35 años del Apolo-Soyuz
Emblema de la misión Apolo-Soyuz (NASA).
En este clima, durante 1969 se produjeron ciertos contactos de alto nivel entre miembros de la NASA y la Academia de Ciencias de la URSS para promover algún tipo de misión conjunta. Por entonces, en Occidente todavía se pensaba que la Academia de Ciencias jugaba el papel equivalente de la NASA en los Estados Unidos, una ilusión que la URSS introdujo en los años 50 para evitar desvelar las íntimas relaciones existentes entre el programa espacial y el desarrollo de tecnología militar. En cualquier caso, y contra todo pronóstico, el administrador de la NASA Thomas Paine se mostró partidario de estrechar lazos con los soviéticos. Paine es un viejo zorro conocedor de los entresijos políticos que sustentan el programa espacial y sabe perfectamente que Apolo perderá el apoyo del público y de la administración una vez cumpla el objetivo de poner un hombre en la Luna. Un programa conjunto con la URSS podría revivir el interés de la Casa Blanca en el espacio y evitar que la administración Nixon recorte el ingente presupuesto de la NASA tal y como estaba previsto.
La idea es buena, aunque sus partidarios son conscientes de que cualquier roce entre ambos países puede frustrar el proyecto prematuramente. Del lado soviético, las reacciones a estos encuentros eran igual de variadas. Por un lado, la Academia de Ciencias veía en la colaboración con los norteamericanos la oportunidad de conseguir algo de protagonismo en el programa espacial. Anatoli Blagonrávov, jefe de la Comisión de la Academia de Ciencias para la Exploración y Explotación del Espacio, fue uno de los promotores de este acercamiento en la Unión Soviética. Por otro lado, el círculo de Brezhnev creía que un proyecto espacial conjunto serviría para mejorar la imagen de la URSS en Occidente y ayudaría a disminuir el clima de confrontación.
Concretar el tipo de misión era más complicado. La URSS había ocultado su intención de poner un hombre en la Luna, así que era imposible una misión conjunta que tuviese lugar en nuestro satélite. Sin embargo, la NASA tenía planeado lanzar la estación Skylab después de las últimas misiones lunares Apolo, así que la primera propuesta formal de colaboración consistiría en un acoplamiento entre una nave Soyuz y el laboratorio espacial de la NASA.
Skylab-Salyut (David S. F. Portree/McDonnell Douglas).
Pero no era sencillo. El Skylab, al igual que las Apolo, usaba una atmósfera de oxígeno puro a baja presión, mientras que la presión y composición del aire de la Soyuz era equivalente a la atmósfera terrestre al nivel del mar. Habría que incorporar algún dispositivo o módulo de transición entre ambos vehículos para permitir que la tripulación pasase de una nave a otra, ya que cambiar la atmósfera de la Soyuz o el Skylab hubiese implicado demasiados cambios en el diseño. Por supuesto, el sistema de acoplamiento de la Soyuz también debía sustituirse por uno similar al Apolo, aunque esto era un problema menor. Curiosamente, la parte soviética de las negociaciones no mencionó en ningún momento que la URSS estaba a punto de lanzar su primera estación espacial. En abril de 1971 la Salyut 1 alcanzó la órbita, por lo que una sorprendida NASA sugirió acoplar la nueva estación al Skylab, algo que no fue muy bien visto por la URSS, probablemente porque temían revelar el origen militar de las primeras estaciones DOS (basadas en las OPS Almaz). Aunque los problemas de semejante propuesta eran aún mayores, la oportunidad de crear la primera estación espacial internacional multimodular resultaba muy tentadora para la NASA. También se sugirió una misión Apolo-Salyut, aunque la parte soviética insistió en que el Skylab debía ser parte del plan. Desgraciadamente, en junio de 1971 la tripulación de la Soyuz 11 -la primera que había vivido en la Salyut 1- murió durante el regreso a la Tierra. Antes de lanzar una nueva nave Soyuz tripulada debían llevarse a cabo una serie de reformas para garantizar la seguridad de la tripulación. Estas modificaciones eran bastante complejas de por sí para encima plantearse nuevos cambios de cara a un acoplamiento con el Skylab, así que la parte soviética anunció en abril de 1972 que sólo sería posible una misión entre una nave Apolo y una Soyuz, con la inclusión de un módulo intermedio que permitiese el intercambio de tripulaciones entre los vehículos con distinta atmósfera. La misión debería tener lugar en 1975.
