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Thursday, December 1, 2011

Mu: El Pájaro del Viento Divino






Fig. 1

Fig. 2

Fig. 3
   
     Bienvenidos a La Torre del Misterio de Fermín Castro. Una nueva cita con los enigmas de la Historia. Hoy trataremos de máquinas voladoras y otras extrañas maravillas de la antigüedad.

     En los tiempos remotos, en la juventud de la humanidad, los hombres levantaban la vista al cielo y veían a los dioses, su poder, su sabiduría. En aquellos tiempos los dioses bajaban y convivían con los humanos. Era una época donde había una clara conciencia de la realidad de los dioses a los que adoraban, pues era posible la comunicación con ellos. Numerosos son los escritos antiguos donde se refleja cómo algunos hombres, por su sabiduría, consiguieron ascender en vida a los cielos, a la Morada Celestial y conocer a Dios.

     No importa qué religión o civilización estudiemos, en todas ellas hay una clara dicotomía entre cielo y tierra. El cielo como morada de los dioses y la tierra como lugar de los hombres, y bajo la tierra el submundo o Desierto Eterno de la Desesperación.

     Acompáñenme en este viaje en el tiempo, visitemos la primera civilización del hombre de las que tenemos constancia de su existencia histórica, visitemos la mítica y antiquísima civilización de Sumer que se desarrolló hace 6500 años. Anterior en grandeza y sabiduría al resplandeciente Egipto.

     En-Lil ocupaba el segundo puesto en el panteón sumerio y era el conocido como «El Señor del Espacio Aéreo». Numerosísimas son las leyendas y escritos sobre este Dios, de tendencias muy humanas si atendemos a sus pasiones, pero no nos desviemos: lo que nos interesa hoy es la historia del robo de los objetos sagrados que portaba y que le fueron sustraídos por el dios Zu. Zu el malvado dios que se reveló, abusó de la confianza de En-Lil que lo amaba como a su favorito, el guardián de los objetos de poder, su mano derecha, el dios de confianza. ¿no os recuerda esto nada? Zu significa «sabio», resulta interesante comprobar como en numerosas religiones el mal se suele identificar con la sapiencia. Y también resulta curioso cómo suelen ser los favoritos de Dios los primeros en caer y rebelarse. Recordemos las historias de la manzana de Adán y de la rebelión del Ángel Lucifer. Continuemos con la historia: Zu tras robar los objetos sagrados huye montado en su Mu. Los dioses se reúnen en asamblea, temen a Zu pues lleva los objetos sagrados (¿armas?), deciden que sea Ninurta el que se enfrente a Zu. Y es ahora cuando se desarrolla uno de las batallas mas extrañas y maravillosas de todos los tiempos. Una batalla que se desarrolla en los cielos y en el espacio, una batalla aérea. Ninurta montado en su Mu lanzaba flechas contra Zu, pero éstas no le hacían nada. Entonces Ninurta prueba a lanzarle el til-lum a las ruedas dentadas de las alas de Zu. Las alas de Zu se partieron y este se precipitó al suelo. El final de Zu fue el destierro y la destrucción de la ciudad de Ur, la ciudad donde recibía adoración. Los objetos sagrados fueron devueltos a En-Lil y la batalla se cantó durante generaciones a la luz de un buen fuego en las frías noches de invierno. Lo que destruyó el «pájaro» de Zu fue un til-dum ¿Qué significa til-dum? Son numerosos los investigadores que afirman que fue un misil. De hecho, hoy en día, en hebreo til significa misil, y también es curiosa la forma como se escribe en asirio til-dum (fig. 1).

     Aceptemos o no esta hipótesis de qué era un til-dum, de lo que no hay duda es de que estos dioses volaban gracias a un Mu, y que utilizaban poderosas armas.

