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Thursday, November 24, 2011

Los Jardines del Renacimiento. – I – Las ciudades italianas.

Los jardines durante el Renacimiento es un estudio no solo de estos espacios abiertos, sino también de su función en las ciudades, de su auge y de su significación como espacio determinado. La aproximación en este primer capitulo al jardín en Italia, a través de su trazado, y de los estudios de los ideólogos renacentistas, da idea de algo que se nos expresa en el artículo de Virginia Seguí con estas palabras:

“El hombre renacentista establecerá un nuevo sistema de relacionarse con su hábitat adecuándolo a sus creencias y pensamiento; inspirándose y teniendo como principal referente el mundo clásico pero sin olvidar su propia posición dentro de la ciudad y del Estado”
The gardens during the Renaissance are a nonsingle study of these opened spaces, but also of their function in the cities, its height and its meaning like certain space. The approach in this first one I capitulate to the garden in Italy, through its layout, and of the studies of the Renaissance ideologists, it gives idea of which it are expressed to us in the article of Virginia Seguí  with these words: “the Renaissance man will settle down a new system to be related to his habitat adapting it to his beliefs and thought; being inspired and having like main referring the classic world but without forgetting its own position within the city and of the State “



Les jardins pendant la Renaissance est une étude non seulement de ces espaces ouverts, mais aussi de sa fonction dans les villes, de son essor et de sa signification comme espace déterminé. Le rapprochement dans ce premier chapitre au jardin en Italie, à travers son croquis, et les études des idéologues Renaissance, donne idée de de quelque chose nous on que exprime dans l’article de  Virginia Seguí  Ai suivi avec ces mots : “L’homme Renaissance établira un nouveau système de se mettre en rapport avec son habitat en l’adaptant ses croyances et à pensée ; en s’inspirant et en ayant comme principal relatif le monde classique mais sans oublier sa position propre dans la ville et de l’État.

Los Jardines del Renacimiento. – I –  Las ciudades italianas. Por Virginia Seguí
 (Fig.1. Cosmografía. Munster.Florencia)

Los jardines son una manifestación más del hombre y de la sociedad que los crea, estando estrechamente vinculados al urbanismo y arquitecturas de la época de la que son un fiel reflejo. El hombre renacentista establecerá un nuevo sistema de relación con su hábitat adecuado a su pensamiento y creencias; teniendo siempre como referencia y fuente de inspiración el mundo clásico, aunque sin olvidar nunca su propia posición dentro de su sociedad, ciudad y Estado.
Las ciudades medievales europeas habían ido circunscribiendo su crecimiento a dos factores fundamentales: su demografía y su defensa; razones, en cierto sentido, contrapuestas entre sí; ya el aumento de su población hacía necesaria su expansión y su defensa la impedía, constriñéndola dentro de un espacio normalmente insuficiente y  amurallado (Fig.1). Se considera a Italia y más concretamente, dentro de ella, a la Toscana la cuna del movimiento renacentista que renovara la ciudad, igual que sucede en con resto de manifestaciones artísticas, siendo Florencia (Fig. 1. Bis) uno de los mejores ejemplos de ello; desde allí el proceso, que no será sincrónico, irá extendiéndose; primero por el resto de Italia y después por el resto de países europeos. Morris en su obra Historia de la forma urbana menciona que en palabras de Sir Patrick Abercrombie: <[...] la historia del urbanismo del periodo renacentista se extiende desde sus comienzos en Italia, a principios del siglo XV, hasta finales del XVIII.>; indicando con ello que, aunque este amplio espacio de tiempo ha sido tradicionalmente subdividido en otros con diferentes denominaciones, el concepto de ciudad renacentista estará vigente hasta que de las consecuencias de la revolución industrial haga necesaria su superación.
( Fig. 1 bis. Florencia)







