limpio, a veces su carga es más grande que su cuerpo, siempre están trabajando sin descansar. Por eso los sikuas siempre están estudiando para continuar con más conocimientos [Otra versión: por eso los blancos limpian todo y eliminan la vegetación donde quiera que trabajan]
Iriria:

es la niña Tierra hija y nieta de la madre y abuela de la Tierra , quien vivía en el inframundo

Naítmi: Madre de Iriria, Madre de la Tierra

Ple Akekol: Rey, capataz o jefe de las hormigas zompopas

Sibo: Dios supremo de la creación

Mulurtmi: La Señora del Mar, mujer Mar”


Relato de la tradición oral indígena bribri, “Tradición Oral Indígena Costarricense


Una Cosmogonia Japonesa


Esta Vision sobre la Creacion del Mundo nos recuerda el tan mencionado libro las mil caras del heroe, ya que en la creacion nos muestra la muerte y renacimiento de una Diosa trayendo vida en su paso por la muerte y tomando uin obscuro papel en su retorno. Es una de mis favoritas. espero les guste




El Kojiki expone la creación simultánea del Universo y de tres divinidades invisibles: Centro del Cielo, Augusto Creador y Divino Creador.

En el período de formación de nuestro mundo, sobre su masa aún informe, brotaron otras divinidades invisibles celestes, nacidas del primer brote de junco.

Luego, de la tierra aún caliente empezaron las siete generaciones de la era divina con el Eterno de la Tierra y el Brote Fértil, que se complementaron más tarde con la aparición de las divinidades hermanas, masculina y femenina del barro y de la arena, de la semilla y de la vida, los hermanos y señores del Gran Palacio, los hermanos divinos de la adoración, y los hermanos precursores Izanagi e Izanami, los padres de Hiru-Ko.

Estos dioses no lo son propiamente, pues el Shintô no reclama para ellos ningún culto, sino que son la explicación mítica a unas fases supuestas de formación del Universo, hasta llegar a la aparición de los primeros pobladores legendarios de la tierra, a los hermanos Izanagi e Izanami.

IZANAGI E IZANAMI,


Izanagi e Izanami descendieron un día a la superficie de la tierra, construyendo primero una columna celestial y, a su alrededor un palacio.

Después comenzaron a girar en sentido opuesto en torno a esa columna hasta encontrarse, pero Izanami dijo palabras de amor a Izanagi en primer lugar, mientras giraban a su alrededor y de aquí procede la tradición japonesa de la noche de bodas en la que debe ser siempre el varón el primero en hablar.

El hijo de ambos, HiruKo, nació débil en demasía y fue abandonado a las aguas en una balsa; después tuvieron una hija que tampoco les satisfizo, y que convirtieron en la isla Awa que está en la costa de Osaka.

Poco contentos con aquellos dos primeros hijos, fueron al Cielo a consultar con las divinidades, quienes concluyeron que aquellos nacimientos habían sido nefastos porque Izanami había hablado antes que el varón.

De nuevo en la tierra, repitiendo la ceremonia correctamente, ya que Izanagi fue ahora el primero en decir las palabras de amor, tuvieron los catorce hijos que formaron las ocho grandes islas y las seis menores de Japón.

Tras haber creado las catorce islas, dieron vida a las diez divinidades:

O-wata-tsumi , dios del mar;
al matrimonio Hayaaki-tsu-iko y Hayaaki-Tsu-hime, dioses de los ríos padres de los ocho dioses del
agua; Shima-tsu-hiko, dios del viento;

Kukuno-chi, dios de los árboles;

O-yama-tsumi, dios de las montañas, y Kayanu-hime, diosa de los llanos, padres de otros ocho dioses de la tierra;

al dios Ameno-tori-bune; O-getsu-hime, diosa de los alimentos;
Kagu-tsuchi, dios del fuego, el último de los diez hijos divinos.


Pero la creación de Kagu-tsuchi fue horrible para Izanami, quien, devorada por el fuego cayó postrada en terrible y mortal agonía de la que nacieron el dios y la diosa monte-metálico, el dios y la diosa del barro, el dios de la cosecha y la diosa serpiente de agua


Al ver morir a su amada Izanami de aquella terrible manera, el marido divino echó a llorar desconsolado, pero las lágrimas del viudo Izanagi todavía servirían para dar vida a la diosa del llanto.

Pasado aquel primer momento de desconsuelo, Izanagi se encolerizó con el hijo que fuera causa de la muerte de Izanami y cortó la cabeza del Espíritu del Fuego con su espada, acabando con su vida, pero haciendo también el doble prodigio de que su sangre diera vida a otras ocho nuevas divinidades, del fuego, de las rocas, triturador de las raíces, triturador de las rocas, de la lluvia, del sol, del viento, de los valles, y que de las partes del Espíritu de Kagutsuchi - el Dios del Fuego - se hiciera nacer a otras tantas nuevas divinidades de las montañas, protectoras de caminos, de laderas, del refugio, de la oscuridad, de los bosques, etc.

Pero todo ello no llegaba a consolar al doliente Izanagi, que quería recuperar a su perdida esposa a cualquier precio; así que decidió descender a los infiernos, y allí la encontró; pero también supo por sus palabras que la infeliz Izanami ya había comido de la mesa del país de los muertos y que, por lo tanto, no podía abandonar jamás aquel recinto in fausto, si no fuera con la especial licencia del dios del infierno.

Con aquella promesa, Izanami desapareció en el negro interior.


Pasaba el tiempo y la amada no regresaba, así que Izanagi tomó una púa de un peine, la prendió fuego, a modo de tea, y se metió por el mismo camino por el que había visto pasar antes a Izanami.

Allí la encontró, entre los ocho dioses del trueno - de aspecto bastante terrible -, que habían nacido del cuerpo de su amada.

Izanagi quedó aterrado, más aún, al escuchar la invectiva que le lanzaba Izanami, por haberla humillado con aquella contemplación de su metamorfosis infernal.


LA HUIDA DEL INFIERNO 



Al grito de la indignada Izanami acudieron los seres infernales, pero el astuto Izanagi lanzó a tiempo su corona al suelo y ésta, milagrosamente se transformó en un racimo de jugosas uvas, que los demonios, siempre hambrientos e insaciables, se detuvieron a recoger; después volvieron a correr tras él, pero Izanagi lanzó las púas que quedaban en su peine, que ahora se convirtieron en brotes de bambú tierno, y los demonios volvieron a detenerse, recogiéndolas con gula; pero los brotes se acabaron y los infernales seres siguieron en pos de Izanagi, ahora acompañados de los ocho dioses del trueno, al mando de una horda de mil quinientos demonios que la humillada Izanami, había mandado en auxilio de sus estúpidos súbditos.

Izanagi, sin dejar de huir, blandía la espada a su espalda, matando a todo el que se acercaba demasiado, y así prosiguió, hasta llegar a Izumo, donde está la boca del infierno, en donde pudo recoger tres melocotones maduros que arrojó contra sus muchos perseguidores, consiguiendo ponerlos a todos en fuga.

Agradecido, Izanagi paró, tomó aliento y habló a los melocotones que le habían salvado la vida: " Al igual que habéis ayudado a Izanagi, ayudad a los hombres del Japón cuando estén necesitados de auxilio ".

En ese momento, los melocotones quedaron convertidos en frutos divinos.

Pero la propia Izanami se había puesto tan furiosa al ver que todos le fallaban, que ella misma salió a acabar con el que fuera su marido amado en la vida, porque ahora ya no era la esposa, sino que se había transformado en la mayor diosa del infierno, pero el veloz Izanagi supo cerrar la entrada del infierno con una enorme roca, pero no totalmente, de modo que cuando llegó Izanami, ella pudo todavía amenazarle, anunciando que se vengaría de él, matando en un solo día a mil seres humanos; pero Izanagi no se inmutó ante las tremendas palabras de Izanami y le respondió que si ella mataba a mil hombres, el haría nacer a otros mil quinientos, y tapó del todo la entrada con la divina roca, la que impide la entrada a la casa de los muertos.

IZANAGI DA VIDA A NUEVOS DIOSES 

Terminada la trágica aventura del mundo subterráneo, Izanagi decidió que era hora de purificarse tras su contacto con los muertos y se fue hasta el río Voto, en Tachibana, para sumergirse en sus aguas.

De cada prenda que se quitó, nació un nuevo dios, hasta completar una docena de divinidades tan diversas como la del final del camino, de los caminantes, de los enfermos, de las dudas, de la saciedad, de las playas, del océano, de alta mar, de la resaca, de las costas lejanas, etc.

Pero también, al bañarse en las aguas del Voto, la contaminación del reino de los muertos se transformó en dos divinidades negativas, la de los ochenta males y la de los grandes males, a las que Izanagi respondió con la creación de dos dioses benignos que reparan y purifican, aparte de otros seis dioses encargados de velar por el fondo, la parte media y la superficie del mar.

Pero los más importantes dioses todavía no habían sido creados en sus abluciones, ya que fue al purificar la visión de su divino ojo izquierdo cuando dio lugar a Amaterasu, la diosa del Sol.
Al hacer lo mismo con su visión derecha, dio vida al dios de la Luna, Suki-yomi-no-Kimoto.
Al purificar su respiración, engendró al dios Take-haya-Susa-no-o, al varón por excelencia.


Orgulloso de sus hijos partenogenéticos, Izanagi les encomendó la gobernación del Cielo, de la noche y del mar, respectivamente, aunque el recién nacido Susa-no-o se puso a llorar, porque no quería el reino del mar, sino ir a la región subterránea en donde estaba su difunta madre.
Izanagi se encolerizó al escuchar tal pretensión, y al punto le echó de su lado, pero el perplejo Susa-no-o pidió a su padre la gracia de poder elevarse al Cielo, para ver, antes de partir al infierno, a su buena hermana Amaterasu.

Concedido el permiso, Susa-no-o surcó los cielos en pos de su hermana, entre los tremendos sonidos de una Tierra que se estremecía en tormentas y erupciones y que se sacudía en terremotos. 





AMATERASU Y SUSA-NO-O


Al oír aquellos horribles sonidos que también subían hasta el Cielo, Amaterasu se preparó con su arco tenso y mil flechas en su carcaj, para recibir como se merecía aquella desconocida visita que se anunciaba de tal manera.

Cuando vio que el temido visitante no era otro sino su hermano, la diosa desconfió de los motivos que le llevaran hasta su reino, pues recelaba que quisiera hacerse con él.
Susa-no-o hizo muestras de su buena voluntad y explicó que lo único que deseaba era llegar hasta las profundidades de la tierra, para ver a su difunta madre, y que sólo quería despedirse de su hermana querida antes de partir.


Tras aquellas palabras, los hermanos hicieron un juramento y, de los trozos de la espada de Susa-no-o, Amaterasu forjó tres diosas; por su parte, Susa-no-o tomó los prendedores de las trenzas de Amaterasu y con ellos dio forma a cinco dioses.

Fue así como nacieron los ocho dioses fundadores de las grandes familias, siendo la imperial una de ellas, precisamente la única salida del ceñidor de la trenza izquierda de Amaterasu.
Pero Susa-no-o se sintió embriagado por el orgullo de haber sido capaz de crear más dioses que su hermana, entregándose a una loca destrucción del reino de Amaterasu, hasta el punto de que ella corrió a esconderse atemorizada, refugiándose en una cueva del cielo, tapando la entrada con una gran roca.

Al desaparecer el Sol, el Japón se oscureció y los dioses celestes se alarmaron.
Así que se reunieron en asamblea las ochenta mil divinidades, tratando de solucionar la espantosa negrura, y encontraron la forma de hacer salir a Amaterasu de la cueva, disponiendo que la diosa Amanouzume, divinidad del baile, se pusiera a danzar estruendosamente, mientras todos los dioses hablaban a voces y reían alborozados, Amaterasu, desde su escondite, no pudo evitar oír la alegría de aquella fiesta, y quiso saber la causa de tal algarabía.

Entonces le dijeron que lo hacían porque habían encontrado a una nueva y mejor diosa que cualquiera de las conocidas.

Curiosa, Amaterasu se asomó para ver a ese maravilloso ser, quedando deslumbrada por su reflejo en un espejo que habían apuntado hacia la entrada de la cueva sus compañeros divinos, entonces Tajikarao, dios de la fuerza, la asió por el brazo mientras Futotama colocaba en la entrada de la cueva la red de soga de paja de arroz, el shimenawa que había tejido previsoramente, para impedir cualquier intento de regreso al refugio.

Con Amaterasu fuera de la cueva rocosa del cielo, volvió la luz al Japón y la paz a los dioses.