Nació así el programa Apolo-Soyuz, que recibió un nombre oficial distinto en cada país. Para los EEUU era el ASTP (Apollo-Soyuz Test Project), mientras que en la Unión Soviética sería conocido como EPAS (Eksperimentalni Polyot Apollon-Soyuz/Экспериментальный Полёт Аполлон-Союз, ЭПАС, "Vuelo Experimental Apolo-Soyuz"). Después del accidente de la Soyuz 11, se cambió el diseño de la nave y se introdujo una nueva versión de las Soyuz 7K-T (11F615A8/11F615A9). La tripulación se redujo de tres a dos cosmonautas por la necesidad de introducir escafandras que garantizasen la supervivencia en caso de descompresión. Además, se eliminaron los paneles solares. Estos cambios optimizaban el diseño de la Soyuz de cara a su uso con las estaciones Salyut, pero no era la mejor opción para una misión conjunta con el Apolo. NPO Energía, fabricante de la nave Soyuz, sugirió retrasar el proyecto para poder introducir la nueva versión Soyuz-T (7K-ST/11F732), más versátil y con capacidad para tres astronautas. Pero, en vista de que la Soyuz-T no estaría lista hasta finales de los años 70, se procedió a crear una nueva versión de la 7K-OK denominada 7K-TM (11F615A12). La 7K-TM sería más grande y capaz que su predecesora, con paneles solares y sistemas adicionales, lo que obligó a introducir una nueva torre de escape (SAS) más potente.
El esquema de la misión no era especialmente complicado. Primero despegaría la Soyuz desde Baikonur con dos cosmonautas. Le seguiría una nave Apolo con tres tripulantes siete horas y media después desde el Centro Espacial Kennedy. La Apolo viajaría a bordo de un cohete Saturno IB en cuya segunda fase S-IVB habría un módulo de acoplamiento (DM, Docking Module). La Apolo se separaría de la etapa S-IVB y se acoplaría al DM del mismo modo que se realizaban los acoplamientos con el módulo lunar en las misiones lunares. Posteriormente, ambas naves se acoplarían un par de veces como mínimo para realizar investigaciones conjuntas. El DM incorporaría un nuevo sistema de acoplamiento compatible con el de la Soyuz. Durante la fase de acoplamiento, el CM debía permanecer siempre aislado de la Soyuz, ya que su composición y presión atmosférica no podía cambiarse.
DM de la Apolo ASTP (NASA).
El DM en el interior de la S-IVB durante el lanzamiento (NASA).
Apolo con el DM (NASA).
Simulación del acoplamiento del DM, situado en la S-IVB, con el Apolo (NASA).
Esquema de la configuración interior de los vehículos durante la misión, con el DM entre el CM del Apolo y la Soyuz (NASA).
Esquema de la Soyuz 7K-TM (NASA).
Configuración del acoplamiento (NASA).
Modelo del Apolo-Soyuz que se puede ver en el National Air and Space Museum de Washington (NASA).
Esquema de la misión.
La NASA sería la encargada de diseñar y construir el DM, pero el nuevo sistema de acoplamiento se desarrollaría de forma conjunta. En realidad, este sistema -finalmente denominado APAS (Androgynous Peripheral Attach System o Androgynous Peripheral Assembly System)- sería creado por la parte soviética, en concreto, por el equipo de Vladímir Syromyatnikov, un ingeniero de NPO Energía. APAS (o APAS-75) era un sistema andrógino, es decir, cualquiera de las dos naves podían jugar un papel pasivo o activo en el acoplamiento, a diferencia de los sistemas tradicionales del Apolo o la Soyuz, consistentes en una parte activa con una sonda y una parte pasiva formada por un cono y un receptáculo. Debido a sus connotaciones sexuales, los técnicos se solían referir -de forma poco políticamente correcta- a la parte activa como "masculina" y a la pasiva como "femenina".