Los intelectuales de la época inmersos en el movimiento humanista, que tuvo sus primeras manifestaciones en el campo literario con la renovación de las letras a cargo de Dante, Petrarca y Boccacio; acometerán de igual modo la renovación de las artes plásticas y otros muchos aspectos de la vida; entre ellos la forma urbana. Será un momento de gran creatividad artística y muchos arquitectos e ingenieros del momento teorizaran sobre ella en la búsqueda del modelo ideal. Entre ellos el genovés León Battista Alberti (1404-72) acometió el estudio sistemático de los edificios de la antigua Roma y tras conocer a Brunelleschi y Donatello en Florencia realizó su tratado De Re Aedificatoria (1452) en la que compendia sus conocimientos sobre arquitectura y materias afines; entre ellos la planificación de la ciudad, tratado que acabará convirtiéndose en la base de lo que ha venido en denominarse: urbanismo consciente; aunque en muchos aspectos según Mumford todavía pervivan en él conceptos del urbanismo medieval. Inspirándose en Vitrubio, Plinio, Cicerón incluso Aristóteles y Platón, abordará el tema del jardín viéndolo como un elemento de recreo integrado en el edificio, símbolo ideal de unidad y armonía, de trazado geométrico, sobre una zona llana con senderos delineados y una disposición regular de las plantas, un lugar donde se pueda encontrar el sol y la sombra. Francisco di Giorgio Martini (1429-1502) originario de Siena, en su Trattato di Architettura Civile e Militare menciona también cuestiones relacionadas con el jardín aconsejando la adaptación de su perímetro al emplazamiento en búsqueda de regularidad, de trazado geométrico ya sea en forma de círculo, cuadrado, triangulo e incluso pentágono o hexágono, y algo más frondoso y colorista que el de Alberti (Fig.2) y, por otro lado, Antonio Averlino (1404-72), más conocido como Il Filarete, en su Tratado de Arquitectura en el que plantea la creación de la ciudad ideal a la que denominará Sforzinda, ya que su trabajo estaba bajo el mecenazgo de Francesco Sforza, planteará jardines en nivel de igualdad con el resto de edificios palaciegos y de gran diversidad, realizando diseños y descripciones de jardines colgantes distribuidos en terrazas, laberínticos con significado apotropaico (Fig.3) o los más tradicionales concebidos como síntesis de arquitectura y naturaleza con presencia de decoración escultórica de iconografía mitológica. A la hora de concebir un jardín, su creador se plantea cuestiones variadas relacionadas con diversos aspectos, que aunque afines entre sí, afectan a aspectos diferentes de su morfología; tales cómo la dicotomía entre paraíso terrenal o huerto, o la contraposición de ideales estéticos frente a necesidades reales relacionadas con la agricultura; o la convivencia de ambos aspectos; ¿piensa igual un arquitecto o un ingeniero a la hora de planificar un jardín que un experto jardinero?; sobre estas cuestiones se irá avanzando a lo largo del período y en cada época irá primando uno o varios de los aspectos citados lo que conduce a la existencia de una gran variedad de tipologías.
   (Fig. 2. Giorgio Martini. Jardín)













   ( Fig. 3. Jardín. Laberinto. Il Filarete)















Centrándonos en las ciudades cabría decir que el crecimiento de la ciudad medieval había ido robándole espacio al jardín y que su crecimiento en vertical, condicionado por los aspectos defensivos y espaciales, no favorecía la existencia de edificios diseñados con los tradicionales impluvios o patios centrales, obligando a los arquitectos a idear mecanismos sustitutivos que abrieran los edificios al exterior y pusieran en contacto a sus habitantes, más que con inexistentes jardines, con el paisaje de las proximidades, así nacieron las tradicionales loggias en un intento de combinar las mejores condiciones higiénicas posibles con aspectos relacionados con necesidades lúdicas y/o estéticas. (Fig.4).
Dante pone en boca de su tatarabuelo Cacciaguida, al que encuentra en el Paraíso que crea en su obra La Divina Comedia unas palabras sobre la configuración de la Florencia de su tiempo: <Florencia entonces, con muralla antigua,/ donde tocan campanas de las horas,/ estaba en paz y del vecino amiga-[...]>; esta descripción no la distingue morfológicamente del resto de las ciudades italianas; en general inscritas en un recinto cerrado por lo que se conoce como: cerchia antica; que remite a su fundación como campamento romano (Fig.5).
(Fig. 4. Interior Ciudad Medieval. Efectos del Buen Gobierno. Lorenzetti. 1338)












  ( Fig. 5. Ciudad Medieval. Castillo Podesta. Lorenzetti)