SUSA-NO-O EN LA TIERRA

Paralelamente al rescate de Amaterasu, la asamblea de los ochenta mil dioses decidió dar un castigo ejemplar a Susa-no-o, arrojándolo del cielo y cortando sus cabellos y uñas a ras, castigo muy temido en aquellos tiempos.
El castigado descendió a la tierra, cayendo en el monte Torikami, en Izumo, donde se halla la puerta del infierno. Después se puso en marcha hacia un poblado y se encontró con que una pareja de ancianos, que estaba con una hija de corta edad, y lloraba desconsoladamente.
Susa-no-o les preguntó la razón de aquella pena y los ancianos le explicaron que ellos, Ashinazuchi y Tenazuchi, sufrían desconsoladamente porque esa niña era la última con vida de ocho hermanas; que las siete anteriores habían sido devoradas por el dragón de Koshi año tras año y que, ahora, volvería el dragón rojo de las ocho cabezas y las ocho colas, del tamaño de ocho montañas y ocho valles, a exigir a la octava y última de sus hijas.
El arrepentido Susa-no-o sintió piedad por aquellos ancianos y pensó un plan.
Así que les pidió la niña por esposa, afirmando que él era nada menos que el recién llegado celeste hermano de Amaterasu.
Los padres consintieron en darle a la hija por esposa, viendo después cómo el dios transformaba a la niña en peine y la enredaba en su peinado.
Pidió sake en cantidad al matrimonio, al tiempo que él hacía un cercado en rededor de los pozos en donde se colocarían ocho barriles de ese licor.
Llegado el dragón, y atraído por el olor del sake, se fue directamente al cercado, bebiéndoselo todo de un solo trago.
Naturalmente, el dragón rojo quedó dormido por la embriaguez y Susa-no-o no tuvo que hacer nada más que acercarse al inerte monstruo y cortar sus ocho cabezas con ocho tajos de su espada; luego, al cortar la cola, su espada tropezó con algo, que era otra espada de gran filo.
Ese arma magnífica, la espada "Kusanagi", fue la ofrenda del vencedor a su hermana Amaterasu; es una de las tres joyas imperiales y se venera en el templo de Atsuta, tras haber sido una santa reliquia en el templo de Ise; las otras dos joyas imperiales, el espejo "Yata-no-kagami" que deslumbró a Amaterasu, y el invisible collar "Yasakani-no-magatama", que lucía Amaterasu cuando fue visitada por Susa-no-o, están en el templo de Ise el uno, y en el palacio imperial el otro; lugares donde nadie, ni los sacerdotes que las cuidan, puede jamás verlas fuera de sus envolturas si quiere conservar la vida. 


UN MITO PAWNEE DE LA CREACIÓN (por Freyja)


El Gran Espíritu Tirawa y su consorte Atira estaban en el firmamento estrellado. Los poderes inferiores se sentaron a su alrededor en un círculo, y Tirawa dijo: "Os concederé a cada uno de vosotros una parte de mi poder y una función en los cielos, y crearé el género humano que estará bajo vuestra protección."

El Gran Espíritu ubicó en el este a Sha-kuru, el Sol, para la luz y el calor diarios, y en el Oeste colocó a Pah, la Luna, para que iluminase la oscuridad de la noche. También colocó en el Oeste a la Estrella Vespertina, para que fuese la madre de todas las cosas creadas, ya que ella creó todas las cosas vivientes.

A la guerrera Estrella Matutina la colocó en el Este, para garantizar que ninguno se quedase atrás cuando fueran enviados al Oeste.

Tirawa colocó en el Norte a la Estrella Polar, como estrella primaria de los cielos, y en el Sur colocó a la Estrella de la Muerte, la luz de los espíritus ancestrales. Ubicó otras cuatro estrellas en las posiciones de Norte Este, Norte Oeste, Sur Este y Sur Oeste; sobre ellas reposaba el firmamento.

El Gran Espíritu envió a continuación nubes, vientos, truenos y relámpagos hacia la Estrella Vespertina para comenzar el proceso de creación.

Cuando el firmamento se oscureció con el trueno y se llenó de agua, viento y relámpagos, Tirawa dejó caer una piedra sobre el manto de nubes, el cual se desgarró en mil pedazos y reveló un vasto espacio de agua. Los cuatro poderes de los Cuarteles golpearon el agua con sus garrotas o mazas y separaron las aguas de la tierra. Entoces Tirawa ordenó a los dioses que comenzaran a cantar para alabar su creación, y el sonido de sus voces reunió a los elementos, las nubes, el trueno, el relámpago y el viento, todos juntos, generando una tormenta terriblemente poderosa.

Esta gran tormenta, provocada por el cántico de los poderes de los Cuarteles, hizo que la tierra se dividiese en montañas elevadas y valles profundos.
A continuación, los cuatro poderes cantaron en honor de los árboles y de las tupidas praderas, y entonces se generó una segunda tormenta, que hizo a la tierra verde y la cubrió con árboles y plantas.

Cantaron por tercera vez, y el caudal de agua procedente de la tormenta llenó los ríos y los arroyos e hizo que discurrieran. Al cuarto cántico, brotaron las semillas y germinaron.
Entonces Tirawa ordenó al Sol y a la Luna que se emparejaran, y concibieron un hijo, y ordenó a la Estrella Matutina y a la Vespertina que se emparejaran, y concibieron una hija. Estos hijos divinos fueron colocados sobre la Tierra, y los poderes y los dioses les enseñaron los secretos de la naturaleza.

La mujer aprendió el arte del fuego, del habla, del sembrado y del hogar. El hombre recibió las armas de un guerrero, los nombres de todos los animales y las artes de la caza. La Estrella Luminosa enseñó al hombre el ritual del sacrificio, y se convirtió en el primer jefe sobre todos los demás hombres y mujeres que fueron creados, y les enseñó todo su arte y conocimiento. Levantaron un gran campamento circular, trazado de acuerdo con el orden del cielo, como un reflejo o memoria de la creación del mundo.


EL MITO DE LA CREACIÓN ZUÑÍ



El creador original era una deidad bisexual o trascendente, Awonawilona. Este ser primario indiferenciado emitió mediante su voluntad brumas y corrientes de crecimiento y de humedad.


Este mar primario desarrolló espuma verde, animada por la luz del sol emitida igualmente por el Ser primario. Con el tiempo, la madre tierra, Auitilin Tsta y el firmamento padre Apoyan Jachi se separaron del mar primario y del limo, haciendo el mundo creado.

La Madre Tierra tenía un vientre cuádruple, dentro del cual se formaban protoseres; de uno de esos vientres salió el primer humano o antepasado original, Poshaiyangkyo. Imploró a Awonawilona para que liberase a las criaturas no formadas que estaban en el vientre cuádruple de la madre; en respuesta creó una pareja de gemelos inmortales que dividieron la sustancia de la tierra con rayos y que entraron en el cuádruple vientre primario descendiendo sobre telas de araña.

Los seres que sacaron a la luz poblaron la tierra firme, pero los que se quedaron atrás se convirtieron en monstruos.


LA CREACIÓN A PARTIR DE LAS AGUAS

Son dos los elementos o principios de agua primarios descritos en el mito de la creación babilónico: Tiamat, o agua salada y amarga, y Apsu, o agua dulce. De la mezcla de estas dos fuentes primarias polarizadas surgió Mummu, las olas tumultuosas, del que procede la creación de los otros seres.


Apsu era, más específicamente un abismo acuoso que rodeaba la tierra primaria, descrita a su vez como un disco con altas montañas en su perímetro. Las montañas servían de soporte a los cielos, mientras ellas se apoyaban a su vez en las aguas de Apsu.

Todas las fuentes que llegaban hasta la superficie de la tierra procedían de Apsu, que tenía una connotación de un principio masculino. Pero en este primer estadio el abismo que rellenaba Apsu no contenía tierra alguna.


Tiamat era un principio femenino, y estaba comprendido dentro de los mares primarios, que eran salados. Se interpretaba a Tiamat como un caótico poder procreador, a menudo hostil a las funciones organizativas de los dioses y diosas posteriores. El concepto de Mummu, las olas tumultuosas, es el resultado de la interacción de dos fuerzas polarizadas, lo cual no difiere de algunas teorías de la física moderna, según las cuales las olas o resonancias de energía interactúan para formar el universo.


A medida que la mitología avanza desde las fuerzas primarias hacia entidades cada vez más detalladas, encontramos el nacimiento de dos serpientes, Lakhmu y Lakhamu, que a su vez generan a Anshar y Kishar. Estos últimos eran poderes masculino y femenino, que representaban a los primeros mundos celestial y terrenal, o superior e inferior, formas éstas más tempranas del cielo estrellado y de la tierra del planeta creado.

De Anshar y Kishar nacieron dos órdenes de seres espirituales, los Igigi, o dioses del firmamento, y los Anunnaki, o dioses del mundo subterráneo, que también habitaban en la tierra. De esa manera, el patrón polarizado, que comenzó en el abismo cósmico con las aguas de Apsu y Tiamat, quedaba directamente reflejado en la división, o mejor aún, en la polarización complementaría, de los dioses que están sobre la tierra y los que están debajo de la tierra.
Los dioses recién creados eran tan enérgicos que pertubaron el descanso primordial de Apsu, quien, junto con Tiamat, proyectó su destrucción.

El gran dios Ea, sin embargo, se percató de dicho plan a través de su percepción de cuanto iba a suceder. Empleando una poderosa magia atrapó a Apsu y a Mummu, ganándose así el odio de Tiamat. El desarrollo posterior de los mitos comprende el creciente conflicto entre los órdenes de deidades, con Tiamat generando criaturas monstruosas y poniéndose en pie de guerra para luchar contra los dioses del orden y del patrón.


El climax de este complejo conflicto fue la batalla entablada entre Bel-Marduk, quien se convirtió en gobernante de los dioses, y Tiamat.


Bel-Marduk responde a una de las formas más tempranas de una gran deidad solar... su imagen se filtró a través de la historia y puede encontrarse en las de San Miguel y San Jorge de la mitología cristiana, a miles de años de distancia de Babilonia. El héroe briilaníe que mata al dragón forma parte de la fase solar del mito o cosmología de la creación.

Después de que Marduk matara a Tiamat, el cuerpo de ésta fue desmembrado para formar los constituyentes de un nuevo orden mundial, en el cual estaba incluida la creación de la humanidad.

Las armas de Marduk eran elementales: un carro de tormenta, un huracán, el relámpago y un arco con flechas, así como una red. La épica de la creación describe cómo Marduk capturó a Tiamat en su red y soltó al terrible huracán sobre su rostro:

Abrió su boca, Tiamat, para tragarle.
Él maniobró al huracán de manera que ella no pudiera cerrar sus labios.
El terrible viento llenó su estómago.
Su corazón quedó embargado.
Tuvo que mantener la boca abierta.
Él disparó su flecha y perforó su estómago.
Hendió sus entrañas, su corazón desgarró.
La dejó impotente, destruyó su vida.
Dejó caer su cuerpo y se encaramó triunfante sobre él.

(De La épica de la creación, tablilla IV, versículos 96-104. Texto adaptado de varias traducciones).


Como salieron algunos dioses del mar 

Cuando no había Sol y no se veía nada, Kauyumari estuvo cantando toda la noche en San Blas, agarró el imarri, y sembró algunas semillitas en la tierra.

Después de cinco días salieron unas orejas de venado, cinco días después nació un bule chiquito; Kauyumari lo quitó y lo corto a la mitad, entonces hizo una jicara para los kakauyares (los dioses), para llevarla a las cuevas. Como no sucedió nada, fue otra vez a cantar toda la noche para ver que le indicaban los dioses.

A las seis de la mañana agarró agua de Aramara (la diosa del océano Pacifico), y en una jicarita con cinco chaquiras hizo un venado chiquito y un huichol. Como ahora si iba a servir la jicarita, la llevó a la cueva y cantó toda la noche. Al día siguiente agarró maíz de cada uno de los cinco colores: blanco azul, rojo, amarillo y moteado y lo sembró. De estos nacieron las distintas formas en que existe el maíz: grande, chica, seca, listo para pizcar y amontonado para la casa. Ahora si ya servia para los kakauyares, así que Kauyumari hizo otra jicarita con cada uno de estos tipos de maíz para llevarlo a la cueva.

A las seis de la mañana del día siguiente, un mosquito vino al cerro donde vivía Kauyumari, del mosquito hizo cera de Campeche y con esta formó una vela chiquita y bonita que puso sobre la jicara junto con el maíz.

Entonces Kauyumari se fue a cantar toda la noche para ver que decían los kakauyares, para ver que decía el maíz, y entonces salieron del mar los dioses de los siete kalihueys (templos) de San Andrés. (Relatado por Pablo Carrillo.)


Del Caos al Universo
Antes de existir el mar, la tierra y el cielo, continentes de todo, existía el Caos. El sol no iluminaba aún el mundo. Todavía la luna no estaba sujeta a sus vicisitudes. La tierra no se encontraba todavía suspensa en el vacío, o tal vez quieta por su propio peso. No se conocían las riberas de los mares. El aire y el agua se confundían con la tierra, que todavía no había conseguido solidez. Todo era informe. Al frío se oponía el calor. Lo seco a lo húmedo. El cuerpo duro se hincaba en el blando. Lo pesado era ligero a la vez. Los dioses, o la naturaleza, pusieron fin a estos despropósitos, y separaron al cielo de la tierra, a ésta de las aguas y al aire pesado del cielo purísimo. Y, así, el caos dejó de ser. Los dioses pusieron a cada cuerpo en el lugar que les correspondía y estableció las leyes que había de regirlos. El fuego, que es el más ligero de los elementos, ocupó la región más elevada. Más abajo, el aire. La tierra, encontraba su equilibrio, la más profunda.

