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Tuesday, December 20, 2011

¿EXISTE EN REALIDAD EL PAPIRO TULLI?




Nadie ha visto jamás el original de este
misterioso documento, lo cual, sumado
a otros factores, abona la duda acerca
de su existencia.



NACHO ARES
NACHO ARES


El Papiro Tulli es un viejo manuscrito de apenas 20 por 18 centímetros, que ha traído de cabeza a la comunidad ufológica internacional durante las últimas décadas. Escrito en grafía hierática -una variante cursiva del jeroglífico convencional- su datación, según los hechos relatados en el documento, puede remontarse al reinado del faraón Tutmosis III (ca. 1475 a. de C.). Pero, ¿qué contenía exactamente el Papiro Tulli para que todos hablaran elogios de él? Muy sencillo: el relato de la aparición de una extraña bola de fuego en los cielos y las extrañas consecuencias que ello produjo como la lluvia de peces y aves, es decir, el primer testimonio OVNI de la Antigüedad.

 REPRESENTACIÓN DEL PAPIRO TULLI

Representación del Papiro Tulli

El nombre de Papiro Tulli le viene dado en honor de su comprador, Alberto Tulli, a la sazón Conservador Jefe de la sección egipcia de las colecciones del Museo Vaticano, cargo que desempeñó durante la década de los 30. Fue justamente en el año 1934 cuando Alberto Tulli adquirió esta "antigualla" a un anticuario llamado Tano, por una suma de dinero hoy desconocida. Al morir, todas las posesiones de Alberto Tulli, incluido este misterioso papiro, pasaron a ser propiedad de su hermano, el sacerdote Gustave Tulli. Y es precisamente en este momento de la historia cuando se pierde la pista de tan extraño manuscrito.


Aparición en escena

Si bien nadie ha visto jamás este papiro, razón por la cual en este trabajo no aparece su fotografía, la primera referencia conocida apareció en la revista estadounidense de la Fortean Society, de nombre Doubt, en su número 41 editado en el año 1953. En él, la investigadora Tiffany Thayer publicaba por primera vez, casi veinte años después de su adquisición, la transcripción del hierático y la traducción del famoso Papiro Meteorológico o Papiro Tulli. Cuatro años más tarde, en el número 87 del Boletín de la Sociedad Astronómica de España y América (septiembre de 1957), apareció la primera traducción al castellano de este misterioso papiro, realizada no directamente del jeroglífico sino de la edición inglesa publicada en la mencionada revista Doubt; traducción que, errores incluidos, fue luego empleada por varios investigadores del fenómeno OVNI.

En estas primeras traducciones se explicaba que el Papiro Tulli había sido reencontrado, estudiado y publicado por Boris de Rachewiltz, autor de trabajos muy conocidos sobre Egipto, algunos de ellos publicados al castellano. Según este investigador, el documento consistía en un pequeño fragmento de papiro en muy mal estado de conservación y repleto de lagunas, por lo que algunas partes del mismo no podían ser comprendidas. Su datación podría ser fijada en el reinado de Tutmosis III, según el tipo de grafía y la posible referencia a una de sus campañas militares, si bien su nombre específicamente no aparece mencionado en ningún momento a lo largo del texto.

La traducción del Papiro Tulli que aquí presentamos ha sido realizada tomando como referencia la edición del texto jeroglífico aparecida en la revista italiana I Misteri en su número 9, año 1 (Noviembre 1995):