Durante el último tercio del siglo XV finalizaron algunos de los conflictos seculares del período anterior abriéndose un periodo de paz en el que se asentaron las nuevas bases políticas y económicas que conducirán a una época de progreso y prosperidad. En Italia el movimiento humanista que germinó en estas nuevas condiciones cambió la fisonomía de las ciudades. En Florencia intervinieron los principales artífices de la renovación renacentista, inicialmente creadores como Brunelleschi, Alberti primero y luego una segunda generación en la que destacan: Michelozzo, Peruzzi, Rosselino, etc., todos ellos dejaran su huella en la ciudad transformándola; desde allí se irradiará el proceso de cambio. No obstante las cuestiones defensivas serán todavía primordiales en la época y las ciudades crecerán o se construirán de nueva planta casi siempre condicionadas por esta cuestión; se superará la muralla construyéndose en extramuros ganando un terrero necesario para la expansión, pero nuevamente se volverá a encerrar a la ciudad tras una nueva muralla defensiva; en el caso de las ciudades ex novo, se realizarán siguiendo las pautas fijadas por los tratadistas de la época que incluían la planificación de un  sistema defensivo. En estas nuevas ciudades o ciudades renovadas vuelve a haber un espacio para el jardín que irá adquiriendo importancia, así lo ponen de manifiesto los planos de algunas de esas ciudades. Los ciudadanos más preeminentes de la época serán los mecenas favorecedores de las actuaciones artísticas: los Médici en Florencia, los Sforza en Milán, Federico de Moltefeltro en Urbino, los Dux de Venecia y también, por supuesto, las actuaciones de diferentes Papas sobre Roma, etc…
Florencia era un centro creador de primer orden ostentando la primacía en muchas de las facetas artísticas, la talla, la taracea, la orfebrería, la escultura, el cuero, los tejidos; los talleres relacionados con la madera fueron centros de formación de importantes arquitectos, como Sangallo, los hermanos Maiano, Pontelli, etc.. Las Crónicas de Benedicto Dei, de 1472, mencionan iglesias y palacios donde, a través de generaciones, se había ido acumulando un gran patrimonio artístico; la actividad constructora fue intensa y la disposición urbanística se hizo cada vez más difícil de modificar (Fig.5); no obstante la familia Médici favoreció la construcción de edificios en los que el jardín se convirtió en un elemento importante tanto en sus palacios urbanos como en los suburbanos. Inicialmente el palacio Médici Riccardi y luego el Palacio Pitti en sus proximidades destacan los jardines Boboli, cuyo núcleo inicial fue construido en esta época. (Figs.6-7) Importante fue el llamado Jardín de San Marcos hoy desaparecido, situado en las proximidades de la plaza de San Marcos entre la calle Cavour y la de San Gallo, en él creó Lorenzo de Médici lo que se considera la primera Academia de Arte de Europa, en él bajo el patrocinio del escultor Bertoldo de Giovanni, aprendieron algunos de los artistas más prometedores del momento, entre ellos Miguel Ángel, Leonardo, Baccio de Montelupo, Granacci, etc. La zona era ya desde la Edad Media una especie de parque de caza, probablemente vallado y próximo al edificio mediceo; por deseo expreso de Clarece Osunos esposa de Lorenzo fue adquirido por éste a los monjes de San Marcos; colocando en él su colección de esculturas antiguas adquiridas en Roma, dándole después el uso mencionado.
( Fig. 6. Palacio Pitti. Utens. 1559)















               (Fig. 7. Planta del Jardín de Boboli. Florencia)












Otra de las intervenciones más interesantes del período se produce en la pequeña ciudad de Pienza cuna de los Piccolomini y lugar de nacimiento del Papa Pío II, quien en un viaje a Mantua en 1459 visitará la ciudad decidiendo reconstruirla para establecer en ella su residencia ideal. Bernardo Rosselino (1409-1464) es el elegido para llevar a cabo la renovación y construcción de los nuevos edificios, según la bula del 13 de agosto de 1462 la intervención se describe así: <Construir desde sus cimientos una nueva iglesia de magnífica estructura, enriquecer este lugar con un digno palacio que ocupe el antiguo solar de la casa paterna y añadir otros edificios>.   
Roselino, probablemente aconsejado por Alberti, acomete las obras y crea en el Palacio Piccolomini uno de los primeros ejemplos de jardines renacentistas inspirándose en las más rancias bases del humanismo. El bloque cuadrangular que conforma un palacio de tres plantas con un patio interior, se sitúa frente a la Iglesia, al otro lado de la plaza se abre al exterior mediante una innovadora loggia-mirador que ocupa toda la fachada meridional y se abre al patio consiguiendo un efecto de integración del palacio y el jardín con el panorama circundante; parece adentrarse en el valle y unirse al monte Amiata creando el primer panorama paisajista en un conjunto monumental. (Fig.8)
( Fig. 8. Plano y jardín de Pienza. Rosselino)