Hecha aquella primera división, los dioses redondearon la superficie de la tierra y puso límites al airado mar. En seguida, añadió las fuentes, los estanques, los lagos, los ríos, corrientes por la tierra y devorados por el océano. Él mandó extenderse a los campos, cubrirse de hoja a los árboles, elevarse a los montes y a los valles hundirse. Y así como el cielo estaba dividido en cinco zonas- dos a la derecha, dos a la izquierda y una en el centro, que es la más ardiente-, así mismo quedó dividido el universo. De las cinco zonas la del medio quedó inhabitable por el fuego; las dos de los extremos quedaron envueltas en nieves; únicamente las centrales ofrecieron templanza a la vida. Sobre éstas se elevó el aire, más pesado que el fuego, pero menos que el agua y la tierra; y en él se dieron las nubes, la niebla espesa, los truenos que espantan a los hombres, los vientos que forman vorágines y los granizos. El autor del mundo estableció la armonía en esta región: sin ella se hubieran desecho entre sí los elementos. Al euro e hizo soplar hacia Oriente. Hacia el Occidente al céfiro. Al bóreas le empujó hacia el Septentrión, y al austro hacia el Mediodía. Y por fin, dejo que el Éter, sin peso y sin escoria, formase ese color azul que llamamos firmamento.

OVIDIO, Metaforfosis. Libro Primero I. 


EL MITO AZTECA DE LA CREACIÓN

Los aztecas tienen como dios principal a Tonacatecuhtli, quien tuvo por mujer a Tonacacihuatl (conocida también como Xochiquetzal). Ellos se criaron en el decimotercer cielo, de cuyo principio no se supo jamás. Engendraron a cuatro hijos. El mayor, Tezcatlipoca rojo, llamado así porque nació colorado. Al segundo hijo lo nombraron Tezcatlipoca negro, el peor de los tres porque fue el que más mandó y nació negro en medio de todos los seres y cosas.

Al tercero llamaron Quetzalcoatl, conocido también como "Noche y viento". Mientras que al último y más pequeño lo llamaron Huitzilopochtli.

De los cuatros hijos de la primera pareja, Tezcatlipoca negro era omnipresente, conocía todos los pensamientos y los corazones; así es que lo llamaron Moyocoya, cuyo significado es el de todopoderoso. Su hermano menor, Huitzilopochtli, nació sin carne, con los huesos desnudos. Así se mantuvo durante los seiscientos años de quietud entre los dioses, etapa en la que nada hicieron.

Pasado el largo período, los cuatro hijos de Tonacatecuhtli se juntaron para ordenar lo que habrían de hacer y la ley que tendrían. Convinieron en nombrar a Quetzalcoatl y Huizilopochtli para que impartieran las órdenes. Entonces, por comisión y parecer de los otros dos, hicieron el fuego, después medio sol que, como no estaba entero, alumbraba poco y luego hicieron al hombre Oxomoco y a la mujer llamada Cipactónal. Les dieron la orden de que no holgaran, sino que trabajaran siempre. A él lo mandaron a labrar la tierra mientras ella hilaba y tejía.

Terminada su tarea con los primeros hombres, los dioses hicieron los trescientos sesenta días del año que dividieron en dieciocho meses de veinte días cada uno. Luego crearon a los dioses que habitaron el infierno: al "Señor del Inframundo" y a su esposa, la "Señora del Inframundo".Les llegó la hora de crear los cielos y comenzaron por el más alto, desde el decimotercero para abajo para continuar con la creación del agua. La tierra fue creada por los dioses Quetzalcoalt y Tezcatlipoca, quienes bajaron a tierra a la diosa del cielo. Ella tenía las articulaciones completamente cubiertas de ojos y bocas con las que mordía como una bestia salvaje. Antes de que la bajaran había agua (que nadie sabe quién creó) sobre la cual la diosa caminaba. Cuando vieron esto, los dioses se dijeron: "Es necesario hacer la tierra", y diciendo esto se convirtieron los dos en grandes serpientes. Transformados, una de las serpientes agarró a la diosa de la mano derecha y el pie izquierdo y la otra de la mano izquierda y el pie derecho, tiraron tanto que la partieron por la mitad. Con la parte de atrás de los hombros hicieron la tierra, y la otra mitad la llevaron al cielo.

Los otros dioses se enteraron y se enojaron mucho, entonces para recompensar a la diosa de la tierra por el daño que le habían hecho, los dioses descendieron todos del cielo y ordenaron que de ella salieran los frutos necesarios para la vida de los hombres: de sus cabellos hicieron los árboles y flores, de su piel las pequeñas hierbas y flores, de los ojos hicieron los pozos, las fuentes y las pequeñas cavernas, de la boca los ríos y grandes cavernas mientras que de los agujeros de la nariz y de los hombros, los valles de las montañas y las montañas mismas respectivamente


Kalevala finlandés: mito de la creación (por Freyja)

Ilma, la diosa del aire, tenía una hija, Luonnotar. Luonnotar habitaba sola en las estrellas, pero, cansada de su estado virginal de soltería, se dejó caer al gran mar de abajo y flotar sobre la cresta de las olas. Mecida a un lado y a otro, el aliento del viento la acarició, y el poder del mar la fecundó.

Estuvo flotando sobre este mar fecundador durante setecientos años sin poder hallar dónde reposar.


Al final se encontró con un pato (o, en algunas variantes, con un águila) quién voló a través del mar buscando un lugar donde anidar. El pato vio la rodilla de Luonnotar e hizo allí su nido. (Adviértase que el pájaro es masculino).

Cuando hubo puesto sus huevos, y después de empollarlos durante tres días, se hicieron fértiles.
Entonces fue cuando la hija de lima notó un escozor en la piel; dobló violentamente la rodilla y los huevos rodaron en lo profundo. No se perdieron en el légamo de abajo, sino que se tornaron cosas bellas y excelentes. De la parte inferior de los huevos se formó la tierra, madre de todas las criaturas vivientes. De su parte superior se formaron los sublimes cielos. La yema de los huevos se convirtió en el radiante sol amarillo, y la clara en la resplandeciente luna.

Los fragmentos moteados se convirtieron en estrellas, y los fragmentos negros en las nubes en el aire.

Luonnotar comenzó entonces el trabajo de dar forma a la creación: de las aguas emergieron las islas, se elevaron los promontorios, se crearon los golfos y se trazaron las líneas costeras...


Leyenda escandinava (por Freyja)


En los tiempos en que nada existía, se abría en el espacio un vasto y vacío golfo llamado Ginnunga. Tenía una longitud y anchura inconmensurable y su profundidad estaba más allá de toda comprensión. No había costa, ni tampoco olas; porque aún no había mar y la tierra no estaba formada ni tampoco los cielos. Allí en el golfo estuvo el principio de las cosas. Allí por primera vez amaneció. Y en el perpetuo crepúsculo estaba el Padre, que gobierna todos los reinos y se mueve entre todas las cosas grandes y pequeñas.



Primero se formó, hacia el norte del golfo, Nifelheim, la inmensa casa de oscuridad nebulosa y frío helador, y en el Sur, Muspelheim, la casa luminosa del calor y de la luz. En medio de Nifelheim estalló la gran fuente de donde todas las aguas fluyen y adonde todas las aguas vuelven. Se llama Hvergelmer, la “caldera rugiente”, y de allí surgieron, al comienzo, doce tremendos ríos llamados Elivagar, que fluyen hacia el Sur, hacia el Golfo.


Una vasta distancia atravesaron desde su nacimiento y, entonces, el veneno que arrastraban con ellos empezó a endurecerse como lo hace la escoria que corre por una superficie, hasta que se congelaron y se convirtieron en hielo. Allí los ríos crecieron en silencio y dejaron de moverse, y los gigantescos bloques de hielo permanecieron juntos. El vapor se elevó del hielo envenenado y se congeló en forma de escarcha; capa tras capa se fueron amontonando en formas fantásticas una sobre otras.

Esa parte del golfo que se extiende hacia el Norte era la región del horror y de la lucha. Fuertes masas de vapor negro rodearon el hielo, y dentro estaban chirriantes torbellinos que nunca cesaban, y bancos de huidiza niebla. Pero hacia el Sur Muspelheim brillaba con radiación intensa, y mandaba bellas llamas y chispas de fuego brillante.

El espacio que había en medio de la región de las tempestades y de la oscuridad y de la región del calor y de la luz era un crepúsculo pacífico, sereno y tranquilo como el aire sin viento.

Ahora, cuando las chispas de Muspelheim cayeron a través del vapor congelado, y el calor llegó hasta allí por el poder del Padre, las gotas de las mezclas empezaron a caer del cielo. Y fue allí y entonces cuando la vida comenzó a existir.

Las gotas se hicieron más rápidas y una masa informe tomó forma humana. Así vino a existir el grande y pesado gigante de arcilla que se llamó Ymer.

Tosco y desgarbado era Ymer y cuando se estiró y comenzó a moverse fue torturado por los dolores producidos por un hambre feroz. Así que salió ansioso en busca de comida, pero no había sustancia de la que él pudiera comer. Los torbellinos le pasaban encima y las oscuras nieblas le rodeaban como un sudario.

Más gotas cayeron de los lóbregos vapores, y luego se formó una vaca gigante que se llamó Audhumala, “la vacía oscuridad”. Ymer la contempló permaneciendo allí en la oscuridad junto a los bloques de hielo y avanzó débilmente hacia ella. Maravillándose, descubrió que de sus ubres salían cuatro regueros blancos de leche, y con ansía bebió y bebió hasta que se llenó con las semillas de la vida y se vio satisfecho. Entonces una gran pesadez se vino sobre Ymer y se tumbó, cayendo en un profundo sueño libre de pesadillas. El calor y la fuerza le poseyeron, y el sudor se concentró en el sobaco de su brazo izquierdo del cual, por el poder del Padre, se formó un hijo llamado Mimer y una hija llamada Bestla. De Mimer descendieron los dioses Vana. Bajo los pies de Ymer salió un hijo monstruoso de seis cabezas, que fue el antecesor de los gigantes malignos del hielo, el temido Hrimthusar. Entonces Ymer despertó. En cuanto a Audhumala, la gran vaca, no tenía verdor del que alimentarse y permaneciendo en el borde de la oscuridad encontró sustento chupando constantemente los enormes cantos rodados que tenían incrustados sal y escarcha. Durante el espacio de un día se alimentó de esa manera, hasta que apareció el pelo de una gran cabeza.

Al segundo día la vaca volvió a los cantos rodados y, antes de que hubiera dejado de chupar, una cabeza humana quedó al descubierto. Al tercer día una noble forma salto. Estada dotada de gran belleza y era ligera y poderosa. Recibió el nombre de Bure, y fue el primero de los dioses Asa. Con el tiempo surgieron más seres gigantes, nobles y malvados dioses. Mimer, que es Mente y Memoria, tuvo hijas, cuyo jefe fue Urd, la diosa de la fortuna y la reina de la vida y de la muerte. Bure tuvo un hijo llamado Bor, que tomó por esposa a Bestla, la hermana del prudente Mimer. Tres hijos nacieron de ellos: el primero se llamó Odin (espíritu), el segundo Ve, cuyo otro nombre es Honer, y el tercero Vile, también conocido como Lodur y Loke. Odin se convirtió en el principal jefe de los dioses Asa, y Honer fue jefe de los Vans que Loke, el usurpador, se convirtió en su gobernante.

Ymer y su maligno hijo desataron su ira y enemistad contra la familia de los dioses y pronto estalló la guerra entre ellos. En ninguno de los lados hubo una pronta victoria, y fieros conflictos se libraron durante largos años antes de que la Tierra se formara. Pero, al fin, los hijos de Bor vencieron sobre los enemigos y les hicieron retroceder. Con el tiempo se sucedieron grandes asesinatos, que disminuyeron el ejército de los gigantes malignos hasta que solamente quedo uno. Fue entonces cuando los dioses consiguieron su triunfo. Ymer cayó al suelo y los victoriosos saltaron sobre él y le reventaron las latientes venas de su cuello. Un gran diluvio de sangre salió de allí y toda la raza de los gigantes se ahogó excepto Bergelmer, el anciano de la montaña, que con su mujer se refugió en los bosques del gran molino del mundo. De éstos descienden los Jotuns, que por siempre guardaron enemistad contra los dioses.

El gran molino del mundo de los dioses estaba al cuidado de Mundilfore. Nueve doncellas gigantes lo movían con gran violencia, y el rechinar de las piedras hacía un clamor tan temible que no se podían oír ni las más altas tempestades. El gran remolino es más grande que el mundo entero, porque de él se hizo el gran molde de la Tierra. Cuando Ymer murió los dioses se reunieron en consejo y se dispusieron a dar forma al mundo. Colocaron el cuerpo del gigante de arcilla sobre el molino y las doncellas lo ataron a él. Las piedras estaban manchadas de sangre, y la carne oscura salió como molde. Así se formó la Tierra y los dioses le dieron forma a su antojo.