"En el año 22, tercer mes de la estación de peret (la germinación) en la hora sexta del día (14 h.) [...] dos escribas de la Casa de la Vida vieron un círculo de fuego que estaba viniendo por el cielo. No tenía cabeza. Su olor era desagradable. Entonces, ellos tuvieron miedo y huyeron, [...] y fueron a decírselo a Su Majestad. Todo está recogido en la Casa de la Vida. Su majestad reflexionó sobre lo que había pasado. Han transcurrido muchos días después de lo ocurrido [...] Son numerosos al igual que todo [...] Ellos brillan en el cielo como el sol lo hace sobre las cuatro columnas que sujetan el cielo. [...] Entonces los círculos de fuego [...] El ejército del rey estaba (en aquel lugar) y Su Majestad los vio (con sus propios ojos). Esto sucedió después de la hora de la última comida. Allí arriba (en el cielo), ellos se marcharon hacia el sur. Del cielo cayeron peces y aves [...] algo inaudito desde el comienzo de los tiempos. Su majestad colocó incienso para apaciguar a Amón Re, Señor de las Dos Tierras [...] en un documento de la Casa de la Vida [...] eternidad".


Una búsqueda infructuosa

Al igual que sucedió con la construcción de la tumba de Tutmosis I en el Valle de los Reyes, en donde una inscripción de la época nos señala que "nadie oyó nada, nadie vio nada", algo parecido debió de ocurrir con el Papiro Tulli. Después de varios años de infructuosa búsqueda, nadie ha sido capaz de decirnos dónde se encuentra el misterioso documento. Lo más curioso de todo es que los propios encargados del los Museos Vaticanos afirmaron que el papiro en cuestión nunca fue catalogado como fondo de la colección egipcia, y que ni siquiera llegó a figurar como un objeto perdido.

El rumor que parecía indicar que este precioso manuscrito iba a ser mostrado al público en 1997 en Turín, durante una exposición monográfica de la diosa Isis, quedó, precisamente, en un mero rumor arqueológico.

Pasados unos años, y conociendo solamente el documento por medio de transcripciones a cada cual más pobre -recordemos que no hay ni una sola fotografía-, empezamos a preguntarnos si realmente existía algo que tuviera el nombre de Papiro Tulli o Papiro Meteorológico, otro de los nombres que también se han empleado para denominar a tan esquivo manuscrito.

Nuestras indagaciones resultaron en poco tiempo sorprendentes. Y es que, en una carta publicada en la revista italiana florentina Il Giornale dei Misteri (nº4 pág. 1, 1971), sin negar la existencia del misterioso manuscrito, ¡el propio traductor del Papiro Tulli, Boris de Rachewiltz, ponía en duda la exactitud y la interpretación de la traducción que a él mismo se le había atribuido! Pero lo más llamativo de todo fue un detalle a todas luces sorprendente. Y es que ni el propio Rachewiltz había visto jamás el Papiro Tulli, sino que para realizar su traducción, se había servido de una transcripción al jeroglífico que alguien le proporcionó.

Inmiscuyéndonos aún más en la historia secreta de este papiro, no tardamos en darnos cuenta de un hecho bastante claro: el Papiro Tulli, como tal, nunca había existido, sino que, como mucho, lo único que circuló por el ámbito científico fue una copia quizás manuscrita por el propio Alberto Tulli, con una serie de anotaciones de Etienne Drioton, uno de los grandes monstruos de la egiptología francesa de medidos de este siglo, y que por aquellos años dirigía el Museo Egipcio de El Cairo. ¿Qué era lo que estaba sucediendo con el Papiro Tulli?

Como siempre ocurre en este tipo de casos, los rumores y sospechas que implican a personajes importantes que dan credibilidad a un suceso determinado, en este caso a Etienne Drioton con relación al Papiro Tulli, siempre aparecen cuando éstos han fallecido y es totalmente imposible comprobar su participación real.


Un texto demasiado claro

Después de conocer este documento a través de alusiones indirectas en la obra de autores como Erich von Däniken o Zecharia Sitchin, la primera transcripción que cayó en nuestras manos del supuesto papiro -a estas alturas del trabajo ya nos tomamos la licencia de llamarlo así-, vino del libro de Eugenio Danyans titulado Platillos volantes en la Antigüedad (1967). Allí, en la página 93 aparecía una burda reproducción caligrafiada de este misterioso manuscrito, la misma que apareció en 1957 en el mencionado Boletín de la Sociedad Astronómica de España y América. Aunque nosotros mismos, en nuestra ingenuidad e inexperiencia, hayamos empleado este texto en otras ocasiones para estudiar el fenómeno OVNI en la Antigüedad, es hora de reconocer que la credibilidad que pueda ofrecer el Papiro Tulli es, siendo más que generosos, incierta.