Otras familias importantes también realizarán intervenciones interesantes en sus ciudades. Federico de Montefletro, señor de Urbino entre 1444 y 1482, acomete su transformación encargando diversas obras a los artistas más destacados y elige a Luciano Laurana para realizar la transformación de un palacio familiar medio derruido, situado en una colina próxima al borde del despeñadero de Valbonne, en un edificio emblemático de tres plantas en el que residir y ostentar su poder; el complejo se desarrolla alrededor de un patio porticado que se convertirá en el eje urbanístico de la ciudad. En la fachada sudoeste se sitúan los aposentos privados del mecenas en los que un grupo de loggias superpuestas y enmarcadas por dos torreones se abren al valle volviendo a encontrar así la búsqueda de ese sentido paisajístico ya visto en Pienza; a la derecha el espacio que enlaza este edificio con el viejo castillo se ordena como un jardín colgante y queda cerrado al valle por un muro de contención. (Fig. 9-10)
Ferrara debe su transformación a la familia d’Este, en ella se lleva a cabo una gran empresa urbanística aunque condicionada por motivos defensivos ya que entre 1482 y 1484 mantuvo una guerra con Venecia que atacará directamente la ciudad; ciudad de gran prosperidad económica e industrial será amurallada por esta causa. Pero en su interior su nuevo trazado urbanístico rectilíneo favorecerá los espacios abiertos y la existencia de jardines. (Fig.11)
Mantua, otra ciudad de interés, sufrirá transformaciones a partir de 1423 bajo el mecenazgo de  Juan Francisco Gonzaga, el palacio de los Gonzaga será una fortaleza situada en un ángulo de la ciudad, formando un conjunto orgánico en el que los jardines serán un elemento importante. (Fig12)
 (Fig. 9. Panorama de Urbino desde Valbona )















   ( Fig. 10. Urbino a vista de pájaro)






























   ( Fig. 11. Ferrara, plano y detalle del trazado)
















 ( Fig. 12. Mantua. Vista aerea, Palacio Gonzaga )

















Ahora bien quizás sea Roma (Fig.13) la ciudad que con mayor esplendor verá cambiada su fisonomía, y en este caso las intervenciones de los diferentes Papas tendrán especial significación. Nicolas V, a mediados del siglo XV, encarga a Alberti la reorganización de la capital de Italia y sede del Vaticano; las intervenciones urbanísticas y arquitectónicas programadas marcarán las directrices de la política de reformas en la ciudad hasta el siglo XVIII; programa que, por otra parte, se limita a la denominada Roma imperial y constantiniana. Según Benévolo, en su Historia de la arquitectura del Renacimiento, el programa de Nicolás V contemplaba entre otras cuestiones: “[...] el palacio papal y los servicios necesarios para el nuevo ceremonial de la Santa Sede: edificios para oficinas, un teatro, un atrio para reuniones y cónclaves, una sala para impartir bendiciones, una biblioteca, una serie de despachos y viviendas, un parque y un jardín botánico [...]“; (Fig.14) es decir que concibe el complejo del Vaticano como una ciudad independiente; separada de la ciudad profana por el Tiber. Giannozzo Manetti en su biografía sobre Nicolás V habla del palacio vaticano como <laberinto y paraíso>; la representación visible de la ciudad de Dios y contrapuesta a la ciudad de los hombres.

  ( Fig. 13. Roma civitatis, orbis terrarum )
                                                                            












 ( Fig. 14. Jardines Vaticano. Van Cleve. 1587 )




















Nicolás V muere habiendo realizado sólo una pequeña parte del programa que continuará Sixto IV y finalizarán los sucesivos papas; respecto al tema que nos ocupa la intervención llevada a cabo por Inocencio VIII (1484-1492) en la villa del Belvedere, sobre una colina al norte del Vaticano donde se situará un extenso jardín; ya en época de Julio II, en 1503, realizará su actuación Donato Bramante, a escala monumental que está considerada un hito de la historia de la jardinería, irá encaminada a unir la villa de Inocencio VIII con el palacio papal al pie de la colina; dado el desnivel y el espacio a cubrir de unos 300 ideará un patio aterrazado a tres niveles que respecta e incluso enfatiza la perspectiva del conjunto, Bramante fallece en 1514 acabando la obra Pirro Ligorio después de 1550; sucesivas actuaciones en la zona han desvirtuado la obra de Bramante aunque todavía pervive el carácter unitario con que fue concebida. (Figs.15-16)
Sin duda, podríamos continuar hablando de ciudades italianas y sus características, buscando sus jardines y poniéndolos como ejemplo; pero consideramos que con lo expuesto queda clara su relevancia y su presencia en las ciudades y en los palacios por lo que no vamos a agotar el tema permitiendo así que el lector descubra por su cuenta los muchos jardines que no hemos podido incluir en este breve estudio.
   ( Fig. 15. Jardín Cortile. Belvedere. Bramante )















 ( Fig. 16. Belvedere. Vaticano)











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