De los huesos de Ymer se formaron las rocas y las montañas; sus dientes y mandíbula se dividieron en dos, y cuando iban girando alrededor las doncellas del gigante tiraron los fragmentos aquí y allí, y éstas formaron las piedras y los cantos rodados. La sangre helada del gigante se convirtió en las aguas del vasto mar. Pero las doncellas del gigante no cesaron su labor cuando el cuerpo de Ymer estaba completamente machacado y la Tierra estaba formada y puesta en orden por los dioses. Cuerpos de gigante tras gigante se fueron colocando en el molino, que está situado tras el suelo del océano, y los restos de la carne son la arena que siempre está lavada alrededor de las orillas del mundo. Cuando las aguas son lamidas por el rotante ojo de la piedra del molino se forma un temeroso remolino y se producen los flujos y reflujos del mar cuando se dirige a Hvergelmer, ‘la rugiente caldera’, en Nifel-heim y es arrojado de nuevo hacia delante. Los mismos cielos están formados para tambalearse por el gran molino del mundo alrededor de Veraldar Nagli, ‘la punta del mundo’, que es la estrella Polar.

Después, cuando los dioses habían dado forma a la Tierra, colocaron la calavera de Ymer para que fuera al cielo. En cada uno de los cuatro puntos colocaron como centinelas a fuertes enanos del Este, Oeste, Norte y Sur. La calavera de Ymer descansa sobre su anchos hombros. Pero todavía el Sol no conocía su casa ni la Luna su poder, y las estrellas no tenían lugar donde morar. Las estrellas son brillantes chispas de fuego colocadas desde el Muspel-heim por el gran golfo y están fijadas en el cielo por los dioses para dar luz al mundo y brillo sobre el mar. A cada uno de estos copos de fuego errante se asignaron un orden y movimiento, de forma que cada uno tiene su lugar, tiempo y estación.

El Sol y La luna también vieron sus cursos regulados, porque son los mayores discos de fuego y salieron de Muspelheim, y para que los caminos de los cielos pudieran soportarlos los dioses hicieron que los herreros elfos, los hijos de Ivalde y los parientes de Sindre, construyeran carros de oro fino. Mundilfore, que cuida del molino del mundo, envidiaba a su rival Odin. Tenía dos bellos hijos, uno llamado Mani (luna) y el otro Sol. Los dioses se llenaron de ira por la presunción de Mundilfore, y para castigarle le quitaron sus dos hijos de los que él presumía sobradamente, para conducir los carros del cielo y contar los años para los hombres. Al bello Sol mandaron para conducir el carro del Sol. Sus corceles son Arvak, que es “el pronto amanecer”, y Aldsvid, que significa “calor abrasador”.

Bajo su cruz estaban colocadas pieles de aire helado para enfriarlo y refrescarle. Entran en el cielo del Este por la puerta de Hela, a través de la cual pasan las almas de los hombres muertos al mundo del más allá. Entonces los dioses colocan a Mani, el apuesto joven, para conducir el carro de la Luna. Con él están dos bellos niños a los que él se llevó lejos de la Tierra, un muchacho llamado Hyuki y una muchacha llamada Bil. Han sido enviados a la oscuridad de la noche por Vidfimer, su padre, para sacar canciones de hidromiel del arroyo de la montaña Byrger, “él escondido”, que salía del cauce de la fuente de Mimer, y llenaron su cubo Saegr hasta el borde de forma que el preciado hidromiel se derramó cuando lo levantaban sobre el polo Simul. Cuando comenzaron a descender la montaña, Mani los capturó y se los llevó. Los agujeros que siempre se ven por la noche en la cara de la Luna son Huyki y Bil, y los poetas invocan a la bella Bil, de forma que al oírles ella puede derramar sobre la Luna el mágico hidromiel de las canciones sobre sus labios. Bajo la custodia de Mani están un montón de cuernos que se usan para perforar a los malhechores entre los hombres para que éstos así sufran el castigo por sus males.

El sol está en constante movimiento, y también lo está la Luna. Son perseguidos por enemigos sedientos de sangre, que buscan conseguir su destrucción antes de que alcancen los bosques de Varns que les dan cobijo, tras los horizontes del Oeste. Estos son dos fieros lobos gigantes. El que tiene por nombre Skoll, “el seguidor”, persigue al Sol, al que un día devorará; el otro es Hati, “el odiador”, que corre delante de “la brillante doncella del cielo”, en incesante persecución de la Luna. Skoll y Hati son gigantes en forma de lobos. Fueron enviados por la Madre del Mal, la oscura y temible bruja, Gulveig-Hoder, y ellos son sus hijos. Vive en Iarnid, el negro bosque de árboles de acero, en el norte del mundo, que es el lugar donde habita una familia de brujos temidas por dioses y hombres. De los lobos de la bruja el más terrible es Hati, que también se llama Managarm, “el devorador de la luna”. Se alimenta de la sangre de hombres muertos. Los adivinos han predicho que cuando venga a devorar al mundo, los cielos y la tierra se volverán rojos de sangre. Luego, también, deben los asientos de los poderosos dioses enrojecerse con la sangre y el brillo del sol del verano palidecerá, mientras grandes tormentas estallarán con furia para asolar todo el mundo. Una y otra vez, en temidos eclipses, habrían tragado el Sol y la Luna estos lobos gigantes, de no haber sido porque sus malignos designios han sido frustrados por los hechizos que han sido forjados contra ellos, y el clamor de hombres aterrorizados. Nat, que es la Noche, es la morena hija del vana gigante Narve, “el Obligador”, cuyo otro nombres es Mimer. Oscuro su pelo como el de toda su raza, y sus ojos son suaves y benevolentes. Trae descanso al trabajador y refresco al cansado, y descanso y sueños a todos. Al guerrero da fuerza para que pueda obtener victoria, y le encanta llevarse las preocupaciones y los cuidados. Nat es la benefactora madre de los dioses. Tres veces se casó. Su primer marido fue Nagelfare de las estrellas, y su hijo fue Aud, el de las riquezas sin límite. Su segundo marido fue Annar, “Agua”, y su hija Jord, la diosa de la Tierra, fue esposa de Odin y madre de Thor. Su tercer marido fue Delling, el elfo rojo del amanecer, y su hijo fue Dagr, que es Día. A la madre Nat y su hijo Dagr se les dieron carros engalanados con piedras preciosas para que conduzcan alrededor de la Tierra, uno detrás del otro, en el espacio de doce horas. Nat es la que va delante. Su corcel se llama Hrim-faxin, “crin helada”. Rápido galopa por los cielos, y cada mañana la dulce espuma cae como gotas de rocío sobre la Tierra debajo de ella. El buen corcel de Dagr se llama Skin-Faxin, “crin brillante”.De su cuello dorado se emite una radiación y belleza sobre los cielos y sobre todo el mundo. De todos los caballos que existen, es el más alabado por los hombres.

Hay dos estaciones, que son invierno y verano. Vindsvall, hijo del lúgubre Vasud, “el viento helador”, fue el padre del hosco invierno, y el dulce y benefactor Svasusd fue padre del buen verano, queridos por todos. Los hombres se preguntan de dónde viene el viento que azota al océano temerosamente, que convierte a la baja chispa en llama brillante y que ningún ojo puede contemplar. En el cenit del norte del cielo se encuentra en forma de águila un gigante llamado Hraesvelgur, “el devorador de la carne de los hombres muertos”. Cuando sus anchas alas se extienden para iniciar el vuelo los vientos se agitan bajo él y se vienen rápidamente sobre la Tierra. Cuando va o viene, o viaja aquí y allá a través de los cielos, los vientos salen de sus alas. No había todavía un hombre que morara sobre la Tierra, aunque el Sol y la Luna estaban fijados en sus cursos, y los días y las estaciones estaban marcados en el orden debido.

Llegó, sin embargo, un tiempo, cuando los hijos de Bor estaban caminando por las costas del mundo, y vieron dos troncos de madera. Habían crecido del pelo de Ymer, que se había extendido como espesos bosques y abundante verdor del molde de su cuerpo, que es la Tierra. Un tronco era de un fresno, y de él los dioses formaron un hombre; y el otro, que era un aliso, lo convirtieron en una bella mujer. Tenían vida como la de un árbol hasta que los dioses les dieron mente, voluntad y deseo. Luego al hombre se le llamó Ask y a la mujer Embla, y de ellos desciende toda la raza humana, cuya morada se llama Midgard, “la sala del medio”, y Mana-heim, “casa de los hombres”. Alrededor de Midgard está el mar, y más allá, en las costas exteriores, está Jotun-heim, “la casa de los gigantes”. Contra estos los dioses se levantaron una gran masa de hielo de las cejas del turbulento Ymer, cuyo cerebro esparcieron alto en el cielo, donde se convirtieron en espesa masa de nubes esparcidas, agitándose aquí y allí.

Extraído de Teutones. Mitos y leyendas, compilación Donald Mackenzie


Cosmogonia Australiana (por Freyja)


Yhi, la diosa creadora de los karraur

En la mitología de los karraur, Yhi es una divinidad de primer orden, ya que es la diosa creadora. Según cuenta una leyenda de estos aborígenes australianos, la diosa permanecía dormida en el «Tiempo del Sueño» antes de la creación de nuestro mundo, en un lugar pacífico y de montañas tranquilas. Un susurro repentino, desveló a la diosa que dió un gran bostezo y abrió sus ojos, inundando al mundo con nueva luz.

Yhi descendió a esta nueva Tierra iluminada por su luz, recorriéndola de este a oeste y de norte a sur. A medida que la diosa caminaba, las plantas brotaban bajo sus pies y no descansó hasta que hubo recorrido cada centímetro de tierra y todo quedó cubierto por un manto verde.

Cuando terminó, la diosa fue a descansar y mientras contemplaba su reciente creación, se percató de que las plantas no podían moverse y en aquel momento le apeteció ver algo que pudiese agitarse graciosamente.

Con la idea de crear estas nuevas criaturas, la diosa descendió a la Tierra y tuvo que enfrentarse a unos espíritus malignos que intentaron acabar con su vida.

La diosa, más poderosa y fuerte, derrotó a estos espíritus y la calidez de la diosa se mezcló con la oscuridad, surgiendo unas diminutas formas de vida que empezaron a moverse por allí. Esas formas de vida se transformaron en danzarinas mariposas, juguetonas abejas y otros insectos que comenzaron a revolotear en torno a la diosa.

Pero en este mundo luminoso y vivo, aún había cuevas oscuras y heladas; sobre ellas la diosa esparció también su mágica luz y en el interior de las cuevas formó agua. Pronto vió como aparecían nuevas criaturas: peces y lagartos que se deslizaban por el agua.

La diosa había derrotado definitivamente a la oscuridad y el nuevo mundo se llenó de pájaros y animales que poblaron la Tierra, llenándola de vida.

Por otro lado, el mito de los karraur sirve para explicar la salida y la puesta del sol. Cuando el mundo estuvo lleno de luz y de vida, Yhi dijo a las criaturas que ella se marchaba, bendiciéndoles con el cambio de las estaciones, y prometiéndoles que cuando muriesen se encontrarían con ella. Entonces, la diosa se transformó en una potente bola de luz y se alzó en el cielo, para desaparecer después en el horizonte.

Todas las criaturas de la Tierra se asustaron porque a medida que Yhi desaparecía, la oscuridad llenaba la Tierra. Poco a poco, las criaturas fueron quedándose dormidas en la nueva oscuridad de la noche, para ir despertando lentamente ante la luz de un nuevo amanecer. Lo que pronto supieron las criaturas, es que Yhi nunca iba a abandonar totalmente su creación y que tras anochecer, volvería a aparecer por el este, día tras día.

Sin embargo, la diosa tuvo que regresar una vez más a la Tierra, ya que los animales empezaron a estar descontentos con sus formas, a ser infelices y a pedir a la diosa que satisficiese sus deseos. Así, según cuenta la leyenda, Yhi descendió sobre la superficie terrestre y preguntó a las criaturas qué necesitaban: el murciélago quería alas, la foca quería nadar... Yhi les dijo que cumpliría sus deseos, sólo por esta vez y a cada uno le concedió lo que deseaba. Así es como, de los seres ancestrales con formas bellas de la anterior creación, surgieron las extrañas criaturas de nuestra Tierra.

A esta diosa también le atribuyen los karraur la creación del hombre y de la mujer. Yhi había creado primero al hombre, que rodeado de plantas y animales, vagaba por la Tierra y se sentía sólo ya que ni bestias ni vegetales se parecían a él. Una mañana la diosa se acercó a él, mientras descansaba ceca de un árbol y tenía insólitos sueños. A medida que se despertaba de su profundo sueño, vió la flor del árbol brillando a la luz del sol. Atónito el hombre pudo contemplar el auténtico poder de Yhi actuando sobre el tallo de la resplandeciente flor. Repentinamente el tallo empezó a moverse y tomó aliento. De improviso, la flor mudó de forma y se convirtió en una mujer, que emergió pausadamente desde la luz. Así apareció la primera mujer de la creación.