Ante mi desilusión me pregunté: ¿era realmente aquello que publicaba Eugenio Danyans una reproducción de un documento de la época de Tutmosis III? Ni el jeroglífico, ni la escritura, ni la orientación de los ideogramas parecían demostrar tal hipótesis. Esta fue la primera sospecha de que nos encontrábamos ante una burda falsificación.

Desde el punto de vista sintáctico, eran numerosos los interrogantes que emanaban de este extraño documento. No vamos a aburrir al lector sobre algunos detalles muy concretos del jeroglífico, pero resulta muy extraño que la forma de la redacción sea totalmente moderna. Es decir, el Papiro Tulli parece haber sido realizado por una persona que ha aprendido esta lengua con métodos del siglo XX y se haya tomado la molestia de traducir al jeroglífico un texto moderno; circunstancia que se veía reflejada en algunos errores gramaticales que jamás hubiera cometido un escriba de la Casa de la Vida en época de Tutmosis III.

El posible falsificador parece haber empleado la Egyptian Grammar del inglés Alan Henderson Gardiner, publicada por primera vez en 1927, revisada hasta 1957 y, en la actualidad, auténtico pilar básico para todos aquellos que comienzan a estudiar la lengua egipcia en cualquier universidad. En el capítulo que ofrece Gardiner para explicar la datación de los textos egipcios, en la página 203 proporciona un ejemplo de fecha de un documento sospechosamente parecida a la que da el Papiro Tulli.

Por otra parte, a medida que íbamos traduciendo el texto nos dimos cuenta de otra casualidad anormal. Si bien el texto se presentaba repleto de lagunas, como muy bien matizó en su momento Boris de Rachewiltz, éstas no impedían en absoluto la comprensión del texto. Entonces, ¿fueron colocadas a propósito para dar cierta credibilidad al papiro?


Extrañas coincidencias

Resulta al menos curioso que la aparición del Papiro Tulli en el mercado de antigüedades coincidiera cronológicamente con la publicación en una revista alemana especializada en egiptología (Zeitschrift fur Ägyptischen Sprache und Altertumskunde nº 69, 1933, 24-39), de otro documento muy parecido, cuya autenticidad nadie ha puesto en duda. Nos referimos a la famosa Estela de la Estrella, hallada en el templo sudanés de Gebel Barkal, antiguo baluarte del mundo faraónico en Nubia y de la que ya hablamos en el número 6 del año IV de la revista Enigmas. ¿Es casualidad que los dos textos hablen de Tutmosis III en una situación sospechosamente similar? ¿Quiso dar el presunto creador del Papiro Tulli más credibilidad a su falsificación, confiriéndole cierta relación al importante hallazgo realizado en Gebel Barkal? Nunca lo sabremos.

Pero el misterioso Papiro Tulli no solamente se parece a la estela de Gebel Barkal, sino que parece ser una extraña mezcla de este documento con otros antiguos, quizás más conocidos. Así, Virgilio en su Eneida nos ofrece un pasaje que recuerda bastante al Papiro Tulli: "retumbó de repente a nuestra izquierda el estampido de un trueno y recorrió el espacio deslizándose del cielo, en medio de las tinieblas, una luminosa estrella. (...) brilló entonces detrás de ella largo rastro de luz y un fuerte olor a azufre se extendió por todos los sitios circunvecinos" (2, 694).

En cualquier caso, son innumerables los interrogantes que emanan de este misterioso papiro. ¿Por qué nunca nadie lo ha visto?, ¿por qué tardó casi veinte años en ver la luz? y sobre todo, ¿dónde está actualmente este papiro?

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