El sistema APAS (NASA).
Para la URSS, el programa Apolo-Soyuz tenía una gran importancia, algo que queda patente si tenemos en cuenta que destinaron hasta seis vehículos Soyuz a este proyecto. De acuerdo con el plan original, debía lanzarse una nave 7K-TM no tripulada primero, para a continuación lanzar dos vuelos de prueba con cosmonautas antes de la misión con el Apolo. Además de la Soyuz que tomaría parte en la misión ASTP, se construirían dos naves de reserva. Una permanecería lista para el despegue en la rampa del Área 31 de Baikonur por si surgía algún problema con el vehículo principal, una práctica inédita hasta el momento. Aunque no se acoplarían con ninguna otra nave, estas misiones permitirían verificar la viabilidad de varias innovaciones de la nueva 7K-TM. Por ejemplo, se comprobaría el funcionamiento de los nuevos paneles solares y sistemas de comunicaciones, el sistema pirotécnico para separar el APAS en caso de emergencia, el sistema de soporte vital para cuatro personas o la nueva atmósfera de la nave (540 mm de mercurio y 40% de oxígeno), introducida para minimizar el tiempo de ajuste en la transferencia de tripulaciones desde el CM del Apolo.
El 3 de abril de 1974 despegó la primera nave no tripulada 7K-TM, la Kosmos 638. Permaneció en el espacio casi diez días, pero durante el regreso surgieron ciertos problemas no especialmente graves con una válvula del módulo orbital. Además, el descenso de la cápsula se produjo en modo balístico -sin control-, por lo que las autoridades prefirieron lanzar la siguiente 7K-TM, Kosmos 672, también sin tripulación. Esta vez no hubo problemas y se pudieron ensayar todos los parámetros de la misión EPAS durante 5 días y 22 horas.
La primera misión EPAS tripulada fue la Soyuz 16, lanzada el 2 de diciembre de 1974 con Anatoli Filipchenko y Nikolai Rukavishnikov. Filipchenko y Rukavishnikov serían además los reservas de la tripulación principal EPAS, Alexéi Leonov -héroe de la URSS y primer ser humano que realizó un paseo espacial- y Valeri Kubasov. Leonov y Kubasov debían haber despegado en la fatídica Soyuz 11, pero por suerte para ellos su lugar lo ocupó la tripulación de reserva. Además de simular todos los parámetros de la misión, los cosmonautas de la Soyuz 16 ensayaron el seguimiento y las comunicaciones con las estaciones terrestres norteamericanas.
Por parte estadounidense, la tripulación principal estaría formada por Thomas Stafford (comandante y veterano de las Gemini 6, Gemini 9 y Apolo 10), Deke Slayton (piloto del DM) y Vance Brand (piloto del módulo de mando). Slayton había sido parte de los míticos "Siete del Mercury", el primer grupo de astronautas de Estados Unidos. Debido a problemas cardíacos, Slayton no llegó a volar en el Mercury y se convertiría eventualmente en el director de tripulaciones de la NASA, siendo el encargado de elegir los tripulantes que participarían en cada misión. Tras someterse a varios tratamientos médicos, Slayton movió todos sus hilos en la agencia para volver a ser declarado apto para el vuelo y presionó a la dirección de la agencia hasta extremos insospechados para ser asignado a una misión espacial. Finalmente se salió con la suya -no sin pocos problemas- y con 51 años se convertiría en el astronauta de mayor edad en viajar al espacio (récord que sería superado cuando John Glenn despegó en el transbordador con 77 años). La relación entre las tripulaciones fue bastante fluida -no así entre las autoridades-, pese a los problemas lingüísticos. Se decidió que los cosmonautas soviéticos se comunicasen con sus colegas norteamericanos en inglés, mientras que los astronautas de la NASA hablarían en ruso. Las clases de idiomas fueron consideradas como la parte más dura y exigente de la misión por ambas tripulaciones.
La tripulación del proyecto Apolo-Soyuz: Stafford, Slayton, Brand, Leonov y Kubasov (NASA).