Después de aproximarnos a este conjunto de relatos legendarios ligados a la creación y ordenación del Mundo, según la mitología aborigen australiana, podemos apuntar una serie de rasgos comunes entre tanta diversidad.

En primer lugar, en la mayoría de dichos relatos, la creación tiene lugar en un período mítico, llamado «Dreamtime» («Tiempo del Sueño»), en el cual habitan los espíritus ancestrales encargados de la creación. En segundo lugar, en estos mitos, ya sea el de Baiame o el de Yhi, el dios protagonista es el autor de toda la creación:

Tierra, animales y ser humano; es decir: da forma a la Tierra, la llena de vida vegetal y animal, y crea al ser humano. Por otro lado, puede desprenderse otro rasgo común a muchos de estos mitos, que es el desarrollo de la creación y ordenación del Mundo en distintas fases, más o menos marcadas según el relato. Así, en un primer momento la divinidad creadora, da forma a la Tierra, levantando montañas, creando la lluvia y disponiendo lagos y ríos. Después da vida a los seres que pueblan la Tierra, también siguiendo un orden evidente: primero crea el manto vegetal de la Tierra, surgiendo espacios verdes con frondosos árboles, seguidamente crea a los animales, después a los pájaros y finalmente a los peces. Por último, crea al ser humano, primero al hombre y después a la mujer.

Para finalizar señalamos otro aspecto común en todos los relatos mitológicos, fundamental para comprender el modo de vida tradicional de los aborígenes australianos. En la mayoría de estos mitos se aprecia un contenido moral de vital importancia: el respeto y la vinculación con la Naturaleza, de la que todos forman parte.

Al final de cada relato podemos apreciar que la divinidad creadora, transmite al hombre una serie de conocimientos: el fuego, el uso de algunas herramientas (cuchillo o boomerang), normas de convivencia (matrimonio, modo de vida tribal...).

Entre el conjunto de conocimientos, se halla esa admiración por la naturaleza y la idea de que todos los seres son de igual importancia para el equilibrio natural y todos forman parte de una entidad mayor, la Naturaleza. De estas enseñanzas se extrae el papel que debe cumplir el ser humano, honrar a la Naturaleza y mantener su equilibrio, mediante la práctica de rituales y transmisión de esos conocimientos. Estos mitos y ritos garantizan el mantenimiento del orden establecido y permiten al aborigen australiano descubrir su lugar en el Mundo.


Cosmogonía druida - celta (por Seabhac):

He visto varios y pues de todos los que he visto dos me parecen un poco acertados o mas de confianza respecto a la informacion. Uno habla de una energia que tomo forma del caos llamada Deisug(al parecer una especie de dios de varias cabezas), y de ahi se desglosa con serpientes y un creaturas de varias cabezas y huevos cosmicos...(pero si se mira bien ese mito esta cargado de mucha simbologia de alquimia, por lo tanto supongo que fue una interpretaciond de algun ocultista):

Un supuesto mito originario de la creación según los druidas, se supone lo expuso el cónsul e historiador romano Cayo Cornelio Tácito, yerno del tristemente famoso Cneo Julio Agrícola, el segundo general romano, genocida de Mona. Aunque se duda, si realmente fue este su autor. En cualquier caso es un mito bastante improbable que existiera, pues habla de cosas totalmente ajenas a los celtas y al druidismo. El libro en cuestión lleva por título “Celtae Ritus et Magice” narra la intrusión de un esclavo romano entre los druidas, en el santuario de la isla de Mona, antes de ser arrasada. El traidor, un tal Aurepilo, cuenta a El Escriba, que se supone era Tácito, todo lo que acontecía y se enseñaba en la escuela druídica. No obstante, la información que se obtuvo fue poco interesante para los objetivos militares romanos. Ya el libro en sí es muy polémico, y se le suponía perdido, quizás lo expuesto por éste, si acaso fue el autor, se trate de una simple fantasía de ficción histórica, alguna leyenda inconexa, quizás posterior y sajona o mera propaganda bélica. En definitiva la incluyo en este artículo ya que algunos piensan que si es céltica. A mí, particularmente, me resulta ajena al talante druídico. En realidad, los historiadores e investigadores serios y prudentes, no lo tienen en cuenta. En cualquier caso dice así:

Desde el Primer Tiempo a la aparición de la Tierra, el Sol y la Luna:
En el Primer Tiempo sólo existía Deisug, morador de las más oscuras entrañas del universo, señor de la nada, predecesor de lo primero y sucesor de lo último. Deisug era el cuerpo fornido gobernado por sus cuatro cabezas sumidas siempre en interminables disputas, pues cada una de ellas dominaba un poder que las otras envidiaban. Cada poder diezmaba por igual al cuerpo de Deisug cuando era invocado, mas como sus efectos se desvanecían en un aliento si se ejercían por separado, cada cabeza ansiaba el dominio de los otros tres poderes.
La primera cabeza se llamaba Toargsun y con su magia lograba concentrar el cuerpo de Deisug en un punto minúsculo como obra el alfarero con la figura de barro tierno.
La segunda cabeza recibía el nombre de Agizesun y cuando su poder se desataba desvanecía el cuerpo al que permanecía atada por todos los puntos del universo, como lo haría el montículo de arenilla al viento.
La tercera se llamaba Glursun y su poder le permitía deformar el cuerpo de Deisug a su voluntad haciéndole tomar formas caprichosas y monstruosas cual hábil carpintero.
La cuarta se llamaba Uigsun y su habilidad le permitía copiar cualquiera de los poderes de sus hermanas como el reflejo de un espejo copia la imagen de quién lo contempla, si bien sólo podía ejercer uno de los poderes cada vez.
Por miles de años se sucedieron los conflictos entre las cuatro cabezas, con tal ensañamiento, que pronto descuidaron éstas el cuidado de su cuerpo y este fue languideciendo falto de alimento y ejercicio y desgastado por las incesantes luchas de sus cabezas. Así aconteció una batalla final, cuando el ya exangüe cuerpo de Deisug presenció la alianza entre Toargsun y Glursun, planeando ambas servirse de la otra para apoderarse de sus hermanas y dejando para mas tarde eliminar a su aliada. De este
modo se alzaron las aliadas para destruir a Uigsun mas, como hubieron planeado estas intrigas creyendo a sus hermanas dormidas no esperaban que Agizesun, que se percató de cuanto urdieron y temerosa del poder de esta alianza, hubiera advertido a Uigsun y planeado sus defensas en conjunto. Y así, cuando Toargsun y Glursun atacaron a Uigsun, esperaban éstas que al observar Agizesun las desventajas de su hermana aislada, se uniera a ellas y lograr así su verdadera destrucción y así fue que Agizesun hizo amago de atacar a Uigsun, pero en un acto de gran astucia, dirigió verdaderamente sus artes contra el interés de sus hermanas que se hallaban completamente desprevenidas y Uigsun, imitando su poder, duplicó su fuerza. Toargsun y Glursun fueron eliminadas y Agizesun tomó el poder de la primera y Uigsun el de la segunda, pero cuando ambas hermanas clamaron sus más terribles imprecaciones para destruir a la otra, el fatigado
y corroído cuerpo de Deisug estalló y le acompañaron en su final las dos hermanas. Mas algunas de sus facciones sobrevivieron. Y lo que antes era vacío ahora estaba lleno del cuerpo de Deisug y del poder de sus cabezas, y cuánto antes no era se hizo entonces.
Deisug devino la tierra, el sol y la luna y briznas de los poderes de las cuatro hermanas se depositaron en todo y confirieron poder a las cosas y diferentes poderes en razón de
las distintas mezclas. El poder que se encontraba en cada cosa buscaba el otro poder y así, con el tiempo, el poder se encontró concentrado en pocas cosas y disperso en muchas.
Tácito, De Celtae ritus et Magice. Cap. III, Ep. I.III



El mito que me parece mas acertado es el siguiente ( la version Irlandesa que habla de los tuatha de dannan) aunque no se centra tanto en la creacion aparentemente ^^:

La Creación

En el principio, Dios pronunció Su Nombre, y el Manred (la primera sustancia del Universo) fue formado. El Manred era un conglomerado de diminutas partículas indivisibles, cada una de las cuales eran Dios y a la vez parte de Dios. La vida surgió de Annwn (la nada).
Fue Partholan el primer ser en llegar a Irlanda. Llegó con su Reina Dalny y un grupo de compañeros. Vinieron del Oeste, de la tierra de los muertos. Poco tiempo después de haberse instalado en esta tierra, tuvieron que luchar contra la temible raza de los Fomorianos: seres crueles, violentos, deformes y malignos. Los vencieron después de largas luchas. Los Partholeanos desaparecerían tiempo después, a causa de la gran Peste.

Los Fomorianos retomaron el poder en Irlanda y bajo el mando de sus dos reyes: Morc y Conan, tenían totalmente tiranizada la tierra de Partholan. Fue entonces que llegaron los nemedios, parientes de la raza de Partholan. Estos dieron una fuerte lucha, pero al final salieron derrotados por los fomorianos. Solo treinta nemedios sobrevivieron a la cruenta guerra. Se dice que de estos treinta había una familia que se llamaba Britan, y se debe a ésta el nombre actual de Gran Bretaña.

Tiempo después apareció el gran pueblo de Dana. Ellos vinieron del cielo, pues su origen era Divino. Dana era hija del jefe de los dioses Dagda. Los danaanos se esparcieron por cuatro grandes ciudades: Falias, Gorias, Finias y Murias. En cada ciudad adquirieron conocimientos propios de cada región. De Falias trajeron la Piedra del Destino, la cual se ponían los reyes al ser coronados. De Gorias Se trajeron la Espada Invencible de Lugh. De Finias trajeron una lanza mágica y de Murias el Caldero de los Dagda, el cual tenía la propiedad de poder alimentar a todo un ejército y no quedar nunca vacía.

Fue con todas estas posesiones que llegaron a Irlanda. Al llegar se encontraron con los Firbolgs (seres mortales). Estos no aceptaron ningun tipo de tratado sobre división de tierras, asi que declararon la guerra a los danaanos. Se enfrentaron en Moytura. Al mando de los danaanos estaba Nuada, el de la mano de plata, quien no podía ser rey debido a su defecto de la mano. La victoria fue de los danaanos gracias, entre otras cosas, a sus artes mágicas.
Sucedió entonces que el pueblo quería a Nuada como rey a pesar de su defecto. El monarca actual: Bres, tuvo que ceder su corona. Poco después Bres se enteró que era pariente directo de la corte de los fomorianos (enemigos de los danaanos). Así que traicionando a su gente, buscó el apoyo de Balor, rey de los fomorianos, para conquistar al puelo de Dana. Balor era conocido como el Ojo Diabólico, pues tenía un solo ojo y con la sola mirada de éste podía matar a quien quisiera. Pero, por cuestiones de vejez, no podía mantener el ojo abierto mucho tiempo. El pueblo de Dana cayó entonces bajo el yugo de los fomorianos por un largo tiempo.

Los danaanos esperaban con ansia la llegada de un Salvador que los libertara de la tiranía en que vivían. Este Salvador llegó por fin con el nombre de Lugh, hijo de Kian y nieto de Balor. Fue gracias a Lugh que los danaanos se enfrentaron a los fomorianos en una gran batalla y terminaron derrotandolos. En esta batalla perdieron la vida Nuada, el de la Mano de Plata y Balor , el del Ojo Diabólico. Para matar a Balor, Lugh tuvo que esperar a que el gran ojo se cerrara para lanzarle una piedra que se incrustó en su cerebro.


Los Killiwa: 



Este relato está tomado de Jesús Ángel Ochoa Zazueta, Los kiliwa. Y el mundo se hizo así, ini, México, 1978. Se ha simplificado el nombre y la ortografía de Meltí ‘ipá jalá, Coyote-gente-luna, para dar fluidez al relato. Algunos textos son cantados por el informante, quien prefirió quedar en el anonimato. El mito está muy resumido, y las hazañas de Meltí continúan a lo largo de muchas cuartillas.

Cuando no había nada, cuando todo era oscuridad. Cuando sólo la sombra llenaba los espacios, cuando solamente había tinieblas; cuando no había tierra, ni cielo, ni agua, ni fuego. Cuando no existían las plantas, ni se veían las estrellas en el firmamento, no tronaban en el cielo los rayos, el sol no calentaba, no había luna que marcara el paso del tiempo. Cuando no había nada en esa oscuridad, no había hombres en esa noche perpetua, llegó Meltí ‘ipá jalá.
¿Cómo nació Meltí?, ¿cómo nació la deidad Coyote-gente-luna?

Cantado:
¿De dónde vino Meltí ‘ipá jalá’?
Nadie lo sabe.
¿Cómo es que llegó a la oscuridad
Meltí ‘ipá jalá’?
Todos lo ignoran.



Meltí llegó cargando su gran bastón. Y en esa oscuridad, en esa noche eterna, Coyote-gente-luna, con voz de coyote, gritó aullando a la negrura: “¡Yo soy Meltí ‘ipá jalá.


Meltí gritó mucho, como coyote. Pero en esa gran noche nadie le contestaba, ni nadie pudo enterarse cuánto tiempo duró aullando la deidad llegada del sur.