     Otra de las historia que nos ha llegado en la que aparecen estos extraños Mu es la relativa a otro robo entre dioses sumerios, muy dados por lo que vemos a desear lo ajeno y por lo tanto de muy «humanos» instintos. La exuberante diosa Ishtar amante del dios principal del panteón sumerio Anu, fue a visitar al poderoso dios En-Ki al que podríamos puntuar como el tercer dios más importante. Gracias a sus encantos consigue emborrachar al dios En-ki y sonsacarles numerosos secretos de poder, fórmulas mágicas. Con este gran tesoro de sabiduría huye en su «barco del cielo», En-Ki, viéndose engañado, lanza lleno de ira todas sus armas contra la hermosa diosa pero ya es tarde pues la diosa esta fuera del alcance de las mismas y huye volando. Nuevamente vemos como los dioses utilizan una máquina, en este caso se la describe como barco, para desplazarse. Algún día nos detendremos a hablar de esta bellísima diosa Isthar que fue para los griegos Afrodita y para los romanos Venus.

     Las arenas del desierto llevan sacando a la luz, desde hace más de un siglo, las tablillas con la escritura cuneiforme donde se narran estas apasionantes historias de dioses voladores. En algunas de ellas se nos describen los elementos necesarios que Ishtar debe portar para volar:

1. Shu-Gar-Ra que significa «lo que te hace ir lejos en el viento»
2. Vestimenta Pala
3. correas con las que abrazar el cuerpo
4. pendientes medidores en las orejas
5. cilindro dorado en las manos
6. piedras gemelas sobre los hombros

     En el libro «El 12º Planeta» el investigador Zecharia Sitchin plantea la sugerente hipótesis de que esta descripción corresponde al atuendo propio de astronautas, y para apoyar esta atrevida hipótesis nos muestra como en numerosas esculturas de Ishtar aparecen representados en piedra lo que se describe en las tablillas (fig. 2).

     Así, lo que lleva en la cabeza la escultura correspondería con un casco, la extraña caja que lleva a la espalda sería el Shu-Gar-Ra, vemos cómo lleva esas correas para portar la caja de la espalda y que se debe ayudar de unas extrañas hombreras, vemos cómo lleva un cilindro en las manos y cómo en las orejas porta unos extrañísimos y desproporcionados pendientes que serían los auriculares de un piloto.

     ¿Descabellado? ¿Imaginaciones enfebrecidas? No sé si Sitchin esta en lo cierto o no, pero es muy extraña la similitud como para ser una mera coincidencia. Pero aún hay más. No sólo en los textos sumerios se nos describen estos extraños artefactos voladores: en la Biblia hay algunas famosas referencias a estos mismos aparatos: Ezequiel vio cómo «Los cielos se abrieron y yo vi las apariciones del Señor. Y vi el Torbellino que venia del Norte como una nube grande con destellos de fuego y resplandores…».

     El Profeta Elías fue elevado (hoy diríamos abducido) a los cielos montado en un carro de fuego: Apareció un carro de fuego y caballos de fuego y Elías subió al cielo en un Torbellino.

     Los textos antiguos nos muestran una y otra vez cómo los dioses iban ataviados de forma extraña y que ascendían a los cielos vestidos con esas extrañas ropas. Nos describen con claridad cómo los templos debían tener un recinto especial y sagrado para que se posaran los pájaros divinos, los carros del cielo, las barcas del cielo.

     Ninurta apareció ante el rey Gudea y este describe su imagen como «un hombre que brillaba en el cielo, por el casco que llevaba en la cabeza, era un dios». Gudea construye un templo en honor a Ninurta y deja escrito «construí un templo para poder albergar al pájaro negro del viento divino». No es el único caso de construcciones «especiales», así el famoso Nabucodonosor II al reconstruir el templo de Marduk escribe: «Levanté la cabeza del barco de Id-Ge-Ul, el carro principesco de Marduk; el barco Zag-Mu-Ku, cuya llegada se observa». Id-Ge-Ul significa «alto en el cielo brillante en la noche». Y Zag-Mu-Ku significa «el brillante Mu que sirve para ir lejos». Es decir, en los templos de los grandes dioses sumerios había un lugar reservado y muy especial para que se «posaran» (hoy diríamos aterrizaran) los pájaros de los dioses. Hay una moneda encontrada en la bíblica ciudad de Gebal (la histórica Biblos, una de las ciudades más antiguas de la humanidad) que representa un templo a Ishtar y en la que podemos apreciar sin lugar a dudas uno de estos espacios especiales y lo que es más increíble: uno de esos pájaros de los dioses de antaño. ¡Contemplad maravillados un Mu! (fig. 3)


Para saber más: «El 12º Planeta» de Zecharia Sitchin. (Edit. Obelisco).






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