La Luna podría ser tóxica para los seres humanos
Es posible que el mayor problema con el que se encuentren los futuros
exploradores de la Luna no sean los rayos cósmicos o las tormentas
solares, sino el polvo lunar. Efectivamente, el regolito -como así se
llama al fino polvo que recubre toda la superficie de la Luna resultado
de miles de millones de años de la erosión constante por impactos de
micrometeoros- podría ser tóxico para el ser humano, al menos a largo
plazo. Sí, doce seres humanos pisaron nuestro satélite entre 1969 y 1972
y estuvieron en contacto directo con él, pero no llegaron a permanecer
más de tres días en la superficie lunar. ¿Cómo afectará el regolito a
los futuros pobladores de la Luna?
Los astronautas de las misiones Apolo volvían al módulo lunar con los trajes totalmente cubiertos de regolito después de las actividades extravehiculares (EVA). Eugene Cernan, comandante del Apolo 17, recuerda que era imposible limpiar los trajes y demás equipos ensuciados con regolito. Se adhería a cualquier superficie, incluso la piel, y era imposible eliminarlo. Alan Bean, piloto del LM del Apolo 12, recuerda como la cabina del módulo lunar se llenó de polvo de regolito una vez alcanzaron la órbita lunar, tanto que se hacía difícil respirar y ver sin llevar puestos los cascos de los trajes A7L. El regolito en suspensión dentro de la atmósfera de una nave en ingravidez es un asunto grave, pero también lo sería en el interior de una base lunar por culpa de la reducida gravedad de nuestro satélite. Durante mucho tiempo se pensó que el único efecto adverso de la presencia de regolito en el interior de las naves Apolo era la aparición de un agudo olor similar al de la pólvora, según cuentan los propios astronautas. Sin embargo, las tripulaciones informaron de malestares pasajeros en los ojos, piel y vías respiratorias. Nunca se supo la causa de estos problemas, pero muchos médicos siempre creyeron que el culpable era el regolito lunar.
Si hablamos con propiedad, el objeto de nuestro interés es el polvo de regolito, es decir, las partículas del regolito más pequeñas. El problema reside en que estas partículas son tremendamente diminutas y abrasivas, ya que en la Luna no existe ningún tipo de erosión que suavice sus irregularidades. Sabemos que el regolito puede interferir con las partes móviles de los equipos o los cierres de los trajes espaciales, pero es que además la inhalación prolongada de estas partículas sería peligrosa para los futuros astronautas al quedarse alojadas en los pulmones.
Parece ser que la toxicidad de las partículas inhaladas deriva de la
liberación de radicales libres dentro del cuerpo humano, un complejo
proceso que depende de multitud de factores (principalmente, de la
composición y la forma de las partículas). El tamaño medio de las
partículas de regolito recogidas en las misiones Apolo era de unas 70
micras, aunque en realidad podía variar entre las 40 y las 800 micras.
Algunas eran incluso menores y es éste es precisamente el grupo más
peligroso: partículas invisibles de hasta 0,01 micras que se cuelan por
cualquier rendija, literalmente.
Las partículas del polvo de regolito están compuestas por piroxeno, plagioclasa y microscópicos trozos de materiales vitrificados por los impactos de meteoros. También se han detectado pequeñas cantidades de ilmenita, un mineral con hierro y titanio que puede ser potencialmente tóxico, y hierro nanofásico, partículas cuyas adversos efectos sobre la salud preocupa a muchos médicos. Como resultado, algunos investigadores piensan que un astronauta expuesto de forma continua al regolito podría desarrollar no sólo inflamaciones crónicas en las vías respiratorias, sino también edemas, fibrosis y, quizá, hasta cáncer. Por si esto no fuera suficientemente serio, es muy probable que aparezcan problemas cardiovasculares tras pasar las nanopartículas al torrente sanguíneo a través de los alveolos. Además, la piel y los ojos podrían sufrir molestas irritaciones y aparecerían daños en la córnea.
Pero tan importante como conocer los efectos adversos es comprobar
cuáles son las dosis mínimas para que se manifiesten. ¿Es peligroso
permanecer un mes en la Luna realizando actividades extravehiculares?
Probablemente no. ¿Y un año? Eso ya es otra historia. La NASA se toma
muy en serio estos riesgos, tanto que próximamente se estudiará en conejos la toxicidad del regolito lunar del Apolo 14.
Un grupo de desafortunados roedores será expuesto a pequeñas cantidades
de partículas lunares (obviamente, el regolito no es un material que se
deba derrochar) para evaluar el daño que pueden causar en ojos y piel.
El encargado de llevar a cabo esta delicada tarea es el grupo LADTAG (Lunar Airborne Dust Toxicity Assessment Group) de la NASA.