Como todo era oscuridad, Meltí fue su propia luz; como Meltí venía de donde todo es cóncavo y amarillo, tenía luz propia; con su propia luz iluminó aquella negrura, pues tenía pedernales grandes en las rodillas que echan chispas cuando caminaba. Llegó el gran padre con cara de coyote, y le dijo a la negrura: “¡No estás sola, yo soy la luz!” 

Y así le dio la luz a la negrura. En la noche Meltí iluminó todo aquello y entonces se dio cuenta qué tan sólo él estaba.

Cantado:
¡Qué triste está ahí el coyote!
El coyote, la luz y la negrura.
¡La oscuridad sobrecoge!
¡Aúlla el Coyote-gente-luna!


Cantó muy afligido. Como temía enfermarse de soledad, decidió que sería bueno convertirse en padre. Meltí fue al aguaje sureño. Tomó un buche de agua dulce y asperjó con ella hacia el sur, por lo que toda esa región se pintó de amarillo.

Del mismo ombligo, Meltí tomó un buche de agua salada y la sopló hacia el norte, toda esa región se pintó de rojo.

Le gustó tanto cómo iba quedando aquello que tomó otro buche de agua –y como estaba tan entusiasmado, tan contento– se llenó su gran boca de tal manera que cuando la esparció al oeste, la región se inundó.

Él era gigante, posaba un pie en el golfo de Cortés y otro en el océano Pacífico. Fue así como del gran buche de agua se formó un gran mar, un mar que, por profundo y picado, resultó muy nocivo para los kiliwa; por eso toda esa región del gran mar quedó teñida de negro.

Meltí se asustó tanto que se atragantó. Ya más precavido, con gran cautela, fue al ombligo sureño y tomó un buchito de agua fresca y dulce, y la desparramó rumbo al este, haciendo un marecito, el golfo de Cortés. Este marecito era de aguas mansas, de olas pequeñas y resaca calmada y quedó reconocido como cosa buena: se tiñó de blanco.

Meltí quiso entonces ponerle nombre a cada color-región, pero no pudo porque el mundo estaba desfondado. Meltí pensó cómo corregir ese desfondamiento. Primero tenía que reconocer un centro-ombligo de arriba, así como un centro-ombligo de abajo.

Fue así como se decidió escupir los aires para teñir de azul la oscuridad del cielo y patear la tierra para terregarla. Como los terrones de polvo quedaron endurecidos, la tierra se pintó de amate y Meltí la llamó “tierra para la gente divina”. Luego se fue fijando en cada rumbo y color, los fue nombrando. Pero todas esas fronteras, esos linderos en la tierra, se apellidaron eka’mát’, tierra desfondada.


Meltí sacó un mazo de hojas de tabaco de su pecho. Tenía también una pipa sagrada de madera y barro. Trituró las hojas y luego las encendió con su pedernal y empezó a fumar. Y ahí estaba fumando el padre, y se dio cuenta de que fumar es bueno y que fumando puede seguir haciendo cosas; en cada fumada este padre iba a crear algo nuevo.

Meltí ‘ipá jalá se quedó dormido, y mientras él soñaba con el lugar cóncavo y amarillo del sur, el humo de su tabaco crecía y crecía desparramándose por el mundo desfondado. Fue así como se hicieron, con el humo de la pipa del señor padre, todos los senderos, las veredas, los caminos de la tierra y del cielo.

Cuando despertó se dio cuenta de que el humo había trabajado y que había hecho todos los senderos, las veredas, los caminos tanto de la tierra como del cielo, y se puso muy contento. Meltí tuvo ganas de cantar, pero no tenía acompañamiento. Entonces se quitó el escroto.

Tomándola entre sus manos con su boca sopló: ¡Mfffff!, ¡Mfffff! ¡Mfffff!, tres veces consecutivas. Sacando de sus pulmones un gran aire infló aquella bolsa de cuero en tal forma que pudo meterse dentro de ella. Así hizo su sonaja grande y cantó, cantó y cantó.

Como el agua de los mares y las tinturas cubrían todo el territorio que el padre iluminaba, pensó que sería bueno hacer las montañas. Fue así como en cuatro fumadas construyó cuatro montañas, que distribuyó en las cuatro direcciones.

Para que su obra tuviera nombre, Meltí visitó los lugares, ombligos, mares y montañas recién creados. Realizó el recorrido siguiendo las veredas que había construido el humo de su pipa. Meltí nombró las cuatro montañas del mundo. Como todas las montanas fueron hechas por el padre, fueron tierra sagrada.

Para cubrir el cielo desfondado tuvo que quitarse el cuero cabelludo y la piel para extenderlos en la concavidad, quedando entonces detenida la tierra y el cielo dentro de una gran bolsa de cuero rojo. Como Meltí se había quitado el cuero cabelludo y el cuero de su cuerpo, se vistió con las tinturas del mundo para no tener frío. Así tenemos que Meltí, el gran padre, se pintó con los seis colores del universo y otro más que inventó. El séptimo color fue el verde.

Para cubrirse el cráneo, este personaje se puso una capa de ceniza.

Ya protegido en esta forma, decidió nuevamente tomar un descanso, y aullando a la gran noche, porque seguía siendo una gran noche, dijo contento: “¡Así se hizo el mundo...! ¡Así se hizo el mundo...!, nadie debe dudarlo”.

¡Y el mundo se hizo así
 

COSMOGONIA HUICHOL



Los wixaritari hemos creado un inmenso ritual lleno de códigos, señales secretas, normas religiosas, cantos ritos y ceremonias que permiten ordenar lo que aparentemente es inordenable, lo que parecería caótico. Éste conjunto de ideas y prácticas se llevan a un nivel espiritual ancho, alto y profundo. Esto nos permite vivir en armonía con la tierra, la enfermedad, la salud, el trabajo, la fiesta, la administración, la educación, la cosecha, los nacimientos o la muerte. Y permite sentirnos en unidad con un mundo vivo y milagroso.

Todo comienza en un tiempo inmemorial en el que nada era rígido, en el que el mundo, en esencia, era un fluido. Un tiempo en el que los hombres contemplaban maravillados toda clase de metamorfosis y en el que, ellos mismos, cambiaban.

En el inicio, los propios dioses son dioses asombrados. No preexistieron a la creación. Aparecieron en medio del fluir como los otros seres. La tarea central que tuvieron los dioses primigenios fue comprender al mundo que giraba y mutaba a su alrededor. Fueron dioses estudiosos, dioses aplicados, dioses que, con gran humildad y confianza en ellos mismos, se dedicaron a entender al mundo, a conocerlo, a comprenderlo, a abrazarlo. Y cuando lo comprendieron, lo crearon. La creación wixarika está basada en el estudio y en el entendimiento que se logra a través de la observación inteligente y perseverante y a través del ensayo y el error. Porque los dioses creadores tuvieron que realizar innumerables ensayos.

Los dioses fueron concebidos en tiempos remotos, antes de que, entre nosotros, apareciera la agricultura, cuando todavía éramos cazadores y recolectores.

Todo el pueblo wixarika se relaciona con sus dioses como si fueran sus parientes y los llamamos, por ejemplo, padre sol, madre agua, hermano venado o abuelo fuego. Somos un pueblo que vive cerca de sus dioses, que no se aleja de ellos, que habita en los mismos sitios en los que los dioses decidieron fijar su morada

Así como los dioses, con una actitud de humildad abierta a la sorpresa y con una firme voluntad de vivir en armonía con la naturaleza, los wixaritari contemporáneos comprendemos la complejidad del mundo y entendemos que comprender al mundo no es cosa sencilla, que nunca podemos abarcar todo el conocimiento y que el estudio tiene en sí mismo un valor importante. Para aprender, se construyen una serie de objetos llamados neali’ka (como ojos de dios, oquedades en las casas y en los templos o tablas votivas,) que son considerados mirillas a través de las que es posible contemplar lo desconocido, para acceder al conocimiento. A travésde estas mirillas también los dioses contemplan y estudian a la naturaleza y a los hombres


Los dioses son exigentes. Constantemente piden a las personas ofrendas especiales: flechas, jícaras, estatuillas, retablos o el sacrificio de toros o venados. Las ofrendas sirven a las personas para pedir disculpas por los errores que han cometido y para solicitar, por ejemplo, lluvia, éxito en la cacería, salud o una buena cosecha. Para hacer sus solicitudes, los dioses hablan con nosotros las personas en los sueños y nos avisan lo que quieren. Al despertar, sabemos que se debe cumplir con lo que los dioses pidieron.

Toda la vida wixarika gira alrededor de un diálogo constante con los dioses. Los mara’akate (plural de mara’akame) son los personajes encargados de hablar con los dioses cuando estos desean transmitir consejos para todo el pueblo, información precisa, consejos o conocimientos. Por eso representan una de las figuras centrales de la vida wixarika.

De la misma manera en la que los dioses crearon a los hombres, así también los esperan más allá de la muerte. El ultramundo wixarika contiene espacios, pasajes, laberintos específicos por los que el alma transita después de la muerte.

Los wixaritari no contraponemos la idea que tenemos de los dioses a las ideas de dios que tienen otros pueblos pues todo se trata de lo mismo. Todos los dioses de la tierra nacieron de un mismo dios original, se trata de un mismo dios para todos con formas y atributos diversos, de un solo dios que vive con una misma fuerza. La fe de cada pueblo es la que importa, la que da fuerza al espíritu, la que da cuerpo, forma y sentido a cada religión diversa


SEGÚN la tradición, los tepehuanes conservaban el recuerdo del legendario diluvio universal. Dice la leyenda que antes de que aquel fenómeno aconteciera, el mundo estaba poblado por una humanidad sorprendentemente civilizada.


Algunos años antes del diluvio, una madrugada de estío, el cielo se cubría de densos y negros nubarrones quedando despejado solo un pequeño espacio del cielo en el que brillaba apaciblemente la estrella de la mañana.


El Dios del Rayo, que amaba locamente a la estrella, cruzó vertiginosamente los densos nubarrones llevando su atronada descarga hasta la estrella de la mañana. De aquel extraño beso de amor nació un hermoso niño a quien el Rayo con otra descarga condujo luego hacia la tierra depositándolo a la entrada de una caverna que existía en un elevadísimo picacho de la serranía. Una cierva recogió al niño, lo condujo al interior de la caverna y lo depositó en su lecho de zacate al lado de sus cervatillos.



Esta cierva amamantó al niño, y un águila corpulenta que había hecho su nido en aquel picacho veló celosamente por la seguridad de aquel predestinado a formar en el mundo una nueva raza. La estrella de la mañana descendía frecuentemente transformada en mujer, acariciaba a su hijo, le traía alimentos y le daba sabios consejos comunicándole facultades maravillosas.
Aquel muchacho aprendió el lenguaje del torrente, de las flores, de los árboles, de las aves, las abejas y de todos los animales, y con poderoso magnetismo dominaba con solo la mirada a los animales feroces. Cruzaba las serranías, descendía al fondo de las profundidades de las quebradas con facilidad y rapidez sorprendentes.


Una mañana la estrella le advirtió que aquel día se iniciaría una tremenda catástrofe mundial que él debía presenciar con valor y serenidad. Y no amanecía aún cuando se inició la tormenta, que duró varias semanas culminando con violentas y terribles sacudidas de la
tierra.

Los mares abandonaron los cauces y el niño, que se Llamó Sahuatoba (el eterno adolescente) tuvo en su derredor el océano encrespado, furioso, tremendo, cuyas enormes olas traían de acá para allá cadáveres humanos y de animales, árboles arrancados de cuajo, restos de materiales de casas, muebles, etc. El espectáculo que Sahuatoba presenciaba desde su enhiesto picacho era pavoroso, macabro.


La sierva que lo amantara murió de miedo en la caverna. Estaba solo, solo en un mundo devastado, en un mundo de agua, donde no había más tierra que su escueto picacho, ni más abrigo que su obscura caverna.


Pasaron días, meses, años, siglos tal vez, durante cuyo tiempo la estrella de la mañana y el Dios Rayo traían sustento al solitario. Las aguas bajaron paulatinamente hasta dejar visible la tierra. Pero tierra sin vegetación, cubierto de lodo, de restos humanos y de animales. Donde antes habían sido valles, cañadas, campiñas amenas, ahora se encontraban solo pantanos, lodazales inmundos. La tierra era intransitable y solo después de mucho tiempo pudo el "eterno adolescente" caminar sobre terreno medianamente firme. Todo era un páramo, un desierto de lodo que al fin se solidificó y pudo transitarse.


Una mañana de primavera, Sahuatoba, al salir de su caverna, recibió una grata sorpresa. Al pié de aquel risco había nacido una planta de lirio y esta ostentaba ya una hermosísima flor blanca en cuya corola temblaban cristalinas gotitas de rocío. Con avidez cortó aquella flor, que exhalaba un grato perfume y; Oh sorpresa. . . la flor se convirtió en una hermosa y linda mujer.
!Masadal. . . exclamó Sahuatoba.

Y Masada fue el nombre de aquella mujer que su padre el Rayo y su madre la estrella de la mañana le dieron por compañera. Masada es palabra del tepehuan y significa "cielo".