Entrenamiento conjunto de las tripulaciones (NASA).
El 15 de julio de 1975 despegó la Soyuz 19 (7K-TM Nº 75, de 6,79 toneladas) desde la Rampa de Gagarin con Leonov y Kubasov a bordo del nuevo cohete Soyuz-U (11A511U). El lanzamiento se retransmitiría en directo por primera vez en la historia del programa espacial soviético. En la Rampa 31 permanecía preparada la 7K-TM Nº 76 por si acaso la Soyuz 19 no alcanzaba la órbita prevista o no podía acoplarse con el Apolo. Por suerte, no fue necesaria. Vale la pena resaltar que, durante el transcurso de la misión ASTP, los cosmonautas Klimuk y Sevastyanov se hallaban en la estación Salyut 4, por lo que durante unos días hubo siete hombres en el espacio al mismo tiempo, todo un récord para la época. Después del despegue, los controladores se dieron cuenta de que la cámara de televisión de la Soyuz no funcionaba correctamente, por lo que Leonov procedió a repararla -con éxito- usando un cuchillo que había comprado unos días antes en una tienda.
Leonov y Kubasov antes del despegue.
La nave Apolo ASTP (CSM-111, con 15,678 toneladas) -a veces denominada de forma informal Apolo 18-, alcanzó también la órbita en el momento previsto gracias al cohete Saturn 1B SA-210. El 17 de julio se produjo el primer acoplamiento, pero antes, Slayton y Stafford se introdujeron en el DM, dejando a Brand en el interior del CM. Dentro del DM se aumentó la presión desde 255 mm de Hg hasta 490 mm de Hg mediante la introducción de nitrógeno, para acercarse así a los 500 mm de Hg de la Soyuz. El primer acoplamiento duró 44 horas y fue todo un éxito técnico, político y mediático. Tras alejarse para crear un eclipse artificial, la Apolo sobrevoló la Soyuz antes de acoplarse una segunda vez durante tres horas, aunque esta vez sin transferencia de la tripulación. La Soyuz 19 aterrizaría el 21 de julio después de 5 días y 22 horas en el espacio, mientras que la Apolo esperaría hasta el 24 de julio para amerizar en el Pacífico. Durante el regreso de la Apolo, un poco de tetróxido de nitrógeno del sistema de propulsión del módulo de mando se introdujo en el interior de la cápsula a través de la válvula de ecualización de presión atmosférica, provocando problemas a la tripulación, incluyendo un desmayo de Brand. El uso de máscaras de oxígeno evitó un desenlace más grave. Debido a un error de los astronautas, el sistema de control de actitud del CM permaneció activado durante el descenso atmosférico, ocasionando el incidente.
Stafford, Slayton y Brand parten la última misión Apolo (NASA).
Despegue del Saturn IB con la Apolo ASTP (NASA).
La Apolo con el DM vista desde la Soyuz 19 (NASA).
La Soyuz 19 vista desde la Apolo ASTP (NASA).
Apretón de manos en órbita entre Stafford y Leonov (NASA).
Stafford y Brand en el interior del CM (NASA).
Leonov y Kubasov en el módulo orbital (BO) de la Soyuz 19 (NASA).
Para la URSS, la misión ASTP había sido un éxito rotundo. En cierto modo, le permitió superar cierto complejo de inferioridad no declarado tras haber perdido la carrera lunar. La Unión Soviética había demostrado su capacidad para realizar una misión espacial al mismo nivel que la NASA sin mayores problemas. Para los estadounidenses, Apolo-Soyuz representó un punto de inflexión, el fin de una era. Se trató de la última misión de una nave Apolo y la última de una cápsula norteamericana en el siglo XX. La NASA no volvería a poner un astronauta en órbita hasta seis años después.