Solamente poseemos muestras de regolito de nueve lugares de la superficie lunar, seis de las misiones Apolo y tres de las sondas soviéticas Luna Ye-8-5, la mayoría de ellos situados cerca del ecuador lunar. Es posible que el tamaño medio y composición del regolito sea ligeramente distinto en otras zonas del satélite, como por ejemplo el polo sur, una región que se ha propuesto en repetidas ocasiones para situar una base lunar permanente. O lo que es lo mismo, es probable que la toxicidad del regolito lunar cambie drásticamente a lo largo del paisaje lunar.
En definitiva, si queremos vivir algún día en la Luna, más nos vale conocer los detalles más íntimos del polvo lunar. Como vemos, cada vez que creemos conocer nuestro satélite, siempre hay algo nuevo que nos sorprende. Un motivo más para seguir investigando.
Referencias:
Eugene
Cernan, comandante del Apolo 17, posa en el interior del módulo lunar
tras una EVA. Su traje está manchado del fino regolito lunar (NASA).
Los astronautas de las misiones Apolo volvían al módulo lunar con los trajes totalmente cubiertos de regolito después de las actividades extravehiculares (EVA). Eugene Cernan, comandante del Apolo 17, recuerda que era imposible limpiar los trajes y demás equipos ensuciados con regolito. Se adhería a cualquier superficie, incluso la piel, y era imposible eliminarlo. Alan Bean, piloto del LM del Apolo 12, recuerda como la cabina del módulo lunar se llenó de polvo de regolito una vez alcanzaron la órbita lunar, tanto que se hacía difícil respirar y ver sin llevar puestos los cascos de los trajes A7L. El regolito en suspensión dentro de la atmósfera de una nave en ingravidez es un asunto grave, pero también lo sería en el interior de una base lunar por culpa de la reducida gravedad de nuestro satélite. Durante mucho tiempo se pensó que el único efecto adverso de la presencia de regolito en el interior de las naves Apolo era la aparición de un agudo olor similar al de la pólvora, según cuentan los propios astronautas. Sin embargo, las tripulaciones informaron de malestares pasajeros en los ojos, piel y vías respiratorias. Nunca se supo la causa de estos problemas, pero muchos médicos siempre creyeron que el culpable era el regolito lunar.
Si hablamos con propiedad, el objeto de nuestro interés es el polvo de regolito, es decir, las partículas del regolito más pequeñas. El problema reside en que estas partículas son tremendamente diminutas y abrasivas, ya que en la Luna no existe ningún tipo de erosión que suavice sus irregularidades. Sabemos que el regolito puede interferir con las partes móviles de los equipos o los cierres de los trajes espaciales, pero es que además la inhalación prolongada de estas partículas sería peligrosa para los futuros astronautas al quedarse alojadas en los pulmones.
Los trajes de Cernan y Schmitt del Apolo 17 dentro del módulo lunar, manchados de regolito (NASA).
Tamaño de las partículas más finas de las muestras del Apolo 11 y 17 (no del regolito en general) (Linnarsson et al.).
Las partículas del polvo de regolito están compuestas por piroxeno, plagioclasa y microscópicos trozos de materiales vitrificados por los impactos de meteoros. También se han detectado pequeñas cantidades de ilmenita, un mineral con hierro y titanio que puede ser potencialmente tóxico, y hierro nanofásico, partículas cuyas adversos efectos sobre la salud preocupa a muchos médicos. Como resultado, algunos investigadores piensan que un astronauta expuesto de forma continua al regolito podría desarrollar no sólo inflamaciones crónicas en las vías respiratorias, sino también edemas, fibrosis y, quizá, hasta cáncer. Por si esto no fuera suficientemente serio, es muy probable que aparezcan problemas cardiovasculares tras pasar las nanopartículas al torrente sanguíneo a través de los alveolos. Además, la piel y los ojos podrían sufrir molestas irritaciones y aparecerían daños en la córnea.
Posibles daños celulares causados por las partículas del regolito lunar (Linnarsson et al.).
Solamente poseemos muestras de regolito de nueve lugares de la superficie lunar, seis de las misiones Apolo y tres de las sondas soviéticas Luna Ye-8-5, la mayoría de ellos situados cerca del ecuador lunar. Es posible que el tamaño medio y composición del regolito sea ligeramente distinto en otras zonas del satélite, como por ejemplo el polo sur, una región que se ha propuesto en repetidas ocasiones para situar una base lunar permanente. O lo que es lo mismo, es probable que la toxicidad del regolito lunar cambie drásticamente a lo largo del paisaje lunar.
En definitiva, si queremos vivir algún día en la Luna, más nos vale conocer los detalles más íntimos del polvo lunar. Como vemos, cada vez que creemos conocer nuestro satélite, siempre hay algo nuevo que nos sorprende. Un motivo más para seguir investigando.
Referencias:
- Toxicity of lunar dust, D. Linnarsson et al. (ArXiv, 27 junio 2012).
- Lunar Airborne Dust Toxicity Assessment Group (NASA).
- La Nanotecnología y sus riesgos para la salud laboral, Daniel Torregrosa (Amazings.es).
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