Y los dos se amaron desde luego, y vivieron uno para el otro. Sahuatoba, con su compañera expedicionó en distintas regiones en busca de un lugar más propicio para su vida. Vagaron por tierras muy lejanas de los cuatro puntos cardinales; pero no encontraron el lugar adecuado y la pareja regresó a su legendario picacho a donde llegó en una noche tormentosa y lóbrega.


Al amanecer del día siguiente salió Sahuatoba a dar su saludo habitual a la estrella de la mañana. De improviso advirtió que la pequeña pradera cercana a la entrada de la caverna estaba cuajada de lirios blancos. Despertó alegremente a Masada que lloró de emoción al contemplar la reaparición de la vegetación, y cortó una flor que se convirtió en una cierva. Sahuatoba lloró al recordar a la cierva que lo amamantara, y corto a su vez otra flor que se convirtió en venado.

Diariamente cortaba cada uno una flor dando origen a una pareja de animales de una especie.
Así surgieron los mamíferos, las aves, reptiles, peces, etc., etc., y el mundo se pobló.

Sahuatoba y Masada tuvieron siete hijos varones y siete mujeres, cuyas parejas dieron origen a siete razas, pues se diseminaron para ir a poblar distintas regiones.

La pareja fundadora expedicionaba frecuentemente por diversas comarcas visitando a sus descendientes, orientándolos con sus consejos en el aspecto social e inculcándoles una religión, el culto al sol, la luna, la estrella de la mañana, el rayo, el viento, la lluvia y a algunos animales como el águila y el venado.


COSMOGONIA WACI


DA, LA SERPIENTE PITÓN

El universo es concebido como una inmensa calabaza hueca: la tierra es la copa, el cielo la tapadera. Cielo y tierra son de polaridad opuesta: masculino, caliente y seco el primero; femenina, húmeda y fresca la segunda. Pero son complementarios. El calor del sol y la frescura del agua determinan todo tipo de fecundidad. La comunicación entre los dos (y entre los respectivos vodú) se hace posible a través de una serpiente que se hace visible en el arco iris (considerado como un vodú, llamado anyievo, o “pitón gigante de la tierra”). Se piensa que es tan grande como para poder unir el cielo con la tierra. De naturaleza andrógina, este animal es considerado como símbolo del bienestar y manifestaría su “dualidad” en los colores más vivos del arco iris, es decir el rojo y el azul, colores ambos que aparecen en el cuerpo de los iniciados que se preparan para someterse al rito del tudede (o desatadura de las leyes iniciáticas). La inmensa serpiente pitón se muerde la cola para impedir así una posible “explosión”. Tiene también dientes y garras semejantes a las del cocodrilo (animal asociado al vodú del rayo).

La forma de la serpiente se puede encontrar en otras realidades terrestres: el mar con sus olas, la tierra con sus valles y colinas. Incluso la mujer, por la sinuosidad del seno y de las caderas, evoca a una “serpiente erecta”. La serpiente pitón es respetada y venerada como tótem en muchos clanes: nunca se la debe pisotear ni matar. Da (“la serpiente”) constituye con hebiesso y agbui (entidad del mar) una tríada especialmente sagrada.

Una mujer encinta que sueña con serpientes teme que sean anormales sus partos (y, por ello, manifestaciones de los vodú): podría dar a luz hijos deformes, gemelos, gelesosi (albinos, literalmente “caídos de la mano del rayo”; se piensa que, por eso, están “chamuscados”) o lumo (niños que “huyen a gatas” apenas salen del vientre materno). Si el cordón umbilical se parece a una serpiente enroscada, al recién nacido se le llama kenù: de mayor llegará a ser una persona luchadora y segura de sí misma.

CALIENTE Y FRÍO

Los wacì consideran que el mundo es un conjunto orgánico constituido por cuatro elementos: tierra, cielo, fuego y agua. Si el agua desciende (allí está su depósito), el fuego proviene de la tierra, pero está unido al cielo mediante el rayo. El calor y la frescura determinan los momentos del día. Pero también está presente en los animales (que pueden ser de sangre fría o caliente), en las plantas y en las piedras. Las hierbas, plantas y arbustos se denominan ama (literalmente “legumbres”), pero también algunas piedras se pueden denominar con este término. Los pequeños meteoritos caídos del cielo, por ejemplo, son “portadores de fuego”, como lo son las piedras que contienen hierro. Con este mineral se construyen utensilios y armas con las que es posible “herir” el suelo materno o matar personas. En este sentido, armas y utensilios están “ligados al fuego”.

Los utensilios vinculados con el vodú también son llamados adanu (instrumentos de cólera). Este término se refiere a los adaha, que son los cánticos que se ejecutan en los tiempos especialmente sagrados, definidos así por su estrecha relación con la cólera. Este sentimiento tiene su sede en el intestino. Una persona arrebatada de cólera dice Me do dome dzo (“tengo el fuego en el vientre”). Otros sentimientos menos violentos del adanu también tienen vínculos con el fuego, pero residen en el corazón. La persona airada dice: Me bi dzi (“tengo el corazón encendido”).

La fiebre se explica como presencia del fuego en la sangre. Este “ardor” debe encontrar su punto culminante (o crisis) antes de poder ser “atacado” por el agua para reconducir la sangre a su temperatura normal. El sentimiento de la paz, sin embargo, se traduce con la expresión “frescura de la piel” y la sensación se atribuye al agua.

Las “peleas” entre fuego y agua comprobables en el cuerpo de un individuo exigen contrastes mucho mayores en el plano del cosmos. Un mito cuenta que el sol, la luna y la tierra vivían juntos; luego el sol se peleó con la tierra, la luna discutió con el sol y riñó con la tierra. Incluso hoy, con ocasión de un eclipse se dice que “los tres se pelean”. Este continuo “conflicto” inserto en la creación condiciona al hombre, el cual debe recurrir a los ritos situtu o afladodo para recomponer la armonía después de una riña y reencontrar la inserción en la comunidad.

El fuego y el agua se emplean en muchos ritos. Su “lucha” es ritualizada, pero de tal modo que deje de ser “pelea” para convertirse en “integración”. En el rito ahwadagbe (o “gran celebración del fuego” bajado del cielo mediante el vodú hebiesso), los iniciados se arriman al fuego sagrado y piden el poder posesionarse de él para continuar en la tierra “la gran lucha del vodú” contra los disgregadores del orden social y cósmico. El papel del vodú es salvaguardar este orden para que los hombres no desaparezcan de la tierra, y el sol, la luna, las estrellas y la tierra no “caigan” de sus “horcaduras”, sobre las que ruedan dulcemente, y “se aplasten uno contra otro”, provocando la destrucción del cosmos. A pesar de estar en lucha, el fuego y el agua piden a la persona que sea nutifafa (“portadora de paz”), para que todo el cosmos encuentre la misma “frescura” (paz) que advierte en su propia piel cuando es rociada por el agua.

TIERRA Y PLÉYADES

En la cosmovisión wacì todo es vida y fuerza, pero todo puede ser también fuente de muerte. La selva está habitada por duendes (agé) y torbellinos (aziza), que pueden desvelar los secretos de la naturaleza y de sus hierbas medicinales, así como hacer perder el camino, llevar a la locura o causar la muerte. El termitero, con sus infinitos meandros que pululan de vida es el “refugio del vodú”: sus numerosas cavidades aluden a la misma “cavidad del vodú” (la boca profunda excavada para depositar allí lo que contribuye a formar el vodú), en la que éste actúa en el más absoluto secreto. La sabana es el “lugar del fuego”, habitada por los simios, tótem de los gemelos (vinculados también con el fuego).

Vivir en un “universo que late”, exige el conocimiento de unas reglas y la observancia de unos preceptos. Incluso los gestos humanos más íntimos están regulados por ellos. Si la tierra es “madre”, la corteza terrestre es la piel de su “cuerpo materno”. Por ello, tener relaciones sexuales sobre su cuerpo desnudo, sin la barrera de una estera, llega a ser incesto. Las consecuencias serían nefastas: enfermedades, desgracias, anomalías físicas y psíquicas en el hijo concebido.

Pero hay una “matriz” todavía mayor. La representada por las pléyades. Esta constelación, que trae consigo las lluvias “benéficas y fecundas”, simboliza la “gestación continua” que da fecundidad a la naturaleza y eficacia a los ritos sagrados. Incluso las hierbas medicinales, si se recolectan cuando no es visible la constelación, pierden gran parte de su poder curativo. Las pléyades representan una proye-cción de la madre universal invisible llamada bomeno (“madre del mundo de Bome”). Este mundo se distingue del ghetomé (“mundo de aquí abajo” o “círculo de la vida”) y del fetomé (“mundo de los antepasados”). El tomé (“círculo”) es una figura geométrica perfecta por ser “cerrada”: como “la gran serpiente pitón”, que abraza a la tierra e impide la expulsión de lo que contiene en su interior. Los tres mundos (bomeno, ghetomé y fetomé) forman un gran tomé, en el que todo es complementario y está integrado.

El círculo es también símbolo de la tradición: siempre fiel a sí misma, no puede ser representada por una línea recta tendida hacia delante, sino por una circunferencia sin interrupción. En la celebración de los ritos se subraya que su eficacia proviene del hecho de que se repiten en la manera en que los ejecutaban los antepasados.


TOMADO DE dUELOS DE vIDA Y MUERTE






«Al principio», se nos dice, «aquí, donde el mundo está ahora, no había nada: no había tierra, nada excepto Oscuridad, Agua y Ciclón. No había gente viviendo. Sólo existían los Hactcin. Era un lugar solitario. No había peces, no había cosas vivientes. Pero todos los Hactcin estaban aquí desde el principio. Tenían el material del cual se creó todo. Primero hicieron el mundo, la tierra, el mundo subterráneo, y después hicieron el ciclo. Hicieron la Tierra con forma de mujer viviente y la llamaron Madre. Hicieron el Cielo con forma de hombre y lo llamaron Padre. El mira hacia abajo y la mujer hacia arriba. El es nuestro padre y la mujer nuestra madre.»


Los Hactcin son los equivalentes apache de los dioses enmascarados de las aldeas pueblo: personificaciones de los poderes que sostienen el espectáculo de la naturaleza. El más poderoso, Hactcin Negro —continúa el mito— hizo un animal de barro y luego le dijo: «Déjame ver cómo vas a andar con esas cuatro patas.» Y empezó a andar. «Eso está muy bien», dijo el Hactcin, «Puedo utilizarte.» Y luego dijo, «Pero estás solo. Haré otros de tu cuerpo.» Y toda clase de animales salieron de aquel único cuerpo, porque Hactcin Negro tenía poder: podía hacer cualquier cosa. En aquel tiempo todos aquellos animales podían hablar, y hablaban la lengua apache jicarilla.


El creador del mundo, Hactcin Negro, extendió la mano, y una gota de lluvia cayó en la palma. La mezcló con tierra y se convirtió en barro. Después modeló un pájaro con el barro. «Déjame ver cómo vas a utilizar esas alas para volar.» El barro se convirtió en un pájaro y empezó a volar. «Bien, eso está muy bien», dijo Hactcin Negro, que disfrutaba viendo las diferencias entre este animal y los de cuatro patas. «Pero», dijo, «creo que necesitas compañeros».


Entonces cogió al pájaro y lo hizo girar con rapidez en la dirección de las agujas del reloj. El pájaro se mareó y, como ocurre cuando nos mareamos, vio muchas imágenes girando a su alrededor. Vio toda clase de pájaros, águilas, halcones y también pájaros pequeños, y cuando recobró sus sentidos, allí estaban todos aquellos pájaros, realmente allí. Y los pájaros aman el aire, viven alto y rara vez se posan en el suelo porque la gota de agua que se convirtió en el barro del que se hizo el primer pájaro cayó del cielo.


En la leyenda de origen de los indios apache jicarilla, de Nuevo México, hay un ejemplo excelente del abandono por una tribu cazadora de la forma de religiosidad representada por el chamanismo ante la fuerza mayor de un complejo cultural plantador más estable, organizado socialmente y mantenido por sacerdotes. Los apache, como sus primos los navajo, eran una tribu cazadora que entró en la zona de los pueblo, cultivadores de maíz, en el siglo XIV d.C. y asimilaron con adaptaciones peculiares, gran parte de la tradición ceremonial neolítica local . El mito en cuestión es esencial para su concepto actual de la naturaleza e historia del universo, y claramente proviene del sur, asociado con los ritos y orden social de una cultura plantadora, y —como veremos— más preocupado por integrar al individuo en un contexto comunal firmemente organizado y bien establecido que por liberarle para los vuelos de su propio genio salvaje, dondequiera que éstos puedan llevarle.


«Al principio», se nos dice, «aquí, donde el mundo está ahora, no había nada: no había tierra, nada excepto Oscuridad, Agua y Ciclón. No había gente viviendo. Sólo existían los Hactcin. Era un lugar solitario. No había peces, no había cosas vivientes. Pero todos los Hactcin estaban aquí desde el principio. Tenían el material del cual se creó todo. Primero hicieron el mundo, la tierra, el mundo subterráneo, y después hicieron el ciclo. Hicieron la Tierra con forma de mujer viviente y la llamaron Madre. Hicieron el Cielo con forma de hombre y lo llamaron Padre. El mira hacia abajo y la mujer hacia arriba. El es nuestro padre y la mujer nuestra madre.»