Con el ASTP, los Estados Unidos pudieron conocer por primera vez los detalles de la nave Soyuz y de muchos elementos del programa espacial de la URSS, considerados alto secreto hasta esos momentos. Tras el contacto con la técnica aeroespacial soviética, los norteamericanos no se mostraron especialmente impresionados. Es más, llegaron a la conclusión de que el programa espacial soviético estaba profundamente atrasado, quizás al nivel de los EEUU a principios de los 60. Los técnicos de la NASA opinaban que la nave Soyuz era un vehículo tremendamente anticuado y limitado. Estas percepciones, aunque teñidas de prejuicios y alimentadas por la retórica propagandística de la Guerra Fría, no dejaban de tener parte de verdad. Lo cierto es que la NASA había contribuido a la misión ASTP con el vehículo tripulado más avanzado y complejo jamás construido por los Estados Unidos, el CSM Apolo, diseñado para viajar a la Luna. Por contra, la URSS había participado con una 7K-7M, una nave optimizada para viajar a estaciones espaciales en la órbita baja que representaba una pequeña parte del esfuerzo espacial soviético. Si se hubiera empleado una Soyuz LOK, una Soyuz-T o una VA-TKS, las diferencias entre ambos vehículos no habrían sido tan exageradas. La NASA desconocía la existencia de estos proyectos, así como la del programa lunar o las estaciones OPS/DOS. Obligados a juzgar el esfuerzo espacial soviético tan sólo a partir de la Soyuz, los expertos occidentales llegarían a una serie de conclusiones sesgadas que dominarían el análisis del programa espacial de la URSS durante los siguientes quince años. No es de extrañar por tanto la sorpresa de muchos de estos expertos ante el desarrollo del cohete Energía o el transbordador Burán en los años 80, sistemas avanzados que muchos consideraban imposibles de realizar con la tecnología soviética.
El impacto de la misión Apolo-Soyuz no duró mucho. La 7K-7M Nº 76 de reserva no sería usada en una misión espacial, pues había permanecido cargada de combustible en la Rampa 31 y los protocolos de seguridad desaconsejaban volver a emplearla en una misión tripulada. La cápsula (SA) fue usada para la Soyuz 31, aunque el módulo de servicio (PAO) y el módulo orbital (BO) se pueden contemplar hoy en día en el museo de RKK Energía. La última 7K-TM despegaría como la Soyuz 22 (7K-MF6) en septiembre de 1976 después de ser modificada. Finalmente, no se volvería a repetir una misión conjunta entre ambas potencias. Aunque se sugirió repetidamente llevar a cabo una misión entre el transbordador y una estación Salyut, el proyecto nunca llegó a fructificar debido al empeoramiento de las relaciones entre ambas potencias. La invasión de Afganistán y la llegada de Reagan a la Casa Blanca supuso un endurecimiento de la Guerra Fría, haciendo imposible cualquier colaboración al más alto nivel. Cuando la Salyut 7 experimentó graves problemas a principios de los 80, Reagan sugirió usar el shuttle para rescatar la estación soviética, aunque se trató más bien de una declaración propagandística sin mayores pretensiones.
Una misión conjunta que nuca fue: el shuttle acoplado a una Salyut.
Por su parte, el sistema APAS sería empleado por los soviéticos en varios proyectos. Una versión del mismo (APAS-89) sería el elegido como sistema de acoplamiento del transbordador Burán con el módulo Kristall de la Mir. Aunque el Burán jamás pudo utilizar el APAS en una misión real, el transbordador estadounidense se acopló en siete ocasiones con la Mir mediante este sistema. El APAS sería por tanto el sistema elegido para los acoplamientos entre el shuttle y la ISS, además de emplearse para la unión de los dos primeros módulos de la estación, Zaryá y Unity. También sería usado por la Soyuz TM-16 con la Mir en lo que sería la segunda y última ocasión hasta la fecha en que una nave Soyuz ha incorporado un APAS.
Tres décadas y media después, la misión Apolo-Soyuz se suele considerar una oportunidad perdida. Los planes más ambiciosos para colaborar en la construcción de estaciones espaciales o viajar a Marte jamás vieron la luz. No obstante, lo cierto es que la propia misión constituyó una anomalía de cooperación pacífica en medio de un clima de enfrentamiento a ultranza. Más que una hazaña espacial, Apolo-Soyuz fue por encima de todo un éxito político.
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