Los Hactcin son los equivalentes apache de los dioses enmascarados de las aldeas pueblo: personificaciones de los poderes que sostienen el espectáculo de la naturaleza. El más poderoso, Hactcin Negro —continúa el mito— hizo un animal de barro y luego le dijo: «Déjame ver cómo vas a andar con esas cuatro patas.» Y empezó a andar. «Eso está muy bien», dijo el Hactcin, «Puedo utilizarte.» Y luego dijo, «Pero estás solo. Haré otros de tu cuerpo.» Y toda clase de animales salieron de aquel único cuerpo, porque Hactcin Negro tenía poder: podía hacer cualquier cosa. En aquel tiempo todos aquellos animales podían hablar, y hablaban la lengua apache jicarilla.


El creador del mundo, Hactcin Negro, extendió la mano, y una gota de lluvia cayó en la palma. La mezcló con tierra y se convirtió en barro. Después modeló un pájaro con el barro. «Déjame ver cómo vas a utilizar esas alas para volar.» El barro se convirtió en un pájaro y empezó a volar. «Bien, eso está muy bien», dijo Hactcin Negro, que disfrutaba viendo las diferencias entre este animal y los de cuatro patas. «Pero», dijo, «creo que necesitas compañeros». Entonces cogió al pájaro y lo hizo girar con rapidez en la dirección de las agujas del reloj.

El pájaro se mareó y, como ocurre cuando nos mareamos, vio muchas imágenes girando a su alrededor. Vio toda clase de pájaros, águilas, halcones y también pájaros pequeños, y cuando recobró sus sentidos, allí estaban todos aquellos pájaros, realmente allí. Y los pájaros aman el aire, viven alto y rara vez se posan en el suelo porque la gota de agua que se convirtió en el barro del que se hizo el primer pájaro cayó del cielo.
La imagen giratoria en la dirección de las agujas del reloj de la que fueron hechos los pájaros sugiere los dibujos de la primera cerámica de Samarra del neolítico superior en Mesopotamia (alrededor del 4500 3500 a.C.) donde las formas de animales y pájaros surgen de una esvástica giratoria, y seguramente no es por simple accidente o desarrollo paralelo que dibujos similares —como las figuras siguientes— aparecen entre los restos de los prehistóricos constructores de túmulos de Norteamérica, o que en la vida ritual y el simbolismo de los indios actuales del suroeste —los pueblo, navajo y apache— la esvástica juegue un papel importante. Esto puede proporcionarnos no sólo pruebas adicionales de una amplia difusión cultural sino también un indicio del sentido de la esvástica en el más temprano arte neolítico y en el culto, tanto en el Viejo Mundo como en el Nuevo.


El creador hizo girar al pájaro en la dirección de las agujas del reloj y el resultado fue una emanación de formas parecidas al sueño. Pero las esvásticas que van en dirección contraria a la de las agujas del reloj aparecen en muchas imágenes chinas del Buda meditando, y el Buda, como sabemos, está separando su conciencia precisamente de este campo de formas creadas, parecidas al sueño, uniéndola a través del ejercicio del yoga con aquel abismo primordial o «vacío» del cual surge todo.



Estrellas, oscuridad, una lámpara, un fantasma,
rocío, una burbuja,
un sueño, un relámpago o una nube:
así debemos mirar el mundo.
Esto se lee en el célebre texto budista Sutra del lapidario de diamantes, que ha ejercido una gran influencia sobre el pensamiento oriental.
No voy a sugerir que la mitología apache tiene influencias budistas. No las tiene. Sin embargo, el profundo pensamiento que Calderón, el gran dramaturgo español, expresó en su obra La vida es sueño, y que su contemporáneo, Shakespeare, volvió a exponer cuando escribió:
Somos de esa sustancia
de la que están hechos los sueños, y nuestra corta vida
termina con un sueño,


fue un tema fundamental de los filósofos hindúes en la primera época de su tradición. Y a juzgar por las figurillas en postura de yoga del 2000 a. C. que se han encontrado en los antiguas ruinas del valle del Indo, este ejercicio inductor de trance ya debía estar desarrollado en las primeras ciudades estado hieráticas hindúes. Una de las formas más conocidas de la deidad hindú Vishnu lo muestra durmiendo sobre los anillos de la serpiente cósmica, flotando en el mar cósmico y soñando con el loto del universo, del cual todos somos parte. Por tanto, lo que sugiero es que esta leyenda apache de la creación del pájaro es remotamente afín a las formas hindúes, que deben proceder del mismo tronco neolítico. Y que en ambos casos el símbolo de la esvástica representa un proceso de transformación: la aparición (en el caso del Hactcin) o conjuración (en el caso del Buda) de un universo que por la naturaleza fugaz de sus formas puede ciertamente compararse a un espejismo, o a un sueño.


Los pájaros fueron a su creador, Hactcin Negro, y preguntaron: «¿Qué vamos a comer?» El levantó la mano en cada una de las cuatro direcciones, y como tenía tanto poder, en su mano cayeron toda clase de semillas, y las esparció. Los pájaros fueron a cogerlas, pero las semillas se convirtieron en insectos, gusanos y saltamontes, y se movieron y saltaron de un lado a otro, de forma que, al principio, los pájaros no pudieron cogerlos. El Hactcin estaba tomándoles el pelo. Dijo: «¡Oh sí! es difícil coger a esas moscas y saltamontes, pero podéis hacerlo.» Así que se pusieron a perseguir a los saltamontes y a los otros insectos, y eso es lo que continúan haciendo.


Después los pájaros y los demás animales fueron a Hactcin Negro y le dijeron que querían compañía, querían un hombre. «No estarás siempre con nosotros», dijeron. Y él contestó: «Creo que es cierto. Algún día quizá me vaya a un lugar donde nadie me verá.» Y les dijo que recogieran objetos por todas partes. Le llevaron polen de todo tipo de plantas, y añadieron ocre rojo, barro blanco, piedra blanca, azabache, turquesa, piedra roja, ópalo, abullón y piedras preciosas variadas. Y cuando hubieron dejado esto ante Hactcín Negro, éste les dijo que se retiraran a una cierta distancia.


Permaneció de pie mirando al este, luego al sur, después al oeste y por último al norte. Cogió polen y trazó en el suelo el esbozo de una figura; un esbozo igual que un cuerpo. Después colocó las piedras preciosas y los otros objetos dentro de este esbozo, y se convirtieron en carne y huesos. Las venas eran de turquesa, la sangre de ocre rojo, la piel de coral los huesos de piedra blanca, las uñas de los dedos de ópalo mejicano, la pupila del ojo de azabache, el blanco de los ojos de abullón, la médula de los huesos de barro blanco y los dientes también eran de ópalo. 


Cogió una nube oscura y con ella hizo el pelo. Se convierte en una nube blanca cuando eres viejo.
El Hactcin sopló sobre la forma que había hecho y la animó. Las espirales de las yemas de los dedos indican la dirección del viento en el momento de la creación. Y con la muerte, el viento abandona el cuerpo por las plantas de los pies, y las espirales de la planta del pie representan la dirección del viento al salir. El hombre estaba tumbado boca abajo, con los brazos extendidos, y los pájaros querían verle, pero Hactcin Negro les prohibió hacerlo.


Porque el hombre estaba naciendo a la vida. El hombre se apoyó en los brazos. «¡No míréis!» dijo Hactein a los pájaros que estaban muy excitados. Y la gente es tan curiosa hoy día debido a la excitación de los pájaros y los animales, y tú estás ansioso por oír el resto de esta historia. «¡Siéntate!» dijo Hactcin al hombre. Y entonces le enseñó a hablar, a reír, a gritar, a andar, a correr, Y cuando los pájaros vieron lo que había hecho empezaron a cantar, como hacen por la mañana temprano.


Pero los animales pensaron que este hombre debía tener un compañero, y Hactcin Negro le hizo dormir, y cuando cerró los ojos empezó a soñar. Soñaba que alguien, una muchacha, estaba sentada a su lado. Y al despertar encontró a una mujer. Le habló y ella respondió. El rió y ella rió. «Levantémonos», y se levantaron, «Paseemos», dijo él, y la condujo en sus primeros cuatro pasos: derecha, izquierda, derecha, izquierda. «Corre», dijo, y ambos corrieron. Y una vez más los pájaros empezaron a cantar, para que tuvieran música agradable y no se sintieran solitarios.


Todo esto tuvo lugar no en el nivel de la tierra donde ahora vivimos, sino más abajo, en el útero de la tierra, y estaba oscuro. En aquella época no había ni sol ni luna. Hactcin Blanco y Hactcin Negro juntos sacaron de sus bolsas un pequeño sol y una pequefia luna, los hicieron crecer y los enviaron al aire, donde se movieron de norte a sur, arrojando luz a todo su alrededor. Esto causó una gran excitación entre los animales, los pájaros y la gente. Pero en aquel tiempo había muchos chamanes entre la gente, hombres y mujeres que pretendían tener poder de todo tipo de cosas. Vieron al sol ir de norte a sur y empezaron a hablar.
Uno dijo, «Yo hice el sol.» Otro,

«No, lo hice yo.» Empezaron a pelearse y Hactcin les ordenó que no hablaran así, pero ellos continuaron afirmando y peleando. Uno dijo, «Creo que haré que el sol se pare sobre nuestras cabezas, para que no haya noche. Pero no, creo que lo dejaré ir. Necesitamos tiempo para descansar y dormir.» Otro dijo, «Quizá quite la luna. No necesitamos luz por la noche.» Pero al día siguiente salió el sol y los pájaros y los animales eran felices. Al otro día ocurrió lo mismo, pero cuando llegó el mediodía del cuarto día, y los chamanes, a pesar de lo que Hactcin les había dicho, continuaban hablando, hubo un eclipse de sol. El sol se introdujo directamente por un agujero que había encima suyo y la luna lo siguió, y ésta es la razón por la que tenemos eclipses.

Uno de los Hactein dijo a los fanfarrones chamanes: «Muy bien, vosotros decís que tenéis poder. Haced que vuelva el sol.»


Y todos se pusieron en líneas. En una línea estaban los chamanes y en la otra todos los pájaros y animales. Los chamanes empezaron a actuar, cantando y haciendo ceremonias. Hicieron todo lo que sabían. Algunos se sentaban cantando y desaparecían en la tierra, dejando fuera sólo los ojos, y después volvían. Pero esto no trajo el sol. Era sólo para demostrar que tenían poder. Algunos tragaban flechas que luego salían por el estómago. Otros tragaban plumas, otros piceas enteras y después las escupían de nuevo. Pero continuaban sin sol y sin luna.


Entonces, Hactcin Blanco dijo: «Todos vosotros lo estáis haciendo bastante bien, pero no creo que consigáis que vuelva el sol. Vuestro tiempo ha terminado.» Se volvió a los pájaros y a los animales. «Muy bien», dijo, «ahora os toca a vosotros».. Empezaron a hablar unos con otros educadamente, como: si fueran cuñados, pero Hactcin dijo: «Debéis hacer algo más; que hablar unos con otros de esa forma tan educada. Levan , táos, haced algo con vuestro poder y haced que el sol vuelva. »


El saltamontes fue el primero en intentarlo. Extendió sus cuatro patas en las cuatro direcciones, y cuando las recogió sujetaba pan. El ciervo adelantó su pata en las cuatro direcciones, y cuando la recogió, sujetaba yuca. El oso, cerezas, y la marmota, bayas; la ardilla, fresas; el pavo, maíz, y así todos. Pero aunque los Haccin estaban contentos con estos regalos, la gente continuaba sin sol y sin luna.


Por tanto, los Hactcin empezaron a hacer algo. Enviaron a, buscar rayos de cuatro colores, de las cuatro direcciones, y los rayos trajeron nubes de cuatro colores, de las que cayó lluvia. Después enviaron a buscar el arco iris para hacerla hermosa; mientras se sembraban las semillas que la gente había producido los Hactcin hicieron un cuadro de arena con cuatro túmulos pequeños coloreados colocados en hilera en los que pusieron las semillas. Los pájaros y los animales cantaron, y los pequeños túmulos empezaron a crecer, las semillas empezaron a florecer y los cuatro túmulos de tierra coloreada se unieron y se convirtieron en una montaña que continuó creciendo.


Entonces los Hactcin seleccionaron a doce chamanes que habían sido especialmente espectaculares en sus representaciones mágicas, pintaron a seis de ellos de azul para representar la estación del verano y a seis de blanco para representar el invierno, y los llamaron Tsanati, y éste fue el origen de la sociedad de danza de los Tsanati de los apache jicarilla.

Después los Hactcin hicieron seis payasos, los pintaron de blanco con cuatro rayas horizontales negras, una en la cara, otra en el pecho, una sobre el muslo y otra en la pierna. Los Tsanati y los payasos se unieron a la gente en su baile, para hacer que la montaña creciera.

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